« prólogo »
La única luz prendida proviene de la lámpara para dormir de su hermano, un pequeño foco amarillo con el diseño de una mariposa en plástico rosa enfrente, lo había cambiado con su prima Rosa, porque ella quería el murciélago y él quería la mariposa, así que ahora todas las noches en su habitación tenían un deje de color rosa.
—Vete a dormir a tu propia cama, Miguel—dice, intentando enmascarar el pánico que siente burbujear en la garganta con indiferencia. El menor sigue intentando subir a su cama, buscando a su hermano mayor para refugiarse de sus pesadillas.
—Hay algo debajo de mi cama, Marco—insiste el pequeño, jalando las cobijas en un intento fútil de conseguir atención, y el aludido bufa.
—Tienes once años, chingadamadre Miguel, vete a tu cama. Ahora—hay un bufido indignado pero el niño termina por hacer caso, y Marco se queda viendo las sombras de sus dedos bailar en la pared hasta que finalmente la respiración de Miguel se hace más pausada y relajada, indicando que cayó rendido.
Cierra los ojos e intenta conciliar el sueño, pero le es imposible sabiendo lo que sigue. Se queda con el corazón latiendole en el pecho y lágrimas en los ojos hasta que finalmente una figura vuelve a entrar en la habitación, y guarda silencio mientras ella se desviste y le arranca las cobijas de encima, intentando mantener su respiración tan discreta como pueda.
Ha aprendido que ella se queda callada si él también lo hace.
Las lágrimas cada vez se escurren más rápido de sus mejillas, hay un dolor en su entrepierna de donde su piel desnuda se encuentra y quiere gritar, pedir ayuda, pero sabe que eso sólo acabaría tan mal como las últimas veces que lo ha hecho, así que se fuerza a tragarse los sollozos y esperar a que todo acabe.
Cuando finalmente ella se va, el sol empieza a escalar por el horizonte, hay una calma momentánea y después un par de manos en sus cobijas nuevamente, despojándolo de ellas en favor de levantarlo para empezar una nueva semana.
—La escuela empieza en una hora—anuncia Miguel, apagando su alarma con energía renovada, y Marco esboza una pequeña sonrisa.
Al menos uno de nosotros consiguió descansar.
—Vete a bañar al cuarto de mis papás—dice, revolviéndole el cabello—, yo usaré este.
El menor de los Rivera asiente solemnemente, y después de recoger su uniforme sale disparado como bala hacia el baño de sus padres.
Marco se mete al chorro de agua sin pensárselo mucho, bañándose en moto automático, como de costumbre se asegura de lavarse por lo menos cinco veces la entrepierna, haciendo de todo para no tener que mirar mientras se enjabona. No quiere ser testigo de nada más que tenga que ver con su cuerpo nunca más.
Veinte minutos después se encuentra vestido y sentado a la mesa del comedor, un plato de cereal frente a él y la casa hecha un caos. Rosa corriendo de un lado a otro en busca de su maqueta, Abel echado en el sillón, intentando sacar provecho de los escasos minutos que le quedan antes de tener que irse a estudiar, Miguel platicando animadamente con su abuela Coco y Regina sentada al extremo opuesto de la mesa, el pelo teñido recogido en una cola de caballo detrás de la cabeza y el camisón bien arreglado.
Pinche estúpida, piensa, apuñalando su cereal con la cuchara.
—¿Dormiste bien?—pregunta mamá Luisa, siempre tan amable. La invitada asiente, jugando con los cornfleis en su plato sin realmente llevarse nada a la boca.
—Por supuesto, querida—responde, y sus ojos se desvían a Marco una milésima de segundo—, creo que no había tenido una noche tan buena en mucho tiempo.
—Me alegro de que hayas podido descansar—contesta la señora Rivera, y Marco quiere vomitar, siente un peso en el estómago y deja caer la cuchara sobre el plato, desesperado por no pasar más tiempo en el comedor—, es una pena que tengas que irte tan pronto, ¿segura no quieres quedarte otros días?
En ese momento es cuando el corazón propiamente se le cae al suelo, y se levanta de golpe, volteando el plato de cereal sobre la mesa en el proceso.
Regina sonríe, aparentemente encantada con la escena, y Luisa se apura a regañar a su hijo por no estar poniendo atención y ensuciarse el uniforme.
—Bien sabes que me encantaría quedarme más tiempo—dice la rubia, fingiendo decepción—, pero tengo mucho trabajo. Intentaré volver tan pronto como pueda, de cualquier modo, no podría pasar mucho tiempo alejada de mi familia favorita.
Hay una especie de tono debajo de sus palabras que Marco está convencido sólo él puede escuchar, una malicia que cubre todas y cada una de sus palabras que de alguna forma está destinada sólo para sus oídos.
—Me tengo que ir a la escuela—escupe, atropellándose con las palabras—, voy a buscar a Miguel, ya nos vamos. Te veo luego, ma'.
—Despídete de Regina, que después de esto no la vas a volver en tiempo—lo regaña su madre, y el castaño se acerca a la chica arrastrando los pies, intentando buscar cualquier excusa para alejarse.
—Adiós, Regina—dice, aún a tres pasos de distancia de la silla de la chica, hace el ademán de irse pero una mano lo sostiene del suéter, y se encuentra cara a cara con la persona que más desprecia en este mundo.
—¿Y así nomás? ¿No hay beso pa' tu tía?—pregunta la chica, y Marco bufa, acercándose a depositar un beso en su cachete y alejándose tan rápido como puede—. Ah, ¿qué es eso, Marquis? No nos vamos a ver en tiempo, a ver, dame un buen beso y un abrazo, ándale, y después de eso ya te vas.
Hace caso a regañadientes, sintiéndose sucio en cada lugar que sus cuerpos se juntan, diez segundos se sienten como una eternidad, y cuando finalmente se separan no pierde tiempo en salir corriendo a buscar su mochila y a su hermano.
Tiene lágrimas en los ojos cuando llega al portón de la escuela.
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¡Hola! :D
¿Cómo están? ¿Qué les está pareciendo la historia? OwO
Ahre, con que esta no se la esperaban xd Honestamente tenía muchas ganas de darles su propio escenario a Marco y Kyle, porque los amo y se merecen el mundo <3 Y también quería profundizar mucho sus personajes en CyM, pero no sabía muy bien qué pedo y pues, voilá (?
Espero les guste, de verdad me emociona mucho esta historia y me muero por trabajar con estos personajes. UwU
Y pues nada, espero leer sus opiniones. :D
Besos robóticos congelados:
—Valery
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