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Capítulo 5

A la mañana siguiente...

Desnuda, dormía en su pecho y brazos y Layne me observaba perdidamente enamorado. Recordaba una y otra vez cada minuto y entrega de nuestro acto, lo que lo hacía suspirar y amarme con más locura. Acarició mi mejilla y siguió viéndome dormir.

—Te me entregaste a mí, ternura, solo a mí y ahora te amo mucho más por eso. Agradezco tanto que hayas llegado a mi vida y ahora menos te dejaré...

Estoy tan feliz, vida mía.

De pronto, sentí sus tiernas caricias en mi rostro y abrí lentamente los ojos y Layne me sonrió.

—Hola, dormilona — le sonreí.

—Buenos días.

—¿Dormiste bien?

—Si, porque dormiste conmigo — le provoqué mucha ternura y volvió a acariciar mi rostro y después cabello.

—Yo también dormí bien, porque dormiste en mis brazos. Anoche fue tan mágico — lo miré perdidamente y le acaricié toda su barba y chivato.

—Mi amor.

—Te amo, mi amor.

—Y yo a ti.

Le dije y los dos nos besamos complementados.

De pronto, recordé que día era y miré a Layne.

—¿Layne?

—¿Sí?

—Tengo que decirte algo — él me sonrió.

—¿Y qué sería? — le sonreí con nervios y me animé y se lo dije.

—Hoy es mi cumpleaños. Cumplo veinte años — me miró con asombro, muy feliz y tomó mi rostro con cariño.

—¡¿Hoy es tu cumpleaños, ternura?!

—Si — le respondí sonriéndole con emoción y Layne se encontentó aún más y besó mis labios.

—Feliz cumpleaños, mi vida — me dijo viéndome todo enamorado y yo le sonreí perdidamente — En este día, tú día, te prometo hacerte muy feliz. Te haré sentir lo que eres en verdad, una real princesa, mi princesa — le acaricié su mejilla y ahora yo fui la que lo besó.

Layne todo derretido y embelesado al yo darle mi beso, me contempló con amor.

—No es necesario, cariño. Ya con tenerte a mi lado es más que suficiente, para ser feliz — Layne suspiró.

—Amor mío.

Yo me le quedé viendo con amor y se me vino a la mente mi hechizo y sentí pavor al ser esa la fecha, que estaba cumpliendo veinte años.

Miré a Layne con exaspero y me puse nerviosa.

—¿Qué ocurre, mi vida?

—... Necesito darte esto...

Me arranqué mi preciado relicario del cuello y se lo coloqué a él. Layne me miró sin entender y sorprendido al yo haberle dado algo tan intimo y valioso como mi relicario, lo miró y no lo comprendió.

—¿Qué ocurre, ternura? ¿Por qué de pronto me das tu relicario? — lo tomó y quiso abrirlo, pero yo se lo impedí.

—Espera, no lo abras aún... Tienes que prometerme que solo lo abrirás, en caso si llega a pasarme algo — Layne me miró preocupado.

—¿A pasarte algo? ¿De qué estás hablando?

—... Layne, hay otra cosa aún más complicada, que tú, más que nadie, debes de saber— más se alarmó.

—¿Qué cosa, amor mío? — las manos comenzaron a sudarme y solo pensando en mi hechizo y en el cruel de Pascual, lo miré y me armé de valor para contárselo todo.

—...Estoy hechizada bajo un encantamiento.

—¿Encantamiento?

—Si. Un hechicero llamado Pascual, me hizo un embrujo hace cuatro años atrás, del que cuando cumpla veinte años me pincharé el dedo con una rueca y me quedaré dormida para siempre — el corazón se le estrujo y me miró con desesperación. Pensó en lo peor.

—¡No, eso no puede pasarte! ¡No ternura!

Me abrazó fuerte y a mi se me llenaron los ojos de lágrimas en sus brazos. Temía que en cualquier momento aquel hechizo se hiciera realidad y lo abrasé fuerte, con todo mi amor. Temía de perder a mi querido Layne.

Layne con temor, no quería, no aceptaba el tener que perderme y me escuchó llorar y acarició mi largo cabello.

—Eso no te sucederá, amor mío. Yo no lo voy a permitir.

—Mi Layne...

Llorando, él agobiado apoyó su cabeza junto a la mía.

—Juntos destruiremos ese horrible hechizo, que ese sujeto te ha puesto.
—Tengo tanto miedo, mi vida. No quiero morirme y perderte — me tomó el rostro en sus manos y me miró fijos a los ojos.

—Eso no va a pasar, ternura, porque yo no lo voy a permitir — temí por su vida, que el desgraciado de Pascual le hiciera algo y más me alarmé y asusté.

—¡No mi amor! Pascual es ser muy peligroso. No tendrá consideración en matarte si se lo propone.

—No me importa, yo voy a protegerte de ese mal nacido, incluso si tengo que dar mi vida a cambio de salvarte de él — lo abrasé fuerte y más lloré.

—¡NO! ¡¿Qué no lo entiendes?! Yo no quiero que te pase nada. No quiero perderte — le dije entre sollozos y Layne más me abrazó y me amó con locura.

—Yo tampoco quiero perderte mi vida. No me lo perdonaría nunca.

—...

—¿Por qué? ¿Por qué ese imbécil te hizo algo así?

—Porque yo lo rechacé cuando le pidió a mi padre casarse conmigo.

—¿Qué?

—Quería convertirme en su esposa, a lo que yo de inmediato me rehusé y Pascual para vengarse me hizo este horrible hechizo.

—Infeliz, desgraciado. No tiene perdón por lo que te ha hecho.

—...Desde esa vez no lo hemos vuelto a ver y todos temimos que aparezca, ahora, que estoy cumpliendo los veinte años.

—Ahora comprendo porque tus padres te tenían encerrada en su castillo.

—...

—Ese imbécil me las pagará. Nadie, ni mucho menos él, volverá a hacerte daño — temía, tenía mucho miedo de que Pascual llegará a hacerle daño.

—... Necesito que me prometas lo de mi relicario — Layne lo miró y volvió a tomarlo en su mano — Si llega a cumplirse lo de mi hechizo, ahí tú podrás abrirlo, pero no antes — Layne suspiró con pesadez y solo pensando en mí y en ese horrible encantamiento, volvió a mirarme.

—Está bien, lo prometo. Cuidaré mucho de este corazoncito especial para ti.

Solo le sonreí y luego pensé en mi hechizo.

Mis padres desesperados al no encontrarme en mi habitación, ni en el resto del castillo, dieron órdenes a los guardias para que salieran a buscarme al pueblo y reportaron a todos los aldeanos de mi desaparición.

Todo el reinado de mis padres estaba buscándome con exaspero, ya que ese día se cumpliría lo que había dictado Pascual.

Los guardias en sus corceles recorrían cada pasillo y lugar del pueblo y los aldeanos preocupados y nerviosos, nadie sabía como encontrarme, porque solo recordaban a la princesa cuando esta era tan solo una niña.

De pronto, un aldeano se acercó a los guardias...

—Quizás yo pueda ayudaos.

—¿A qué te refieres charlatán?

—Ayer cerca del anochecer vi a un sujeto con extrañas vestimentas platicando con una muchacha — los guardias se alarmaron.

—¡¿Una muchacha?!

—¡¿Cómo era la muchacha?!

—Ella se veía nerviosa y algo preocupada. Llevaba un peculiar vestido celeste y tenía la cara tapada con una capa azul.

—¿Tenía la cara tapada con una capa?

—Lo más probable es que si la llevaba oculta era para que nadie descubriera que era la princesa — todos más se alarmaron y el guardia tomó violento al aldeano de su camisa.

—¡¿Estás seguro de lo que has dicho, aldeano?! ¡Porque si descubrimos que nos estás mintiendo lo pagarás con tu vida!

—¡Digo la verdad! ¡La verdad, lo juro! Ese extraño hombre estaba platicando con la muchacha y luego vi como los dos se fueron por esa zona rural — apuntó el aldeano hacia donde quedaba el bosque y el guardia se exasperó.

—¡Al bosque!

—¡Entonces ese hombre secuestró a nuestra princesa!

—¡Hay que rescatarla de ese sujeto!

—¡¿Cómo era el hombre que se la llevó!?

—Era extraño, llevaba unas ropas muy raras y tenía el cabello largo.

—Debe ser uno de esos locos psicópatas que secuestran a las jóvenes y las abusan.

—¡Tenemos que recatarla!

—¡Vamos al bosque por la princesa!

—¡Demos aviso al rey Stefano!...

Nos besamos con deseos al cabo de volver a hacer el amor y los dos nos sonreímos y Layne se recostó a mi lado y me abrazó.

—Te quiero con toda la fuerza del mundo, mi hermosa Margarita — más sonreí y amé que volviese a tenerme en sus brazos.

—Yo también te amo, mi Layne. Eres el único a quien siempre he amado — él me vio perdidamente y acarició mi mejilla.

—¿Sabes? Aunque te opongas, prepararé algo especial para ti por ser tu cumpleaños.

—Mi amor, no es necesario, en serio.

—Puede que no sea necesario, pero para mi si lo es y quiero festejarte en este día, tu día, ternura — le sonreí con destellos.

—Layne.

—Ahora vístete, mientras yo salgo y busco algo precioso para ti.

—¿Salir? No, Layne. Puede ser peligroso.

—Nada va a pasarme, te lo prometo, mi vida. Además, nadie me conoce en el pueblo, así que puedes estar tranquila. Te prometo que volveré antes de lo que te imaginas.

—... De acuerdo, pero solo si llegas temprano. Cariño, en serio — me sonrió y acarició mi mentón.

—Te lo prometo — me dijo y me dio un tierno beso en los labios.

—Te amo.

—Y yo a ti — me vio con amor y me sonrió.

—Ahora regreso...

A punto de salir del bosque, y solo pensando en mí, ya sabía que regalo me haría y solo soñando con mi sonrisa y que habíamos hecho el amor, Pascual sonrió con malicia y venganza.

—¡Ahora puedo verte claro, infeliz! Margarita, mi amada y futura esposa, entonces está sola, allá en el bosque ¡Pero tú no volverás a verla! ¡Haré que los aldeanos se deshagan de ti!

Layne con cariño se tomó el relicario en su pecho y entró al pueblo. Los aldeanos lo miraron furioso y lo rodearon.

Él nervioso, no entendió lo que sucedía.

—¿Así que te crees valiente, como para volver aquí? Después de que le has hecho quizás que canallada a nuestra princesa — Layne se puso nervioso.

—¿Qué? ¿De qué están hablando?

—¡No finjas! ¡Vámonos contra él!

—¡Infeliz, cobarde!

—¡NO!

Todos los aldeanos se fueron encima a agredir a Layne, y él indefenso, trató de defenderse, y solo pensando en mí, vio a todos sobre él golpeándolo, y desesperado, sintió de pronto un cuchillo atravesar su estómago y quedó sin aliento.

Abrió los ojos de pavor, y casi sin respirar, los aldeanos se alejaron de él.

—Eso les pasa a los cobardes como tú, que abusan de nuestras mujeres...

Solo pensando en mí, deseó volver a verme, a verme al menos una vez más y amándome, se le llenaron los ojos de lagrimas y apretó con amor el relicario en su mano y cerró los ojos.

Ansiosa porque llegara, me acerqué feliz a la ventana y solo soñé con lo nuestro, lo que pasaría en el futuro con ambos y más sonreí.

—Soy tan feliz, amor mío. Tú me has devuelto las esperanzas e ilusiones a mi vida. Ya no le temo a nada, ni al infeliz de Pascual...

De pronto, los guardias de mi padre, el rey Stefano, entraron a la fuerza a la cabaña y mi mundo se vino encima.

—¡Aquí estás mi adorada hija!

Gritó mi padre y me abrazó, y yo exasperada, solo pensé en Layne, en que llegara cuanto antes y me solté de los brazos de mi padre.

—Espera, padre.

—Hija, tenemos que sacarte de esta cabaña, antes que ese psicópata vuelva.

—¿De qué estás hablando? No estoy con ningún psicópata.

—Hija, ya no tengas miedo. Ese hombre, que te trajo aquí a la fuerza, es un psicópata — me exasperé.

—Layne no es un ningún psicópata ¿Por qué lo estás tratando de esa manera?

—Los aldeanos del pueblo te vieron con él y dicen que es un mal hombre.

—¡Eso no es verdad!

—Como sea, lo importante es que estás sana y salva. Ahora vámonos antes que se atardezca.

—No, yo no me iré a ninguna parte. Estoy esperando a Layne.

—¿Qué? ¿Cómo que estás esperando a ese hombre? Margarita ¿Qué está pasando contigo? Ese mal hombre te secuestro y te trajo aquí.

—¡Él no me ha secuestrado! ¡Yo me vine aquí con él por decisión propia!

—¿Qué? ¡Has perdido la cabeza! ¡¿A caso ya te olvidaste que fecha es hoy?!

—Si y no me importa. Papá, Layne me quiere de verdad. De hecho, ahora salió para prepararme una sorpresa por ser mi cumpleaños, pero si quieres, puedes esperarlo y conocerlo. Layne es un hombre muy tierno y de buenos sentimientos. Sé que te agradará.

—No me importa conocerlo. Ahora que sé que te viniste con él por tu voluntad, me queda más que claro que es una muy mala influencia para ti. Así que quieras o no, te tendrás que olvidar de él — se me llenaron los ojos de lágrimas.

—No lo haré ¡Ya estoy harta de ti y de todas tus estúpidas ordenes reales!

—Si no lo haces por las buenas, les diré a los guardias que te saquen de esta horrenda cabaña a la fuerza — más pensé en Layne, y desesperada, solo rogué porque regresara cuanto antes.

<< ¡Layne, mi amor! >>

<< Vuelve cuanto antes, por favor. >>

Uno de los guardias se acercó a mi padre y le dijo algo en el oído. Mi padre me miró.

—No creo que ese muchacho de malas costumbres regrese aquí, hija mía — mi aliento tembló.

—... ¿Por qué estás tan seguro de eso?

—Uno de los guardias acaba de informarme que los aldeanos del pueblo lo agredieron y asesinaron con un cuchillo...

Mi corazón se paralizó, mis oídos se agudizaron y solo pensando en él, en mi amado y buen hombre protector, Layne, su sonrisa, todo lo que hizo por mí, nuestros besos, su voz, nuestra entrega de amor, se me llenaron los ojos de lágrimas y mi vida se hizo pedazos en ese preciso instante.

—¡NO! ¡ESO ES MENTIRA! ¡MI AMADO LAYNE NO PUEDE ESTAR MUERTO! ¡NO!

—Desgraciadamente los aldeanos lo creyeron un vil criminal. Creyeron que te había secuestrado y quisieron vengarte y lo asesinaron.

—¡NOOOO! — Me tiré al suelo a llorar, y mi padre sin saber que hacer, les pidió a los guardias que salieran un momento.

Llorando desconsoladamente, me sentí asfixiar y solo rogué, rogué porque nada de lo que acababa de contarme mi padre fuese real, y gimiendo de tristeza, él se me acercó y me abrazó.

—Lo siento hija, pero nadie sabía en el pueblo quien era ese hombre. Tal vez, si yo me hubiese enterado antes — lo abrasé con fuerza.

—¡NO, PADRE! ¡LAYNE NO PUEDE ESTAR MUERTO! ¡NO! ¡YO LO AMO, LO AMO! ¡Y ÉL TAMBIEN ME AMA! ¡ME AMABA!

Mi padre lamentándose, más me abrazó y me levantó del suelo.

—Siento tanto esto, mi niña, pero ahora tenemos que irnos de aquí, antes que Pascual te descubra. Aún estamos a tiempo que la profecía no se cumpla.

—...

Mi padre me cubrió con la capa, y yo débil y sin fuerzas, caminé junto a él y me sacó junto con los guardias de aquella cabaña, la que había sido nuestro hogar y nido de amor por algunas horas con mi querido, bueno y precioso protector, Layne.

Pascual rio al ver toda aquella escena en la cabaña, e impaciente por atacar, esperó el momento oportuno para cumplir con su hechizo...

Mi padre me llevó a escondidas hasta el castillo, mientras que los guardias fueron al pueblo a buscar el cuerpo de Layne parar darle cristiana sepultura, por ordenes del rey, pero al llegar se encontraron con los aldeanos sorprendidos y atónitos.

Uno de los guardias se bajó de su corcel y se acercó.

—¿Qué sucede? ¿Dónde está el cuerpo de ese hombre?

—.... No está.

—¡¿Cómo que no está?! ¡¿Y quién fue el que lo apuñaló?! ¡Ese hombre no era ningún psicópata o como quieran llamarle! ¡Era un amigo de la princesa!

Los aldeanos más se sorprendieron, y sin saber que responder, el guardia insistió en preguntarles.

—¡Cuando sepa quien fue el que lo asesinó, créanme, el rey Stefano no tendrá ninguna consideración en matarlo!

—...

—¡Díganme donde está! ¡¿Dónde dejaron su cuerpo?!

—... Al momento de que fue apuñalado, desapareció ante todos nosotros.

—¿Qué?...

Los dos con mi padre subimos en silencio por las largas e interminables escaleras, que llevaban hasta mi habitación.

Al momento de llegar, él abrió la puerta y ambos entramos a la que era mi habitación.

Mi padre, me tomó del brazo y me llevó a sentarme frente a mi tocador.

—Ven, mi niña hermosa.

Al momento de sentarme, se me resbaló la capa de mi cabeza, y muy triste e ida, me vi en el espejo y solo pensé en Layne, en que estaba muerto.

—Sé que esto es muy duro para ti, pero ahora estás de regreso con nosotros aquí en el reino, tu reino, mi preciosa princesa.

—...

Ida frente al espejo, no pude hablar y me eché a llorar sobre el tocador.

—Hija mía...

Solo me escuchó llorar con gemidos y decidió que era mejor que me dejara sola por unos momentos.

Al salir de mi habitación pensó en mí y en aquel extraño muchacho del que yo me había enamorado.

—Sufre por ese hombre que conoció... Tal vez, si era un buen tipo y nosotros no le dimos la oportunidad... Es mejor que esto se lo hablé a su madre...

Llorando sobre el tocador, de pronto, el fuego de la chimenea, que había en mi dormitorio, se apagó y de ella comenzó a brillar una extraña luz, de color verde, que me hizo enderezar y ver con detenimiento.

Fascinada por esa luz verde radiante, me levanté hipnotizada del tocador para verla más de cerca y se me cayó la capa de mis hombros. Ya no pensaba en nada, ni tenía tristeza, y tiesa frente a la luz verde, esta comenzó a alejarse y creo una puerta en mi chimenea; yo hechizada por ella, me le acerqué y la luz me incitó a que yo la siguiera por aquella puerta y entré.

Hipnotizada por esa potente y mágica luz, de color verde, esta me llevó por unos oscuros pasadizos, los que eran alumbrados por su destello. Tenía una ceja levantada y la mirada fija y perdida en ella, solo quería seguirla viendo sin cejar, caminaba a donde aquella luz me llevara.

Subí lentamente los peldaños de una escalera, que terminaban en una puerta, más arriba, y subiendo hipnotizada, peldaño tras peldaño, de pronto comencé a escuchar una suave voz varonil a lo lejos.

—¡Margarita! ¡Margarita! ¡No toques nada! ¡Nada!

Sin poder salir del transé en que me encontraba, entré en aquella puerta siendo guiada por la potente luz verde, la que se convirtió en una rueca. Yo dominada por tocarla, me le acerqué, pero de nuevo aquella voz suave y varonil me habló.

—¡No la toques, mi amor! ¡No lo hagas!

Aquella voz me hizo dudar y me miré el dedo índice, pero otra voz aguda y más potente me habló.

—Toca el huso, tócalo ya.

Sin contradecirle, toqué el huso y aquella luz verde se hizo más potente y me envolvió por completo.

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