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VANESSA

Ya habían pasado varios días desde que había salido a pasear en la noche con Landon. Podría catalogar ese día como uno de los mejores,-que había tenido en mi vida-, de no ser por la reverenda bobería que había hecho. Seguía sin creer que en realidad no tenía palabra de honor.

―Tierra llamando a Vanessa―dijo moviendo sus manos muy cerca de mi rostro y haciendo que retrocediera al instante.

―Llamada rechazada―se burló Francisca de Mel.

Sí, estaba con mis dos mejores amigas. Para ser más exacta, estaba en la habitación donde vivía mi amiga de ojos color miel.

De hecho, estaba en una mansión.

―Já. Que graciosa―le dije en un tono sarcástico a mi amiga de cabello rojo-anaranjado, sin admitir que sí estaba distraída.

Esta vez le presté atención y escuché en silencio cómo Melody volvía a contar algo relacionado a organizar una fiesta donde solo estuviesen nuestros amigos más cercanos y vi a través de los ojos iluminados de Francis que también apoyaba la idea.

Y, de nuevo, me perdí en mis pensamientos.

Es que no podía creer...

¡Splash!

―Ya está, ya salió de su estado de "estar dormida con los ojos abiertos".―le comentó como si nada la chica de ojos ámbar a la que le está dirigiendo una mirada asesina.

¡Me había mojado el cabello!

Mi preciado cabello dorado estaba empapado y gotas de agua caían por mis suaves mejillas rosadas.

―¡¿Qué has hecho insensata?!―farfulle enfadada―. Tienes diez segundos para alejarte de mí, si no quieres que te arroje a la piscina―advertí.

Sería una dulce venganza arrojarla a la piscina que tenía agua fría. Además, no es como si Francisca no hubiese traído ropa de más para la pijamada de esta noche.

―Ya va, Vanessa. Cálmate―me pidió, Mel, acomodando su cabello castaño de peinado perfecto al igual como era el mío segundos atrás.

Ladeé con la cabeza.

Si había alguien que entendiese sobre el cuidado del cabello era especialmente ella, así que, no podía comprender porque no se había indignado tanto o más que yo.

―¿Sabes cuánto me costó obtener un cabello de peinado mega increíble?―pregunté irritada mirando fijamente a Francisca Collins quien ni siquiera se había inmutado un poquito.

Francisca se quitó la liga de cabello azul noche con la que se había amarrado el pelo para de esa manera formar una coleta alta.

Acto seguido, revolvió su cabello rojo-anaranjado de tal forma que quedó todo revuelto y desastrozo, me dejó con la boca abierta porque no podía asimilar su gentil gesto. Se encogió de hombros como si le diese igual tener el pelo desarreglado, aunque yo sabía que sí le dolía y mucho.

Sonreí, pues esta vez no habíamos necesitado la ayuda de la mamá de Melody para hacer las paces.

Ambas observamos a Melody quien abrió los ojos ampliamente.

―A mí no me miren que yo no tengo nada que ver en esto―aclaró haciendo una posé que decía: alejense, no se atrevan a tocar mi cabello.

Los ojos ámbar de Francis se volvieron a enfocar en mí.

―Siento haberte empapado de agua helada―se disculpó.

―Y yo siento haberte querido arrojar dentro de la piscina con agua fría y, después, crear una cuenta en Instagram llamada "El club de las que odiamos a Francisca Collins".

Lo último no era algo que tenía planeado hacer a decir verdad, solo lo había estado considerando un par de segundos hasta que acabé por desechar la idea porque me era imposible hacerle eso.

―¡¿Qué tú qué?!―exclamó sorprendida pidiendo que le explicase a detalle lo que realmente planeaba hacer.

<<Vanessa, no debiste decir eso. Muy muy mal>>, me reproché.

Si tuviese que decir un defecto mío, bueno... En primera, jamás lo diría en voz alta. Ya volviendo al tema, algo que no me gustaba mucho de mí era que a veces solía decir lo que pensaba en voz alta. Y eso o, bien me traía problemas o, bien me hacía quedar como una payasa de primera categoría.

Melody tosió fingidamente y dejó la habitación donde estábamos. Me mordí el labio superior con nerviosismo, luego, agarré valor para seguir hablando.

―Ya pedí disculpas, ¿vale?

Hice un puchero.

Pero...

¿En qué momento habían cambiado los roles? Se suponía que era yo quien debería estar molesta y no ella.

―Tendrás que hacer méritos ,Vane―dijo con una sonrisa que indicaba que estaba bromeando, la muy malvada había usado sus técnicas de actuación aprendidas en sus clases de arte.

La miré con desaprobación meneando la cabeza, al final, la abracé como señal de tregua y paz.

Ambas asentimos y, acto seguido, dijimos al unísono:

―Melody Dickson, ya puedes entrar. Todo está en orden.

Mi amiga de cabello castaño y liso entró por la puerta. A ella no le gustaba mucho estar en medio de peleas o algo que se asemejara a eso; por lo general, solo se quedaba los primeros minutos de la discusión esperando a que cesará. En el caso de que ésta siguiese casi siempre acaba por huir, pues, ella prefería huir de los conflictos antes que enfrentarlos.

Por lo contrario, Francis era más de no quedarse con los brazos cruzados e ir en busca de soluciones a sus inquietudes o problemas que tuviese.

¿Y yo? Yo era una extraña combinación de ambas.

Dejé de pensar en el suceso de lo que había ocurrido hace minutos atrás, porque volví a caer en cuenta de mi terrible equivocación. No podía dejar de culparme por lo que había hecho, hasta el punto que sentía una decepción profunda hacia mi persona. Es que, ¡Rayos!, ¿ Con qué derecho le había contado a mi vecino de bonitos ojos café el secreto que me había confiado mi prima? ¿Cómo había podido traicionar a Brescia de tal vil forma? ¿Cia ya no volvería a confiar en mí cuando supiese lo que había hecho? Si yo fuera ella, no volvería a contar un secreto más a nadie. Aunque, estaba casi segura de que Landon no iba a contar nada de lo que le había dicho.

Todo empezó cuando mi vecino me retó a que le contase un secreto que nadie conocía de mí y, pues, le confesé que guardaba un secreto y le conté con lujo de detalle este. En mi defensa esa noche no estaba muy bien porque...¡Nada!

******

Ya era de noche, hoy iba a ser una gran noche sin lugar a duda. Mis amigas y yo estábamos viendo una película de romance con ápices de misterio, mientras comíamos palomitas de maíz y bebíamos Coca-Cola.

El padre de Mel había llegado hace un par de minutos del trabajo. Y la mamá de mi amiga estaba conectada a una reunión virtual donde hablaban sobre libros, así que, supuse que estaba dentro de un club de lectura.

―Esa chica se parece mucho a ti, Vanessa―me dijo en un tono de sorpresa, Francis.

Me fijé detenidamente en la imagen de la supuesta chica que se parecía a mí para comprobar si era verdad lo que decía mi amiga. Por cierto, a quién se refería Francisca no era la protagonista de la película. Sino, era una amiga de esta y, después de unos segundos de análisis, caí en cuenta de que la chica que parecía mi gemela era la misma que había interpretado el papel de protagonista de la película que había visto varios días atrás con Brescia.

Cuando teclee en Google la película que estaba viendo con mis amigas, me enteré que era una secuela de la peli que había visto con mi prima comprensiva de ojos azules.

Eso solo podía significar que tal vez apareciera el tío que se parecía mucho a Landon. Entonces, ¿Iban a aparecer como pareja? Lo más probable era que sí, puesto a que, esta peli romance/misterio era la secuela.

―Buenas noches―me levanté en un santiamén dejando asombradas a mis mejores amigas―. Tengo mucho sueño, pero estaré despierta para la hora de la ronda de preguntas sobre la peli.

Fingí un bostezo, antes de ir rumbo a la habitación de Melody.

Dos horas más tarde, regresaron al cuarto de Mel porque la película ya había acabado.

―El mejor amigo del protagonista es guapísimo―comentó mi amiga quien no buscaba ninguna relación seria por el momento―. Me hace recordar a alguien del instituto, creo―confesó Dickson.

Pero...

Sospeché que se estaba refiriendo al tío que se parecía mucho a quien era: Mi vecino. Mi amigo. Mi mejor amigo. Mi compañero de clases.

―Ah, te refieres a Landon Carver. Sí, se parece mucho a él―le contó Collins. Melody tenía una expresión de desentendimiento, por lo que, Francisca siguió hablando―. Se parece al chico raro y sabelotodo que siempre carga consigo una cámara polaroid, ¿ya lo ubicas?

En mi fueron interno sentí muchísima molestia e incomodidad por oírle hablar de él de aquella forma.

―No es raro―lo defendí―. De hecho, es un tipo genial.

Admití.

Me acomodé en la cama inmensa de mi amiga, cubriéndome con las suaves y cálidas sábanas hasta un poco menos de mis ojos.

Noté a través de los ojos de mis amigas que estas me pedían mayor información.

―¿Acaso lo conoces?―preguntó. Yo solo asentí―. ¿Son amigos?―siguió indagando en tono preocupante, Francisca.

No sabía el porqué de su desagrado.

―Bueno, sí―contesté apoyándome en el respaldo de la cama―. Es mi amigo, ¿algún problema con eso?

Rio sin ganas.

Luego, me observó como esperando que solo le estuviera tomando el pelo, sin embargo, yo estaba siendo honesta y no bromeaba, lo que hizo que Francisca me mirase como si algo estuviese mal conmigo. 

Acto seguido, agarró a Melody y se la llevó para conversar en privado.

―No puedes ser su amiga―dijo en voz mandona, acercándose de nuevo a mí―. Es un chico guapo y todo lo que quieras, pero eso no quita que no sea como nosotras. No pertenece a nuestro círculo social. ¡No puedes juntarte con el tipo raro del instituto! Lo que pasa es que al ser nosotras tus amigas nos vas a perjudicar.

Tomó aire y siguió hablando, mientras yo ya no quería escucharla más.

―No podemos hacer amigos de cualquiera, ¿lo entiendes? Creí que ya lo había entendido―dijo negando como si le hubiese decepcionado―. ¿Acaso no te das cuenta? Yo se que para el resto de nuestros compañeros somos divinas, pero no todos ellos lo son.

Con cada palabra que decía me enojaba aún más.

―Lo mismo digo―pronunció en tono firme, Mel―. Así que, Vanessa, si de verdad eres amiga de Francis obvio la vas a preferir a ella antes que a... como sea que se llame ese amigo tuyo.

Bufé amargamente.

Ya no tenía ganas de seguirlas escuchando. Odiaba con lo más profundo de mi ser que me restringieron de hacer cosas que yo podía elegir hacer por derecho propio. No me gustaba para nada que decidieran quiénes podían ser mis amigos. De acuerdo, confieso que... Tampoco me gustaba que embarrasen en halagos a las personas, pero que cuando estas nos dieran la espalda empezasen a criticarlas por cosas triviales.

Sin embargo, las quería como no tenían ni idea. Ellas fueron las primeras que me aceptaron en el instituto, me trataban bien y, aunque tal vez no lo dijesen abiertamente, yo les importaba. Solo deseaba que me dejaran tomar mis propias decisiones. Tenían que dejar de meterse en cada cosa que hiciese porque yo era una persona capaz de realizar elecciones con sensatez. Olvidando todo eso, ellas eran mis verdaderas amigas.

Fui al baño.

Me lave la cara con agua fría. A veces necesitaba alejarme de todos, si quería despejar mi enfado por completo.

Después de varios minutos que la pasé encerrada ahí, escuché golpes suaves que tocaban la puerta de madera. Ignorando la idea de quedarme sola en el sanitario, abrí la puerta enseguida.

Y cuando lo hice vi que no se trataba de ninguna de mis amigas.

―¿Todo bien, Nessa?―cuestionó con interés sincero la madre de Melody―. Me han dicho que llevas aquí más de cuarenta minutos, ¿es verdad?

No puede evitar esbozar una sonrisa al saber que les importaba a mis amigas.

¿Cómo lo sabía? Pues, habían ido preocupadas hacia donde se hallaba la Señora Reese para que pudiese comprobar si efectivamente todo estaba en orden conmigo.

Ellas eran buenas amigas.

―Obvio, todo está bien―le dediqué una sonrisa convincente―. Usted está en un club de lectura, ¿cierto?

Le pregunté para cambiar de tema, pero también por curiosidad.

Apoyó la cadera contra el marco de la puerta y se cruzó de brazos con ojos risueños mirando al aire.

―Bueno, debido a esta coyuntura, tengo más tiempo libre. Ya no me quedo tantas horas en el trabajo, además, pasó del tráfico que había cuando iba o regresaba de la oficina―explicó moviendo las manos, era una manía suya―. Por eso, decidí meterme a un club de lectura donde pueda compartir mi pasión por la lectura con otras personas.

Resumen: Sí, sí, estaba en el club de lectura.

―Suena interesante.

Dicho esto, nos despedimos y yo volví con un mayor humor a la pijamada. Antes de ir allá, me dispuse a que iba a ser lo mejor posible por hacer esta noche maravillosa. Lo único que no ayudaba mucho era el hecho de que llevaba puesta un camisón de seda y encaje como pijama, esto me resultaba un tanto incómodo. Pamela y yo solo teníamos dos tipos de prendas de dormir: camisones de satén cortos y pijamas de seda con tirantes finos.

Ni bien di un paso dentro del inmenso cuarto fui rodeada por los brazos de Mel.

―Estuvimos pensando en que fuimos injustas contigo.

Hasta que, ¡por fin!, alguien había entrado en razón.

―Por eso, hemos llegado a la conclusión de que puede ser amiga de él―esta vez habló Francis―, siempre y cuando sea en secreto...

Mi sonrisa se esfumó.

Lo único que hice en ese instante fue asentir lentamente.

¿Alguna vez han sentido que sus sentimientos eran parecidos a una montaña rusa? Bueno, algo así me había sentido aquel día.

Inhale y exhale todo el aire que había estado conteniendo en un intento de guardar la calma. Cogí mi mochila canela y saqué de ahí dentro mi peine de pelo amarillo. Empecé a peinar delicadamente mi hermoso cabello liso.

Después de unos cinco minutos de cepillado, las volví a mirar.

―¿Me prestas tu chromebook, Melody, por favor?―pedí.

―Claro, esta sobre mi escritorio―señaló.

Prendí el dispositivo tecnológico de mi amiga, pero accedí con mi cuenta institucional. Busqué en mis contactos a mi vecino quien también era mi compañero de clases virtuales. ¿Por qué le estaba escribiendo? Pues, simplemente, porque me caía bien. Muy bien.

Le escribí porque quería hablar con alguien.

Mensajes:

Yo: Hola, ¿Estás despierto?

Segundos más tarde recibí una respuesta.

Landon: Claro que sí, artista.

¿Cómo que artista?

Yo: ¿Artista? Pero, ¿por qué?

Landon: He decidido que ese será mi apodo para ti porque escribes magia, tu pluma es fascinante.

Tosí nerviosamente, mis mejillas adquirieron un color más luminoso. Una sensación de calor me invadió completamente. Pero, ojalá ahí hubiera acabado la cosa. ¡Me invadió un horripilante ataque de tos imparable!

―Anda, tráele un vaso de agua―le indico alarmada Melody a Francisca―, yo iré por ayuda.

Mi amiga de ojos ámbar obedeció a Mel sin protestar.

―Todo estará bien, Vane, solo respira.

Su comentario me causó gracia, por lo que, no pude evitar reírme en medio de mi ataque de tos producido gracias a Landon Carver. Déjenme explicarme mejor para que no se presten malentendidos, él no tenía culpa alguna de que yo casi me ahogase por falta de oxígeno. Ese oxígeno tan vital y que él me borró con tan solo unas palabras...eso, ¡quítense eso de la memoria!

Lo que quise decir es que me sentí realmente halagada porque jamás nadie me había dedicado un cumplido con respecto a mi prosa.

Su cumplido me alegro el día bastante.

Y por suerte, antes de que las cosa se volviese más grave, llegó mi heroína del día con un vaso de agua helada.

Esta vez, Francis me lo entregó y no me lo lanzó a la cara.

Le di una mirada de "eres la mejor y más te vale no echarme de nuevo agua en mi cabello o rostro".

Cuando me recuperé, volví a entablar una conversación con Landon. Al abrir mi mensajería me di cuenta que tenía muchos mensajes suyos, así que, decidí leerlos junto a una botella de agua a mi lado.

Landon: ¿Sigues ahí?

Landon: ¿Todo bien?

Landon: Así que, volvimos con los en "visto "otra vez, ¿eh?

Landon: ¿Qué estás haciendo?

Landon. Hoy no fuiste a la azotea, lástima, lo hubiésemos pasado de maravilla.

Landon: Bueno, hablamos luego.

Fruncí ligeramente el ceño de manera automática al notar que los mensajes habían acabado.

Yo: ¿Por qué no podemos hablar ahora?

Yo: Siento no haber respondido tus mensajes estaba ocupada.

Landon: Lo supuse.

Landon: ¿Cómo has estado?

Sonreí al percatarme que estaba conectado.

Yo: Sobreviviendo. ¿Y tú?

Se demoró en contestar como aproximadamente dos minutos. Durante un momento había creído que se había quedado dormido lo que no me sorprendería porque ya era casi medianoche.

Landon: ¿Podrías aclararme lo de <"sobreviviendo">, por favor?

Yo: Yo pregunte primero.

Evadí su pregunta.

Landon: Estoy bien, ahora es tu turno.

Yo: La normalidad es algo, por lo que pasó continuamente y eso es muy aburrido. Pero, lo aguanto.

Mentirle me dejaba un mal sabor en la boca.

Pero, ¿Qué podía hacer? No me quedaba de otra. En primer lugar, y sin exagerar, lo que realmente me sucedía era una completa mierda como, por ejemplo, que yo era lo más alejado a la definición de persona normal. Durante los minutos siguientes de que acabase mi charla amena con Landon, mis amigas y yo decidimos pintarnos las uñas con esmaltes brillosos. Y finalmente, nos quedamos dormidas para evitar adquirir ojeras o algo por el estilo.

Las tres dormimos juntas, pero no no fue nada incomodo porque como ya mencione la cama de Melody era más que amplia. A pesar de que todo andaba mal conmigo, al final del día me alegraba y me era un alivio el poder contar con ellas. Nosotras tres éramos las mejores amigas que pudiesen existir en este detestable mundo lleno de maldad e injusticia, lo juraba.

******

―Hola, artista―sonrió amablemente.

―Buenas noches―le devolví la sonrisa con una más radiante―. ¿Ayer viniste aquí?―pregunté refiriéndome a la azotea.

Se rasco la nuca, creo que lo hacía cada vez que estaba nervioso.

Melody y Francisca tenían razón al decir que mi amigo era muy guapo, pero en todo lo demás que habían dicho sobre Landon no podían estar más equivocadas. Él era muy inteligente, muy amable, muy tranquilo, muy él.

―La verdad sí, este lugar me transmite mucha paz.

―A mí igual, es bonito ver las estrellas y estar en un espacio abierto. Te entiendo.

Él asintió sin apartar su vista de mis ojos.

<<"Controla tus nervios, Vanessa">>, me regañe.

―¿Quieres que te tome una foto? Lo digo porque mencionaste que te gusta este paisaje y como yo tengo una cámara, si gustas te puedo sacar una foto―dijo cortés.

―Dale, toma la foto, por favor. Me parece una idea fenomenal―dije alegremente, aunque en el fondo sabía que se iba a ver borroso pero aún así la quería.

Ni bien encontré la pose que me hacía sentir conectada con el paisaje le di el visto.

Segundos más tarde, me entregó la foto.

―Salió un poco borroso, pero espero te guste―dijo sosteniendo una cámara diferente a la de la otra vez, en sus manos tenía una cámara polaroid de color gris.

―Gracias―le dije sinceramente, pensando en porqué no podía dejar de sonreír tontamente.

Horas después, llegué a la conclusión que mi sonrisa tonta se debió a que le estaba agradecida por su cumplido. Sí, exactamente por eso.

Avril.

Espero les haya gustado el capítulo, pido perdón por la demora.

Los sigo leyendo.

Posdata: La canción me la recomendó una amiga y, desde entonces, llevo obsesionada con esta y no paro de repetirla.

Bueno, ahora, sí, me despido.

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