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Capítulo 24

Maldigo, corriendo hacia mi carro.

Me subo lo más rápido que puedo, pitándole a una persona que se quería parquear enfrente, dejándome atrapado.

Me integro a las llenas calles con mi celular ya en mi oído.

—¡Ian! ¿Qué tal tu cita?—cierro los ojos pensando en la única excusa que pude pensar para que el chico fuera a la cabaña a dejar los documentos para no ir yo.

—Bien, necesito que rastrees a Sophia Young.—escucho silencio en la otra línea, luego el ruido de una silla moviéndose.

—¿Hay algo que necesite saber?—su pregunta viene junto al sonido de teclas.

Suspiro, tratando de tranquilizarme, pensando en donde podría ir.

Maldigo al no ver su carro por ningún lado a pesar de que las calles están bastante llenas y los carros no se mueven mucho.

—No... Siento que va a hacer algo que no debe... Solo. Necesito saber hacia adonde se dirige.—Silas no pregunta más, el sonido de las teclas son más fuertes, mucho más rápidas.

Giro a la derecha esquivando un carro que casi colapsa con el mío, maldigo una vez más para meterme a una calle paralela.

—Bueno, ella...wow.—retengo la respiración.—Se dirige a la cabaña, pero va a una gran velocidad, no sabía que tiene motocicleta.—dejo salir un suspiro, exasperado.

—No tiene, gracias, te llamo luego.—cuelgo la llamada antes que el chico pregunte algo más.

Me parqueo al lado de una tienda cerrada, dejando caer mi teléfono a mi lado.

Paso mis manos por mi cabello, tratando de desestresar mi cuerpo.

Claro que Ava iría a verse con su abuelo. Ella necesita explicaciones, tal vez sacar toda la ira que pasó conteniendo toda la hora delante de él sin poder decir o hacer nada.

Pero eso no me hace sentir mejor para nada.

Me dejo caer en el asiento, toqueteando el timón de mi auto, pensando que tan buena idea sería ir a la cabaña y enfrentarlos a ambos.

La llamada de Luna me hace evitar tomar la peor decisión de mi vida.

Froto mis ojos antes de empezar a manejar a casa de la pelirroja.




Dejo escapar el humo, recostándome en mi auto, viendo la preciosa casa de Luna frente a mí.

Recuerdo el primer día que Luna me invitó, nunca había conocido una relación madre e hija como la que tiene la pelirroja. Aurora, la madre de Luna, tiene un don para hacerte sentir como en casa una vez están cerca de ella. Es una mujer muy observadora, podría descifrar todos tus secretos solo poniendo sus ojos encima de ti.

Una ventana se abre arriba, maldigo un poco, apagando mi cigarrillo, contando lo segundos que le tomará a la chica pelirroja salir de su habitación, bajar las gradas y acercarse a mí.

Tiro la colilla en un basurero cercano, dándome la vuelta para ver a la pelirroja caminando hacia mí, con unos shorts que estoy seguro son de Oli y una camiseta manchada de pintura seca.

—¿Qué sucedió?—le sonrío, abrazándola a mí cuando está lo suficientemente cerca.

Suspiro al sentir su pequeño cuerpo, encontrando, de alguna manera, una figura de apoyo.

Luna regresa mi abrazo regalándome una mirada de preocupación cuando nos separamos.

Su ceño se frunce, sus ojos analizan mis ojos tan bien como su madre lo hace.

Eso me hace sonreír.

—¿Pasó algo con Sophia?—insiste, sonrío tristemente, queriendo con toda mi alma contarle todo, sabiendo bien que me dará el justo consejo para la situación presente.

Niego con la cabeza, pasando mi mano por sus hombros, caminando junto a ella hacia su casa.

—Todo bien Luna, no te preocupes. Muero de hambre.

Luna se queda callada, pero esta vez, tal vez por mi rostro o por lo raro que es que yo fume, decide no insistir por primera vez en todo el tiempo que la conozco.

—Que bueno que tienen hambre por qué mamá pasó cocinando toda la tarde.

Me río, caminando más rápido hacia la casa, arrastrándola un poco conmigo, Luna se grita un poco, pero su carcajada llena la entrada.

La cabeza de Oli se asoma de la cocina, sonríe, saliendo a saludarme con un delantal rosado con flores. Me río al verlo, pero no digo nada. Sabiendo bien que esta casa es más un hogar para el que cualquiera de las que el gobernador tiene.

—Pensé que venías con Sophia.—dice, Oli voltea a ver detrás de nosotros, baja su mirada a su novia, que seguramente le está haciendo unos ojos de asesinato porque el pobre rubio palidece un poco.

Me río.

—Vendrá más tarde, ¿necesitas ayuda con la comida?—digo antes de que los tres caminemos dentro de la pequeña cocina.

Luego de poner todo sobre la mesa, Asher que había llegado unos minutos después que yo, Oli, Luna y su madre nos sentamos.

Luna nos cuenta que está aplicando a una beca de arte, dice que la profesora García logra conseguir grandes oportunidades con muchas universidades internacionales, que cada año muchos alumnos se inscriben, pero que muy poco son seleccionados. Nos cuenta que lo bueno es que estas becas se abren cada año, si no logra obtenerla este, podrá aplicar cualquier otro.

Antes de poder decirle que sin duda la aceptara, recordando el cuadro en casa, Luna levanta la cabeza, viendo pasar unas luces.

Miro mi celular, como lo he estado haciendo los últimos cuarenta minutos, pero al no ver ningún mensaje miro a Luna.

—Ya vengo.—la chica se levanta, caminando a la entrada, saliendo de casa.

Oli y Asher recomienzan la conversación con Aurora, pero mi atención va hacia la puerta de entrada.

La presión de mi pecho creciendo.

La madre de Luna trata de continuar la conversación, pero nadie parece ponerle mucha atención.

El sonido parece ajeno ante mis oídos, mi vista está en la puerta, por mi mente recorriendo mil y una cosas que pueden estar pasando detrás de ella.

Cuando las chicas entran y se acercan a nosotros, retengo la respiración.

Ava está pálida, sus labios resecos y sus ojos nerviosos.

Luna nos indica con sus ojos que no hagamos preguntas, nadie parece poder decir nada de todos modos, es la madre de Luna que se levanta de su asiento.

—Tú debes de ser Sophia.

Aurora abraza a Ava, ella trata de regresarle el abrazo como puede, Luna no le suelta la mano en ningún momento.

Mis ojos no se apartan de la pelinegra que parece haber llorado.

—Gusto en conocerla, muchas gracias por invitarme, lamento mucho la hora.

Su voz está ronca, como si hubiera gritado.

Mi cuerpo se tensa con culpabilidad, no debí de haberla dejado ir sola.

Sea lo que sea, la conversación con su abuelo no tuvo que haber salido bien.

—Acompáñame linda, te serviré un poco de comida.

Luna le da una sonrisa de apoyo antes de dejarla ir, junto a su madre, a la cocina.

Mis ojos no se apartan de ella, pero Ava hace todo lo posible por no regresarme la mirada.

Cuando la puerta de la cocina se cierra volteo a ver a Luna.

Asher y Oli hacen lo mismo.

Mi boca se abre cuando veo a la pelirroja temblar ligeramente.

—Casi la choca, un conductor ebrio, Sophia estaba tan asustada que no recuerda como llegó aquí. Nunca la había visto así...—Luna se deja caer en su silla.

Oli agarra su mano, sonriéndole a su novia, con preocupación en sus ojos.

Mi cuerpo se levanta, todos voltean a verme, pero no dicen nada cuando camino hacia la cocina.

La madre de Luna me regala una pequeña sonrisa antes de salir por la cocina. Le agradezco con la mirada, mirando la puerta que se cierra unos segundos. Armándome de valor par poder ver a la pelinegra.

Miro su cuerpo entero, estando seguro de que lo del choque fue una mentira, pero aun así, necesitando asegurarme que no haya ningún daño en ella.

Veo como sus manos tiemblan ligeramente, el color no ha llegado a su rostro.

Parpadeo, tratando de pensar, de pensar en como lo haría alguien que no sabe que es lo que realmente pasa.

¿Cómo? ¿Cómo puedo fingir que no me importa tanto como lo hace? ¿Cómo puedo preguntarle si se encuentra bien, si sé bien que el choque de ver a su abuelo le hubiera sorprendido a cualquiera en su situación?

¿Cómo? ¿Cómo puedo fingir que no siento todo lo que siento? ¿Qué no puedo aguantar por decirle todo? ¿Qué no puedo aguantar, suplicarle que me deje arreglar todo esto?

—Estoy bien.—Ava se abraza a sí misma, tratando de reconfortarse a sí misma.

Aparto mi mirada de ella, no soportando todo lo que pasa por mi mente. Todo lo que sé bien, no puedo decirle.

—No lo estás, no...—paso una mano por mi cabello, exasperado.—No lo estabas Young, no sé bien que fue lo que pasó en la cafetería, pero algo hizo que huyeras.

Sus manos van a sus mejillas, conteniéndose de algo que ocultará, como todo.

Sus ojos se cierran y veo dolor en su rostro.

Palidezco, sabiendo bien sus palabras.

Sabiendo bien, que como en su casa, luego de la primera noche que pasamos juntos, ella va a alejarme.

—No.—meneo la cabeza, un sollozo sale de su garganta, la mía se cierra, mis ojos empiezan a picar.—No sé qué está pasando Sophia, pero sea lo que sea puedo ayudarte.

Por favor, por favor, por favor déjame ayudarte.

Déjame ayudarte.

Seré lo que quieras que sea, te llamará por tu nombre falso, seguiré fingiendo que no conozco nada de ti ni que quieres destruir a tu padre.

Dejaré de lado mis ganas de ayudarte, de protegerte.

Pero no me apartes de tu lado.

Mi garganta está cerrada cuando ella niega con la cabeza.

Cerrada por todas las palabras que no puedo decirle.

Grandes lágrimas caen por sus mejillas, dejo de respirar ante la tristeza de sus ojos.

Me acerco a ella, la tomo en mis brazos sintiendo su cuerpo temblar, sus sollozos en mi pecho.

La abrazo fuerte, cierro los ojos, dejándola llorar.

—Lo lamento, lo lamento tanto Ian, realmente lo lamento.—mi cuerpo se tensa, pero solo refuerzo mi abrazo.

Sabiendo bien, que está disculpándose por todo lo que oculta, por todo lo que siente y por todo lo que no podremos ser nunca. 

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