Capítulo 12
Entro a la farmacia, saludando al vigilante con un asentimiento de cabeza cuando abre la puerta.
Camino por los pasillos inseguro.
Agarro mi celular, viendo el nombre de la persona. Suspiro, marcando el número, poniéndome el celular en la oreja suplicando a quien sea que no me conteste.
Pero lo hace. Como siempre.
—Señor Hill gusto en saludarlo.—la suave voz del secretario de mi padre me recibe.
El señor Jones ha sido la mano derecha de mi padre desde que tengo memoria, en los pocos recuerdos de mi infancia su presencia siempre estaba ahí. Cuando me caí de la bicicleta, cuando le quité las ruedas de ayuda sin autorización, cuando reprobé mi primera materia por qué olvidé que había examen o cuando mi madre murió.
Él se aseguró que todo estuviera bien cuando mi padre no pudo estarlo.
Pero aun así, a mis veintiún años se siente raro llamarlo para algo como esto.
—Gusto saludarlo igualmente.—digo, imaginándomelo en su oficina, con muchos papeles frente a él, observando el cuadro de su familia colgando en su pared.— Lamento no haber llamado antes.—empiezo a disculparme, pero su leve risa me interrumpe.
—No se preocupe, su padre me ha comentado que las clases lo tienen ocupado. Me alegra escucharlo, aunque debo admitir que estaba a nada de enviar a alguien a buscarlo.—mi cuerpo se tensa ante ello.
—¿Buscarme?
—Sí, me parece fascinante como alguien puede pasar casi tres meses sin usar ni un centavo de la cuenta del banco.—dice y yo cierro los ojos, aliviado.
—He empezado a trabajar, Señor Jones, he tratado de sobrevivir solo con eso.—digo, lo cual no es mentira.
Entrar a la cuenta de banco de mi padre significa tener que leer el nombre de mi tía en la cuenta también y mis nervios han estado de punta que agregarle eso, no ayudaría.
Por el momento todo lo que sale es del trabajo con Silas, lo que es más que suficiente para vivir igual que bajo la tutela de mi padre.
El silencio del otro lado de la línea me indica que está sorprendido por mis palabras, pero si le agrada o le disgusta la idea no dice nada.
—¿A qué debo su llamada?—pregunta luego de un rato.
Muerdo mi labio tratando de decir las palabras sin que suenan tan raras como suenan en mi mente.
—Quería saber qué bebidas o comidas serían mejor luego de estar enfermo por fiebre.—digo, escucho el movimiento de su silla al otro lado, puedo jurar que se ha levantado.
—¿Se encuentra bien? Llamaré inmediatamente al hospital para que manden una ambulancia y...
—Estoy bien, señor Jones.—digo suspirando.—No es por mí.
—Oh.—lo escucho sentarse, trato de tragarme la risa al imaginármelo aliviado, pasando su mano por su ordenado cabello.
—Una amiga tuvo fiebre ayer, quería saber que podría llevarle.—digo sintiendo el sonido de mi corazón en mis oídos.
Qué patético, esta conversación es patética.
—¿Una amiga?—cierro los ojos, agradeciendo no poder ver su sonrisa de burla de su rostro.
—Una amiga.—digo seco viendo la puerta de la farmacia, pensando que será mejor irme y dejar el tema atrás.
Su baja risa me hace quedarme sin aire. Esto fue mala idea joder.
Frunzo el ceño al ver la cafetería llena de gente. Tuve que contener mi comentario sobre que aquí dentro hay más gérmenes que afuera, pero Luna insistió en que Sophia no se exponga a la brisa del día de hoy.
Camino hacia la mesa, guiándome por el rojo cabello de Luna viendo con una leve molestia en mi pecho la pequeña distancia entre Asher y Sophia.
Me siento luego de poner un bote de suero de sabor uva delante de la pelinegra. Sus ojos van a los míos, confusión baila en sus verdosos ojos.
—Tienes que hidratarte bien después de estar enferma.—digo encogiéndome de hombros, tratando de quitarme el sentimiento que soy un patético, del cuerpo.
Sophia rueda los ojos, pero abre la botella dándole un sorbo, tratando de no hacer una cara extraña por la textura de este. Una pequeña sonrisa sale de mis labios.
Me acerco a Luna, sonriéndole para que me dé un poco de su comida, la pelirroja resopla, pero me da un bocado.
—Estaba pensando...—Sophia habla, todos volteamos a verla, noto que sus hombros están levemente tensos, una nerviosa sonrisa baila en sus labios. Frunzo el ceño.—Vi en las noticias que este domingo tu madre tendrá un evento con una nueva fundación, ¿no?
Ahora soy yo el que se tensa, volteo a ver a Oli, que parece sorprendido por la mención de la pelinegra. Miro a Sophia tratando de pensar adonde quiere llegar.
¿Ahora está interesada en la madre de Oli?
Mi cabeza da vueltas, con todas las preguntas queriendo explotar de mi boca.
Pero no puedo, no con Oli delante. No cuando aún no estoy seguro de que es lo que ella quiere.
—Estaba pensando si nos reunimos en tu casa y hacemos galletas, podemos decorarlas con los colores de la nueva fundación o mandar a imprimir los logos. Podríamos venderlas en el evento y así recolectamos dinero para ayudar a la fundación.—sigue hablando.
Veo como ignora mi mirada de sorpresa, pero mis ojos van a Oli que parece contento que ella este interesa en algo que implique a su familia. Porque ella es la única que no ha parecido realmente interesada.
Oh Oli, ella sabe más de lo que crees.
—Me parece una increíble idea.—dice el rubio, Luna grita de emoción, mi mente viaja al único día que hemos ido a casa de Oli, el día que Sophia desapareció por un momento antes de salir casi corriendo de la casa.
Trato de unirme a la conversación después de eso, escuchando como Luna y Sophia hablan sobre el itinerario de una exposición del departamento de arte el sábado.
Por algún motivo, la pelinegra había logrado agradar a una de las profesoras más exigentes del departamento, logrando no solo entrada a las clases extracurriculares, pero también la oportunidad de ser la asistente en eventos y en algunos talleres.
Los ojos de la pelinegra brillan a la mención de la exposición, Asher comentó que ella es bastante fanática del arte, pero no sabía bien la razón por la cual no había entrado a alguna carrera que implicara algo similar.
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