Capítulo 12
Black
La vida es una serie de desafíos, uno tras otro, pero no siempre se enfrentan solo. Desde que éramos niños, he estado al lado de Tailer, viéndolo crecer, tropezar y levantarse como todo un heroe. Pero esta historia no es solo sobre él, también es sobre cómo hemos navegado juntos por este mundo y lo he defendido de cada cosa.
— ¿Crees saber lo que realmente es sufrir? — escuche musitar a Tailer, esto solo me hizo suspirar.
Tailer siempre fue un soñador, incluso antes de que sus problemas de visión se hicieran evidentes. Recuerdo aquellos días en el kinder cuando corría como un torbellino, lleno de energía y entusiasmo. Era el niño que siempre tenía una sonrisa en su rostro, siempre buscando aventuras. Yo, por otro lado, tenía una vista de "águila", y aunque eso nos hacía diferentes, siempre lo consideré una bendición poder cuidarlo y apoyarlo.
— Te estas volviendo un buen soñador Tai, un muy buen soñador
La primera vez que nos dimos cuenta de su problema de visión, fue un golpe duro. Me dolió verlo esforzarse tanto solo para ver el pizarrón en clase. A pesar de nuestras diferencias, siempre lo consideré mi igual al ser mi gemelo, y saber que él tenía que luchar con algo tan básico como ver, me hizo querer protegerlo aún más.
—¿Tailer, por qué te acercas mucho al pizarrón? —recuerdo que le preguntó la maestra del preescolar, con un tono lleno de preocupación.
—Es que... no puedo ver lo que dice, maestra —respondió él, con una inocencia que rompió mi corazón.
Esa fue la primera vez que sentí una responsabilidad profunda hacia mi hermano. Desde ese día, me propuse estar siempre a su lado, ayudarlo a superar cualquier obstáculo, y asegurarme de que nunca se sintiera menos por su condición.
— ¿Deseas matar a Tailer? — una pregunta que llegaba el viento.
— Deseo salvar el alma mi hermano— respondo frio.
— Es una batalla que peleamos juntos — al final se escuchaba sereno.
Los años pasaron, y aunque Tailer mantenía su espíritu vivaz, noté que su problema de visión empezaba a afectarlo más de lo que él admitía. En la secundaria, las cosas se pusieron realmente difíciles. Los otros chicos no entendían por lo que él pasaba y, en su ignorancia, se burlaban de él. Me dolía verlo ser el blanco de sus bromas crueles.
—¡La papa se quema, se quema, se quema! —una niña gritaba, tapándose los ojos con las manos.
—¡Tailer, vela! —gritó un niño, lanzándole una papa caliente.
—¡Hey! —se quejó Tailer cuando la papa le golpeó la cara—. Eso no lo vi venir.
—¡A Tailer se le quemó la papa! —rieron los niños.
Intentaba defenderlo cuando podía, pero no siempre estaba allí para intervenir. Y aunque Tailer intentaba mantenerse fuerte, podía ver las grietas en su fachada. Su espíritu libre y alegre se estaba desvaneciendo lentamente bajo el peso de la crueldad de los demás.
Un día, todo cambió cuando Tailer decidió confesar sus sentimientos a una chica de nuestra clase. Lo apoyé, pensando que esto podría ser una oportunidad para que recuperara algo de su confianza. Pero no salió como esperábamos.
—Quiero decirte que yo te amo —le dijo a la chica, con toda la sinceridad y valentía que pudo reunir.
La respuesta de ella fue devastadora. Lo rechazó de manera cruel, exponiéndolo delante de todos. Cuando Tailer regresó a la escuela después de su suspensión, se había convertido en el blanco de aún más burlas. Sentí una ira profunda y una impotencia desgarradora. ¿Cómo podían ser tan crueles?
—Oye, ¿te encuentras bien? —le pregunté, tratando de ofrecer algún consuelo.
—No, me rechazó —respondió fríamente, su voz cargada de dolor.
—No te pongas mal, nada puede salir mal —intenté animarlo, aunque sabía que mis palabras eran insuficientes.
A partir de ese día, Tailer cambió. Se volvió más introvertido, más reservado. Dejaba de correr, de sonreír como solía hacerlo. Era como si una parte de él se hubiera apagado. Pero no dejé de apoyarlo. Sabía que, aunque no lo demostrara, necesitaba saber que yo estaba allí para él.
Esto comenzo a afectarme de igual manera, como si una misma persona fueramos, comence a ser serio, frio y cruel con las personas, poco me importaba, si a ellos poco les importa mi hermano, ¿Por qué a mi me deben de importar ellos?
— ¡Hey!, ¿Todo esta bien? — salude a mi hermano quien me respondia alegremente.
Nuestros días en la preparatoria fueron un desafío constante. Tailer luchaba por encontrar su lugar, mientras yo trataba de protegerlo de las crueldades del mundo. Pero también fue en esos años cuando empezamos a descubrir nuestra verdadera fuerza.
— Haber par de... — un niño nos gritaba pero fue que lo golpe.
— Puño dragon... — musite al darle en el abdomen
— Eres un desgraciado — grito otra vez pero Tailer me defendia, aunque le negara esto el queria pelear.
Tailer tenía un espíritu inquebrantable, incluso si estaba enterrado bajo el dolor y la decepción. Y yo, con mi vista aguda y mi determinación me hacia sentir que no merecia este poder, estaba decidido a ayudarlo a encontrar su camino de nuevo. Sabía que no podía resolver todos sus problemas, pero podía estar allí para él, ofrecerle un hombro en el que apoyarse y un oído dispuesto a escuchar.
En los últimos años de preparatoria, empezamos a ver un rayo de esperanza. Tailer conoció a alguien que le ayudó a redescubrir su valor y su fuerza. Empezó a recuperar su confianza, a creer de nuevo en sí mismo. Y yo, como siempre, estuve allí a su lado, listo para apoyarlo en cada paso del camino.
— Hey, ¿Acaso traes pizza? — me dijo Tailer, me extrañe ya que la pizza estaba demasiado lejos donde la habia dejado.
— Eh,no es pizza, es solo una caja de carton — le menti ya que esa pizza me la habia regalado Hikari y tenia forma de corazón por alguna razón.
— Ya veo... — musito Tailer y solo rei burlesamente.
— Milagro, pero bueno ire a tirarla — me disponia a agarrar la caja e irme a mi cuarto.
— A mi no me mientas, desde aqui puedo verla — dijo Tailer y me sorprendi
¿Acaso dijo que desde alla puede verla?
—¿Cuatos dedos tengo? — saque dos dedos desde donde estaba que si era algo lejos.
— Tienes 4 dedos — me respondio de manera correcta solo me sorprendi aun mas.
La vida nunca es fácil, pero con el apoyo adecuado, podemos superar cualquier cosa. Tailer me enseñó eso. A pesar de todo lo que ha pasado, sigue adelante, más fuerte y más determinado que nunca. Y yo, como su hermano y su amigo, no podría estar más orgulloso de él.
Fin del Capítulo 12.
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