Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El recuento de los años.

"Bueno, está aquí. Algo tienes que hacer."

La primera vez que lo ví era muy pequeña, no sé bien qué edad tenía, porque no tengo muchas memorias de mi infancia, pero si tengo imágenes nítidas de mí despertando en medio de la madrugada, llorando por la sombra que aún me miraba. Aún no tenía forma, aún no mostraba rasgos.

La llevaba conmigo a todos lados aunque no sabía qué ocurriría, sólo la sentía a mi lado y maldecía.

"Quizás con esto mejores."

No.

No mejoré. De hecho con sus dosis sólo quería dormir, necesitaba dormir todo lo posible, pero cuando desperté aún estaba ahí. Sentado a los pies de la cama, apenas distinguía una espalda. Así que volvía a dormir, incluso entre clases porque, quizás, la realidad donde estaba eso me hacía sentir incómoda, era preferible unirme en las sábanas y no pensar más, ni en eso, ni en nadie.

"Bueno... ya pasará."

"Nunca pasa."

Me dijo con la voz más ronca y pesada que hubiera oído. A los quince, quizás, al fin había generado cuerdas vocales después de tanto comer tristezas pequeñas pasadas por alto, después de inhalar noches vacías en las que me oculté en las sábanas doliendo el pecho sin explicar qué me faltaba.

Y me refugie en el dolor.

Me odié por alimentar a eso. Me deteste en cuanto lo vi crecer en la esquina de los cuartos, aún siendo estática oscura, sin rostro, sin brazos, pero una sonrisa que parecía extenderse por todo su ser, dientes afilados chorreando lágrimas que había consumido de mí.

"Duele mucho.*

Murmuraba cuando le infligía daño, pese a lo mucho que la odiaba y la castigaba en los puntos exactos que ardían o quemaban días después. No entendía bien por qué pedía clemencia, por qué rogaba por su vida, por qué se hartaba cuando, en un arranque de dolor, deseaba mucho desaparecerla.

"¿Ya intentaste la religión?"

A cualquier iglesia, templo o centro ceremonial, eso iba conmigo, siempre girando en una masa deforme que ahora había generado ojos, múltiples pequeños y grandes, analizando cada espacio por el que íbamos. Constantemente oía su peso a mi lado, como parpadeaba con disparidad.

"No te escuchó la última vez que pediste una noche sin llanto ¿Cierto?"

Rió mirando a las figuras religiosas, a sus representaciones humanas, a las escrituras sagradas, a los templos gigantes. Lo sabía, eso siempre estaba conmigo, aún cuando yo me encerraba en el baño, se escurría por entra la puerta como líquido venenoso negruzco que escalaba rápido hacia mis pies recordándome que era lo único que no me dejaría, que era la única cosa eterna.

"Bueno, ya pasará, ¿Ya lo hablaste con tus amigos?"

La primera vez que hablé de la existencia de eso tendría dieciséis años, mi amiga me miró, con los ojos manchados en rímel mal colocado y piel hidratada: "deberías hablarlo con alguien". La cosa parpadeó confundida, me miro con todos sus ojos, y rodó nuevamente a mi lado.

La segunda vez fue con un sólo amigo, él mayor que yo (mucho mayor), a quien le confiaba mi vida. Entonces comenzó el grooming. Él me ataba constantemente a la cosa, decía que era bueno expresarlo, siempre que intentaba zafar el cinturón para asomarme por la ventana, él me recordaba que la cosa aún me tenía agarrado del pie. Entonces lentamente volvía a mi espacio donde me ataba de nuevo, aún cuando le dije que mis lágrimas lo alimentaban, aún cuando le confesé de mis noches de insomnio y mi miedo a fundirme con su negra presencia. Ahí la cosa aprendió más y le crecieron extremidades, múltiples de ellas, como una araña extraña.

La tercera vez fue a mis padres. Un día los llamé y les dije...

"Hay una cosa que no me deja en paz, siempre está a mi lado, lo ha estado por años, a veces me extiende mucho sus brazos y me toca."

Mi mamá me pidió llamarla siempre, lloró conmigo preguntándole a la cosa por qué había llegado y por qué se había ocultado por tantos años. Mi papá trato de buscar de nuevo especialistas, métodos de ayuda, incluso canciones que, leyó, mejoraban el ambiente, pensando que quizás incomodarían a la cosa. Mi hermana lo supo al poco tiempo, entonces a veces venía a verme cuando me escuchaba dialogando con la cosa, ella sólo se sentaba a mi lado y me oía discutirle, me detenía cuando quería golpearla, sus manos tomaban mis muñecas y las mantenía fijas para no herirla.

La cuarta vez fue a otras amistades. La primera vez que les presente a la cosa parecieron confundidos. Tal vez era el tamaño, o la forma, quizás incluso era que tenía una boca enorme por la que exhalaba. Pero me abrazaron cuando la cosa me quiso arrastrar lejos, aún tengo el presentimiento de que para ellos no era más que una mota enorme de polvo que saqué de la cama y que podría irse si soplaba muy fuerte.

"Pues si no me dejas, cosa, soplaré, soplaré, y tu cuerpo derrumbaré"

Soplé. Lo hice lo más que pude. Soplé hasta el aliento a tabaco, exhalé hasta los suspiros, le empuje mi aliento queriendo ahuyentarlos, pero sólo entrecerraba los ojos.

"Parece que no estoy hecho de paja o madera. La paja es frágil, flamable, yo puedo soportar tus golpes. La madera suele ser firme, inflexible. Yo, por otro lado, soy tan laxo como tú. Entro por los escondites de tu cama, y me escondo en los rincones de las heridas de tus palmas cuando, atormentada, entierras tus propias uñas hasta hacerte sangrar."

No hubo una quinta vez. ¿Esta se considera una quinta vez? Quizás.

"Sólo tienes que ignorarla, no puede existir algo a lo que no le prestas atención."

Y así lo hice. Despertaba viendo a la cosa aún mirándome por un rincon entre la ropa, como un gato que ha sido espantado. A veces solo ocupaba lo primero que veía para evitar enfocarme en sus ojos que aún brillaban en la penumbra. Lo escuchaba arrastrándose por la habitación, con sus manos y sus piernas muertas, sin las articulaciones correctas para caminar. A veces jadeaba y a veces se detenía a mi lado.

"No me iré."

La primera vez que lo dijo sentí un escalofrío, me recorrió hasta los dedos de los pies que había encogido. Por las noches solía tomar mi mano para meterla en el vacío de su cuerpo tan oscuro que absorbía la energía de la luz. Era una invitación, aún cuando la ignoraba siempre me ofrecía irme con ella.

E inconforme con la manera en la que existía a su lado, comenzó a montarse en mí, no fue, sino hasta entonces, cuando noté lo mucho que había crecido. Sus piernas ya tenían articulaciones. A veces, aprovechándose se eso, apresaba con sus manos y muslos mi pecho, lo hacía con una fuerza brutal, me impedía inhalar, me tumbaba al piso y sentía que al fin me fundiría con esa cosa. Al fin me absorbería en su vacío infinito.

"Creo que no eres lo suficientemente buena."

Decía con la voz agraciada después de ahogarme. Cuando mi pecho se contraía y expandía al ritmo de mi corazón que aún dolía por la presión.

"Ya no tienes edad para eso, búscate un problema real."

Lo hice, busqué problemas reales, y la cosa sólo me decía lo malo que podía ocurrir haciéndome dudar, pensarlo miles de veces, temiendo a qué la cosa tuviera razón, que quizás no fuera una vida digna, que quizás yo misma no fuera digna.

Así que una noche la miré, aún estaba dentro del clóset, mirando por entre un abrigo que mi mamá me había regalado.

"¿Sientes frío?"

"A veces."

"¿Cuando es que sientes frío?"

"Cuando hace sol, me da mucho frío el sol."

"¿Sabes por qué?"

"Sí."

"¿Por qué?"

"Porque los días muy soleados te cansan."

La miré, aún no tenía forma y, mientras hablaba, jugaba con la gabardina.

"¿Por qué me jalas a ti algunas noches?"

Dije siendo consciente de lo mucho que dolía meter mis dedos en su penumbra infinita.


"¿Por qué respiras?"

"¿Mhh?"

"No respiras pensando que llevarás aire a los pulmones para poder sobrevivir, solo lo haces, es instinto. Lo mío también"

"Ven aquí"

La cosa rodó fuera, dio un par de volteretas en el espacio vacío.

"¿Por qué no solita te vas?"

"Si me voy es porque te llevo".

"Puede que alguien te quiera."

"Nadie me querría."

"¿Cuál es tu nombre? Nunca pregunté."

"Diana."

La miré, tenía los mismos patrones que yo, mismos ojos, misma nariz. Mismo todo. Mismo, mismo, mismo.  A veces se sienta muy cerca de mí y me susurra, a veces sólo se aleja y se esconde debajo de la ropa como un cachorro asustado, otros momentos sólo mira por la ventana para ver si el clima la hará sentir mal. Casi siempre me mira expectante.

"¿Nos estamos llevando bien?"

"Tu objetivo no es fundirme contigo, existes porque algo dentro de mí falló, lloro cuando te veo y me duele tocarte, pero tenemos que coexistir."

A veces nuestras realidades son paralelas y dolorosas. A veces me recuerda que no valgo mucho, que sería mejor sólo dejarlo todo e irme. Me menciona lo mucho que los demás podrían hablar si directamente nos vamos juntas. "Con una carta" me dijo una vez una amiga "cuando lo hagas, deja una carta".

Un consejo, no se alimenta a la cosa de los demás, no se les invita a fundirse diciendo "estos métodos son menos dolorosos" o "deja por escrito esto". Porque es cruel, nos hace pensar que los demás esperan que algún día simplemente no existamos. Y muchos nos queremos fundirnos, deseamos seguir aquí, sólo que a veces se siente un vacío extraño.

La cosa, diana, dígamosle, ha estado intranquila, la calma siempre la inquieta, la terapia sólo la ayuda a entender que los momentos sólo son y ya. Yo, por otro lado, tengo que tolerar que siempre existirá, que no es un momento, que no fue un pasaje, que no fue una etapa...

Con el pasar de los años, con el recuento de ellos, sólo se ha hecho más nítida. Ella solo ha ganado puntos de experiencia para saber dónde golpear cuando algo acontece.

Y ha hablado mucho últimamente, e ignorarla no sirve, abrazarla tampoco, aún no sé qué quiere. Nació por mi mala salud mental, y aún no sé si pueda irse alguna vez. No creo que se marche. Y le gusta mucho cuando medito, le gusta mucho bailar alrededor entonando mis errores, mis miedos y mis defectos, le gusta mucho hacerlo, pero la trato como la niña incomprendida que aún no sabe que lastima.

Y aún así... hoy me hirió mucho.

No quiero pensar más en la muerte mientras ella me ve... se siente mal hacerlo, se siente que constantemente me está empujando a la orilla de un acantilado filoso.

No quiero morir y, por algún motivo, pienso mucho en hacerlo.

No quiero morir y, por algún motivo, imagino como podría hacerlo.

Me da miedo morir por mi mano y, por ese motivo, me alejo de los sitios donde sé que podría hacerlo.

No quiero morir y diana insiste mucho en sus cantares sobre la muerte.

Quizás por eso escribí esto. Porque deseo desahogo anónimo (ni tanto).

Hoy diana está mirando el cielo, le gusta lo nublado, la hace doler menos y a mí también. Guardaré el pedacito de ella en el bolsillo de mi suéter y continuaré existiendo.

Hoy sólo dolió y quise decirlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro