20| Reconectar
Ciudad de Berk, antes del capítulo 29 de LEGADO
Heather hizo una mueca mientras Eret le ponía una bufanda en el cuello para cubrirla del frío. Él sonrió con gracia al verla tan molesta.
—Detesto las bufandas. —murmuró con evidente molestia
—Yo sé que lo haces, corazón. —se inclinó para dejar un beso sobre su nariz antes de cubrirla con la bufanda —Pero necesitas cubrirte. —ella se quejó, haciéndolo reír suavemente —Anda, las niñas ya se pusieron sus bufandas y no se están quejando. —sonrió con cariño al verla quitar la prenda de su rostro y hacer un puchero, tomó su cintura para acercarla un poco hacia él —No, no hagas puchero mi niña. Es por tu bien.
—Pero no quiero. —volvió a quejarse, con un tono infantil que al pelinegro le causaba tanta ternura y que había extrañado tanto..
—Hagamos algo. —rodeó su cintura por completo, logrando mantenerla bastante cerca —Si te dejas la bufanda durante el trayecto a casa de tus padres, te compensaré después.
—¿Qué me darás? —sonrió con emoción, dejando unas palmadas suaves en el pecho del chico
—¿Qué quieres? —sonrió con cariño, sintiéndose feliz de verla volver poco a poco a ser la mujer alegre que solía ser antes de que Vania llegara a arruinarlo todo
—Un chocolate caliente. —pidió enseguida —Con muchos bombones pequeños. ¿Si? —Eret soltó una risa suave
—De acuerdo. —asintió con la cabeza —Ese será tu premio. —se inclinó para besarla con dulzura antes de volver a cubrirle la boca y nariz con aquella tela
—Me siento como un pingüino. —soltó una risa suave mientras avanzaba unos pasos, balanceándose un poco de un lado al otro, haciendo reír al pelinegro
—Eres el pingüino más hermoso de todos. —dijo con tono divertido al verla volver hacia él de la misma manera —Te amo, mi pingüinito. —se acercó a abrazarla y dejó un beso sobre su frente —Ahora, vámonos o no alcanzaremos galletas de tu abuela.
—Uh, galletas navideñas. —asintió con la cabeza y se separó del chico para salir de la habitación
Gogo los esperaba afuera, arrullando a Olivia y cantando un poco para mantener quieta a Stella, que estaba impaciente por ir a casa de sus abuelos.
—Todo listo. Vamos cariño. —Eret cargó a su hija mayor, haciéndola reír a carcajadas por el movimiento
—Yo llevo la pañalera. —avisó Heather, avanzando tras Gogo hacia la salida de su apartamento, el pelinegro salió al último con su hija, riendo al verla tan emocionada por las galletas navideñas de nana
Al llegar a la casa de sus padres, Heather suspiró aliviada al poder retirar aquella horrible prenda de su cuello. Sonriendo orgullosa hacia Eret por haber logrado su reto.
—Me debes un chocolate con muchos bombones. —murmuró hacia él
—Te daré tu chocolate cuando volvamos a casa. —asintió enseguida, bajando a su niña con cuidado y viéndola avanzar con cuidado a su abuelo, que la cargó con emoción
—Creo que Oli se hizo popó. —intervino Gogo, que seguía cargando a su sobrina menor, quien comenzó a llorar un poco
—Yo me encargo. —Heather tomó a su nena en brazos y avanzó escaleras arriba para cambiar a su nena, saludando a su madre y abuela en el camino
Entró a su antigua habitación y comenzó a cambiar el pañal de su nena con calma. Sonrió al escuchar a Dagur y Hamish hablando en el pasillo.
—Feliz navidad, hermanita. —el pelirrojo fue el primero en acercarse, entrando a la habitación con calma
—Feliz navidad. —le dijo de vuelta, terminando de vestir a Olivia
—Pero que hermosas se ven hoy. —dijo el castaño con una sonrisa, acercándose tras su hermano y viendo a su sobrina reír un poco ante los mimos del pelirrojo
—Gracias. —sonrió con cariño al ver a su niña tan feliz —Deberíamos ir abajo, antes de que Stella se acabe las galletas.
—Seguro Elsa le ayudará. —murmuró el castaño, sonriendo con cariño al pensar en su preciosa novia
Heather soltó una risita ante el comentario y vio a su hermano castaño salir de la habitación para ir con la platinada a quien no quería dejar sola mucho tiempo. Dagur lo siguió un momento después, queriendo hablar con él de algo que ella no entendió. Suspiró, quitando su chamarra y cargando a su hija con cuidado para volver con el resto de su familia.
——————————
La noche había llegado.
Eret arrulló a Olivia después de que Heather le dio de comer y la colocó suavemente en la pequeña cuna que habían llevado con ellos al verla completamente dormida. Stella había decidido quedarse esa noche con Gogo en casa de Bocón, pues su tía le cantaría hasta dormir y su tío Snotlout le había prometido avisarle si veía o escuchaba a Santa Claus llegar a la casa con sus regalos.
—¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó a la pelinegra en voz baja, sonriendo al verla negar con la cabeza y estirando sus brazos hacia él
—Ven aquí. Hace frío. —sonrió ampliamente al verlo acercarse a la cama y acomodarse entre sus brazos
Él suspiró, recargando su cabeza en el pecho de la chica. Cerró sus ojos y suspiró, sintiéndose relajado al escuchar los latidos de su corazón y sentir las caricias que ella dejaba en su cabello.
—¿Estás cómodo? —sonrió al escuchar un asentimiento adormilado
—¿Tú estás bien? Quiero decir... ¿te sientes cómoda con...?
—Estoy bien. —aseguró, abrazándolo un poco más hacia ella al ver que quería separarse —Quédate así.. Hace tiempo que no te puedo mimar. Quiero volver a hacerlo. —admitió en un murmullo
Él suspiró, accediendo a mantenerse quieto y sin darse cuenta se quedó profundamente dormido ante las caricias de su amada novia. No se había dado cuenta de cuánto había extrañado sus mimos hasta la mañana siguiente, cuando despertó por los besos tiernos que ella le daba y el tono dulce de su voz llamándole con calma.
Suspiró encantado al verla tan alegre y la abrazó por la cintura, jalándola con cuidado para hacerla recostarse de nuevo en la cama.
—Debemos levantarnos ya. —se quejó entre risas y se dejó abrazar por el chico
—No tienes idea de cuanto te amo. —murmuró adormilado, dejando un beso en su frente y acurrucándola con cariño
—Y yo te amo a ti. —aseguró enseguida, suspirando y abrazándole de vuelta —Te amo mucho.
Él sonrió ampliamente al escucharla, separándose un poco para dejar besos sobre su rostro, haciéndola reír alegremente por sus mimos y palabras dulces.
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Ciudad de Berk, después del capítulo 30 de LEGADO.
Habían pasado ya dos días del nacimiento de Briar y su familia estaba más que feliz de la llegada del nuevo integrante de la familia. Sin embargo, habían mantenido la distancia esos días para no incomodar a Elsa, quien se negaba a soltar a su niño si no era estrictamente necesario. Así que les tocaba esperar a que los nuevos padres estuvieran listos para las visitas.
Ese día, Eret se encontraba en la cocina, terminando de lavar los platos que habían usado para una cena que había sido bastante tranquila, puesto que las niñas habían estado muy calmadas esa noche. Sonrió al sentir el aroma de su amada novia acercarse a él.
—Olivia al fin se quedó dormida. —le informó, rodeando su cintura y recargándose en la espalda del pelinegro
—¿Estás bien? —preguntó al escucharla suspirar y sentir su aroma nervioso
—Quiero pedirte un favor. —murmuró
—Lo que necesites, cariño. —sonrió, secando sus manos una vez terminó su tarea
—Es que... necesito algo que.. —guardó silencio al sentirlo darse la vuelta y desvió la mirada
—¿Qué pasa? —preguntó con cautela, tomando su mentón para hacer que lo viera mientras su otra mano la tomaba por la cintura
—Quiero poder reconectar contigo. —murmuró, sonrojándose avergonzada —S-solo si tu quieres.. claro.. —sonrió un poco, sacando de la bolsa de su sudadera un paquetito que el chico reconoció enseguida como un preservativo
—¿Estás segura? —preguntó con suavidad, acariciando su mejilla con ternura
—Quiero intentar. —asintió con la cabeza —¿Podemos intentar?
—Haré lo que me pidas, amor. Seguiré tu ritmo, ¿está bien? —sonrió con cariño al verla asentir con la cabeza, emocionada por dar ese paso
Heather lo atrajo para besarlo con dulzura, él la abrazó y acarició su espalda con suavidad, no queriendo ser invasivo para no incomodarla. Ella pasó sus manos por debajo de su playera, sonriendo al sentir que él retiraba su sudadera y bajaba sus besos a su cuello. Soltó una risita cuando logró quitarle la playera y notó su sonrisa traviesa.
Eret pasó sus manos bajo la playera de la menor, procurando ser suave y acercándose a besar su cuello despacio, disfrutando de sus suaves jadeos y su aroma dulce.
—¿Puedo quitarla? —preguntó sin separarse mucho de su cuello, sonrió al escucharla asentir entre jadeos y se separó para poder retirar la prenda con cuidado —¿Quieres ir a la habitación? —acunó su rostro con ambas manos para que pudieran verse
—Las niñas están dormidas. —le recordó, negando con la cabeza, sonriendo a medias mientras bajaba sus manos para desabrochar el pantalón del chico
—¿Quieres hacerlo aquí? —se acercó a besarla, jadeando encantado al sentir las manos de su novia meterse en su pantalón
—No sería la primera vez que lo hacemos en la cocina. —dijo con diversión, él soltó una risa baja y se acercó a besar aquella marca sobre el hombro de la pelinegra, haciéndola gemir en bajo por ser una zona tan sensible
—Tampoco será la última. —murmuró convencido, dejando besos en su cuello al tiempo en que bajaba las manos hacia el pantalón de la pelinegra, con la intención de quitarlo de una vez por todas
Ella sonrió satisfecha al sentir sus caricias y sentir su aroma más intenso. No sabía cuanto había extrañado estar con él hasta ese momento, que volvía a disfrutar de sus besos húmedos y sus toques cuidadosos.
Sentirlo nuevamente en su interior fue inexplicablemente satisfactorio y escucharlo gemir su nombre mientras entraba en ella o los halagos que le hacía mientras se movía en su interior, le hizo darse cuenta de lo mucho que había anhelado volver a estar en esa situación con él.
Disfrutó cada una de las sensaciones que él le hacía sentir, cada movimiento, cada palabra, cada caricia suave, cada beso, cada sonido...
Gimió con fuerza sin poder evitarlo cuando volvió a sentir aquella liberación que la hacía sentir tan bien. Jadeó aferrándose al pelinegro, que siguió moviéndose rápidamente en su interior hasta que llegó a su propio orgasmo un momento después.
—Te amo tanto. —murmuró entre jadeos, dejando un beso en la marca que los unía y aferrando sus manos a la cadera de Heather para que no se moviera y no lastimarla
—Yo te amo a ti... —murmuró ella, acariciando su cabello y tratando de regular su respiración —P-perdón.. Perdóname por.. Por tardar tanto. —cerró sus ojos y suspiró al sentir nuevos besos en su cuello
—Yo te esperaría toda una vida, corazón. —murmuró, sonriendo al sentirla removerse un poco por sus besos
—Deberíamos hacer esto más seguido. —sugirió, jadeando al sentir que el nudo de Eret disminuía y este salía de su interior con cuidado
—Cuando quieras, yo estoy dispuesto. —sonrió divertido mientras la acariciaba suavemente, ella soltó una risa suave y se acercó para besarlo con dulzura
—Vamos a tomar una ducha y a dormir. —acarició su rostro con suavidad
—Vamos, preciosa. —la atrajo para besarla y la acarició suavemente otra vez, logrando sacarle una risita
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Cuatro días después.
Heather despertó al escuchar un quejido del pelinegro, frunció el ceño desconcertada y se levantó un poco para ver mejor al chico.
—Cariño... —pasó su mano por la frente del pelinegro, notando que este tenía temperatura muy alta
—Heather... —le llamó en un murmullo
—Estás hirviendo. —murmuró, sentándose enseguida
—Tengo frío. —se encogió en su lugar
—Descuida, cariño. Ya te ayudo. —se levantó por completo y comenzó a buscar lo necesario para hacer que su fiebre bajara, al mismo tiempo que llamaba a Gogo para avisarle que su hermano estaba enfermo
Aún faltaban un par de horas para que amaneciera, pero tanto su cuñada como Snotlout fueron al apartamento para ayudarle con el pelinegro, temiendo que lo que pudiera tener fuera contagioso y pusiera en riesgo a sus niñas.
Eret mejoró unas horas después, negándose a ir al médico y agradeciendo a su hermana por quedarse para ayudar con sus hijas.
—Tienes que ver a un médico, esto no es normal. —insistió Gogo un día después
—Estoy bien. —murmuró el pelinegro, tambaleándose mientras avanzaba hacia la cocina
—Estás mal. Deja de ser tan terco. —se acercó para ayudarle —Si no lo haces por tí, piensa en Heather y las niñas.
—No quiero dejarlas solas. —negó con la cabeza
—Llamaré a las doncellas, le pediré a una de las doctoras que venga y te revise. Sin peros. —dijo con firmeza, volviendo con él al sofá
Heather sonrió a medias al ver a los Tomago y regresó a la cocina para terminar la comida, arrullando a su pequeña Olivia al escucharla quejarse. Su madre le había regalado un fular para poder tener a su bebé cerca cuando necesitara hacer alguna tarea en casa y le estaba resultando muy cómodo usarlo en esos días.
Suspiró con cansancio y y pensó en qué podría estar pasando con su amado novio. Esperando que no fuera algo grave o que pudiera poner en algún tipo de riesgo a ellas o sus niñas.
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