Capítulo 3
Nos hemos saltado la mayor parte de las actividades del primer día para la tristeza de Oli, él estaba mucho más emocionado que yo por mi ingreso. Logré persuadirlo de ir a solo una charla de inicio y luego saltarnos todas las demás.
Después de todo, el primer día es para los padres no tanto para los alumnos que sufrirán los próximos años para sacar el título.
—¿Te escribió tu padre para desearte suerte para el primer día?—pregunta Asher, teniendo una muy limitada versión de la situación con mi padre.
Asiento, agarrando mi celular, viendo el pequeño mensaje.
—Lo hizo, aunque estoy seguro de que fue el secretario en vez de él.—digo con una pequeña sonrisa de lado.
—¿Por qué lo dices?—pregunta Oli, acercándose a mí para ver el mensaje.
—Mandó un corazón.—la risa de Oli me hace sonreír, guardo mi celular en uno de los bolsillos de mi chaqueta.
Miro la mochila de Asher, viendo como está abierta y esta a nada de tirar los libros dentro.
Antes de poder decirle una pelinegra se estrella contra él, Asher tiene que sujetarla para que ella no caiga escaleras abajo.
Levanto una ceja al ver sus excesivamente grandes tacones, preguntándome como alguien puede siquiera mantenerse parado en algo tal alto.
Muevo mis ojos a su rostro, esperando que no haya notado mi mirada a sus zapatos, pudiendo malinterpretarse que estaba viéndole las piernas.
Me quedo quieto al verla.
Su negro cabello parece brillar, se lo trata de arreglar, regulando su respiración ante el susto de casi caer.
Se disculpa con Asher, explicando brevemente como se tropezó, riéndose ante el comentario que el castaño hace sobre la altura de sus zapatos.
Dejo de escuchar brevemente la conversación cuando noto sus verdes ojos. Frunzo el ceño unos segundos tratando de descifrar si tienen lentes de contacto o si sus ojos son normalmente tan brillantes.
No puedo evitar burlarme de ella al escuchar que cayó en una estafa tan tonta como pagarle a un estudiante para que le diera un tour por el campus.
La mirada de molestia que me lanza casi me hace sonreír.
Casi.
Pero mi curiosidad crece cuando su pequeño cuerpo se tensa levemente cuando mira a Oli.
Oli no lo nota y Asher está luchando porque sus ojos no caigan al escote de la chica como para notar nada más.
Pero miro a Oli y luego a la chica que se ha presentado como Sophia Young tratando de descifrar que es lo familiar en ella.
Para mi desgracia el primer día se ha alargado por la culpa de la pelinegra que se mueve sorprendentemente bien con esos tacones.
Algunos estudiantes siguen rondando el campus, pero la mayoría se han ido a buscar sus habitaciones o a sus departamentos con sus padres. Las clases no empiezan hasta mañana y algunas de las charlas ya están por terminar, pero no digo nada cuando veo lo mucho que Oli está disfrutando enseñándole a la chica todo sobre el campus y su historia.
Me pregunto si planeó todo para decírmelo a mí.
Suspiro siguiendo sus pasos tratando de no mostrarme muy interesado por la historia de la universidad.
Cuando finalmente llegamos a las canchas tomo mi celular, buscando algún restaurante cerca para poder comer, arrepintiéndome de no haber aceptado el desayuno que Oli me ofreció antes de salir de su casa, esperando ingenuamente que volveríamos rápido.
Levanto la vista justo a tiempo cuando unos ojos verdes apartan la vista. La pelinegra voltea a ver a Oli, manteniendo una sana distancia entre ellos, asintiendo cuando Oli dice algo sobre quien donó las chanchas nuevas de tenis.
Abro la boca para hacerle un comentario, pero un mensaje hace vibrar mi teléfono.
—Es Luna, dice que nos espera...—levanto la vista, sorprendiéndome al ver la curiosidad en los ojos de la chica.
Frunzo el ceño, preguntándome una vez más si la conozco de algún lado.
La pelinegra empieza a agradecerle a Oli por el recorrido, pero el rubio y Asher se quedan viendo unos segundos. Y gruño al entender que lo que están pensando es que venga con nosotros.
La sonrisa que la pelinegra me lanza es de victoria, como si hubiera entendido el significado de mi gruñido. La miro frunciendo el ceño, sin darle la satisfacción de apartar la mirada.
Miro a la gente bailando, Luna escribió que había conseguido una reservación en esta discoteca, y ¿que mejor que el primer día para celebrar? Llevamos unas horas bebiendo y platicando.
Para mi molestia, la chica pelinegra ha logrado acoplarse bastante bien con todos, pero yo no logro sacar la idea que la manera en que habla, la manera que se mueve y la menara que evita mis ojos, me hace pensar que la conozco de algo.
Siento que me golpean debajo de la mesa, me quejo viendo como un poco de mi bebida ,que estaba a nada de beber, cae sobre la mesa.
Miro molesto a Luna que solo me mira con una ceja alzada.
—¿Qué?—le pregunto, dejando mi bebida en la mesa, alzando mi mano para pedirle otra a ella y otra a mí.
Luna me agradece al ver que noto su vacío vaso, pero se acerca más a mí.
—No pude evitar notar tu interés.—trato de ajustar mi oído lo más que puedo ante sus bajas palabras, la miro con confusión, Luna rueda los ojos y apunta descaradamente a la chica pelinegra.
Por suerte Sophia está tan concentrada en lo que sea que Asher está diciendo que no nota como la señala sin pudor.
—Lamento decepcionarte, pero prefiero a las rubias.—digo encogiéndome de hombros, Luna ríe, pero su sonrisa traviesa no desaparece.
—Bueno saberlo porque Asher si parece interesado.—mi ceño se frunce ante sus palabras, mi cerebro tarda un poco en procesarlas.
Levanto mi vista y noto a Asher, me doy cuenta de que he pasado toda la noche tratando de descifrar a la nueva chica que no he notado como Asher actúa delante de ella.
Las mejillas del chico está un poco más rojas, como cada vez que toma, pero su sonrisa relajada esta un poco tensa, mostrando su nerviosismo.
Sus manos se mueven más de lo normal y su pelo está revuelto, como si ha pasado moviéndoselo demasiado.
Me divertiría su actitud si no desconfiara tanto de la chica.
Entro a la pequeña casa, tirando las llaves de mi auto en uno de los jarrones en la entrada.
Me quito los zapatos, cambiándolo por unas pantuflas negras antes de poner mi dedo en uno de los compartimientos negros, agachándome para que la máquina examine la córnea de mi ojo, antes que la puerta se deslice al lado, dejándome ver las numerosas computadoras, las imágenes de cámaras de seguridad, pantallas con puntos de rastreo y algunas con pistas de audio para su reconocimiento.
Escucho como una silla con ruedas se mueve.
La cabeza de un chico pelinegro con puntas rubias aparece, sus lentes casi se caen ante el movimiento, un dedo lo pone en su lugar.
—Ian.—dice a modo de saludo.
Me acerco a Silas, un chico un poco más joven que yo que conocí hace ya muchos años, pero que hasta que vine a esta ciudad, pude conocer en persona.
Silas se acerca a un monitor, revisa unas cámaras de seguridad de uno de los restaurantes cerca del borde de la ciudad antes de cerrar la pantalla y voltearse completamente a mí.
—¿Qué sabes de Sophia Young?—me quedo quieto cuando ambos hacemos la misma pregunta, al mismo tiempo.
Ian's Outfit
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