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Capítulo 10

Entro a la discoteca que Luna encontró hace poco. Guío a la pelinegra hasta una de las mesas, sonrío al verla comerse su gran hamburguesa, pido unas bebidas para ambos, dejándola probar de las dos para que decida cuál le gusta más.

Le agradezco por acompañarme hoy, sin poder agradecerle en palabras por no preguntar más detalles sobre todo.

Sé que es una persona curiosa, pero entiende que el tema de mi madre, mi tía y mi padre es delicado, así que no menciona nada más.

Miro como mueve su cabeza de arriba para abajo, miro su negro cabello y los pequeños lunares de su cuello.

Las preguntas bailan en mi cabeza, las mismas que he tenido desde que me enteré de que tal vez su llegada a esta ciudad tiene una explicación más profunda que las oportunidades que la universidad ofrece, pero no logro formular ninguna de ellas.

Porque estoy seguro de que ya no la veo solo como una cliente, que casualmente terminó en mi grupo de amigos, ni solo como una chica del grupo.

Tal vez nunca la vi así, tal vez mi enojo ante la situación en general es porque no quiero verla de otro modo.

Pero una parte de mí sabe que sea lo que sea que planea es algo que no cambiará solo por lo que encontró aquí. Ni el posible amor con Asher, ni la amistad profunda con Luna.

Ni siquiera por esta rara relación que tenemos.

Sin que pueda evitarlo, mis preguntas desaparecen de mi mente y solo una se queda, pero es mucha más temeraria porque no es una pregunta para saber que es lo que busca, sino una para pedirle que me deje ayudarle a lograrlo.

—Me invitaron aquí para bailar, pero parece que solo son palabras.—sus verdes ojos me miran con burla y sonrío.

—La noche es larga, Young.—le guiño el ojo, riéndome ante el leve rubor en sus mejillas.

Me paro, tendiéndole la mano, esperando ansioso el toque de la suya.

Me regala una preciosa sonrisa antes de pararse, toma mi mano, acercandose a mí.

Dejo de respirar unos segundos cuando suelta mi agarre, poniendo su mano en mi pecho antes de tomar mi saco y meter su celular en la bolsa interna.

Nos guio hasta la pista de baile, haciéndole dar una vuelta sobre sus pies, siento la vibración de su cuerpo cuando se ríe.

Pasa sus brazos sobre mis hombros, su rostro cerca del mío gracias a los tacones que decidió comprar junto al vestido.

Bajo mis manos, deslizándolas por su espalda hasta dejarlas en su espalda baja, acercándola tanto como puedo sin llegar a incomodarla.

Agradezco el fuerte sonido de la música que hace vibrar la fiesta para ocultar mi corazón.

Trato de engañarme diciéndome que el gran cambio de emociones del día hace que esté tan agitado y no la preciosa chica delante de mí, con sus ojos cerrados y una relajada sonrisa en sus labios.

Mis ojos se quedan ahí, en su sonrisa, en sus labios rosados y en su tranquila respiración mientras nos muevo al ritmo de la música.

—Young.—mi voz sale baja, sin necesitar levantar la voz por nuestra cercanía, sus ojos verdes me miran, las luces de la discoteca hacen que estos brillen más de lo normal.— Gracias por hoy.

Trago grueso, tratando de concentrarme en sus ojos, en sus ojos y no en la creciente necesidad de unir nuestros labios.

Un segundo, eso es lo que tomaría eliminar la distancia, un segundo para que ella tal vez entienda que todo lo que pasó hoy significo más de lo que ella cree.

Pero veo detrás de ella a Asher, veo a Luna y a Oli y me separo lo suficiente de ella para ver como se sorprende por el abrazo de Luna, para ver la mirada dura de Asher y la incomodidad de Oli.

Al parecer, ellos son más observadores que la pelinegra delante de mí.

Porque estoy seguro de que ellos saben lo que estaba a punto de hacer.






Me levanto sobresaltado, me despisto al no encontrarme en casa.

Veo el salón vacío frente a mí y me sorprendo al ver la hoja con la letra de Sophia a mi lado. Mi boca se abre con sorpresa al pensar que se fue del aula sin siquiera despertarme.

Agarro mi celular para hacerle saber mi leve molestia, pero antes de mandar mi mensaje pienso que sería mejor ver su reacción.

Así que me levanto, tomando su hoja, caminando hacia la siguiente aula.

Me siento en mi asiento habitual, viendo como los alumnos empiezan a llenar el aula, sintiéndome patético al esperar a ver sus estúpidos y peludos zapatos de pelo negro, pero mi ceño se frunce cuando el profesor cierra la puerta detrás de él y Sophia no aparece durante toda la hora.

Las siguientes clases son iguales y mi preocupación pasa a molestia con ella por no decirme adonde fue, sin tener que hacerlo, y molestia a mí por esperarla como estúpido durante cada una de las horas.

Mi mal humor no pasa desapercibido ante Asher que pregunta, pero el chico solo asiente, luego de decirle que Sophia no ha aparecido, antes de correr a clases.

Suspiro, caminando a mi auto, mi celular vibra y sonrío de lado al ver el emoji con la seña obscena.

Le regreso el mismo emoji preguntándome que es le que le dijo Asher, pero agradecido que al menos esté viva y dispuesta para una pelea.






Entro a la oficina viendo como Silas se ha quedado dormido frente a su escritorio, algunos papeles estan por todos lados, el chico se sobresalta cuando me acerco a el, se levana como puede, moviendo su cabello negro con puntas rubias agradeciendome por el café que le entrego.

—¿Larga noche?—pregunto sabiendo que el chico ha estado más ocupado desde que soy estudiante a medio tiempo.

—No sé cuando me quedé dormido.—responde con una mueca, el chico se levanta, entrando al baño a la izquierda para lavarse la cara y los dientes, como si realmente no supiera cuanto tiempo ha estado dormido.

—¿Encontraste algo sobre la chica?—pregunto, viendo unos papeles, tratando de fingir que no estoy tan interesado y desesperado por cualquier cosa sobre la pelinegra.

Silas me mira con una sonrisa de burla pero mi dura mirada hace que cualquier comentario que pensaba hacer quedara en su mente.

—Encontré su casa, me tomó bastante tiempo.—Silas se sienta, cerrando algunas ventanas en el ordenador, abriendo la carpeta con el nombre de Sophia de su ordenador.

—¿Y bien?—pregunto impaciente, Silas se ríe por lo bajo pero no dice nada.

—Es una casa preciosa, una bastante grande para ser de un universitario nuevo en la ciudad, esta casi al borde de la ciudad, tan escondida que pasaría desapercibida para cualquiera que pase al lado.

Asiento, casi esperando que la chica viviera en un hotel.

—Lo curioso aquí es la razón por la cual no lograba encontrarla.—el chico acomoda sus lentes, dejándome ver una imagen satelital de la casa rodeada de vegetación, Silas se levanta, agarrando unos papeles de un folder y entregándome.—La casa no esta a nombre de ella, de nadie con el apellido Young.

Me ceño se frunce ante sus palabras, mi cuerpo se queda quieto cuando veo el nombre del dueño de la casa en las escrituras.

—La casa esta a nombre del gobernador. 






Ian's Outfit

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