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Capítulo 1

Seattle, Estados Unidos.

Al cabo de dar otro de sus tantos recitales, bajó del escenario con los demás de la banda y soltó un suspiro con cansancio. Sin sacarse sus gafas oscuras, y con sus risos y dreadlocks revueltos, se fue a descansar a su departamento.

Amaba toda esa vida de fama, pero a veces le pesaba y quería tirar todo a la borda.

Al llegar a su departamento se encontró con su tierna gatita, Sade, justo en la puerta y la tomó con cariño en sus brazos.

Después de fumarse un cigarrillo y beberse una cerveza, se recostó en su cama y cerró los ojos para dormir.

Siglo 14

Pegada en mi ventana, de la torre más alta del castillo, miraba ida el cielo y los lejanos valles, valles que me encantaría poder recorrer libre y sin ataduras, y cabizbaja, se me escapó un suspiro.

<< ¿Realmente, nunca llegaré a ser feliz? >>

<< ¿No podré conocer nunca a nadie, ni tampoco casarme? >>

Volví a pensar en la maldición que aquel ruin hechicero me había lanzado por haberlo rechazado y aunque aquella maldición me costara la vida, jamás me casaría con él, y mucho menos el entregármele.

Flashback

"Inmóvil frente a Pascual, lo miré sin aliento, y él destruido en su orgullo, por yo haberlo rechazado en santo matrimonio, mis padres, el rey Stefano y la reina Flor estaban perplejos, y sin poder impedirlo, él me hizo un hechizo, que cuando cumpliera los veinte años, me pincharía un dedo con una rueca y me quedaría dormida por toda la eternidad.

—¡No! — gritó mi madre y Pascual comenzó a reír.

—¡Destruyan a ese hechicero!

Ordenó mi padre a los guardias y ellos pretendieron acercarse a Pascual, pero este desapareció en un relámpago frente a todos y solo se le pudo escuchar su maléfica risa vengativa y de victoria en todo el castillo..."

Fin Flashback.

Ya habían pasado casi cuatro años de aquello y con un nudo en la garganta, solo quise, deseé romper aquel encantamiento, pero no había forma. Se me llenaron los ojos de lágrimas y soñé con conocer a alguien y que ese alguien me quisiera tanto, como para destruir mi hechizo.

Había pasado encerrada los últimos cuatro años en el castillo, por órdenes de mis padres, desde que Pascual me hechizó, y desde ese entonces, él no había vuelto a aparecer. Era como si se lo hubiese tragado la tierra, pero de algo estábamos seguros, que el día menos esperado, él volvería y aparecería con todos sus poderes a reclamar lo que supuestamente le pertenecía.

Aún pegada tras la ventana, ya no aguanté más y me arranqué por la chimenea que conducía un largo túnel, hasta salir del castillo.

Con una capa azul sobre mi cabeza y rostro para que nadie en el pueblo me reconociera, comencé a caminar con mi largo y ancho vestido de princesa, color celeste.

La gente pasaba por mi lado y por suerte nadie me reconocía. Por fin volvía a sentirme libre, después de casi cuatro años de estar prisionera en mi propio castillo.

De vuelta al presente en Seattle.

Dormido profundamente, de pronto, vio a una joven mujer, de cabello largo y rubio, con un peculiar vestido celeste, caminando por unas extrañas ferias medievales y el corazón se le aceleró sin razón. Llevaba puesta una capa azul y caminaba, al parecer, sin rumbo.

La mujer se detuvo frente a unas rosas y él la vio sonreír. Aquella sonrisa suya capturó aún más su atención y sintió de pronto la necesidad y el deseo de abrazarla, protegerla y tenerla en sus brazos.

Tomé una de las rosas y la miré con detenimiento, solo soñando con encontrar a mi verdadero amor...

A la mañana siguiente, él se levantó con pesar; aun los ojos se le cerraban y para animarse, fue a la nevera a tomarse una cerveza.

Sentado en la terraza de su departamento, se fumaba un cigarrillo para relajarse, cuando de pronto, miró unas dulces rosas rojas, que estaban frente a él y se le vino el recuerdo de aquella joven mujer. Abrió abruptamente los ojos y se sintió confundido.

—No es posible...

Se acercó a ver las rosas, y sin comprenderlo, solo deseó volver a ver a aquella joven mujer.

—Solo fue un sueño, pero, aun así. Era una hermosa mujer, joven, pero muy bella y tierna.

—Creo que me estoy volviendo loco ¿Por qué no dejó de pensar en ella, si no es real?

Siglo 14

Pegada de nuevo tras mi ventana, miraba con añoranza los valles y todo el reinado de mis padres y solo soñando con que mi amor imposible me rescatara de Pascual y de su cruel hechizo, me arrimé en la cama a mirar el retrato de un misterioso hombre, que tenía colgando en mi cuello. Abrí el relicario en forma de corazón y vi con añoranza y detenimiento cada línea y curva de su retrato. Tenía unos ojos tan intensos y profundos, que cada vez que los miraba, ellos me atrapaban y me hacían amarlo mucho más, aunque no fuese real. Solo existía en mi mente, pero aun así yo lo quería y amaba.

Contemplé su rostro angelical, sus largos risos dorados, su tierna sonrisa, que calmaba siempre mis tristezas y angustias. Cuando me sentía sin fuerzas para seguir adelante, aquel relicario con su retrato era mi fortaleza.

Quise salir otra vez al pueblo y tomé con amor el relicario en mi pecho y me inmiscuí por la chimenea.

Con el rostro cubierto con la capa azul, caminé, con mi vestido celeste, entre toda la gente, solo disfrutando del bullicio, el canto de los pájaros y de aquella inmensa libertad que había perdido.

Solo pensando en aquella joven mujer, fue a recostarse al sofá y cerró los ojos. Dormido profundamente, de pronto, una fuerte luz cegadora lo hizo despertar...

Aturdido, se vio tirado junto a un árbol y no comprendió nada. Confuso, no sabía dónde se encontraba. aquel lugar no era Seattle.

—¿Qué es este lugar? ¿Por qué estoy aquí?

De pronto, volvió a pensar en aquella joven mujer y se levantó del suelo; vio todo a su alrededor y comenzó a caminar, buscando poder volver a Seattle.

Llegó a una extraña feria medieval y se sorprendió.

<< ¡Es el mismo lugar con el que he soñado! >>

—No, esto no puede ser verdad...

Anonadado al ver a todos vestidos con extrañas ropas, se sintió aún más confundido, y sin sacarse las gafas de sol, los aldeanos de aquel pueblo se le quedaron viendo fijos e impresionados por su peculiar y rara ropa, lo que a Layne más le incomodó, y nervioso, se sacó las gafas.

Todos lo miraban atónitos, con seriedad y Layne sin entender por qué y todo lo que estaba sucediendo, se le vino a la mente la joven mujer de tierna sonrisa y se le aceleró el corazón.

—Esto es una locura ¡¿Dónde rayos me encuentro?!

Parada frente a un puesto lleno de rosas, me perdí en el aroma y color de unas hermosas rosas rojas; las miré con aprecio y deseé cortar algunas y a punto de hacerlo, un sujeto me tomó bruscamente de la mano.

—¡¿Qué estás haciendo con mis rosas, jovencita?! — lo vi aterrada y el sujeto me tomó con más fuerza de la mano. La capa se me había desprendido del rostro.

—Lo siento, pensé qué...

—¡¿Pensaste?! ¡No! ¡Tú querías robarme mis rosas! ¡Y ahora pagarás por eso! — abrí los ojos.

—¡No! ¡Por favor, yo no sabía!

—¡¿No sabías?! ¡Te pillé intentando cortar mis rosas y eso aquí tiene precio!

—¡Suélteme! ¡Déjeme ir, por favor!

Él vio que aquel ruin sujeto me iba a agredir y corrió a socorrerme.

—¡Así les hago pagar a las ladronas como tú!

—¡NO!

El tipo a punto de golpearme, él lo empujó.

—¡Ya déjala!

Yo perpleja, lo vi con impresión y Layne me miró con deslumbro y detenimiento. Era el mismo hombre del retrato de mi relicario.

<< ¡Eres real! >>

El sujeto ofuscado, miró sorprendido a Layne y se le enfrentó.

—¡¿Y tú quien te crees para empujarme?!

—Solo la he defendido de que un cobarde como tú la golpeará — lo miré con más detenimiento y contemplé con idilio sus hermosos ojos celestes.

—Veremos si ahora te sigues haciendo el valiente, imbécil.

—¡NO!

Se me escapó un grito y el sujeto a punto de agredirlo, Layne le dio un fuerte puñetazo en su rostro y cayó al suelo.

Yo perpleja, no podía hablar y aquel atento y guapo hombre preocupado por mí, se me acercó. Me encontré de nuevo con sus profundos ojos de cielo y su tierno y angelical rostro.

Él me miró.

—¿Estás bien? ¿Ese tipo te hizo algo?

—Estoy bien. Gracias — le dije toda nerviosa y él me miró con detenimiento.

<< Eres tú, la misma, hermosa joven mujer, de mi sueño. >>

Ambos nos miramos perdidamente y aquel tierno hombre me sonrió.

—Me llamo Layne — le sonreí.

—Soy Margarita — sus ojos brillaron con ternura.

—¿Sabes en qué lugar estamos? Creo que estoy perdido. Vengo de Seattle.

—¿Seattle?

—Si, es una ciudad de los Estados Unidos.

—Lo siento, pero no conozco ese lugar. Aquí estamos en el reinado de mis padres, el rey Stefano y reina Flor — Layne se sorprendió.

—¿Reinado? ¿Tus padres son los reyes de todo este lugar? — volví a sonreírle.

—Si — él me miró con impresión.

—Es decir ¿Tú eres una princesa? No entiendo nada — miró confundido todo a su alrededor, a la extraña gente con sus vestimentas y volvió a mirarme fijo — ¿En qué año estamos?

—Estamos en pleno siglo catorce — la impresión lo absolvió por completo y yo lo miré preocupada.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? — él nervioso, me sonrió. Aún no podía creerlo.

—Si, estoy bien, tranquila. Esto no puede estarme sucediendo. Es mucho para ser verdad — se dijo para sí mismo y después volvió a mirarme, pero aún seguía confundido, sin entender como había llegado a aquella época antigua, y sorprendido, volvió a mirarme fijo.

Yo seguía sin comprender su extraña actitud.

—Escucha, Margarita, no sé qué es lo que está pasando, pero yo no soy de esta época ¿Comprendes? Vengo del futuro — me horroricé.

—¡¿Del futuro?! ¿De qué estás hablando?

—Es la verdad. Vengo del año 1990, tengo una banda de música, una vida y una gatita allá en Seattle — la impresión me abordó y el corazón se me alborotó.

—¡No es posible! — lo miré sorprendida, vi sus tiernos ojos, su cabello largo, peinado de esa inusual manera, su extraña forma de vestir y le creí.

Me desanimé y bajé la mirada cabizbaja.

<< Entonces si este joven viene de ese extraño lugar, no es a quien yo he estado esperando por tanto tiempo. >>

<< Mi gran amor en mi relicario. >>

Layne me miró y advirtió que yo me había puesto triste.

—¿Estás bien?

—Si, no es nada, tranquilo.

El me vio con detenimiento; miró mis ojos, mi ancho vestido celeste, de princesa y le provoqué mucha ternura. Tuvo el deseo y anhelo de permanecer a mi lado y protegerme de lo que fuera y me miró con ternura.

—¿Quieres que te acompañé a tu casa, castillo quise decir?

—Oh no. No quiero regresar allí, no por ahora — me miró atento.

— ¿Por qué? Digo, si es que me quieres contar — pensé en aquello y me puse nerviosa.

—Prefiero no hablar de eso por ahora.

—Comprendo.

—Eso sí, necesito pedirte un favor — Layne volvió a mirarme fijo a los ojos.

—Claro, lo que desees.

—No le digas a nadie de aquí que estoy en el pueblo. Lo menos que quiero es que mis padres se enteren y vengan por mí — aquello no lo entendió y más deseó saber qué era lo que me sucedía y sintió que tenía que quedarse, sin saber por qué, el de quedarse allí junto a mí, y me miró con ternura, muy sereno.

—Tranquila, que no se lo diré a nadie. Puedes confiar en mí, te lo prometo — Sus tiernos ojos me transmitieron calma y confianza. Sentí que si podía confiar en él y le sonreí.

Layne también me sonrió y los dos de pronto reímos sin razón y después nos vimos sin decirnos nada.

Nerviosa frente a sus tiernos, y a la vez, intensos ojos, sonreí con pudor.

—Es mejor que me coloqué de nuevo la capa — él me miró con destellos.

—Jejeje.

Volví a cubrirme con la capa y Layne me vio perdidamente.

—Te prometo que tus padres, ni nadie te descubrirán.

—Lo sé. Creo en ti — me sonrió con anhelos.

—Bueno ¿A dónde vamos, entonces? Yo soy todo un extranjero aquí en tu reinado.

—Jejeje, busquemos un lugar alejado, donde los aldeanos no puedan vernos.

—Ok. Quizás podríamos ir al lugar de donde llegue. Cuando desperté, me encontraba precisamente en un árbol, en un sitio muy alejado de aquí.

—Creo que sé a qué lugar te refieres. Vamos al bosque.

—De acuerdo — ambos volvimos a sonreírnos y yo por impulso lo miré otra vez.

—Por cierto ¿Por qué llevas puesta esa extraña ropa? — le pregunté y Layne rio.

—Porque del lugar de donde vengo, todos nos vestimos así.

—¿Y tampoco se cortan el cabello? — otra vez rio.

—No, es un estilo muy propio. Todos mis amigos de banda nos vestimos así.

—Pues te queda muy bien. Me gusta — le solté abruptamente y Layne se me quedó viendo todo tierno y después rio.

—Gracias.

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