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Capítulo 26

Mis ojos se abren, asustado, al escuchar a lo lejos un sonido de disparo.

Mis pechos suben y bajan, pero solo logro calmarme al darme cuenta de que fue un sueño.

El cabello de Ava está por todo lados, su cabeza sobre mi brazo, dormida.

Cierro los ojos tratando de tranquilizar mi corazón.

Trato de despejar mi mente de lo sucedido hace unas horas. Ambos nos quedamos dormidos, pero el sol está tan alto que podría jurar que ya casi es medio día.

Ava se mueve en sueños, cierro los ojos, no encontrándome listo para enfrentar lo que sea que dirá. No después de pasar juntos luego de tanto tiempo.

Ava levanta su cabeza de mi brazo, siento como duda un poco antes de levantarse de la cama.

Sus pies caminan por la pieza, buscando su ropa.

Abro mis ojos un poco, viéndola ya completamente vestida frente a mí.

Mi corazón se encoge al ver como agarra la pistola y sale de la habitación.

Abro mis ojos, con mi respiración agitada, sin saber si ir detrás de ella o si quedarme hasta que se vaya.

Salgo de la cama, buscando mi ropa.

Me paralizo al escuchar el ringtone de la llamada que llega a mi teléfono.

Miro el número, retengo la respiración cuando contesto la llamada.

—La bomba caerá hoy, no puedo retrasarlo más, necesito que todo esté listo en cinco minutos, ahorita me dirijo para el lugar de entrega.—cuelga.

Me quedo quieto, semidesnudo en medio del cuarto de la chica que acaba de llamarme, sin saber que soy yo en la otra línea.

Mi cerebro empieza a pensar, todo el plan, todos los factores, todo lo que necesita estar listo y el poco tiempo que tengo para terminar de hacer todo lo que planeaba.

Escucho como Ava sale de casa, termino de cambiarme luego de enviarle un mensaje a Silas.

Salgo de la casa, caminando hacia mi auto, oculto cerca del bosque, manejo a casa de Luna, esperando encontrar una buena excusa para sacar a Oli del país.

Leo rápidamente la respuesta de Silas, viendo la hora de mi reloj, calculando todo con base en el poco tiempo que tengo disponible.

Mi corazón palpita fuertemente, meses y meses de trabajo terminarán hoy.

Todo terminará hoy y aunque creía tener una idea del plan, la pistola.

La maldita pistola.




Me parqueo frente a la casa de Luna, tratando de calmar mis temblorosas manos, tratando de convencerme de que Ava no hará ninguna locura, que no dejará que los delitos de su padre destruyan su futuro.

Salgo del auto cuando estoy seguro de que no me dejaré caer y lloraré. La ansiedad corre por mi cuerpo, pero me obligo a seguir caminando.

La cara de Luna al abrir mi puerta refleja dolor. Como si supiera que algo está mal de alguna manera.

Luego de unos minutos Luna me entrega una taza de café, ambos nos sentamos en silencio, escuchando el sonido de la ducha, el leve canto de Oli.

—¿Cuándo?—la voz de la pelirroja parece molesta, distante.

Mis ojos van a los suyos, perdiendo las palabras unos segundos al ver que comienzan a enrojecer.

—Hoy, ahora. Es lo mejor Luna, lo entenderás cuando todo termine.—Luna me mira, su rostro más blanco de lo que nunca la he visto.

El sonido de la ducha desaparece, el sonido de un teléfono nos deja expectantes ante la puerta del baño.

Oli sale unos minutos después, su cuerpo empapado, cubierto solo por una toalla.

Su boca entreabierta, sus ojos abiertos con miedo.

Su ceño se frunce al verme en el cuarto de luna.

La pelirroja se levanta, camina hacia su novio.

—¿Qué sucede?—me levanto también viendo como los ojos de Oli van a su novia, sus ojos llenos de tristeza y confusión.

—Mi madre, vienen en camino, dijo que necesito ir con ella al aeropuerto de inmediato.

Mi boca se abre, mi pecho se llena de alivio.

Después de todo, Ava planeo algo para su hermano.

Ambos voltean a verme, esperando respuestas de mi parte de algún modo. Pero cierro mi boca, cierro los ojos antes de negar con la cabeza.

—Lo lamento tanto Oli.

—¿Lo sabías?—Oliver se acerca a mí, pasando de Luna, hay enojo en su tono.

—Oliver.—Luna empieza, Oli la mira sorprendida.

—¿Tú también?—dolor tiñe sus palabras, Oliver nos mira, con confusión y traición.

Mi celular suena con insistencia, maldigo.

—Tengo que irme.—subo mi mirada, miro a mi mejor amigo.—Oli... Todo se explicará, ¿sí? Por favor, por favor, haz todo lo que tu madre diga, ella... Ella te explicará todo.

—Dime que es lo que sucede.—Oli toma mi brazo, tratando de impedir mi partida.

Pongo mi mano sobre la suya, negando con la cabeza.

—Pronto Oli, por favor. Por favor.—no sé bien que es lo que hace que retroceda, mis palabras, mi mirada o tal vez el fuerte sonido de mi corazón, pero logro salir de cada de Luna.

Rezando a cualquier Dios que escuche, que todo salga bien.




Entro a la oficina con la respiración agitada.

Silas está frente a la computadora, sus dedos teclean más rápido de lo que nunca lo he visto. No me dirige la palabra.

—Elijah Morgan llegará en cinco minutos.—su voz casi me hace caer de rodillas.

Pongo mi mano sobre mi pecho, tratando de calmar mi corazón.

Veo las cámaras de seguridad, las cámaras que muestran el carro del gobernador dirigiéndose a su casa.

Veo el pequeño punto que rastrea a Ava, trato de respirar al verla ya en la casa.

Ella está esperándolo.

Silas se desconecta dos segundos.

—Todo está listo para ti, tienes que irte ahora.—me entrega un dispositivo, me lo coloco en el oído.—Lo escucharas en todos los malditos canales de radio, lo verás en cualquier televisión, pero aquí podrás escuchar su voz.

—Silas.—mis palabras son de súplica, sus ojos se llenan con preocupación, una preocupación que solo está ahí después de que le conté mi relación con Ava.

Nunca lo había visto tan molesto en mi vida, pero escuchó mis palabras y entendió mis sentimientos.

—Ella estará bien, ve.—asiento, saliendo de la oficina, manejando hacia la estación de policía.




Mis ojos no se apartan de la pantalla.

Las personas empiezan a aglomerarse a mi lado, en la comisaria.

Nadie entiende bien que es lo que sucede, porque el gobernador está en la televisión, hablando con alguien con una voz modificada.

Solo se puede ver él, frente a su ya conocido escritorio, sus manos están relajadas sobre su abdomen, habla con una tranquilidad.

Hay algunas cosas que se han revelado en los últimos minutos que la grabación empezó, el gobernador ha sido infiel, más de una vez, tiene una hija y tiene muchos más crímenes que confesar.

Las personas en la comisaria hablan entre sí, esperando las palabras del gobernador.

—Todos los policías disponibles hemos sido convocados a la casa del gobernador, ¡ahora!—el jefe de policía sale de su oficina, donde ha estado recibiendo numerosas llamadas en los últimos minutos.

Me aseguro que mi máscara esté bien puesta, tomando la pistola, trotando ante los carros de policía.

Manejamos hasta las afueras de la casa del gobernador, sin recibir la aprobación para entrar.

El policía que maneja coloca una pequeña tablet, poniendo la transición que todo el país escucha.

Mi cuerpo se tensa al ver la sonrisa despreocupada del padre de Oli. Sonrisa que desaparece por completo cuando voltea a ver a la cámara, la cámara que Ava le indica para que diga todos sus crímenes.

Mi corazón palpita con anticipación. Ya está por terminar. Todo está por terminar.

El gobernador admitirá sus crímenes, entraremos a arrestarlo.

Todo terminará pronto.

Todos guardamos silencio en la patrulla, esperando la confesión del gobernador.

Tan rápido como para captarlo, el gobernador agarra la bola de béisbol de su escritorio, lanzándola hacia la cámara.

Me quedo sin aire cuando la pantalla se vuelve negra 

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