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18| Invisible..

Ciudad de Noruega, tres años antes de los sucesos de LEGADO

(Antes del salto de tiempo :D)

Siempre había estado acostumbrada a estar en las sombras, a ser invisible. Siempre dejada en un segundo plano al no tener un rol definido en su familia. Le había tocado ver las filas de alfas cortejar a Kamikaze y Rayco, así como las y los omegas que se insinuaban con insistencia hacia Kristoff.

Ella no recibió nunca esa atención, lo cual le permitió tener un poco más de libertad para explorar algunas cosas que sus hermanos podrían tener "prohibidos". Los mayores, al ser omegas, se concentraban únicamente en estudiar idiomas, algo de arte y etiqueta para que se comporten de manera "adecuada" con sus futuros alfas y sus respectivas familias.

Kristoff, debía estudiar administración para hacerse cargo de la empresa y se enfocó en aprender todo lo que pudiera de finanzas para llevar de manera correcta las riendas de la empresa que había pertenecido a su familia durante algunas generaciones.

Rapunzel, por otro lado, estudió idiomas con Kamikaze al tiempo en que aprendía pintura con Rayco y tomó la decisión de estudiar economía después de la muerte de su padre.

Fue en sus clases en la universidad donde conoció a quien pudo verla de entre toda la multitud. Alguien que decidió conocerla y ser su amiga por quien era ella de manera individual y no para acercarse a su familia, alguien que entendía lo que era ser inservible ante los ojos de su madre y tener la ausencia de un padre.

Ella se convirtió en su mejor amiga, la única que la entendía y con quien podía hablar de cualquier tipo de tema. Ella era una mujer maravillosa, cariñosa y amable.. Tal vez demasiado cariñosa en ocasiones y tal vez fue eso lo que le molestó tanto a su madre.

Aquella tarde, se suponía que debía reunirse para estudiar, pues tenían un examen sumamente importante esa semana. Sin embargo, Cassandra nunca llegó.

—¿Está todo bien? —preguntó su hermano con calma al verla caminar en el jardín con preocupación mientras llamaba por teléfono

—No responde. —dijo la rubia

—¿Quién no responde? —preguntó desconcertado, saliendo al jardín para acercarse un poco a ella

—Cass. No responde y.. se supone que hoy vendría a estudiar. —suspiró con frustración al escuchar de nueva cuenta el buzón de voz de su amiga

—Tal vez se le hizo tarde, descuida no creo que sea algo malo. —se sentó en la mesita donde la rubia había puesto los libros que iban a usar, tomando uno para leerlo con curiosidad

—Ella no es así. —negó con la cabeza, volviendo a ver la hora

—Rapunzel, deberías calmarte un poco. —sugirió el rubio, ella iba a protestar hasta que escuchó que una de las mujeres que trabajaban en la casa le llamó, con evidente nerviosismo

—¿Qué sucede Dani? —giró a verla y le habló con calma

—La señora la busca. —le dijo con voz aparentemente tranquila, Kristoff levantó la mirada hacia la chica con curiosidad por su aroma nervioso

—¿Por qué estás tan nerviosa, Danielle? —preguntó, sonriendo al ver a la joven omega sonrojarse y desviar la mirada

—Kristoff.—le llamó la atención, sabiendo que su hermano solía disfrutar poner nerviosas a las omegas que trabajaban en la casa

—No, no es por mi. —negó enseguida, riendo suavemente mientras regresaba la mirada al libro en sus manos

—Sólo.. déjala tranquila. —le advirtió, dejando el celular sobre la mesa y avanzando hacia la oficina de su madre

—Dani, ¿Qué está pasando? —preguntó hacia la omega antes de que se fuera, ella suspiró y se acercó al rubio para hablar con calma sobre lo que había escuchado

Rapunzel entró a la oficina de su madre una vez esta le dio la autorización de entrar.

—¿Me llamabas? —preguntó con voz baja, no queriendo dar a notar su preocupación por su amiga

—Si. Quería hablar contigo de algo. —la voz de su madre era molesta, lo sabía, no necesitaba oler su aroma para saber que estaba enojada —Necesito que me expliques esto.

Extendió hacia la menor un sobre, ella se acercó para tomar el sobre y se sentó en la silla frente a su escritorio al ver que su madre se lo pidió en silencio. En cuanto abrió el sobre, se dio cuenta de que había fotografías dentro.

—Me mandaste seguir. —dedujo, frunciendo su ceño mientras guardaba las fotos en el sobre nuevamente

—Esa chica, no volverá a entrar en esta casa. —dijo con calma

—¿Vas a prohibirme ver a mi mejor amiga? —preguntó con molestia

—No tengo que prohibirte nada. —negó despacio con la cabeza —Es un hecho.

—¿Qué?

—Ella no va a volver. —sonrió un poco, recargando su peso en su silla. La menor la vio desconcertada por sus palabras —Mi más sentido pésame, era una chica tan joven y con un futuro tan prometedor... —su sonrisa se hizo amplia al ver que su hija entendía sus palabras

Kristoff se acercó a la oficina de su madre en cuanto Danielle le dio la noticia de que la mejor amiga de Rapunzel había sufrido un accidente y que seguramente moriría debido a la gravedad de sus lesiones. Estaba por llamar a la puerta, pero unos gritos provenientes del interior le hicieron pasar sin avisar.

Se sorprendió de ver a su hermana pelando con su madre y se acercó enseguida para separarlas. Tomó a la menor por la cintura para levantarla y que dejara de golpear a su madre, ella se removió entre sus brazos para tratar de liberarse.

—¡Eres una asesina! —dijo con molestia comenzando a sentir lágrimas saliendo de sus ojos —¡Primero mataste a Katy! ¡Papá murió por tu culpa! ¡Y no me sorprendería si hubieras asesinado a Rayco también!

—Yo no tuve nada que ver con...

—¡Eres un monstruo! —le interrumpió, forcejeando un poco más con su hermano, que la cargó un poco para retroceder con ella, viendo así las fotografías de su hermana junto a Cassandra en el suelo —Te vas a arrepentir, ¡Haré que te arrepientas! —amenazó

——————————

Una semana después

Kristoff se acercó a su hermana con el desayuno, suspirando con pesar al notar que la rubia seguía recostada en la cama con aquel vestido negro que había usado para el funeral de su mejor amiga, el cual había sido la mañana anterior.

—Rapunzel, traje el desayuno. —murmuró acercándose a la cama, no recibiendo respuesta —Oye.. necesitas comer. —se sentó en la orilla de la cama y estiró su mano para acomodar el cabello de su hermana fuera de su rostro

—No tengo hambre. —murmuró sin ánimos

—Punzi..

—Déjame sola. —le pidió

El rubio suspiró, girando la mirada para ver hacia la puerta, queriendo asegurarse que nadie estuviera cerca. Cuando regresó la mirada a su hermana, dudó un poco antes de volver a hablar con voz baja, prácticamente en un susurro.

—Katy no murió ese día. —confesó, ganando la atención de la rubia, que levantó la mirada hacia él —Está desaparecida, papá logró hacer que alguien se la llevara.

—Pero..

—No estaba enferma, no de gravedad. —negó con la cabeza —Yo los oí hablar de eso, ella no está muerta. —Rapunzel lo observó, sabiendo que le estaba diciendo la verdad

—Si me dices esto para que no esté molesta con esa bruja...

—No. —volvió a negar, con firmeza —Te lo digo solo porque... ya han sido muchas malas noticias y... —hizo una pausa antes de continuar —Hay algo más. Pero necesito que esto sea un secreto, nadie más sabe.

—¿Qué cosa? —preguntó con curiosidad

—Rayco está vivo. Está bien. —murmuró, sonriendo a medias, Rapunzel se levantó con cuidado observando nuevamente a su hermano con atención para asegurarse que fuera honesto

—¿Cómo sabes eso? ¿Sabes dónde está? —preguntó enseguida, sintiendo su corazón acelerarse y sus ojos llenarse de lágrimas

—Fui yo quien le ayudó a irse. —comenzó a explicarle —No sé exactamente donde está ahora, pero sé que está bien porque me ha mandado una carta para agradecerme y aseguró que estaba bien, a salvo.

—¿Crees que pueda hablar con él? ¿Crees que pueda verlo? —comenzó a llorar, él se acercó y tomó sus manos con suavidad

—No lo sé, pero te prometo que si vuelve a comunicarse le diré que hable contigo. —le sonrió comprensivo —¿Quieres leer la carta? —la rubia asintió enseguida y esperó a que él fuera a su habitación por la carta para mostrársela

Mientras leía aquella hoja, no pudo evitar llorar. Se sentía feliz de saber que su amado hermano mayor estaba vivo, le entristecía estar lejos de él, pero entendía que por el momento era lo mejor para mantenerlo a salvo de su madre. Ahora más que nunca era mejor que estuviera lejos y se mantuviera a salvo.

——————————

Un mes después

Rapunzel sonrió a medias cuando su hermano le daba nueva información sobre el estado de salud de su madre, quien se había estado sintiendo enferma los últimos días.

—¿Por qué sonríes así? —preguntó en bajo, frunciendo su ceño desconcertado

—Solo... pienso en el karma que debe estar pagando. —dijo simplemente, encogiéndose de hombros y siguió leyendo el libro que tenía en sus manos, completamente despreocupada por la situación

Kristoff le quitó el libro y se sentó en la silla a su lado, viéndola con el ceño levemente fruncido.

—¿Qué hiciste? —preguntó en un murmullo

—Yo no hice nada, ahora dame.. —trató de quitarle el libro, pero él lo alejó para que no lo alcanzara

—Has estado misteriosa estos días, más feliz que de costumbre. —le acusó

—¿Es un delito ser feliz? —frunció su ceño —Déjame disfrutar mi victoria un momento.

—¿Victoria? ¿Qué ganas tú con esto? —volvió a alejar el libro de ella cuando volvió a inclinarse a él para tratar de recuperarlo

—Un sentimiento de justicia, eso gano. —dijo molesta —Ella mató a mi mejor amiga.

—Fue un accidente. —le recordó el rubio, viendo de reojo el jardín, queriendo asegurarse que no había nadie más cerca de ellos

—Tú sabes bien que no lo fue. —le acusó —Ni eso, ni lo que pasó con Katy. Nunca fue un accidente. —negó con la cabeza, visiblemente molesta. Él la observó en silencio un momento antes de volver a hablar

—Tú le causaste los síntomas. —murmuró, más como una afirmación que como una pregunta

—¿Y qué si así fuera? —dijo entre dientes

Kristoff la observó unos segundos más antes de acercarle el libro. Tomó el brazo de la chica una vez esta le iba a arrebatar el objeto y se acercó más a ella.

—¿Qué hiciste? —cuestionó en bajo, con voz más tranquila

—¿Qué te importa? —su tono se volvió brusco, tratando de soltarse de su agarre sin éxito —Suéltame. —le exigió con seriedad

—Rapunzel, escucha... —soltó su agarre con suavidad —Si alguien llega a enterarse..

—No lo sabrán. —negó enseguida

—¿Cómo estás tan segura? —la observó dudar en su respuesta y abrazar el libro a su pecho queriendo sentirse segura y convencerse de que lo que estaba haciendo estaba bien

—Son... son medicinas naturales. —comenzó a explicar con calma —No dejan rastro, son prácticamente indetectables.

—La estás envenenando con medicina. —comprendió, viéndola bajar la mirada

Cuando su hermano lo dijo así, se dio cuenta que eso hacía exactamente. La estaba envenenando, la estaba matando lenta y dolorosamente. En ese momento le pareció que tal vez estaba yendo demasiado lejos, pero recordar lo que le había hecho a Cass... su adorada Cass. Le hervía la sangre simplemente al recordar el daño que le había causado, al pensar en lo mucho que la habría hecho sufrir antes de arrebatarle la vida.

—Es lo menos que se merece. —murmuró, con evidente rencor en su tono

—¿Cómo te puedo ayudar? —la pregunta de su hermano le desconcertó, levantó la mirada y lo vio con sorpresa —No quiero que te atrapen, Punzi. Voy a cuidarte, siempre. —le sonrió a medias —Y.. tienes razón. Lo merece. —murmuró

Rapunzel lo observó desconfiada un minuto antes de sonreírle a medias y comenzar a decirle con calma lo que había estado haciendo hasta ese momento.

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Ciudad de Berk, después del capítulo 25 de LEGADO

Rapunzel sonrió al ver a Eugene usando aquella pijama que acababa de regalarle. Soltó una risa suave al verlo modelar la ropa para ella.

—Te ves precioso. —halagó con una sonrisa

—¿Cómo sabías que talla soy? —preguntó con curiosidad, acercándose para sentarse en la cama, quedando frente a ella

—Le pregunté a Elsa. —dijo simplemente, encogiéndose de hombros —¿Te gusta? —preguntó con calma, observándolo con atención

—Me encanta. —aseguró enseguida, estirando su mano hacia ella y acariciando su mejilla con suavidad —Igual que tú, sunshine. —murmuró con una sonrisa cariñosa —Eres preciosa.

Ella soltó una risa suave y se recargó en su mano, viéndolo con cariño. Sintió su corazón acelerarse y sus mejillas calientes por el sonrojo. Se sentía realmente bien estar con Eugene. Con el castaño, dejó de ser invisible. Se convirtió en el sol para él, tan interesado en su vida, sus gustos, su familia... cada aspecto de ella.

Junto a él, sentía una calidez reconfortante. Él le hacía sentir amada, escuchada...

—Tú me encantas también. —admitió, sonrojándose más

Eugene se acercó para besarla con dulzura y ella correspondió el beso enseguida.

Sonrió en medio del beso al darse cuenta de que ya no era invisible, era una chica independiente, tenía las riendas de la empresa de su familia, sus esfuerzos eran reconocidos por los socios importantes que hacía un par de años ni siquiera recordaban cual era su nombre.

Ahora era importante y se sentía realmente amada, no solo por su familia si no también por aquel castaño de ojos color chocolate que le había conquistado el corazón en tan poco tiempo.

Le quería demasiado... y se aseguraría de que nadie se interpusiera en su felicidad.

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