Homura
¿Por qué eres asi?
Hace tiempo veia a mi hermana que se ha comportado como una persona mayor a su edad real, ella es uno de esos ejemplos de madurez forzada, cosa que es preocupante debido a las razones que se llegan a desarolla
Sabemos de por si que la vida es impredecible, es como una caja de chocolates, nunca sabes que chocolate te tocara, terminamos en lugares increibles y otros no tantos llegando a conocer personas que jamas pensariamos que podrian existir.
Mis memorias son de lo peor, peor que una batidora o el cuarto que se debe arreglar pero por flojera no lo hacemos y va acumulando mas desorden, de por si las cosas en mi cabeza son un enigma; pero uno de los pensamienos que mas resonaban en mi cabeza era "La demonio del fuego".
Me hacia sentir el desprecio de las demas personas, me aislaba de todos los demas y todo por e rumor de que mi madre habia sido infiel a mi padre, todo insinuaban a que yo haria lo mismo, cuando nada de eso es verdad.
De pequeña creici en un pequeño pueblo donde las tradiciones eran lo que mas se alababa, siendo que las nuevas ideas o nuevas experiencias eran aborrecidas por ello y era por que le tenian miedo a lo desconocido dictaban la vida cotidiana. La gente me miraba con recelo, y los niños se burlaban de mí. "Bruja", me llamaban, como si mi apariencia fuera una maldición enviada para castigarlos. Al principio, intenté ignorar sus palabras, pero el constante rechazo comenzó a erosionar mi espíritu.
—¡Miren! ¡Es Homura, la demonio del fuego! —gritaban los niños mientras me lanzaban piedras.
—¡Bruja! ¡Aléjate de nosotros! —decían, y sus palabras eran como cuchillos que se clavaban en mi corazón.
— ¡¡Ya dejanla en paz!! — Hikari mi hermana quien llego a defenderme.
— ¡Ahi miren llego la hermana de la bruja!, ¿No seras una que crea maldiciones de casualidad? — pregunta un Niño pero fue silenciado por mi hermana d eun golpe.
Mi familia usualmente fue de buen estandar, mi madre era rubio y mi padre azabache, esto ya lo habia contado pero habia un dato que no se sabia, ambos eran de un origen desconosido por el pueblo, los habitantes de este no pensaban que fueran forasteros y quedaron como habitantes sin saber nada de estos.
Los rumores siguieron hasta el punto de que comence a tener pesadillas, las voces, las bocas y manos de las personas en un plano negro que molestaba demasiado, uno de esos sueños fue el que mas se repetia.
"Despertaba" en un baño que estaba demasiado sucio y no podia verse mucho, los espejos estaban rotos, habia pildoras sospechosas y de mas pero cuando sali la cosa se puso extraña. Mucha musica comenzaba a sonar veia a un sujeto que estaba fumando intente hablarcon el pero este no me contestaba, mirabala gran fiesta que habia abajo con gente de todos tipos, la mayoria eran mis abusores.
Trague saliva y entre a la siguiente puerta para ver si podia bajar y salir de ese lugar pero en vez de ver una escalera encontre una mesa extraña que encima tenia un papel, derrepente de las sombras sale un ente que me sosprende, la puerta se cerro y me espante aun mas
— Bienvenida, por favor registrate — me dijo el ente con una voz espelunante.
— ¿Qué? — dije sin entender muy bien.
— Registrese.
Me dio una maquina que tenia un teclado y agarre el contrato para ponerselo, asi mismo despues de poner mi nombre el contrato lo tomo el ente y lo guardo en un cajon, para despuesde la parte baja de la mesa salir una escopeta.
— Ya sabes como funciona... — recargo la escopeta y me la dio.
Aqui es donde no importara que decisión tomara, siempreperdia, si le disparaba a el la bala era de fogueo, si me disparaba a mi la bala era real, esto hizo que con el tiempo, mi tristeza se transformó en ira al no saber que hacer. Si el mundo me veía como un monstruo, entonces me convertiría en uno. Empecé a intimidar a aquellos que me acosaban. El miedo en sus ojos me daba una extraña satisfacción, una sensación de control que nunca antes había experimentado.
—¿Tienen miedo ahora? —les decía, mientras tenia a uno del cuello —. Pues deberían.
— ¡Sueltame!
— ¡Homura, sueltalo!— Mythra me interrumia pero no le hacia caso.
Pero esta satisfacción era efímera. En el fondo, solo quería ser aceptada, ser amada por quien realmente era. La amargura empezó a consumir mi corazón, y la idea de confiar en alguien se volvió una fantasía lejana. Cerré mi corazón al mundo, convenciéndome de que no necesitaba a nadie, ni a mi propia hermana.
— ¿Crees saber lo que realmente es sufrir? — ¿Eso era una voz divina? No lo sabia...
Años después ya en universidad, conocí a Tailer y Black. Al principio, me acerqué a ellos por una extraña necesidad. Pero a medida que pasaba el tiempo, algo de Tailer despertó en mí una chispa de esperanza. Su perseverancia y su capacidad para encontrar alegría incluso en las situaciones más oscuras me hicieron cuestionar mi propia amargura.
—Homura, no tienes que estar sola —me dijo un día, con esa sinceridad desarmante que tanto lo caracterizaba.
—No entiendes... —respondí, tratando de mantener mi fachada—. El mundo es cruel y solo te hará daño si dejas que te importe.
—Pero no todos son así. Déjanos estar a tu lado —insistió.
Poco a poco, Tailer y Black comenzaron a derribar mis muros segun e lo hacia con su famoso "Puño dragon o Dragon Punch" algo asi lo que lo hacia comico. A través de sus acciones, me demostraron que no todos eran como los aldeanos que me habían rechazado ya que a pesar de todo ellos. Me enseñaron que había personas dispuestas a aceptarme por quien era, sin miedo ni prejuicios.
Sin embargo, la transición no fue fácil. Cada día era una batalla interna entre el deseo de protegerme y la necesidad de conexión. Había momentos en que me sentía tentada a retroceder, a volver a mi estado de aislamiento. Pero Tailer y Black nunca se dieron por vencidos conmigo.
Vaya que los amo a los dos.
—¡Homura, no te rindas! —gritó Tailer mientras me sostenía, su voz cargada de desesperación y esperanza.
En ese momento, algo dentro de mí se rompió. Por primera vez en mucho tiempo, dejé caer mi guardia y permití que el calor de la amistad y el amor inundara mi corazón. Me di cuenta de que no estaba sola y que no tenía que seguir enfrentando mis demonios sola.
Desde entonces, he empezado a abrirme más, a aceptar que está bien necesitar a los demás. Tailer y Black me han enseñado que la verdadera fortaleza no está en mantener a todos a distancia, sino en permitir que las personas adecuadas entren en tu vida.
En cuanto a Mythra, deje de ser fria con ella, y parece que poco a poco voy avanzando mas en la vida dejando de lado lo que es el pasado...
Fin del Capítulo 13.
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