5|Te lo juro
Historia de la familia Hansen/Hofferson.
Noruega. 22 años antes de los acontecimientos de DRAGONES
Atali era una joven atlética, inteligente y enfocada a su futuro. Un futuro que consistía en cumplir con la tradición familiar. Desde pequeña fue entrenada y preparada para ello, pero ahora (a sus 20 años), estaba comenzando a cansarse de las exigencias de su madre. Entendía que el legado que debían seguir era importante, que habían sido elegidas muchas generaciones antes para realizar una tarea de suma importancia. Pero a ese punto, estaba comenzando a detestar aquella tarea "impuesta por los dioses".
En ese momento se encontraba en el parque cercano a la casa de su madre, estaba en un área apartada, que generalmente estaba sola. Una vez se aseguró que no había nadie, se permitió llorar en silencio. Unos minutos después limpió sus lágrimas y suspiró con tristeza.
—¿Está todo bien? —una voz tras ella la hizo brincar, girando enseguida para ver quien le hablaba —Lo siento, no quería asustarte. —se disculpó una chica rubia de cabello corto que usaba ropa deportiva y retiraba sus audífonos mientras veía a la pelirroja con una sonrisa
—No me.. No me asustaste. —negó Atali, volviendo a limpiar su rostro como podía y poniéndose de pie
—De acuerdo. —sonrió más y se acercó a ella, ayudándole a limpiar su rostro con suavidad, acción que desconcertó a la pelirroja —¿Estás bien? —volvió a preguntarle con calma
—Si.. —asintió con la cabeza, alejándose del toque de la rubia
—Eres Atali Hofferson, ¿verdad? —se alejó un paso para no hacerla sentir más incómoda de lo que ya estaba
—¿Cómo..?
—Te he visto en la universidad, eres parte del equipo de rugby. —le explicó, sonriendo al sentir el aroma a piña dulce de la contraria
—Oh, claro.. perdona, no sé.. —la observó con atención, sonriendo a medias sin pensarlo, disfrutando el aroma de la contraria: —Manzana verde.. —murmuró
—Me llamo Malaquita Hansen, pero puedes llamarme Mala. —se presentó, sonriendo más al verla sonrojarse ligeramente
—Que lindo nombre. —comentó en bajo, desviando su mirada —Creo que.. es la primera vez que te veo. ¿Vives por aquí? —volvió a verla, sintiéndose intrigada por la rubia, que soltó una risa suave
—Vivo en uno de los edificios de la universidad. Y es comprensible que no me vieras antes, llegué a Noruega hace una semana. —mantuvo su voz y su esencia tranquila
—¿No eres de aquí? —la rubia negó con la cabeza —¿Te gustaría un recorrido? —preguntó con una sonrisa, haciendo sin querer su aroma más dulce
—Me gustaría. —asintió con la cabeza
Atali la guió por aquel parque, hablando con ella para conocerla mejor y mostrándole algunos lugares en la ciudad conforme avanzaban. Todos esos lugares ya los había conocido un par de días antes gracias a la chica que dormía en el mismo apartamento que ella, más no lo dijo, pues en realidad quería conocer a la pelirroja.
Aquella noche, cuando volvieron a sus respectivas habitaciones se dieron cuenta que no podían dejar de sonreír ni de pensar en la contraria.
Noruega. Dos semanas después del primer encuentro.
Mala era una joven sobresaliente, con calificaciones altas y asistencia perfecta. Concentrada y enfocada en las metas que tenía hacia un futuro. Al menos estaban claras hasta que cierta chica apareció en su vida, cambiando sus ideas de lo que podía llegar a ser su futuro. Cambiando para mal. Después de conocer a aquella Alfa, sus notas comenzaron a bajar, comenzó a faltar clases y su relación con sus padres se vio fracturada de manera inevitable. Tuvo un par de meses tormentosos, causando tantos estragos en si misma y su entorno que sentía que ya no se reconocía.
Al llegar a los 19 años fue ayudada por su abuela materna para obtener un lugar en una de las universidades más prestigiosas de Noruega, con una beca bastante buena y en la carrera que ella había querido desde siempre: Leyes.
En ese momento se encontraba en uno de sus descansos entre clases y buscaba con la mirada a la pelirroja que le robaba suspiros desde aquel primer encuentro. Tenía días observándola a la distancia, escuchando de ella por los pasillos y con cada encuentro que tenían (así fuera solo un saludo silencioso y de lejos) Mala estaba más segura de que quería pasar el resto de su vida con ella.
—¿Buscas algo? —preguntó una voz a su lado, sobresaltándola
—Por los ancestros.. —giró a ver de quién se trataba, sorprendida de ver a la chica a quien estaba buscando —Atali, oh, no.. no.. —negó con la cabeza, nerviosa
—Oye, tranquila. —la pelirroja soltó una risa suave —¿Puedo sentarme contigo? —preguntó con una sonrisa dulce, esa que tanto le gustaba a la rubia
—Claro, claro. —asintió con la cabeza y le sonrió mientras la pelirroja se sentaba a su lado
—¿Puedo preguntarte algo? —Mala asintió con la cabeza, prestándole completa atención —¿Por qué me observas tanto? —cuestionó con calma mientras tomaba un bocado de su ensalada para comerla, la rubia se sonrojó con intensidad —Has estado viéndome desde hace unos días.
—Oh.. es que.. bueno.. —desvió su mirada sin saber que responder, Atali sonrió al ver su reacción, notando su nerviosismo
—¿Acaso te gusto? —preguntó, tomando el mentón de la rubia para hacer que la viera
—Bueno.. —Mala se quedó sin palabras, ¿tanto se notaba? —Si... —admitió en bajo, segundos después —Me gustas mucho desde el primer día que te vi. Y entiendo que puede ser raro y...
No pudo decir más, pues la pelirroja se acercó a besarla con calma, beso que enseguida correspondió.
—Es bueno saberlo. —le dijo con una sonrisa, sonrojándose ligeramente —Porque tú también me gustas.. y mucho.. —confesó, la rubia sonrió, sintiéndose feliz por ser correspondida —¿Te gustaría tener una cita conmigo?
—Me encantaría. —asintió enseguida, acercándose a ella para darle un beso suave —Me encantaría muchísimo.
Atali soltó una risa suave y comieron juntas mientras se ponían de acuerdo para ver a dónde irían y cuando, para tener esa primera cita. La cual sirvió para conocerse mejor y comenzar a tener muchas más, iniciando así su relación oficialmente dos semanas después.
Un mes después, en el apartamento de la rubia.
Mala estaba nerviosa, avanzando de un lado a otro por su apartamento mientras esperaba a su novia. La había invitado a cenar y le había pedido a su compañera de apartamento algo de privacidad. La idea era celebrar sus dos meses juntas, apenas tenían mes y medio de novias, pero ya dos meses de aquel primer encuentro. Aunque, en las últimas horas, se dio cuenta que había una pequeña situación que debía ser discutida esa noche, por sobre todo lo demás. Y eso.. es lo que la tenía tan nerviosa.
Vio nuevamente el reloj en la pared de la sala, suspiró y volvió a avanzar en el lugar, sintiéndose inquieta por lo que podría pasar esa noche. Detuvo sus pasos al escuchar que llamaban a la puerta, suspiró nerviosa y avanzó para abrirla, encontrando a su dulce novia en el pasillo.
—Hola, bomboncito. —la saludó con cariño y levantó las bolsas que traía en las manos —Conseguí la comida china que te gusta. —sonrió
—Hola cariño, pasa.. —se hizo a un lado para dejarla pasar
—¿Qué sucede? —preguntó la pelirroja entrando al apartamento, notando que lucía nerviosa*
—Vamos a comer, después.. después hablamos de.. —cerró la puerta, suspirando y luchando con el nudo en su garganta
—Bomboncito, ¿que tienes? —Atali dejó las bolsas con comida en un mueble cercano y se acercó a su novia, que negó con la cabeza de manera suave mientras sentía las caricias de la pelirroja en la espalda
—Vamos a comer.. —murmuró apenas, dándose la vuelta y tratando de sonreír
—Está bien.. vamos. —asintió con la cabeza y se acercó con ella al comedor, llevando la comida
Mala permaneció con la mirada en la mesa, tratando de comer lo que su novia había llevado, pero hasta el apetito se le había quitado. Atali la observó de vez en cuando mientras comía, queriendo saber que era lo que tenía tan mal a su amada rubia.
—Recuerdas... que te conté sobre... Berk.. —habló al fin, en bajo y sin levantar la mirada
—Lo recuerdo. —murmuró, deteniendo sus acciones por completo para verla con atención
—Y recuerdas que.. te hablé de aquella chica.. —sin quererlo, su voz comenzó a quebrarse. La pelirroja estiró su mano hacia la de la rubia y la apretó con suavidad
—La recuerdo. —volvió a murmurar, notando que parecía estar muy afectada por alguna razón que desconocía —Descuida, toma tu tiempo. —acarició su mano, queriendo darle tiempo para calmar sus emociones
Comenzó a pensar en las posibles razones por las cuales la rubia podría estar así. ¿Habría algo que no le dijo de aquella chica? ¿A caso había viajado hasta Noruega para seguir atormentando a su amada Mala? De seguro sería eso, seguramente querría sacarle dinero. Si, debía ser eso.. Pero ya la encontraría y le pondría un alto. Le haría volver por donde vino y le asustaría tanto que no volvería a pensar siquiera en Mala. Le pediría ayuda a Minden, seguro con su ayuda podría...
—Voy a tener un bebé.. —murmuró unos minutos después
—¿Qué? —preguntó la pelirroja por inercia pues no era para nada lo que creía que pasaba —Quiero decir.. ¿estás segura? —preguntó con más calma
—Tengo algunos días sintiéndome mal, así que fui a la clínica y.. —tomó un poco de aire y apretó el agarre en la mano de su novia, quien esperó pacientemente a que Mala continuara —Tengo tres meses.. —murmuró
—¿Es de ella? —preguntó Atali en bajo, sabiendo en su interior la respuesta
—Es de ella..** —asintió con la cabeza
—Y.. ¿cuál es el plan ahora? —le sonrió a medias, acariciando su mano con delicadeza para darle algo de tranquilidad en ese momento tan complicado
—Espero que no termines odiándome por esto, pero.. no puedo solo dejar de lado mi responsabilidad con este bebé y.. Me gustaría tenerlo. —respondió unos minutos después, sin levantar la mirada a la contraria
—Bomboncito, no podría odiarte. —se acercó para abrazarla con cariño —Si eso es lo que quieres, cuenta conmigo. —dejó un beso en su cabeza y le sonrió
—¿Qué quieres decir? —preguntó desconcertada, devolviéndole el abrazo
—Quiero decir que.. si me lo permites, claro. Seré una buena madre para ese bebé. —la abrazó un poco más
—¿Hablas enserio? —Mala sintió su voz quebrarse nuevamente
—Muy enserio, preciosa. —asintió con la cabeza, se separó ligeramente para verla mejor y le sonrió con cariño —Serás la madre más hermosa de todas. Te voy a consentir mucho y voy a cuidarte.
—Espera, espera.. ¿y tu madre? —se separó de ella para verla con detenimiento —Ni siquiera tolera verme y ahora..
—Hay cosas más importantes, bomboncito. —le interrumpió con dulzura —Ahora seremos una familia y voy a protegerlos. —aseguró de manera firme
—¿De verdad quieres esto? —volvió a preguntar
—Desde el día en que te conocí. —admitió apenada —No he podido dejar de pensar en lo mucho que me encantaría pasar el resto de mi vida contigo, Malaquita.
—Eres un encanto, mi dulce ángel. —volvió a abrazarla con cariño, permitiéndose llorar nuevamente, pero ahora sintiéndose aliviada por tener el apoyo de su amada
—No tienes nada que temer, bomboncito. Ya no estás sola. —correspondió el abrazo con cariño, consolando a la rubia —Y no pienso irme nunc de tu lado. —le aseguró en un murmullo
—¿Lo prometes?
—Te lo juro. —llenó su rostro de besos, haciéndola reír suavemente —No habrá nadie que los ame más que yo. —le dijo con cariño, llevando su mano al vientre de la rubia —Es una promesa.
Mala sonrió y tomó sus mejillas para atraerla y besarla con dulzura, le creía. Sabía que Atali se quedaría sin importar qué.. Ella no se iría de su lado, nunca.
Notas:
*El edificio universitario donde Mala se queda tiene un sistema especial para disminuir las esencias de Alfas y Omegas, siendo casi imperceptibles. Así como también había habitaciones que contaban con un sellado especial, exclusivos para estudiantes Alfas que se podían volver agresivos en sus celos o bien, Omegas con esencia demasiado intensa en esos periodos.
**En el Omegaverse, las mujeres Alfas son capaces de embarazar a sus omegas debido a que cuentan con un sistema reproductivo masculino que suele "salir" durante sus celos. Así como (en esta historia, al menos) cuentan con un sistema reproductor femenino, lo que les permite quedar embarazadas.
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