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Único

Pedido de Iv_Russell_Leclerc 💋♥️

El estadio estaba al borde del colapso, con la multitud rugiendo en cada pase.

Portugal y Países Bajos se enfrentaban en un partido decisivo de la Eurocopa, el marcador estaba empatado 2 a 2, y quedaban apenas diez minutos para el final.

Frenkie avanzaba con el balón, esquivando a los defensores con una elegancia que parecía casi sobrenatural, digno de un Omega de alto rango.

Para Frenkie, el gol era todo lo que importaba, su equipo dependía de él, y no iba a defraudarlos.

Sin embargo, justo cuando estaba por rematar, una puñetera pared se puso ahí,
Rúben Dias se interpuso en su camino.

El Alfa portugués tenía solo una cosa en mente, detenerlo a toda costa. Y lo hizo, pero de la peor manera posible.

El impacto fue feo, demasiado, Frenkie cayó al suelo, llevándose las manos al tobillo, mientras que Rúben se levantaba rápidamente, dándose cuenta de lo que había hecho.

El árbitro no dudó.

Tarjeta roja.

Portugal se quedaba con diez hombres, y Países Bajos tenía un penalti a favor.

Pero Rúben no pensaba en el partido, sus ojos estaban fijos en Frenkie, quien intentaba ponerse de pie mientras los médicos del equipo holandés lo rodeaban.

El Omega apretaba los labios, claramente intentando no llorar, pero su dolor era evidente.

El Alfa sintió un nudo en el estómago, ¿En qué estaba pensando? Frenkie era un Omega, y los Omegas eran más frágiles, no debía haber sido tan agresivo.

Mientras Frenkie era sustituido por Memphis Depay, Rúben lo siguió con la mirada, sintiendo una punzada de culpa que no podía ignorar.

Portugal perdió 3 a 2, ¿Le importaba? Nop, Rúben no podía quitarse a Frenkie de la cabeza.

Había intentado disculparse en el campo, pero el Omega no le había prestado atención, necesitaba verlo, explicarse, aunque sabía que Frenkie probablemente no querría escuchar.

Con un suspiro, salió del vestuario y se dirigió al área médica, donde supuso que Frenkie estaría recibiendo atención.

Al llegar, lo encontró sentado en una camilla, con una bolsa de hielo en el tobillo y una expresión de frustración en su rostro.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Frenkie, levantando la vista con el ceño fruncido.

Rúben se detuvo en la puerta, sintiéndose de repente torpe y fuera de lugar, bueno más torpe de lo que era.

—Quería… disculparme —dijo finalmente.

—No medí mi fuerza, tendría que recordar que los Omegas son más frágiles.

El comentario hizo que Frenkie alzara una ceja.

—¿Más frágiles? —Repitió, con incredulidad en su tono.

—¿Eso es lo que piensas? ¿Que soy un Omega frágil al que tienes que cuidar como si fuera de cristal?

—No quise decir eso…

—Pues lo dijiste.—Interrumpió Frenkie, cruzándose de brazos.

—¿Crees que estoy aquí porque soy débil? Estoy aquí porque tú no sabes controlar tu fuerza.

Rúben suspiró, pasando una mano por su cabello en un gesto frustrado.

—Sé que me equivoqué, Frenkie, solo quería pedirte disculpas.

El Omega lo miró por un momento antes de suspirar.

—Está bien.—Dijo finalmente, aunque su tono seguía siendo frío.

—Pero la próxima vez, trata de no matarme en el proceso, ¿Sí?

Rúben asintió, aliviado de que al menos lo hubiera escuchado.






Lo que Rúben no esperaba era que, al día siguiente, tampoco pudiera sacarse a Frenkie de la cabeza, ¿Lo había hechizado o qué?

Había algo en la forma en que el Omega había recibido su disculpa, en su forma de ser y fuerza, que lo intrigaba.

Así que, contra su mejor juicio, (El cual todos dudamos que tenga). Decidió visitarlo en el hotel donde se alojaba el equipo holandés.

Cuando Frenkie abrió la puerta, lo miró con una cara de... ¿Qué miércoles haces aquí guapo?

—¿Tú otra vez?—Pero era rubio, y como toda buena rubia necesitaba ponerse difícil.

—Quiero ayudarte.—Dijo Rúben, sosteniendo una pequeña bolsa con ungüentos y vendajes, todo lo que Pep le había dicho que sería bueno, aunque no sabe para que le dijo lo de la vaselina, pero bueno, los españoles sabrán.

—Sé que estás molesto conmigo, pero al menos déjame hacer algo para compensarlo.

Frenkie dudó, pero al final dio un paso al lado para dejarlo pasar, ¿Qué sería lo peor que podía pasar?

—Haz lo que quieras.—Murmuró, volviendo a sentarse en el sofá y subiendo el pie herido sobre un cojín.

Rúben se arrodilló frente a él, abriendo la bolsa y sacando los ungüentos, por si las dudas, mejor dejo la vaselina en la bolsa.

Trabajó en silencio, aplicándolos con cuidado en el tobillo de Frenkie.

A medida que sus dedos rozaban la piel del Omega, sentía cómo su propio Alfa interior se calmaba, como si estuviera haciendo exactamente lo que debía.

—Eres demasiado terco, ¿Sabes? —Comentó Frenkie, rompiendo el silencio.

Rúben levantó la vista, sorprendido.

—¿Yo?

—Sí, esto no era necesario, pero aquí estás, tratando de enmendar algo que ya está perdonado.

Rúben sonrió ligeramente.

—Tal vez soy terco, pero tú también.

Frenkie rió suavemente, y por primera vez desde el choque, sus ojos brillaron con algo de calidez.


Cuando Rúben terminó, levantó la mirada y se encontró con los ojos de Frenkie, que lo observaban con un ese brillito que por estúpido que suene, le gustaba, y mucho.

—Gracias.—Murmuró el Omega.

Rúben asintió, pero no se movió, había algo en ese momento que lo mantenía anclado, algo que le decía que no debía alejarse, era como la voz de Pep diciendo.

"Te levantas y te doy con el zapato". Y bueno, el siempre escuchaba a su entrenador.

—¿Qué? —Preguntó Frenkie, ladeando la cabeza.

—Nada.—Respondió Rúben, aunque su voz era apenas un susurro.

Sin pensarlo mucho más, Frenkie se inclinó hacia él y rozó sus labios en un beso suave, apenas un roce, pero suficiente para hacer que el corazón de Rúben se acelerara.

Cuando se separaron, Frenkie sonrió.

—Eso es por cuidarme tan bien.

Rúben no pudo evitar reír.

—Si eso es lo que recibo por cuidarte, entonces creo que no voy a parar nunca.

Frenkie se rió, y el sonido llenó la habitación de una calidez que ambos sabían que no sería fácil de olvidar.

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