No me voy hasta que no lo veo salir de ahí. Hasta que no veo como su coche desparece en la noche, y aún así, ahí estoy media hora más escondido en la penumbra del invernadero.

Soy consciente del error. Muy consciente de que si continúo alimentando esta obsesión, la venganza fallará. Pero hay un impulso en mí que cruza mi límite racional y me arrastra a ella.

He hecho saltar la alarma de la casa. Por puro instinto de locura. Él estaba ahí. Y solo estaba por una razón. Para tenerla por fin.

Había escuchado la discusión de Gael y su padre. No lo esperaba. No me esperaba esa prohibición. Mientras el padre le exigía que no la tocase, Gael estaba dispuesto a romper todo el acuerdo. Era egoísta, solo pensaba en él y no en ella.

Camelia.

¿Quién eres?

Al principio era solo curiosidad. No comprendía cómo alguien como ella, podía estar en una familia como esa. Como alguien como ella, podía estar al lado de un niñato, inmaduro y sin futuro, acaso que no fuera llevar la empresa negra de su padre. Pero menos aún, que ella, estuviera enamorada de él.

¿Por qué?

Es distinta, dulce. Ella era como una luz en la oscuridad, y sin embargo, esa luz iluminaba a la familia Chervalier. Se habían apoderado de ella.

Suena mi teléfono y lo cojo sin mirar la pantalla.

-Están reunidos en la casa de los Chervalier, ¿mando el paquete?

- Sí - contesto sin más.

Observo, desde mi lugar escondido como la luz de la habitación de Camelia, se apaga. De nuevo, conecto los sensores de movimiento y todas las cámaras, a las que el niñato no ha prestado atención.

-¿Dónde estás?

Cuelgo.

Me levanto de mi escondite y echando un último vistazo a esa ventana, pienso en todo lo que está a punto de pasar, y como puedo hacer, para que ella, no sea esta vez mi tragedia.

Ningún cabo suelto.

Me digo. Y así será si no quiero repetir todo lo sucedido de nuevo.