4. Atrapado
–Me encanta lo roja que queda tu piel –restriega la nariz por toda mi pierna. Contengo el aliento; he despertado de nuevo, no sé cuánto tiempo ha pasado esta vez–. Como reaccionas cuando te muerdo –su acción me hace retorcer del dolor. Siento la sangre cuando muerde mi blanca piel con la intención de arrancarme un trozo, su frustración cuando solo consigue mi sangre y mis lágrimas. Duele–. Recuerda –susurra contra mi oído–. Tu sangre y carne me pertenecen.
Aprieto los dientes cuando me besa en los labios, baja para volver a subir y marcar un camino desde mi pecho hasta mi cuello. Muerde de nuevo con demasiada fuerza, ahogo un grito.
–P–para, p–por favor –sujeto su cabeza para apartarlo, pero no otorgo fuerza. Él mismo se ha detenido.
– ¡No vuelvas a decir que pare! –acompaña su orden con una bofetada en mi adolorida mejilla. Mantengo los ojos cerrados–. Cada vez que quieras que pare, dirás mi nombre. ¡Dirás que me amas!
Asiento apretando fuertemente mis párpados, la cara escurrida en lágrimas.
–Te amo –susurro deseando que se vaya.
–Ahora, mi nombre –sopla en mi cuello, para luego morder la base de mi hombro. Me erizo, mi pantalón aprieta. Encontró lo que buscaba, excitarme.
–Sam...
☠☠Libre☠☠
Si me hubieran preguntado antes si sabía que todo terminaría de esta manera, contestaría con un seco sí.
Y cada persona que conocía a Samuel te diría lo mismo.
Cuando nos reunimos ese viernes por la noche, supe que ya no era el Sam que conocía.
Lo que no sé y nadie te dirá, es porque pasó todo tan rápido, casi de la noche a la mañana.
Él tenía grandes problemas familiares, sin dinero, se pasaba el día en la calle, rodeado de un eterno grupo de chicos mayores que fumaban lo que se les pusiera enfrente.
En resumen, un busca pleitos, a veces ladrón, sin estudios, con cuatro o cinco tatuajes sin un significado impresos en su morena piel, un chico de veintiún años sin futuro.
Pero lo vi, y me enamoré.
Y lo amé más que a nadie en esta terrible realidad.
Creo que pensé que me alejaría ante la menor muestra de violencia hacia mí, me dije que podía dejarlo cuando quisiera, que tenía el control.
Solo creo.
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