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Capítulo 4

Suspiro acomodándome en la silla, las clases están a nada de empezar. Veo la hora en el reloj arriba de la pizarra y pienso que merezco un maldito premio por estar despierto a esta hora.

Mi mente viaja a la conversación con Silas, el chico tan sorprendido como yo a la mención del mismo nombre.

Sabía que mis sospechas sobre la chica no eran por nada. Leer a las personas es algo que se me hace tan fácil como si ellos mismos me estuvieran diciendo sus secretos.

Aunque mi padre pensaba que todo este tiempo he estado solo sentado sobre mis desgracias por la muerte de mi madre, no es del todo correcto.

Hackear las cámaras del hospital psiquiátrico para poder monitorear a mi madre es algo que logré hacer unos meses después de que la internaran, buscar los límites en la que podía obtener la información a través de mi computadora me llevó a contactarme con un raro chico que contestaba algunas de mis preguntas en algunos sitios poco seguros.

Así es como Silas y yo empezamos una pequeña empresa, recibiendo algunos encargos de gente con poder y gente con no tanto, buscar en cámaras, hackear teléfonos, todo eran pequeños trabajos que nos mantenían entretenidos y nos daban dinero.

Siendo jóvenes sin trabajo y mucho tiempo frente a una computadora no era para nada malo.

Los trabajos un poco más grandes llegaron al dar resultados buenos, entre recomendaciones y más, logramos trabajar para muchas personas influyentes.

Y aunque mantener el anonimato era una de nuestras reglas primordiales, pasamos por mucho como para no confiar el uno al otro y finalmente conocernos.

El bajo chico con lentes y cabello colorido me sorprendió tanto como él se sorprendió al verme entrar en esa hamburguesería que estaba a nada de caerse.

Logré encontrar un lugar lo suficientemente seguro para que ambos pudiéramos reunirnos, Silas parecía tan aliviado de salir del sótano de su madre que no dudó en traer su pequeña computadora a la nueva oficina.

Silas se quedó atontado al ver el equipo que conseguí, tanto que ni notó como casi bota su propia computadora, dejándola casi tan inutilizada como ya estaba.


"—¿Cómo sabes ese nombre?—la pregunta sale de ambas bocas una vez más.

Silas parece divertido ante la situación, pero yo empiezo a molestarme cada vez más.

—¿Te acuerdas que te comenté que uno de nuestros ex clientes nos mencionó tener un amigo que requeriría de nuestros servicios?—asiento ante las palabras de Silas.—Nos contactó.

—Pensé que habíamos decidido no tomar más pedidos hasta que nos asentáramos mejor a esta ciudad.—digo, recordándole lo que acordamos no más de dos meses atrás.

Moverme de ciudad implicaba que no podía ser tan activo en mi vieja ciudad, por ende no podíamos tomar tantos pedidos debido a la información limitada.

—Lo sé, pero investigué a la persona que contrató, ya sabes, por nuestra seguridad.—Silas se da la vuelta, tecleando algo rápido en la pantalla delante de él, mostrándome los correos electrónicos y algunas fotos borrosas.— La persona que nos contrató no era de esta ciudad, pero ha venido por algunos asuntos que aún no he logrado descifrar.

—¿Qué es lo que pide?—pregunto, leyendo rápidamente el correo electrónico con la información solicitada.

—Información sobre el gobernador.—miro a Silas a los ojos, levanto una ceja para que siga hablando, Silas suspira.—Quiere saber su agenda, información sobre la casa, información sobre que es lo que hace luego de su agenda de gobernador, quiere saberlo todo.

—¿Un atentado?—pregunto, agarrando una silla, sentándome frente a un ordenador, abriendo yo el mismo los correos.

—No lo creo, ¿curiosidad?—me río ante sus palabras."


La puerta del aula se abre, una agitada chica entra, se disculpa con el profesor y camina a mi lado, el único asiento libre.

Mi boca se abre ligeramente. Sin poder ocultar mi leve sorpresa ante su estatura.

Realmente sus tacones eran enormes.

Miro sus zapatos blancos con peluche y no puedo evitar hacer un comentario sobre ellos.

Sophia parece sorprendida ante mis palabras. Como si realmente creyera que no le hablaría nunca.

Pero le sonrío de lado cuando se sienta, sin poder sacarme de la mente porque ella quisiera información sobre el papá de Oli.

Silas trató de buscar información adicional sobre ella, pero en su expediente no había nada que gritara peligro.

Lo que solo me indica que tiene detrás a un buen grupo de hacker que oculta su verdadera identidad.

Porque aunque Young sí es su apellido, Sophia no es su nombre.

Me paso la hora de clase con mi cabeza en mis brazos, escuchando como la chica a mi lado escribe en la hoja rasgada que le di, todo lo que el profesor dice.

Ella parece tan concentrada que no nota que me le quedo viendo al final de la clase.

Su mano se mueve rápido, sus verdes ojos van de la pizarra a la hoja, volteando a ver a algunos estudiantes que levanta sus manos para contestar o preguntar, como si necesitara ponerle rostro a las voces.

Mis ojos van a sus labios, mientras muerde el de abajo tratando de copiar lo más rápido que puede algunas fechas de exámenes y de proyectos finales.

Mi mirada baja a su camiseta blanca y a la negra corbata apenas bien hecha.

Retengo como puedo una risa escuchando como el profesor se despide de la clase antes de salir.

Me levanto de mi asiento sobresaltándola ante el movimiento de la silla.

Tomo la hoja metiéndola en mi bolsillo antes de salir del aula.

Camino por los pasillos hacia el lugar donde Oli dijo que estaría.

Me volteo levemente para ver como la chica con los zapatos con pelos me sigue.

Me paro en seco, escuchando como su celular cae al piso por el choque.

—¿Por qué paras de la nada?—su voz parece molesta, se agacha para recoger su teléfono, poniendo su mano en la parte trasera de su falda para que nada se vea debajo.

Miro mal a un chico que descaradamente intenta mirar, aparta los ojos cuando nota mi mirada.

—¿Por qué estás siguiéndome?— pregunto cuando sus ojos chocan con los míos.

La chica suspira poniendo su cartera sobre su hombro.

—Ash me dijo que me encontrara con él. Vine tarde y no pude verlo en la mañana—levanto una ceja, sin entender que tiene que ver conmigo— Me dijo que si te seguía iba a encontrarlo.

Parpadeo pensando en que podría hacerle a Asher por tirarme semejante molestia.

Porque lo es, tengo suficiente con tratar de averiguar sus razones como para que este siguiéndome por toda la universidad para encontrar a su futuro nuevo novio.

Su sonrisa crece, como si sintiera mi molestia y eso le gustara.

El brillo de sus verdosos ojos me hacen entrecerrar los míos.

Tomo su celular, aún es sus manos.

Veo el chat de Asher y casi ruedo los ojos al ver los largos mensajes del chico y los breves de la chica.

Asher realmente se está esforzando mucho.

Miro a la chica delante de mí, que me mira con el ceño fruncido pero sin quitarme el celular en ningún momento.

Sus ojos pasan de su celular a mis ojos y por un momento. Solo un segundo.

Entiendo por qué Asher se esfuerza tanto.






Entro a casa de mi padre, dejo caer el suéter café que me he quitado al entrar al carro.

Entro a la cocina por una botella de agua, dejando mi mochila sobre la mesa.

La abro sacando mi ordenador para ver unos correos que Silas me ha enviado.

La pequeña bola de papel cae al piso.

La abro leyendo los apuntes de la chica pelinegra. Sonrío un poco al ver lo sencillo que es leer sus notas, la chica realmente sabe como sintetizar todo bien, anotar solo lo necesariamente importante.

—Sophia Young.—digo, buscando una vez más sobre ella en la aplicación que Silas descargó en mi computadora, leyendo y leyendo una vez más la poca información que tenemos sobre ella. 






Ian's Outfit


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