Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25

Pongo mis lentes de sol sobre mi cara, bostezando al ver las maletas de viaje que se mueven sobre la plataforma giratoria, esperando ver la mía.

Mi celular vibra, veo el mensaje del señor Jones preguntando si mi vuelo había sido tranquilo.

Suspiro, viendo la hora en la gran pantalla frente a mí.

Ha pasado una semana desde la casa de Luna. La madre de Luna alimentó a Ava, todos ignorando su roja cara y el camino que sus lágrimas dejaron en él. Ava se fue a casa después de eso y desde entonces nadie ha sabido nada de ella.

Bueno, al menos yo, no he querido saber nada de ella.

A pesar de las insistencias de parte de Luna para saber que es lo que había ocurrido, al llegar a casa y ver el cuadro de la pelinegra casi corrí al aeropuerto.

Darme de baja a la universidad y olvidar absolutamente todo no parecía una mala idea hasta que encontré frente a casa de mi padre.

Patético, me sentí patético al huir de ella.

Casi vuelvo a irme al aeropuerto si no me hubiera encontrado el señor Jones al caminar hacia mi auto.

Rasco mi nariz recordando la plática que tuve con él, siendo el único que escuchó todo, todo lo que me he guardado por meses.

El señor Jones me escuchó gritar, balbucear, escuchó mis teorías y mis planes con Oli, con ella, con todo.

Escucho todo sin decir una sola palabra.

Cuando terminé y realicé que no tomé el suficiente aire, cuando mis pulmones estaban llenos de fuego por la falta de este, él solo se levantó, abotonó su saco y me dijo que mi vuelo de vuelta saldría en una semana.

Que analizara todos los datos que tengo sobre la mesa, mis sentimientos sobre ella y solo lo que realmente quiero que suceda en el futuro. Luego de eso, era libre de irme de regreso.

Agarro mi maleta saliendo del aeropuerto. Veo mi reloj, viendo que aún puedo llegar donde Silas, contarle todo lo que sé antes de poder llegar a casa a dormir.

Me acerco al señor de saco que espera con el auto cuando recibo una llamada.

Sonrío al ver el nombre de Luna. Preparándome para un regaño seguro, debido a que he estado ignorando la mayoría de sus llamadas esta semana, contesto, tratando de recordar la pequeña disculpa que preparé en el vuelo.

Pero su molesta voz me hace detenerme.

—Sophia quiere que Oliver se vaya a España.—Luna se queda callada unos segundos, como si se hubiera sorprendido de que haya contestado, dispuesta a gritar lo que necesitaba, aun si no contestaba.

—¿Qué?—escucho como la chica se levanta de su silla, puedo imaginarme caminando hacia su ventana.

—Jesús Ian, esta semana ha sido una mierda, Sophia ha estado ignorándonos por completo y tú... Desapareciste.—cierro los ojos, olvidando por completo mi disculpa.

Luna suspira ante mi silencio.

—Realmente no sé qué es lo que está pasando, sé qué hay mucho más aquí de lo que ambos nos están contando, pero no creí que esto afectaría a Oli.

—¿Qué quieres decir con que quiere llevarlo a España?—pregunto, pensando en el último informe que Silas me mandó sobre los planes de la chica, sin poder recordar nada que menciona a su hermano.

La voz de Luna sale entrecortada, tratando de no llorar.

—Sophia le consiguió una increíble oportunidad, Ian...—escucho como busca algo con que sonarse.—Oli fue aceptado en una increíble universidad de España, Oli estaba muy enojado como para recordar todos los detalles, pero yo busqué la universidad. Es... Dios, es una increíble oportunidad, no solo logró que lo aceptaran sino que le consiguió una maldita beca por un año, ¿sabes lo difícil que es eso?

Mi corazón empieza a palpitar fuertemente. Todo lo que planeaba con Oli y en ningún momento se me hubiera ocurrido mandarlo a otro maldito continente, si a otra ciudad, tal vez a otro estado, pero ¿España?

—¿Oli aceptó?—pregunto, muy seguro de su respuesta a continuación.

—Claro que no, sabes como es. Oli está molesto con ella por lo de Asher, por lo que sea que te haya hecho huir a casa después de tanto sin hacerlo. Ellos... No tuvieron una muy bonita plática esta mañana, ¿pero como podría decir que no a esta increíble oportunidad?—su pequeño sollozo sale de sus labios.

Cierro los ojos, entendido lo difícil que ha de ser para la pelirroja estar en una posición donde tu novio puede que se vaya a otro país. Por sus palabras sé bien que Luna luchará para que Oli no pierda esta oportunidad.

—Lo siento tanto Luna.—siento no poder decirte la razón por la cual Ava está haciendo esto.

España.

Maldita sea.

La bomba que planea tirar en un par de días es más grande de lo que creí si piensa que Oli estará mejor en otro continente.

Luna se queda callada, retengo la respiración ante ello.

—Tú sabes por qué lo está haciendo, ¿no? No te disculparas si no lo hicieras.

—Luna...

—Lo sé, sé que no puedes decírmelo, lo sé desde hace mucho tiempo. No entiendo qué pasa Ian, realmente no, es solo que...—su voz se corta.—Dime que esto es lo mejor, dime que tengo que luchar para que Oli se vaya. Dímelo Ian, y no preguntaré la razón, juro que no... Juro que no preguntaré.

Saco aire por mi nariz, exasperado.

—Lo es, es lo mejor Luna. Lo lamento tanto.—escucho silencio del otro lado de la línea, como si la chica ha dejado de respirar.

—Entiendo.—su voz se escucha firme antes de terminar la llamada.






Miro la casa a mi alrededor.

Los sofás aun con el plástico, las mesas sin cuadros, los cuartos cerrados.

Miro las paredes sin pinturas, escuchando el silencio pesado.

—¿Señor Hill?—me giro hacia el señor con traje, asiento, permitiendo que las personas del supermercado llenen el lugar con comida, las gavetas con platos y tenedores. Vasos y cuchillos.

La refrigeradora se llena de fruta, verduras, carnes, yogures y bebidas.

La alacena termina llena de cereales, galletas, chucherías y avenas.

Cuando se van respiro, armándome de valor para subir las escaleras.

El cuarto está igual que la primera vez, ningún indicio de que alguien viva aquí.

No hay fotografías en las paredes, posters o algún tipo de decoración. El closet apenas está lleno de ropa, como si comprara y desechara cada día. El escritorio tiene algunos pocos libros de la biblioteca y uno de mis viejos lapiceros que está a nada de quedarse sin tinta.

La terraza parece solitaria, los sofás están cubiertos por plásticos debido a las raras lluvias en las noches.

Camino hacia la mesa de noche viendo una pequeña lámpara que apenas enciende.

Abro la gaveta viendo una pistola dentro.

La sangre se calienta en mis venas.

Me siento en su cama, viendo la pistola en mis manos.

Y aunque planeaba solo venir a llenarle la cocina y después irme mi cuerpo se queda ahí.

Sin moverse cuando la escucho entrar a casa.

Cuando escucho como abre cada una de las gavetas, cuando corre escaleras abiertas y abre la puerta de su cuarto.

Mis ojos están en la pistola, en mis manos, viendo de reojo como entra al cuarto, cerrando la puerta detrás de ella.

—Debo admitir que esperaba un vibrador en la gaveta bajo llave, tremenda sorpresa al encontrarme este diferente juguetito.—mis palabras salen secas. Sin humor, aunque realmente me hubiera gustado encontrar algo diferente dentro.

Ha pasado una semana y media desde que aterricé nuevamente en la ciudad, con un plan en mente.

Verla hoy no era parte de el.

—¿Qué haces aquí, Ian?

Mis ojos van finalmente a ella. Agradezco estar sentado, sin saber si mis piernas aguantarían estar frente a ella nuevamente.

Ava lleva un vestido negro corto, sus largas piernas, sus botas altas.

Maldigo haber olvidado lo hermosa que es.

—Verás Young, venía para hablar contigo sobre lo que pasó, en la casa de Luna, la mierda del viaje de Oli y tu maldita cocina vacía, pero esto.—digo viendo la pistola, silbando ante ella.—Esto es un tema más interesante.

—¿No crees que una chica debería de tener para protegerse?—Ava pone sus manos detrás de su espalda, logrando que su pecho crezca un poco.

Fingiendo una seguridad que en este momento no tiene.

Busco sus ojos, molesto al ver el verde en ellos. Odiando necesitar verla sin su disfraz.

—Reconozco un arma para matar Young.—digo, esperando que lo niegue.

Porque no puede pensar en matar a su padre.

No teniendo toda la información que tiene en contra de él. No puede creer que la muerte es un final mucho más justo.

Su teléfono empieza a sonar en la cocina, pero la chica no aparta sus ojos de los míos, aunque este suene y suene por unos minutos.

—¿Cómo entraste Ian?—Ava se acerca a mí, sus manos aun detrás de su espalda.

Retengo la respiración, al sentir la calidez de su presencia, después de tanto tiempo.

—¿Por qué tienes un arma Young?—mi corazón palpita expectante, necesitando escuchar de sus labios que no hará lo que mi mente teme.

Su sonrisa de lado me paraliza. Pero no parece molesta ante mis preguntas, parece tener curiosidad ante cuanto puedo soportar la verdad.

—Es un hobby.—dice encogiéndome de hombros.—Me gusta el poder que contienen.

—Curioso hobby.—digo, bajando mi mirada a sus piernas, que se acercan cada vez más a mí.

Mis manos pican al querer tocarlas, al querer sentir la suavidad de ellas. Suavidad que recuerdo tan bien.

—Podría enseñarte a tirar algún día.—dice, colocándose frente a mí, su preciosa sonrisa aún en sus labios.

Me dejo caer en mis manos, la pistola debajo de una de ellas, abriendo mis piernas, para que pueda acercarse más.

Mis ojos van a sus ojos, invitando a que siga acercándose.

—Me gustaría verte con una pistola más grande que tu entera.—me burlo, pero su sonrisa se vuelve traviesa, sus ojos brillan.

Trago grueso ante su presencia, ladea la cabeza sin apartar sus ojos de mí.

—No he tenido problemas con pistolas grandes antes.—abro mi boca cuando sus piernas rozan mis jeans. Mi mandíbula se tensa al tenerla tan cerca.

Trato de mantener la respiración tranquila, mis manos quietas y mis ojos en los suyos, tratando con todas mis fuerzas de no perder la lucha entre nosotros.

Una lucha que perderé en cualquier momento si la chica decide acercar unos milímetros más su cuerpo.

—Me cuesta recordarlo, no me vendría mal un recordatorio.—mi voz sale ronca.

Y aunque trato con todas mis fuerzas de no moverme, mi mano se levanta, mi dedo agarra el collar en su cuello, jalándola levemente hacia mí.

Ava retiene la respiración, pero no se aparta. Recorro los botones de su vestido, bajando hacia su abdomen.

—Dime que pare Young.—digo recordando nuestra primera noche juntos.

Recordando cuando yo creí que era el comienzo de algo entre nosotros. A pesar de saber que ella huiría después de terminar con sus planes. Planes que pueden ser mucho más peligrosos de lo que creí ante la presencia de una pistola.

—No quiero que pares.—susurra, su voz se quiebra.

Casi suspiro al sentir el dolor de sus palabras. Casi mando todo a la mierda.

Pero no lo hago. Porque sé que eso no es lo que quiere.

Seré lo que ella quiere que sea. Un poco más.

Puedo hacerlo un poco más.

Acerco su cuerpo al mío jalando la parte de atrás de su pierna, nuestras narices rozan, cierro los ojos ante su cercanía, mi mano a hacia su rostro, acariciándola un poco, sintiendo como su mandíbula tiembla.

Ava junta nuestros labios con un beso desesperado, un beso que intenta decirme todo lo que no puede.

Le regreso el beso con la misma desesperación.

Me levanto dejando la pistola en el escritorio sin separar nuestros labios. Acerco su cuerpo más al mío, poniendo mis manos en su cintura, quejándome de la ropa en nuestros cuerpos.

Casi gruño cuando sus manos van a la parte de atrás de mi cuello, tratando de eliminar por completo la distancia entre nosotros.

No ha pasado tanto, unas semanas apenas, pero nuestros cuerpos parecen estar desesperados por el otro, nuestras respiraciones están tan agitadas, pero nos negamos a separar nuestros labios.

Vuelvo a sentarme en la cama, con Ava sobre mí. Gimo al sentir su vestido levantándose, muerdo su labio al sentir como gime ante presión de mis pantalones bajo su cuerpo.

Nuestras lenguas jueguen entre ellas, mi mano bajando debajo de su vestido, aliviado al sentir su piel.

Ava empieza a quitarme la ropa, nos deshacemos de mi chaqueta y mi camiseta en segundos que parecen horas.

Mis manos se separan de su culo para desabotonar su vestido. Gruño, al ver que no es tan fácil, su pequeña risa entre besos casi me hace ver el cielo.

Ava me ayuda a quitárselo, sintiendo que un segundo más y mis dedos destrozarían la tela.

Separamos nuestros labios solo unos segundos, mientras paso el vestido por su cabeza.

Ava busca mis labios desesperada por juntarlos, pero me alejo, atónito ante sus pechos al aire.

Definitivamente, fue demasiado maldito tiempo.

Su risa me hace levantar sus ojos, le sonrío sin sentirme lo más mínimamente avergonzado ante mí adoración por ella.

Agarro su rostro, juntando sus labios bruscamente, gimiendo ante el contacto con ellos.

Gruño ante la presión de mis pantalones pero sin creer posible poder separarme de ella ni dos malditos segundos.

Nos giro hacia la cama, dejándola caer sobre ella.

Sus manos van a mis pantalones, separa nuestros labios para desabotonármelos, los dejo caer después de agarrar el envoltorio plateado.

Veo su cuerpo en su cama, sus pechos levantándose con su respiración agitada, y aunque Ava planea acercar mi cuerpo para juntar nuestros labios, no puedo evitar bajar, besando su caliente piel justo al límite de su ropa interior.

Dejo besos húmedos por todo su cuerpo, subiendo hasta la hermosa curva de sus pechos. Ava gimotea, haciéndome besarla más fuerte, lamo uno de sus pezones, ansioso por jugar con ellos una vez más.

Gruño ante la presión dentro de mi ropa interior, pero no aparto mis labios de ella. Succionando un poco, haciéndola encorvarse.

Me río entre dientes cuando sus piernas se levantan, amarrándolas en mi cadera. Gime al sentir la presión en su entrada. Gruño, dejándonos caer, dejándola sentir todo lo que mi ropa interior oculta.

Sus caderas se aprietan más a mi cuerpo, creando una presión más fuerte que me hace cerrar los ojos.

Ava, desesperada, baja sus temblorosas manos, baja mi ropa interior, liberándome.

Separo mis labios de su rojo pezón, buscando sus labios, Ava sube la mirada, ida en mi parte baja, dejándose besar.

Bajo mi mano hacia su ropa interior, jugueteo un poco con él, sintiendo lo mojada que está, lo aparto, introduciendo dos dedos, gimiendo ante su calidez.

Ava se estremece bajo mi toque.

—Por favor Ian.—suplica, gruño, sin poder controlarme más. Saco mis dedos, quitándole la ropa interior, ingresando en ella de una.

Mis caderas se mueven sin control, Ava trata de seguirme el ritmo, pero su cuerpo parece paralizado ante las oleadas de placer.

Beso, sus labios con más fuerza, dejando que mi cuerpo se mueva como pueda, más fuerte, más rápido de lo que yo podría controlar estando en mis cinco sentidos.

Beso, su cuello, ocultando mis gemidos entre beso y beso. Sintiendo la presión dentro de mí, exigiendo ser liberada en cualquier momento.

—Dios, dios.—Ava gime en mi oído, mis manos agarran con fuerza las sabanas a su lado.

Bajo la velocidad, queriendo que dure lo más que pueda, introduciéndome más profundo.

Junto nuestros labios.

Un beso lento.

Un beso de despedida.

Sus mejillas se llenan de lágrimas, el dolor en mi pecho empieza a crecer.

Beso, sus labios lentamente, esperando que entienda que no acepto esta despedida, que la dejaré ir solo lo necesario, pero que jamás aceptaré esto.

Separo nuestros labios, junto nuestras frentes, tratando de expresarle todo con mis ojos, pero los suyos están cerrados, se niega a ver mis ojos, dejando que sus lágrimas llenen sus mejillas.

Mis caderas se mueven más rápido cuando sus uñas se incrustan en mi espalda.

Me dejo caer a su lado cuando ambos terminamos, no logro recuperarme del todo antes de sentir a Ava encima de mí, su largo cabello negro sobre sus pechos.

—Otra vez.— sus labios chocan con los míos, sus caderas moviéndose ansiosas sobre mí.

Acepto su beso, negándome a esta despedida por completo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro