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Capítulo 11

Tailer

En la vida nunca nada será igual, trae muchos cambios que al principio te hacen tener inspiración para seguir avanzando; sueños, fantasías, altas expectativas, ilusiones, y deseos. Sin embargo, cuando menos te lo imaginas, estos cambios en la vida interrumpen el camino que sigues por parte de alguien más, puedes creer que ha sido destruido, pero tomas una elección. Dar un paso atrás y crear tu propio camino a un futuro diferente.

¿Crees saber lo que realmente es sufrir?

—Desde niño rezaba a los Dioses antiguos —dije serio mirando una sombra.

—Siempre supe escuchar, Tailer —me responde la voz de una mujer, era muy suave y emanaba serenidad y virtud.

—¿Y así es como respondes? —añadí sin quitar mi seriedad, mirando fríamente a dicha "Diosa" como una falsa y despreciable ente.

En mi infancia mis recuerdos son enigmas sin resolver, mi vida tomó un rumbo que era proactivo, en el kinder fue cuando se dio a conocer esto.

—Tu luz no me engaña —dije frío a la misma entidad.

—Brilla por el bien del interior —respondió.

—Tu corazón es más negro qué el de Moral —reclamé apretando una cadena.

Me gustaba correr mucho, jamás me quedé quieto en algún punto y cuando me comía chocolate ni hablar todo era una vida llena de felicidad y adrenalina del nivel de un niño, hasta que un día surgió uno de los cambios que definirían mi camino y en quien me convertiría.

—¿Tailer, por qué te acercas mucho al pizarrón? —me preguntaría mi maestra del kinder.

Ella fue de las primeras que notaría que me esfuerzo mucho para poder ver y estaba exageradamente pegado al pizarrón, casi se pegaba mi frente con este mismo.

—Es que... no puedo ver lo que dice, maestra —respondí con inocencia y miedo.

Antes pensé que era normal mi vista porque ya me había acostumbrado, sin embargo, me di cuenta que yo no era normal hasta esa etapa de mi vida cuando tenía que estar a la cercanía de las palabras y personas para poder verlas.

—Por favor, escúchame —musité.

—Los mortales no conocen de Dioses —la misma voz afectaba mi cabeza.

—¿Desde cuándo la ignorancia es una virtud? —respondí molesto.

[. . .]

—Señora, su hijo tiene un grado de visión menor al de los demás —dijo un oftalmólogo.

—¿Pero eso por qué? —preguntó mi madre algo aterrada.

—Se debe a un factor genético, que salió desde nacimiento, por eso estos cambios su hijo no los notó —dijo el hombre.

—¿Y no hay nada que podamos hacer? —preguntó nuevamente mi madre, yo veía la conversación en silencio meditando.

—Nada, al ser de nacimiento no podemos tocar esto, y dudamos que unos lentes sirvan para hacer visible la vista —responde el hombre.

—¿Y Black, tiene el mismo problema? —dijo mi madre.

—A diferencia de Tailer, él tiene una vista de "águila" y es capaz de ver con claridad la letra de un frasco en la mesa de al lado —responde el oftalmólogo.

Al principio pensé que esto era una gran cualidad ya que Black tenía una de "águila", esto sería igual y algo que me definiría como persona en particular, algo que me identificaría y que podría sobrellevarlo.

Los primeros días fue así, fácil de manejar, seguía teniendo una feliz actitud, que podría sobrellevarlo y así fue al principio. A pesar de mi vista tuve buenas calificaciones y mi vida transcurrió de forma normal. Era feliz ya que, a pesar de no ser muy comunicativo con los demás por mi diferencia y comparación de mi hermano, seguía siendo el chico activo y juguetón de siempre, o así era hasta que llegué a la secundaria.

—¡La papa se quema, se quema, se quema! —una niña decía, tapándose los ojos con las manos.

—¡Tailer, vela! —gritó un niño y me aventó la papa que tenía.

—¡Hey! —me quejé ya que esta me pegó en la cara—. Eso no lo vi venir —dije molesto, busqué la dichosa papa para después querer lanzarla.

—¡De quemas! —se detuvo la niña, solo suspiré resignado.

—¡A Tailer se le quemó la papa! —y rieron como si no hubiera un mañana.

Sí, usualmente los días en la secundaria fueron algo despreciables, más que nada por el factor de que eran comparaciones con mi hermano.

—Oye, Tailer, quítate, no me dejas ver —me comentó uno de mis compañeros al verme en medio y cerca de la pizarra para poder ver con claridad lo que decía el pizarrón.

—Lo siento —no me quedaba más que disculparme aunque no fuera mi culpa.

Los inútiles estos no entienden, ya que les había explicado a todos en mi aula de mi situación de vista, pero solo se burlaban.

—Ya déjenlo —me defendió Black, me sentí inútil.

No todo es lo que parece.

El apoyo de Black hacía que quisiera seguir adelante, tener amigos y saber qué es tener un círculo social aún más grande, socializar no es tan malo.

Es bastante malo.

Los estándares de hoy en día mueven al mundo, eres como ellos bien, si no, lárgate.

—Venga, ¿qué es lo que quieres? —me dijo un compañero.

—Me parece que eres genial, ¿no quieres ser mi amigo? —preguntaba inocentemente.

—No, paso esta vez —me contestó frío.

—Pero... ¿por qué? —pregunté extrañado.

—No quiero tener que guiarte, ciego.

Simplemente no me tomaban en serio, algunas veces me ignoraban, cerraban de manera forzosa la conversación o simplemente buscaban alguna excusa para alejarme, a pesar de aquellos rechazos sociales yo seguía con vida.

—Hey... —Black llegó mirándome.

—No le hagas caso, no necesitas a esos bobos —me dijo él serenamente.

—Pero quiero amigos... —musité, algo melancólico.

Cuando notaba que me querían hablar yo solía ponerme a correr por toda la secundaria, era mi actividad favorita ya que la adrenalina que recorría por mi cuerpo me hacía sentirme fuerte para seguir adelante, como la velocista Melissa de la popular serie.

¡Corre como el viento!

El punto más fuerte de mi vida se presentó cuando conocí a una chica, a mi perspectiva de aquel entonces ella era bonita, se veía que era sociable y parecía que tenía cierta popularidad.

El peor error que cometí.

—¿Has tenido novia? —me pregunta Homura.

—No, para nada, pero sí quiero una —respondí nerviosamente.

—Yo pensé que sí, ¿te han rechazado? —me pregunta arqueando una ceja.

—Sí, ¿te cuento mi historia? —ella asintió y simplemente comencé a narrar.

Podemos remontar el tiempo al tercer año de secundaria, un año donde tenía un sentimiento de cariño por una chica. En ese momento había ido a dejarle una nota en su casillero, para esperarla afuera de la escuela y poder decirle lo que sentía.

—Estoy nervioso —me comentaba a mí mismo viendo el pequeño jardín de la escuela—. Sé que ella sabe lo que siento, espero no equivocarme.

—Para eso estoy aquí —dice Black.

—Espero que pueda, ella sería mi primera novia —dije algo emocionado.

—Lo lograrás, mi camarada.

Después de ello, Black se alejó para dar aquel espacio que se requeriría para la declaración. Ella llegó al lugar donde la había citado, se quedó mirándome bastante confundida sin entender qué era lo que pasaba.

—¿Tú fuiste el que me citó aquí por medio de esa carta? —comentó ella sorprendida.

—Sí, yo fui —confesé.

—Bueno, Tailer, ya estoy aquí, ¿para qué me citaste? —En ese momento no sabía qué decir.

Era de esos momentos donde estaba nervioso y mi corazón se estaba descontrolando hasta que me armé de valor y dije todo lo que sentía. Presentí que así cambiaría mi destino.

—Quiero decirte que yo te amo. —En ese momento me estaba acercando a ella de manera lenta y calmada. Ella tenía un rostro que le daba miedo—. Tus finas facciones me hacen sentir mariposas en el estómago, eres tan bella como la Luna a medianoche.

—... —estaba en silencio.

Sin miedo al éxito, me dirigí a ella que me miraba sorprendida, era de pensarse que esto era simplemente porque el sentimiento era mutuo, arriesgándome por todo ello la besé arduamente.

Llevaba tiempo tratando de estar cerca de ella, pero simplemente no podía estar lo suficientemente preparado para ello y fracasaba, no hasta que me armé de valor.

Sabía que no estaría ya tan solo, esperaba una respuesta positiva en mi vida, llegué a tal punto de atreverme a acercarme a ella y robarle un beso.

A veces cuando planeas una cosa sale otra completamente diferente.

La besé de la manera más apasionada que podía, mi corazón desprendía tanto afecto que había acumulado, sin embargo, no pasaron ni dos segundos cuando ella me tomó de los hombros agresivamente alejándome de ella, su rostro representaba odio. Así, para alejarse de mí lo más rápido que pudo, estaba molesta, seria y sin ningún rastro de gusto por lo hecho anteriormente.

—¡Qué asco... me da mucho asco! —me gritó.

—¿Qué...? Pero pensé que yo te gustaba —miraba su rostro con una mirada deprimente—. Tú eres hermosa...

—Solo era amable contigo por tus problemas de visión, es todo. —Ese fue un golpe con más de 5 puntos de fuerza, eso de verdad dolía y ardía con ganas.

—Pensé que sentías lo mismo —aclaraba.

—Eres raro, de pocos amigos, y te gusta el hentai —gritó a todo pulmón.

—¿Qué? —dije en estado de shock. "¿Qué es el hentai?" pensé al oír sus palabras sin dejar de verla a los ojos.

Ella salió del lugar corriendo, a lo que simplemente me quedé con unas grandes lágrimas en los ojos. A esto Black salió de su escondite para verme totalmente devastado.

—Oye, ¿te encuentras bien? —intentaba obtener información.

—No, me rechazó —contesté fríamente.

—No te pongas mal, nada puede salir mal.

—Bueno... creo que tienes razón, esto no podría empeorar —murmuré.

Una típica frase que jamás se tiene que decir.

Como era de esperarse, las cosas empeoraron en ese momento. Al llegar decaído al salón, fui llamado para que hablen conmigo "en privado". Sabía que eso era malo, pero no podía hacer nada, más que aceptar las consecuencias.

El castigo fue algo severo, una suspensión por 2 días de la escuela. Sin ser suficiente, al regresar a la escuela la mayoría murmuraba cosas sobre mí que eran muy crueles, ya sea como "acosador", "virgen", "idiota", "ciego", "pin", entre muchas otras mientras seguías teniendo en cuenta la idea de que la chica tenía buenos sentimientos.

Entre otros apodos, porque media secundaria se enteró de aquella situación, todos empezaron a discriminar a tal punto en que irrumpieron en mi mente y afectaron toda mi personalidad. Ya no era tan alegre, dejé de correr porque perdí mi motivación y me sentía más solo de lo que solía sentir.

Por esa razón, me había vuelto una persona antisocial, que le costaba demasiado tener esa confianza en la gente, en tener que mentir y decir la frase "te amo" o simplemente decirle "hermoso/a" a algo o alguien.

Claramente pensaba en mis adentros qué era algo patético "Soy uno más del montón".

Patético querer sobresalir, sin ser alguien especial.

Mi nombre es Tailer Akeisage, soy el tipo más raro que hay. Antes tenía la esperanza de que lo imposible era posible, he tenido obstáculos y tropiezos, y hay muchas personas que me desanimaron pensando que no era la realidad. Estos días he tratado de hacer lo mejor que puedo, resistir y poder ayudar a los demás de la manera que pueda para intentar algo. Solo quiero estar seguro de que puedo dar lo mejor de mí para el futuro y estar en la expectativa de aquellos que tienen ese punto de mí y hay algo que sé, ese día está llegando.

En un mundo vasto y lleno de maravillas, Tailer, el valiente espadachín de cabello azul, se embarcó en una búsqueda épica para defender la justicia y la paz. Durante sus viajes, se encontró con Homura, la poderosa Blade de energía romántica.

El encuentro tuvo lugar en un antiguo santuario, donde una oscura amenaza amenazaba con sumir la tierra en caos. Tailer, guiado por su sentido del deber, se acercó al santuario en busca de respuestas. Homura, que ya estaba en la región, había sentido las perturbaciones en la energía y estaba investigando la causa.

Al principio, sus caminos se cruzaron como aliados circunstanciales, pero a medida que enfrentaron desafíos juntos, la conexión entre Tailer y Homuracreció más allá de la simple colaboración. La nobleza y determinación de Tailer resonaban con el sentido de propósito de Homura, y juntos formaron un equipo formidable.

Se enteraron de que una antigua entidad oscura estaba tratando de manipular las energías del mundo para sus propios fines nefastos. Tailer, con su habilidad en la espada, y Homura, con su piromancia ardiente, se convirtieron en la última línea de defensa contra esta amenaza.

A lo largo de su búsqueda, enfrentaron desafíos desgarradores y descubrieron más sobre el pasado de Homura y las razones detrás de los planes oscuros que amenazaban su mundo. La determinación de Tailer inspiró a Homuraa superar las dudas que la acechaban, y juntos, se comprometieron a proteger a aquellos que no podían defenderse por sí mismos.

A medida que avanzaban, la relación entre Tailer y Homurase profundizaba. Descubrieron que, más allá de sus habilidades, compartían valores fundamentales de justicia y sacrificio. Juntos, lograron desentrañar los planes de la entidad oscura y enfrentarse a ella en un enfrentamiento épico que pondría a prueba su valentía y determinación.

La historia de Tailer y Homurase convirtió en una leyenda, contada por generaciones, destacando la fuerza que emana de la unión entre la nobleza del corazón y el ardor de la llama romántica. Su legado vivió en la memoria de aquellos que anhelaban un mundo lleno de justicia y esperanza.

—Jaja, qué buena historia te inventaste.

—Sí, sí —respondí algo avergonzado.

Causa y efecto.

Sin embargo, en los últimos años de preparatoria alguien me ayudó a seguir adelante.

Y ahora mis superpoderes qué me hacen ser diferente.

Fin del Capítulo 11.

Lo que Tailer no sabía era que ser alguien poco interesante te vuelve interesante.

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