Jung Kook abrió los ojos y por primera vez en el mes  no tuvo migraña, solo el frío de la madrugada lo despertó completamente y en su cara se dibujo una sonrisa al recordar los besos y caricias que se dieron.  Estar separado de Ji Min fue un martirio porque lo extrañó mucho. 

Después de hacer el amor se quedaron rendidos en el sillón de la biblioteca, estaba cansado pero con una sensación de plenitud. Se movió con cuidado para no despertar a su esposo, se veía tan sexi, todo sonrojado, lo tapo con una segunda manta para que no se helará.   

Mientras lo contemplaba embobado, el teléfono sonó, estiro la mano para  silenciarlo, pero no era el suyo era el de Ji Min, busco en su bolsa y tuvo que vaciarla en el escritorio para encontrarlo.  Cuando por fin lo encontró, ya se había quedado en silencio. Jung  Kook, siempre ha sido obsesivamente ordenado, se puso a meter todo de nuevo en la bolsa y por último  recogió la agenda del suelo, vio sin querer, que Ji Min marco en la hoja  que estaba en sus días fértiles. 

Esa anotación en la agenda hizo que viera todo rojo, se enojó muchísimo, se sintió otra vez usado como cada mes. Empezó a aventar todo lo del escritorio, quería desquitarse, quitar ese amargo sabor a bilis que recorrió su garganta.  

Tomó a Ji Min de los brazos y lo sacudió sin ningún cuidado.

 ─Levántate y lárgate, ya tienes lo que querías. Vete antes de que me olvide que alguna vez te amé. 

Ji Min se despertó abruptamente por el zarandeo de su esposo, no entendía por que lo jaloneaba. 

Se sentó espantado- ¿Qué rayos te pasa? ¿Qué hice?

─Es la última vez que me conmueves con tus lágrimas, eres lo peor que me ha pasado en la vida, me alegro que no tuviéramos hijos. 

Ji Min salió del shock en el que estaba, las palabras tan crueles de Jung Kook lo enfurecieron y al igual que Jung  Kook la ira lo invadió, haciendo que como una pantera se abalanzara sobre su esposo arañándole el rostro.

─Eso no lo permito, eres un imbécil, te odio ─ Grito con el alma desgarrada.

El abogado, le agarro las manos para que dejara de arañarlo y lo empujo con fuerza, provocando que Ji Min perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás golpeando su brazo con una mesa. 

Espantado por la caída Jung kook corrió a ayudarlo.

─Perdóname bebé, no quise lastimarte. No medí mi fuerza.

 Ji Min comenzó a llorar ─No te atrevas a tocarme, solo dime ¿Qué hice? y así nunca me volverás a ver- Le decía entre sollozos, mientras trataba de sentarse.

─Tan fácil, primero me usas y ahora yo soy el malo ─Enojado le arrojo la agenda.─ Mira la fecha de hoy...

Ji Min con manos temblorosas busco la fecha en la agenda y vio que marcaba sus días fértiles

─¿Y qué quieres que vea?

─No te hagas el inocente, lo de ayer, tu arrepentimiento, todo falso, solo me utilizaste otra vez.  Caí de nuevo como un imbécil ante tus lagrimas.

De momento vio todo claro, su esposo creía que solo había ido por sexo para quedar embarazado. Se arrojó a cachetearlo, pero Jung Kook fue más rápido y lo retuvo. Forcejearon hasta que Ji Min se cansó y empezó a llorar en silencio. 

─Suéltame Jung Kook, ya no te atacare, firmaré el divorcio, ahora yo soy el que lo quiero, no puedo estar con alguien que cree que soy tan bajo para utilizarlo solo como semental, me has herido y ahora soy yo, el que no puede seguir casado contigo. 

Jung Kook se sintió mal de haberlo ofendido, realmente no creía que Ji Min le quisiera tender una trampa ─Ji Min, espera tenemos que hablar. Ayer debíamos hablar, pero eres una obsesión para mi y nublas mis sentidos.  

El rubio, se alejo de los brazos de sus esposo y tomo su ropa para vestirse rápidamente, quería salir para siempre de esa casa. 

─No Jung Kook, ahora soy yo, el que ya no quiere hablar y pensar que estaba dispuesto a todo por recuperarte, pero nos perdimos la confianza, así no podemos seguir. No tenemos nada que hablar que se entiendan nuestros abogados. Adiós.

Jung Kook camino detrás de el,  no pudo abrasarlo de nuevo, Ji Min tenía razón.  se perdieron la confianza.  Solo le quedo verlo alejarse. Entro a la casa y se sentó esperando que regresará, siempre lo hacía, peleaban y Ji Min comenzaba a llamarlo...

Pero esta vez no llamó, se quedó viendo el enorme cuadro del día de su boda. Ambos sonriendo enamorados y muy ilusionados. Ahora si lo había perdido.

El teléfono sonó.

─¿Ji Min?

─No, Soy Jin ¿Qué paso? te escucho raro.

─Ji Min me dejo...

─Pero se aman, ya lo resolverán. 

─No, esta vez lo perdí,  soy un imbécil, le dije que me alegraba de que no tuviéramos hijos.

─Pero que estúpido eres, tienes razón, lo perdiste...