3|Hada madrina
Historia de Oswald e Isabella Berserker.
Se desarrolla un mes después del rompimiento del compromiso entre Isabella y Estoico.
Oswald Berserker era un joven Alfa de cabello negro y ojos color avellana. Trabajaba como cocinero en un restaurante y era mejor conocido como Oswald "el agradable" por su carácter amable con cada uno de los trabajadores y clientes que llegaban al restaurante.
Siempre mostraba una sonrisa, era atento y solía hacer que todos a su alrededor se sintieran cómodos con su presencia.
Esa mañana había iniciado como cualquier otra, algunos de sus compañeros hacían bromas y el ambiente era ligero.
El pelinegro terminó de hacer un pedido cuando Eloise, una de sus compañeras, le hizo una seña que solo entre ellos entendían, sonrió encargando la cocina a su compañero con la excusa de ir al baño. Salió con una sonrisa hacia el pasillo escondido donde pudo percibir el aroma de la omega que le encantaba, aunque su sonrisa se disminuyó al detectar la tristeza en su aroma.
—¿Isa? —preguntó con suavidad sin acercarse a ella, como cada vez que se veían, pues no podía dejar que su esencia se impregnara en ella
—Quítame esto... —murmuró con desesperación girando al chico, dejando ver un estorboso collar que la protegía de ser marcada por alfas —Por favor... siento que me ahoga... —repitió jalando el collar con fuerza
—Espera, espera... —se acercó a ella de prisa deteniendo sus manos —Vas a lastimarte.
—Por favor.. quítalo.. —pidió entre lágrimas
—Está bien, está bien.. espera.. —murmuró sintiéndose nervioso ante su petición
Isabella se dio la vuelta después de darle la llave del collar (la cual había robado del bolso de su madre) y suspiró aliviada al sentirse liberada de su prisión. Oswal sintió sus manos temblar al percatarse lo cerca que está de ella y que la había tocado.
—Perdona, no debí.. —se alejó de ella unos pasos
—Gracias. —murmuró ella sobando su cuello con suavidad
—Isa.. —la observó girando hacia él despacio —¿qué pasa?
—Mi compromiso con Estoico se rompió. —murmuró viéndolo con tristeza
—Oh, eso es.. bueno.. ¿no?—no sabía como responder a eso, le alegraba en cierto modo, pues eso la haría ser libre.. pero al verla llorar se dio cuenta que tal vez no era bueno —Isa..
—Mi padre dice que fue mi culpa.. me comprometió con alguien más.. —suspiró con frustración y cubrió su rostro dejando salir nuevas lágrimas
—Tal vez.. es lo mejor para ti.. —murmuró indeciso haciendo una mueca, no sabiendo exactamente que hacer ante la nueva información
Sabía que él nunca podría llegar a ser un candidato para estar con ella, no tenía mucho que ofrecerle económicamente hablando y sus padres no la dejarían estar con un chico como él. Eran de distinta escala social y eso impedía que pudieran estar juntos, así que lo que sentía por ella solo era un amor platónico.
—Ese hombre no me quiere.. —murmuró —Me obliga a usar ese horroroso collar porque se niega a marcarme y no quiere que nadie más lo haga.. —Oswald frunció su ceño ante el comentario de la pelirroja
—¿No quiere marcarte? —preguntó desconcertado —¿Qué le pasa?
—Me ve como una incubadora.. eso pasa.. —se quejó quitando las manos de su rostro para verlo —Lo único que le importa es que le dé hijos, que sea sumisa y no piensa en tener una marca que nos una.. —aquello hizo enojar al pelinegro
—¿Tu padre está de acuerdo con eso? —preguntó con voz baja, no queriendo externar su enojo frente a ella
—A mi padre no le importa lo que pueda pasarme.. Ese sujeto casi me dobla la edad y no le importa en absoluto a mi padre.. solo le importa el dinero que puede ganar cuando me vaya de casa.. —limpió las lágrimas de sus ojos y sollozó
Oswald no pudo soportar verla así y en contra de los acuerdos que habían hecho, se acercó hasta ella para abrazarla con fuerza queriendo calmar su llanto. Isabella se aferró al chico permitiéndose llorar más libremente. Le frustraba ser vista como un simple objeto de intercambio del que sus padres se podrían deshacer, pero así era como funcionaba el mundo para los omegas.. y había tenido que resignarse.
—Isabella.. —la voz de su madre la hizo apretar el abrazo hacia el chico, quien había comenzado a soltar el abrazo sobre ella hasta que la sintió aferrarse más a él, pudo detectar el miedo de la pelirroja por lo cual permaneció en su lugar —Isabella, donde... —la mayor se detuvo viendo a su hija siendo abrazada por aquel alfa —¿Qué haces con mi hija? —preguntó alterada al ver la escena, especialmente al notar que la pelirroja no tenía la "protección" en su cuello
—Señora Dawson.. —trató de hablar con calma hacia la mujer, quien gritó pidiendo ayuda
Isabella se separó de Oswald para tratar de calmar a su madre, dos meseros, una de las ayudantes de cocina y Eloise se acercaron ante los gritos, tratando de calmar a la mujer prometiendo ayudarle.
—No vuelvas a acercarte a mi hija. —reclamó hacia el pelinegro, quien la vio sin decir nada —¿Quién te crees que eres para atreverte a ver siquiera a mi hija? —levantó la voz mientras tomaba el collar de Isabella, tratando de ponérselo de nuevo
—No quiero usarlo. —comentó en bajo y negó con la cabeza
—No es opcional, Isabella. Lo sabes. —la regañó volviendo a colocar el collar alrededor de su cuello —Elías no quiere que te lo quites y no lo harás. —sentenció, Oswald hizo una mueca ante su comentario
Un hombre castaño se acercó con el ceño fruncido y se abrió paso entre el cúmulo de personas que se había formado en el pasillo. Isabella sintió su aroma y bajó la mirada resignada, esperando más gritos de su parte.
—¿Qué pasa aquí? —interrogó con seriedad viendo después a la joven pelirroja —¿Qué has hecho ahora?
—No he hecho nada. —respondió en bajo
—¿Disculpa? —se acercó a ella tomando su mentón de manera brusca para hacerla levantar la mirada,sin importar que eso podía lastimarla por el collar —¿Qué dijiste, linda? —Eloise tomó el brazo de Oswald para evitar que se acercara
—No hice nada, señor. —corrigió en un murmullo, el hombre hizo una mueca al notar la esencia de otro alfa en ella y apretó un poco más el agarre en la chica
—Creo que sería mejor irnos. No me agrada este lugar. —comentó la madre de Isabella viendo al pelinegro con seriedad
—Vuelvan al auto mientras pago la cuenta. —ordenó el hombre soltando a la menor
Isabella vio a Oswald un instante antes de ser prácticamente arrastrada por su madre hasta la puerta del restaurante. Avanzaron hacia el auto de su prometido y la hizo entrar al auto en la parte trasera.
—Me encargaré de que no vuelvas a ver a ese chico, ¿me oyes? —comentó la mayor con enojo —Elías será tu esposo, quieras o no.
Cerró la puerta del auto con enojo y abrió la puerta de copiloto para entrar, notando que había dejado su bolso en la mesa.
—Más te vale quedarte aquí, vuelvo un un momento. —advirtió saliendo del auto y avanzó de nuevo al restaurante, donde Elías reclamaba al gerente del lugar pidiendo el despido de Oswald por tratar de "propasarse" con su prometida, se acercó a él para apoyarlo y el gerente les aseguró que haría algo al respecto
Isabella suspiró tratando de contener su llanto, pues sabía que le iría peor si la veían llorar. Vio hacia el restaurante de nueva cuenta con la esperanza de ver una vez más al chico que tanto le gustaba. Quería disculparse con él, quería verlo al menos una última vez antes de resignarse a tener una vida aprisionada en una jaula de oro.
Escuchó la puerta del auto abrirse repentinamente y saltó en el asiento del susto.
—Vamos, Isa. No hay tiempo que perder. —al girar la mirada a quien abrió la puerta pudo ver a Oswald, con un casco de motocicleta puesto. No dudó un segundo en tomar su mano y salir del auto con rapidez —Toma. —le dio otro casco y le ayudó a ponérselo para después ambos subir a una motocicleta —No te sueltes. —pidió mientras arrancaba, ella se aferró a la cintura del chico sintiéndose asustada por la situación
Escuchó a su madre gritarle y escuchó la voz fuerte de Elías. Temía que los siguieran en el auto, que pudieran alcanzarlos, que lastimaran a Oswald por su culpa y tener que soportar el castigo que sus padres y ese hombre le darían..
El pelinegro avanzó unos minutos para después detenerse frente a un edificio que ella jamás había visto. Él sintió el miedo en la esencia de la pelirroja y cuando ambos bajaron de la motocicleta y notó que observaba hacia su alrededor.
—Nadie te hará daño aquí. —habló con suavidad para tratar de calmarla
—¿Y si me encuentran? —murmuró asustada mientras él le quitaba el casco con cuidado
—No lo harán, descuida. —le sonrió —Aquí estarás a salvo. —tomó su mano con suavidad, ella le sonrió de vuelta y lo siguió hacia el interior del edificio acercándose más a él sintiéndose extraña en ese ambiente.
Llegaron a un apartamento pequeño, dejaron los cascos sobre una pequeña mesa y la pelirroja observó el lugar con admiración.
—Este lugar... Es muy lindo.. —murmuró viendo la decoración del apartamento
—Perdona si no es a lo que estás acostumbrada. —se disculpó rascando su nuca con nerviosismo —Pero te prometo hacer que lo que esté en mis manos para que estés cómoda. —aseguró nervioso
—En ese caso.. ¿Podrías volver a ayudarme? —señaló el estorboso collar que su madre le había vuelto a poner
—Claro que sí. —se apresuró a acercarse y forzó la cerradura del collar con cuidado para poder quitarlo, haciéndola quejarse —Perdona.. —se disculpó al ver que se quejaba tocando su cuello
—No fuiste tú.. —murmuró haciendo una mueca mientras masajeaba la zona de su cuello, él la observó con detenimiento y notó que había una marca rojiza en su mentón, tomó con cuidado el mentón de la chica para verla mejor
—¿Quieres algo de hielo para calmar el dolor? —preguntó con calma sin perder de vista los preciosos ojos verdes de la chica, ella sonrió
—Estaré bien, pero gracias. De verdad, muchas gracias. —lo abrazó haciéndolo sonreír
—No podía quedarme sin hacer nada. No me gusta verte llorar. —admitió abrazándola con cariño haciéndola sonreír
Habían pasado dos semanas.
Isabella se quedaba en el apartamento del chico mientras él trabajaba en otro restaurante cerca de la zona. No había sido difícil para él conseguir nuevo empleo, pues era apreciado por todos en esa zona y entendieron su situación.
La pelirroja estaba aprendiendo a cocinar con él, ya que no estaba acostumbrada a hacer eso en casa pues no era una de sus prioridades. En ese momento se encontraba en la cocina decorando unos panquecitos que había horneado, era la única receta que se sabía de memoria pues la había aprendido de su abuela muchos años atrás.
Traía puesta ropa del chico, una playera verde militar de manga corta y un pans gris que ajustó a su cadera. Ambas prendas le quedaban grandes, pero eso la hacía sentirse cómoda.
Oswald llegó al apartamento, sonrió al escuchar música y sentir el aroma dulce de la chica. Avanzó hasta la cocina y la vio bailando mientras terminaba de decorar los panquecitos que le había prometido hacer el día anterior.
—Bienvenido a casa. —le saludó con emoción acercándose a dejar un beso sobre su mejilla —Por fin los hice, —señaló los pastelitos —son de vainilla con fresas y chocolate. —comentó alegremente
—Se ven deliciosos. —comentó abrazándola por la cintura, la atrajo a él dejando un beso en su frente —Yo traje unos rollitos de esos que te gustan. —levantó la bolsa que tenía en su mano, dejando ver el paquete de comida con el logo de su restaurante favorito
—Gracias. —lo abrazó
Comieron de manera tranquila, hablando sobre su día y cantando algunas canciones que la pelirroja ponía. Tras unos minutos Oswald recibió una llamada, alejándose de la cocina para contestar pues había ruido. Isabella bajó el volumen de la música y esperó al chico mientras degustaba uno de los panquecitos que había hecho. Lo escuchaba hablando y de pronto lo vio entrar a la cocina aún con el celular en su oído.
—Estoico está abajo, dice que quiere verte. —ella lo vio con sorpresa —¿Te gustaría verlo?
—¿Verme? ¿Por qué? —se enderezó en su asiento poniéndose alerta ante aquella noticia
—Tranquila, quiere saber que estás bien. —le sonrió —¿Quieres que suba? —ella asintió sintiéndose aturdida
El chico terminó la llamada, se acercó a ella para abrazarla y llenar su rostro de dulces besos con la esperanza de calmarla. Minutos más tarde llamaron a su puerta, el pelinegro se acercó a abrir dejando ver la figura de Estoico del otro lado.
—Bienvenido. —sonrió el pelinegro invitándolo a pasar
—Hola.. —saludó la pelirroja un tanto alejada de él
—Así que aquí estabas. —sonrió soltando un suspiro —Cuando Nicole me dijo que habías desaparecido me preocupé, no dejé de buscar a Oswald desde ese momento. —se acercó a ella para abrazarla suavemente —Me alegro que estés bien.
—¿Cómo sabías que estaría aquí? —interrogó regresandole el abrazo brevemente
—Escuché que un chico te había raptado y cuando tu madre dio las señas particulares del sujeto en cuestión supe que estarías aquí. —la soltó —Te traje algunas cosas que podrían ser de ayuda. —señaló hacia la puerta, donde se encontraba Bocón cargando una gran caja de cartón
—Oh, no era necesario.. —comentó sonrojada
—Nicole me asesoró para comprártelo, espero que sea de tu agrado.
—¿A que se debe tu amabilidad? —preguntó el pelinegro desconcertado y cruzó sus brazos con cierta molestia
—Quiero ayudarles, —comentó con calma —los Dawson no se quedarán de brazos cruzados y buscarán la manera de recuperar a Isabella. —la pelirroja se acercó al joven rubio para indicarle donde dejar la caja
—¿Qué propones que hagamos? —preguntó el chico mientras veía a la chica observando la caja con emoción
—Propongo que se casen, entre más rápido, mejor. —ella los vio sonrojándose al instante
—¿De que estás hablando? —cuestionó Oswald —¿Eso los va a detener?
—Tal vez no, pero les dará la ventaja a ustedes. Ante la ley, Bella sigue siendo menor de edad, si sus padres llegan a usar ese argumento en tu contra no solo irás a prisión.. ella no volverá a ser libre. —explicó tranquilamente —Si existe una marca voluntaria, la petición de una acta de matrimonio será más fácil de tramitar y no habrá necesidad de la autorización de sus padres.
—Solo se les notificaría que nos casamos... —murmuró la pelirroja sonriendo apenada —Nos dejarían tranquilos, podría quedarme aquí. —vio al pelinegro y borró su sonrisa al ver la seriedad del chico —¿No estás de acuerdo? —preguntó con tristeza
—Me parece arriesgado. —comentó girando su mirada a ella y cambió su semblante al verla triste —No, Isa... —se acercó tomando su rostro con suavidad —Es solo que.. es apresurado, ¿no crees? —preguntó suavemente, ella asintió con pesar —Oye... quiero darte lo mejor... Ahora no tengo los recursos para ofrecerte la vida que mereces..
—Pero... yo sólo te quiero a ti.. —murmuró comenzando a llorar
—Isa..
—Por favor.. no quiero que vuelvan a llevarme. —lo abrazó con fuerza y lloró suavemente contra su pecho —Quiero estar contigo. —murmuró
—Yo también lo quiero, preciosa. Pero ni siquiera tengo el dinero para comprarte un vestido apropiado para la boda.
—En ese caso, es bueno que Isabella tenga un hada madrina. —Bocón abrió la caja que había llevado, dejando ver en su interior un precioso vestido blanco con detalles dorados
—Estoico.. —vio al pelirrojo con sorpresa
—Es un pequeño presente. Tómalo como un regalo de bodas. —le sonrió
La pelirroja sonrió acercándose a abrazarlo con emoción. Oswald vio el vestido con una sonrisa, era justo el vestido que planeaba comprar para ella.
—Muchas gracias. —agradeció al castaño —Espero poder pagarte por lo que haces por nosotros.
—Que la hagas feliz es suficiente para mí. —comentó con media sonrisa
No pasó más de un mes cuando ambos ya estaban oficialmente casados.
Su marca los había unido aún más y disfrutaron de su matrimonio por casi tres años mientras juntaban dinero para poder mantener a una nueva vida. Y esa pequeña vida les dio más motivos para permanecer juntos y amarse.
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