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◇Extra◇

Nota: La primera mitad de este extra está situado entre el penúltimo y último capítulo, después de que la "isla" se hundiera. La segunda mitad es después del final

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"Décimo cuarto día del segundo ciclo lunar del año"

Las olas del mar lavaban la arena perezosamente. En el cielo, el sol era brillante y hermoso, el único sonido era el del agua y el viento zumbante.

Nadie creería que ayer, hubo una tormenta que azotó todo el mar.

Hipo cojeó hacia delante, con un brazo alrededor de una rama que era varios centimetros mas grande que él, y buscó sentarse en una roca. Bajo su otro brazo, llevaba un cuaderno viejo de páginas amarillentas.

Muy por delante de él se encontraba Chimuelo, jugueteando en una parte poco profunda del mar sobre una roca. Su cola, con una prótesis dañada, se agitaba mientras intentaba poner sus garras en un pez.

Hipo le echó un vistazo y sonrió. Después, bajó la mirada hacia el cuaderno en su regazo y pasó las páginas.

La mitad de ese cuaderno ya había sido llenado por alguien más y sus trazos eran borrosos debido al paso del tiempo, pero la última de sus páginas era diferente. Esta tenía líneas claras y recientes, con un tipo de letra diferente. Había sido llenada por él.

Pero no era un mapa, el dibujo de algún dragón o alguna de las cosas que normalmente garabateaba. Era algo más.

La hoja original de ese "algo más" se había mojado y deshecho en pedazos cuando la isla se hundió, pero lo que había en ella lo había vuelto a escribir en este cuaderno que encontró cuando revisaba un montón de cosas que parecían haber sido parte de un antiguo naufragio. Era lo que había en sus pensamientos cuando creyó que todo se había terminado y lo primero que vino a su mente cuando despertó en esta isla.

En ese momento, Chimuelo había conseguido salvarlo a pesar de su prótesis averiada y había logrado llegar a este lugar. En esta isla, que sólo tenía dragones viejos y huesos que definitivamente no eran de humanos, todas esas noches sin dormir y días llenos de estrés finalmente le pasaron factura y un no tan inesperado resfriado fue la gota que colmó el vaso. Se había recuperado, pero ahora tenía muchas cosas que hacer.

Muchas cosas para poder salir de esta isla y quizás muchas más antes de volver a la Orilla.

Así que decidió escribir algo antes de poner su mente en ello. Lo hizo porque descubrió que la persona que naufragó hace años y dejó atrás este cuaderno, también había dejado numerosas botellas llenas de cartas sin enviar. Muchos las hubieran arrojado al mar, aún si la esperanza de que alguien las encontrara fuera pequeña, pero a través de sus cuadernos, Hipo supo que esta persona no lo hizo porque ya había decidido morir aquí.

No conocía sus razones, pero si él no envió sus cartas porque se había rendido, entonces Hipo enviaría la suya porque sin duda lo lograría. Era su manera de que esta isla viera un final feliz después de todo.

Mi amada Astrid, una vez te dije que armaría una lista con mis diez palabras favoritas, y hoy finalmente logré encontrar esa decima palabra que tanto me hacía falta.

Quizás al leerlas puedan parecer simples palabras al azar; unas más difíciles de entender que otras, pero todas esas palabras tienen una cosa en común.

Tú, Astrid.

Por eso, esta lista va dedicada a ti. Es mi forma de decirte lo que antes no pude.

Gracias, mi lady.

La última línea tenía una ligera corrección en la primera letra. Iba a ser una "T", pero después de pensarlo mejor, decidió cambiarlo por una "G" y escribir "gracias".

Las palabras importantes estaban reservadas para ser dichas en persona, no para una botella.

—¡Chimuelo, ven aquí, es hora de trabajar!

Y, esta sería la ultima vez que las pondría en papel.

.

.

.

—¡Disparen las redes!

Tras el grito del cazador, varias explosiones de detonantes se escucharon en la cubierta. Los cazadores de dragones de movían de un lado a otro.

Uno de ellos se llevó algo de fuego en su cabello cuando el ataque de un dragón lo rozó, así que abrió la escotilla y se refugió dentro. Una vez, dentro, a salvo de todo el caos de afuera, pudo respirar aliviado.

—¿Ustedes los cazadores tienen tiempo para novias? —Preguntó una voz, en un tono perezoso.

El cazador casi pierde su alma del susto y volteó. Casi, lo olvidaba. Tenían una prisionera aquí abajo.

—O novios, lo que sea, ¿tienen tiempo para algo además del trabajo? —La chica rubia se apoyaba en las rejas, como si estuviera en un bar charlando con alguien.

El cazador le dio una mirada extraña e intentó ignorarla. Apretando su lanza, se concentró en los sonidos que venían de cubierta.

—¿Sabes? Tengo un novio —siguió diciendo la prisionera—, muy dulce y atento, es el mejor novio del mundo. Sin intención de presumir, claro.

Qué demonios, obviamente estaba presumiendo

—Ya intercambiamos regalos de compromiso, y estaría muy feliz de estar en una cita con él en lugar de estar aquí fingiendo que estoy encerrada.

Espera, ¿qué?

—Así que, ¿por qué no se toman unas vacaciones? ¿Qué dicen? ¿No quieren pasar tiempo con sus novias?

El cazador de evidente soltería la miró con molestia: —¿Quieres callarte?

—Ah, eso pensé.

De pronto, el barco sufrió una sacudida. Algunas personas en la cubierta gritaron y el cazador se sorprendió.

—Qué mier...

—Y esa es mi señal —la prisionera se enderezó—: ¡Tormenta!

En respuesta, el Nadder que habían encerrado en la celda del lado opuesto, de pronto disparó sus espinas hacia el cazador. Este casi alcanzó a agacharse, pero cuando levantó la vista, la prisionera estaba sacando la mano fuera de los barrotes y recogía un par de llaves.

Se le habían caído.

—Gracias, hermosa —Astrid abrió la celda y se apresuró hacia la celda del dragón. No olvidó mencionar—: Eres nuevo, ¿cierto? Olvidaste colocar el protector para su cola, creo que te despedirán.

El cazador que tenía problemas de dinero, se arrojó hacia ella. Astrid lo esquivó, recogiendo las espinas de Tormenta en el camino, y usándolas para bloquear los ataques de su lanza.

Tuvo la suficiente destreza para ocuparse de las cadenas de Tormenta mientras peleaba con él, y al final, lo pateó hacia una de las celdas, encerrándolo allí.

Un momento después, la puerta de la escotilla salió volando hacia el cielo.

—¿Qué te tomó tanto tiempo? —En cubierta, Hipo bloqueó un ataque con su escudo y usó el mismo para abofetear al cazador. Tuvo el tiempo de bromear—: Casi pensé que estabas en problemas allá abajo.

Astrid y Tormenta aterrizaron cerca de Hipo y Chimuelo, y casi tan pronto emergieron, una docena de dragones lo hizo también. Astrid acababa de liberarlos.

—Sólo estábamos divirtiéndonos un poco —Astrid también saltó desde la montura, uniéndose a Hipo. Le guiño un ojo—. Descuida, no era tan guapo como tú.

Hipo descoordinó en su ataque y la miró con una ceja levantada.

—¿Insinuas que era guapo? —Le pasó el hacha que había traído para ella, que no había podido llevar debido al plan.

Ella la aceptó con una carcajada e hizo un movimiento con su barbilla. Hipo se agachó en respuesta y Astrid bloqueó un ataque que iba por él, no sin olvidarse de responder: —¿Por qué? ¿Celoso?

—¿Quién? ¿Yo? —Hipo codeó al Furia Nocturna, haciendo que este lo mirara—. ¿La escuchas? Insinúa que soy una persona celosa.

—Banquete de los defensores del Ala.

—¡Estaba ayudando a repartir las mollejas! Eran deliciosas, quería que todos las probaran.

—Seguro que ese hombre que intentaba conversar conmigo estuvo muy agradecido de que se las ofrecieras ocho veces.

—¡El cocinero hizo un excelente trabajo!

Aunque su conversación era casual y divertida, lo cierto era que el barco se estaba cayendo en pedazos. Al igual que una pareja que se coordina para lavar y secar los platos, ambos se movieron por el barco y destrozaron el lugar juntos, arrojando las armas de los cazadores al agua, pateando a estos al suelo y dejando que sus dragones quemaran las velas y tantos barriles como quisiera.

Estaban armando todo un caos, y sin embargo, conversaban como si sólo estuvieran haciendo las tareas del hogar.

—¿Intentan superarnos o así es como luce una discusión de pareja? —Preguntó Brutacio con algo de sospecha, mientras sobrevolaban por encima de la pequeña y lamentable flota.

—Cuando dijeron que volverse una pareja no significaba que se alejarían de sus amigos, no pensé que se referían a esto —se quejó Brutilda, mirando hacia abajo con disgusto—. Si siguen actuando tan empalagosamente delante de nosotros, voy a vomitar.

—¡Es verdad, hay que poner reglas en el equipo! —Patán pasó junto a ellos en su dragón, de forma breve—. ¡Esto es comer delante de los pobres!

—¡Sólo estás molesto porque tus chistes de pareja ya no los molestan! —Le gritó Patapez alegremente desde donde estaba.

—¡Cállate!

Brutilda suspiró: —De cualquier forma, por qué necesitan ser así de sinceros todos los días...

La silueta de un Furia Nocturna, seguida de la de un Nadder Mortifero se alzaron por el aire, dando una vuelta antes de unirse a ellos en ese rincón del cielo. Debajo de ellos, una pequeña e inofensiva cortina de humo había quedado atrás.

—¿Qué sucede? ¿Ya están cansados? Ni siquiera es mediodía.

—¡Ustedes nos están dejando atrás! —Brutilda acusó con su dedo—. Mira ese barco, ¡a penas y nos dejaron algo!

—¿El nuestro? ¡Miren el suyo! Están escapando en botes, incluso el remo está quemado —señaló Astrid.

—Oh, oh, no intenten cambiar de tema, Hiccstrid —Patán se unió a ellos justo en ese momento—, sé bien que apresuraron el trabajo para fugarse a una cita.

—Jaja, no tengo idea de lo que hablas, Patán...

—Si, todos saben que fue Patapez quien apresuró la operación de hoy porque acordó visitar a Heather esta tarde.

—¡Astrid, se suponía que no lo dirías!

Las olas del mar iban y venían perezosamente. En el cielo, el sol era brillante y hermoso.

—¡De acuerdo, habrá un día para las citas! ¡Un día! Pero si siguen haciendome madrugar, ¡será una vez al año!

—¿Cómo una festividad?

—Suena a un día inventado por los negocios para incitar el gasto de dinero y recordarles a todos la soledad y miseria en la que viven todo el año.

—...¿Qué dijo Brutacio?

Y bajo ese cielo, una botella que debería estar en lo profundo del mar, tintineaba al golper las rocas de una playa.

Astrid, ¿salimos esta noche?











N/A

Mini-extra de San Valentín, porque sigue siendo febrero lol

No soy buena con el azucar, por suerte el Hiccstrid es... Hiccstrid. Ellos pueden incendiar algo y sería romántico.

Aprovecho también para invitarlos a leer El había una vez de muchos, mi nuevo fic de CEATD que debería estar actualizando en lugar de escaparme aquí para escribir dulzura XD

Abrazos virtuales~ Adiós~

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