13
VANESSA
No hacía mucho frío a estas horas del día. En verdad, hace tan solo un par de horas había dejado de lloviznar. Por eso, el suelo de la azotea tenía un par de charcos y ver estos me hizo pensar inevitablemente en como a mi hermanita Emily le gustaría estar aquí para saltar sobre estos charcos de agua.
Me levanté de la banca en donde había estado esperando alrededor de treinta y cinco minutos a Landon. No me parecía nada justo que me dijese que iba a venir cuando evidentemente no pensaba hacerlo, pero en cuanto presione el botón del elevador y las puertas de este se abrieron, vi claramente a mi vecino de cabello ondulado quien me dedicó una sonrisa amable al verme. Me daba mucha vergüenza pedirle lo que tenía en mente porque sentía que me estaba aprovechando de su hospitalidad. Sin embargo, no me quedaba de otra.
Me trague mi nerviosismo, lo cual me costó bastante. Tenía que ser valiente y pedirle que me hiciera aquel favor, tenía que hacer esto por todo el amor que les tenía a mis dos hermanas: Pamela y Emily.
¿Por qué estaba tan preocupada que había llegado a anteponer la sensación de vergüenza que sentía?
Pues, porque mi familia no era normal. O, mejor dicho, mis padres no eran seres muy empáticos que digamos ni mucho menos amorosos con sus hijas... No estaba exagerando, se los juro. De hecho, he de admitir que mis progenitores habían salido hace dos días rumbo a un paradero que yo desconocía y, desde entonces, no tenía noticia alguna de ellos.
Ojalá pudiera decir que esa fue la única vez que hacían ese tipo de cosas, pero, lamentablemente ese no era el caso.
―Buenos días―me dio un codazo amistoso.
Lo abracé fuertemente como si esperase que me transmitiera tranquilidad, mientras en mi fuero interno me armaba de valor para poder articular las palabras que hace un buen rato le quería decir.
―Buenos días, también para ti―le sonreí en un reflejo automático al saludarlo―. ¿Aún sigue en pie eso de que puedo contar contigo?
Realmente esperaba que así fuera porque, de lo contrario, no sabría a quién más acudir. Es decir, no se lo podía contar,-sobre lo que había vuelto a suceder-, a mis amigas porque ya sabía sus puntos de vista. Tampoco podía informarle esto a Brescia, ya que, cabía la posibilidad de que mi tía Chris se enterase. Y si ella se llegaba a enterar de esto, se armaría un buen lío.
―Para lo que sea. Cuando te dije que podías contar conmigo hablaba en serio―artículo devolviéndome el aire―. A ver, ¿en qué puedo ayudarte?
Preguntó en un tono de curiosidad combinada con preocupación sincera.
De verdad, que él era un gran amigo.
No. Landon era mi mejor amigo y lo apreciaba muchísimo.
<<Vamos, Vanessa. Tú puedes>>, me dije.
Bien, había una persona a la que también le podría pedir este favor y había intentado hacerlo.
Esa era Melody.
Deje de intentar contactarla, pues su móvil marcaba como apagado.
―¿Tienes algo de comer?―inquirí reprochándome de que no era momento de hacer caso a la sensación y ganas de huir. No ahora. No cuando Emily se estaba muriendo de hambre y Pamela también, aunque esta última no lo admitiese en voz alta, yo sabía que sí lo hacía.
Por lo general, me las arreglaría sola como siempre lo había hecho desde que tengo memoria. Sin embargo, debido a la coyuntura, nadie quería regalarme ni siquiera un plato de comida.
Asintió.
―Sí, claro―dijo mirándome con desentendimiento―. De hecho, dentro de cuatro horas voy a ir a un restaurante donde pagaré por comida para llevar. Aún no sé que voy a almorzar. Aunque bueno, por el momento en el apartamento de mi madre hay: caramelos de menta, panecillos de canela, cajas de yogurt Yomost. Ah, y cajas de leche chocolatadas.
Mis ojos se iluminaron al oír todo eso.
Un gran banquete.
―¡Perfecto!―se me escapó la palabra de la boca.
Él sonrió genuinamente.
―¿Te parece bien acompañarme a mi apartamento? Digo, por si quieres que te convide algo de comer. Tú entiendes.
¿Qué si quería comer algo? Pues, obvio.
―Eso me encantaría, en serio―sacudí la cabeza con energía―. ¿Mis hermanas también pueden venir?
―Claro, no hay problema. En mi casa, hay mucha comida de aperitivos. Mi mamá casi siempre suele comprar comida chatarra, aunque ahora tenemos más postres que otra cosa. Entonces, recuerdas el número del apartamento, ¿cierto?
―Lo hago―respondí sonriendo y le di un abrazó amistoso antes de ir donde mis hermanas.
Al llegar a casa, toqué la puerta y esta se abrió segundos después gracias a Pamela. Mi hermana de cabello rubio castaño y ojos verdes me dedicó una sonrisa a medias. Cada vez que mis padres se iban a quien sabe que lugar, Pam se ponía más irritable de lo normal y aprovechaba cada oportunidad para maldecir a nuestros "progenitores", así es como ella solía llamarlos comúnmente. En cambio, Emily solo lloraba sin parar porque extrañaba a "mami y papi".
Yo no entendía a Emily.
No la entendía, lo juro.
¿Cómo mi pequeña hermana de ojos azules podía echar de menos a esos seres desalmados?
―Adivinen qué―les dije sonriendo de oreja a oreja, o sea ampliamente―. ¿Saben quién consiguió comida?―pregunté retóricamente, ellas se miraron entre sí y, luego, me vieron como si se me hubiese zafado un tornillo―. Pues, esta chica.
Me señalé con los dedos pulgares.
―Más te vale que no sea una broma―advirtió Pamela cuando mi hermana de tres años me abrazó agradecida.
Respondí con un simple asentimiento.
―Vanessa. ¿Dónde está la comida?
Emily Ford preguntó sobándose la barriga.
Les conté sin dejar de sonreír que un amigo mío nos había invitado a comer. Ambas me observaron dudosas, pero, al fin y al cabo, decidieron aceptar la oferta. Luego de eso, fuimos rumbo a la casa de la Sra. Nidia.
Al salir del elevador, que nos llevó al piso donde vivía Landon, mi hermana de ojos azul cielo negó moviendo a la par sus rizos dorados. Me agarró de la manga de mi polera celeste.
―¿Qué pasa, Emily?—le pregunté de cuclillas hasta quedar a su misma altura. Por cierto, estábamos a escasos centímetros de la puerta de la casa donde vivía el chico fotógrafo.
—Vanessa, no podemos entrar ahí—dijo en tono preocupado señalando el apartamento—No podemos.
Volvió a recalcar aferrándose a mí.
—¿Y por qué no?—se me adelantó en preguntar, Pamela.
Emily le lanzó una mirada de desconcierto.
—Porque mami y papi dicen que no debemos entrar a casa de personas desconocidas, duh.
Note que en el semblante de Pamela cruzó una sensación de molestia como si estuviera enfadada con el mundo.
Yo la comprendía, de verdad.
—Pero, Emily, mi amigo es de fiar y es súper amable.
Antes de que dijese más, fui interrumpida por mi hermana de ojos verdes.
—Nuestros progenitores son unos idiotas, ¡entiéndelo ya!—fue la brillante respuesta repleta de odio y fastidio que le dio Pamela a Emily.
Suspire profundamente con el objetivo de encontrar paz y, seguidamente, toque el timbre.
Al entrar, saludé a Landon y les pedí a mis hermanas que se presentaran. En un principio, mi hermanita de carácter jovial observó con desconfianza a mi vecino favorito de todo el amplio edificio. Pero, conforme fue pasando el tiempo, se llegó a llevar bien con él. En cuanto a mi otra hermana, Pamela Danielle Ford, ella había bajado sus dosis de enfado y se mostraba agradecida a su manera con mi guapísimo amigo.
Pam era una persona que no pasaba de vista los buenos actos. Y, si alguien la ayudaba en lo que necesitase, pues, ella demostraba su agradecimiento a ese individuo al no ser sarcástica o rodar los ojos sin disimular cuando ese sujeto decía algo no tan inteligente.
—¿Quieren ver una película?—nos preguntó mi amigo, después de almorzar.
Asentí en respuesta sonriendo, por lo contrario, mi hermana de melena rubia castaña me dedicó una mirada dudosa que decía <<No creo que sea buena idea>>. Sus ojos angustiantes me mostraban que su preocupación era únicamente por mí.
Y, la verdad, es que lo mejor sería que regresara al apartamento de mis padres. Pero, ya todo me daba igual.
—Por favor, solo un rato más. Aún no quiero volver.
Dije olvidándome por completo, de que teníamos compañía.
Ups.
—¿A dónde aún no quieres volver?—trato de indagar, mi vecino, a la par que jugaba con el control remoto que tenía en sus manos.
Debía dejar de soltar mis pensamientos en voz alta.
—Hay que ver algo en la tele―conteste evitando su interrogante―. No me decido si quiero ver una peli o continuar viendo el episodio de una serie de comedia fenomenal—dije llevándome las manos sobre la cabeza a modo de indecisión—. Gran dilema. Lo sé.
Pamela rodó los ojos, Emily no dejaba de ver el control remoto que estaba en constante movimiento. Y, Landon, pues...Él no paraba de mirarme como si estuviera esperando una explicación de mi parte a su pregunta.
Una explicación que no esperaba dársela ni en sueños.
Unos segundos más tarde, al notar que no pensaba agregar palabra alguna, mi amigo decidió prender el televisor y entró a la zona de Netflix.
En su lista de <<series que estás viendo>>, se encontraba la maravilla de comedia mega fenomenal de la que había hecho mención anteriormente.
—¿Ves: Fisher?—indague señalando dicha serie cómica de la década de los '60.
Tenía la boca abierta ampliamente y los ojos brillantes de ilusión.
—La verdad es que sí. No es muy conocida, pero es demasiado entretenida para no darle una oportunidad a la trama. ¿Tú también la ves?—inquirió con la misma expresión de sorpresa que juraba tenía en ese entonces en el rostro.
Oh, ¡no puede ser!
—Sí, sí, sí. ¡Yo también la veo!—contesté sin poder dejar de dar saltitos de emoción y lo abracé colocando mis brazos alrededor de su cálido cuello—. Mmm..., lo siento me deje llevar por la sensación gratificante de conocer a una persona que también le guste esta obra de arte.
Dije lo último un poco avergonzada, deshaciendo el cómodo abrazo que había creado. Pero, es que aparte de Brescia a la que también le gustaba ver: Fisher. No conocía a nadie más con quien pudiese compartir comentarios sobre las escenas épicas que ocurrían en el transcurso de los episodios.
—No te preocupes, no me incomoda—me dijo en tono tranquilo—. ¿En qué temporada vas?
Su voz mostraba curiosidad.
—De hecho, ya he visto las ocho temporadas completas—le comenté sonriente con orgullo—. Esta es la tercera vez que la estoy volviendo a ver. Ahora mismo estoy de nuevo en la sexta temporada de Fisher.
Ey, ¡no me culpen!
Esa era mi adicción, una muy divertida adicción.
—¿Y tú? ¿En qué temporada te quedaste?—pregunté con ojos expectantes, enarcando una ceja.
Cabe mencionar que, ya para entonces, mis hermanas nos hacían caso omiso porque estaban viendo una película en la tele.
—Voy en la sexta—me dijo, asintiendo—Por cierto, ya acabé de leer tu libro.
¿Tan rápido? ¿Acaso eso significaba qué le había gustado mi obra? ¿No le había gustado?...
—¿Y qué opinas?—logré preguntar al encontrar las palabras que estaba buscando, era un manojo de nervios.
—Opino que me ha encantado y que era una escritora talentosa—sonrió ampliamente y lo dijo como si en serio lo pensase así—. De verdad, dime qué haces porque no sé cómo logras crear arte.
Y al mirarle fijamente a los ojos noté que no mentía.
—Supongo que lo llevó en las venas—dije medio en broma medio en serio—. Pero, entonces, ¿eso significa que no habrá crítica?
Inquirí un poco decepcionada. Después de todo, seguía queriendo saber mis aspectos a mejorar en cuanto a mi redacción.
Mel y Francis fueron las únicas personas a las que también les había pedido una crítica,-eso fue antes de que Landon aceptase-, pero ellas se negaron porque no tenían tiempo. Así que, me alegre muchísimo cuando mi vecino me confirmo que me daría una crítica constructiva de mi libro. De verdad, esperaba que me la diera porque de otro modo no sabría a quien más pedírsela.
—Por supuesto que la habrá—aseguró examinando mi rostro como si estuviera tratando de descubrir si estaba de acuerdo con ello. Luego de unos instantes, dijo—. Te lo prometí y no soy alguien de romper promesas, artista.
Les voy a decir algo, pero no me juzguen, ¿vale?
De causalidad, le había hecho spoiler del final de mi libro a Landon porque hubo una confusión de por medio. En mi defensa, él me había dado entender que sí había culminado la lectura.
—Así que, ¿Te gustó el extra?
Había creado eso como recompensa de haberle soltado el final del giro de la trama.
—Fue mi parte favorita a decir verdad. Pero, ni creas que se me ha olvidado que eres una amenaza andante para mí en estos momentos.
—¿Yo? Pero, ¿por qué?
—Porque aún no he acabado la serie que tú ya has visto más de una vez, pequeña, y no tengo intención de saber cómo termina la trama.
Fruncí ligeramente el ceño por dos motivos. Más que nada por una razón en especial. No era ninguna amenaza andante o, ¿sí? Vale, puede que sí.
—Ya, te entiendo perfectamente. Pero, no soy pequeña—volví a confirmar—. Solo me ganas por unos centímetros. No te creas tanto—protesté.
—Ajá, pequeña amenaza andante—dijo en un tono sarcástico haciendo que recibiera de mi parte una mirada enfurruñada y nada radiante.
Acto seguido, me dedicó una sonrisa ladeada y yo solo me crucé de brazos de manera indignada por el nuevo apelativo que me había dado el chico de las bromas pesadas.
Giré mi rostro para volver a observar a mi vecino.
—Eres un pesado, chico de las bromas pesadas—le dije dando un paso adelante de donde él estaba.
—¿Chico de las bromas pesadas?—preguntó, alzando una ceja en ademán de desorientación.
Di otros pasos, acercándome más a Landon Carver.
—Si tú puedes ponerme apelativos desastrosos, yo también puedo—sonreí con orgullo.
<<Su apelativo no está nada mal. De hecho, me gusta como queda>>, pensé y negué al analizar mis palabras salidas de mi subconsciente.
—Me gusta—dijo para mí sorpresa.
—Se supone que no debía de gustarte.
—¿Y por qué no? Es divertido y lo creaste tú.
—No te puede gustar—dije refiriéndome al apodo—, porque la intención era fastidiarte como tú lo hiciste al colocarme de sobrenombre "pequeña amenaza andante"
—¿Te molesta que te llame así?—quiso averiguar.
—Sí—respondí—. Bueno, tal vez—cambie de contestación al segundo siguiente—. De acuerdo, en verdad no.
Acabé admitiendo después de tomar un sorbo de mi botella de agua.
—Vale—movió la cabeza a manera de creer haberme comprendido, pero de no estar cien por ciento seguro de haberlo hecho.
—¿Quieres ver un episodio de la serie?
—Depende. ¿En qué episodio vas?
—Ya los vi todos, ¿recuerdas? Sin embargo, he decidido volver a ver estos otra vez y me he quedado en el episodio "Un regalo para Andrew".
Ese era el séptimo episodio de la sexta temporada, si aún no lo han visto se las recomiendo bastante.
—Entonces, por mí está bien—le mire—. Justo me he quedado ahí.
Estaba por poner el episodio cuando una voz femenina me llamó.
—Vanessa, me parece que ya es hora de irnos—insistió poniéndose de pie, Pam.
—No, no, no y no—se apresuró en decir, Emily—. Ignórala, aún no ha acabado la peli de hadas. Y yo quiero saber si Gracy logra encontrar la cura para salvar a las hadas de otoño.
Solté una risilla al tan solo pensar en Pamela viendo una película cuya temática era de hadas y un mundo mágico e irreal. Era obvio que mi hermanita de carácter azucarado le había obligado a ver ello.
—Aún es temprano—mentí lamiéndome los labios que tenía pintados de un color rosa sandía.
Si bien era cierto que ya había lavado con ayuda de Pam la ropa y había hecho la limpieza de los baños por mi cuenta. Y, además de eso, había planchado y ordenado las vestimentas de cada integrante de mi familia. A pesar de hacer todo eso que me habían dejado encargada mis padres, sabía que nada bueno me esperaba al llegar allá. Al entrar a mi supuesto hogar, pero, para ser honesta, ya nada de eso me importaba mucho.
Yo misma ya no me importaba lo suficiente.
—Por favor, vámonos ya—me pidió con súplica mi hermana menor que yo por tan solo un año—. No quiero que estés mal, Vane.
—¿Por qué no estarías bien?—fue la pregunta que me hizo Landon.
Toda esta conversación era ajena para Emily quien había cogido una galleta de vainilla y se la había llevado entera a la boca.
—Aghh. Deja de hacerte el detective, entrometido—le soltó mi hermana Pam cuando su paciencia colapsó.
Pero, aún así Landon no dejó de prestarme atención Y, en parte, le agradecí que se siguiese preocupando por mí.
No me malentiendan, no era como si me gustase generar en su interior intranquilidad. Era, más bien, que me alegraba de que le importase lo suficiente como para querer saber lo que me sucedía.
—Hazle caso a Emily, ignórala—le aconsejé en un intento de mantener la verdad oculta en lo más profundo de mi ser
Levante las mangas de mi polera de lana hecha a mano e hice lo mejor posible en aparentar que en lo que respecta a mi vida todo iba en perfecto estado.
—Bien, ¿nos vamos?—les pregunté a mis hermanas menores.
—Vámonos—acepto, Pam, corriendo a abrir la puerta—Ven, Emy—le llamó en un tono de voz amable tratando de convencerla de dejar de ver la peli de fantasía.
Mi hermana de cabello rizado parecía pensarlo.
Unos segundos más tarde observó a Pamela y preguntó:
—¿Me preparas galletas de chocolate?
—No lo sé, a lo mejor me animo y te preparo unas—fue la brillante respuesta de Pam Danielle.
—Eso no me convence de abandonar mi acogedor sitio. Lamento decirte esto , pero eres pésima persuadiendo.
—¿Eso significa que tengo que idear ofertas de comida para ti?
Preguntó incrédula la chica que detesta casi a todo el mundo.
—Así es—contestó mostrando una sonrisa tierna, Emily.
Landon y yo nos miramos aguantando las ganas de reírnos a carcajadas al oír las ofertas nada creíbles de Pam.
—¿En serio crees que me voy a creer el cuento de que me vas a conseguir un unicornio de ojos cambiantes de colores del arcoíris?
—Pues, sí—dijo como si fuese de lo más obvio.
Tras un corto silencio, Pamela habló:
—¿Desde cuándo te volviste una niña chantajista?
—Aprendí de la mejor—alzó el mentón con orgullo—. Aprendí de ti.
Oír eso no le dio gracia a Pam ni a mí.
—No deberías imitarme—le dijo con una voz gélida, pero firme.
—¿No es algo de lo que me debería de enorgullecer?—preguntó de manera general.
Todos negamos, a excepción de Emily
—Comprendo—habló adoptando una cara de arrepentimiento sincero—. Lo siento, pesimista agradable.
Sí, así era como mi hermanita llamaba usualmente a la malhumorada de la familia.
—Vayamos a casa—cedió seguidamente sin replicar.
Acepte sin todavía querer ir allá.
—¿Podrían darme un minuto?—les pedí ganándome una mirada de disgusto de mi hermana a quien le gustaba leer mucho, es decir, de Pamela.
—Te esperamos aquí—señaló el piso donde estaba parada, hablando por mi hermana quien le gustaba creerse princesa de Disney y dejando en claro que no pensaba ir a algún sitio sin mí. Ella y Emily estaban frente a la puerta semiabierta. Para que quede claro, todavía se hallaban dentro del apartamento de la Señora Nidia—. Apresúrate.
Le pedí a Landon que me acompañase a la sala y este acepte inspeccionándome con la mirada como de costumbre.
—¿Le has dicho a alguien sobre lo que te conté respecto a Brescia y sus ganas de dejar la carrera de arquitectura?—pregunté sintiéndome todavía culpable por haberle contado el secreto que me había fiado mi prima.
—No soy ningún soplón, artista.
Quise sentirme aliviada, sin embargo, no pude.
—Ey, no te preocupes por ello—me pidió haciéndome saber que podía confiar en él.
—Es solo que me da miedo que mi tío se entere.
Hablé en voz alta sin darme cuenta.
Genial, esa manía que tenía era uno de los peores defectos que poseía.
—¿Por qué? ¿Qué tan mal sujeto es?—me interrogó en tono divertido y medio burlón. Pero, inmediatamente adoptó una expresión seria al notar que no sonreía.
Suspire pesadamente.
—Digamos que no es alguien con quien te gustaría tomarte un café. Es más, desearía desaparecer de la faz de la tierra antes de saludarlo.
Esta vez, lo dije en voz alta de manera voluntaria porque quería que supiera que tan peligroso era y porqué no debería decir el secreto mejor guardado de Cia.
—Parece ser una persona realmente peligrosa—anunció un poco asustado—. ¿Por qué no lo denuncias con la policía?
Já. Ojalá fuera tan fácil.
Una de las cosas que más quería, pero sabía que jamás haría, sería mandar a la cárcel a mi tío Owen.
—Mi tío Owen es quien paga la vivienda donde se alojan mis primas y mi tía. Es quien se hace responsable de las deudas, prácticamente sin él mis primas se quedarían en la calle.
Él movió la cabeza de un lado al otro. No parecía estar muy convencido.
—Vale, es una situación complicada—agregó concordando conmigo—. Si me necesitas en algo, ahí estaré para ayudarte o apoyarte. No dudes en llamarme, pequeña amenaza andante.
—Lo haré—le dije pensando en si lo decía en serio o solo era otra mentira mía. Es que no me sabía bien el hecho de seguir incomodándolo con mis cosas—. Nos vemos.
Me despedí sin querer marcharme.
HOLA, lectores
Espero les haya parecido un buen capítulo.
La verdad espero que les haya gustado.
Nos seguimos leyendo.
La canción se llama Dollhouse, es de Melanie Martinez.
Anunciaré en mi bandeja el siguiente capítulo cuando ya lo haya subido completo así como hice con este.
Nos vemos,
Avril.
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