16| No lo merezco
3 años antes de los sucesos en DRAGONES
Hamish sonreía con ternura al ver a su amiga pelirroja feliz por ganarle en la partida de aquel videojuego que les gustaba tanto.
—Te dije que te ganaría. —el castaño comenzó a reír en bajo al verla celebrar con un pequeño baile mientras tarareaba feliz
—Bien, bien.. tu ganas. —se encogió de hombros
—Debimos apostar dinero. —dijo divertida, volviendo a sentarse a su lado en el sofá
—No, no.. es mejor así. De lo contrario me dejarías completamente quebrado. —negó con la cabeza
—Es que eres pésimo jugador. —se burló la pelirroja, acercándose más a él
—Bueno.. nunca podría ganarte. —aceptó, sonriendo con cariño ante la cercanía
—Claro que no, jamás lo harías. —negó con la cabeza, viéndolo atentamente y acercándose más para dejar un beso sobre su mejilla —¿Quieres algo de beber? —se separó, poniéndose de pie para ir hacia la cocina, el castaño negó con la cabeza, viéndola irse
Suspiró, sonriendo ampliamente y llevando su mano ala mejilla, donde ella lo había besado. Aquella pelirroja a quien conocía desde hacía tanto tiempo y que le había robado el corazón desde hacía unos meses.
Esa noche se quedaría con ella, pues los señores DunBroch debían salir y no quería dejarla sola. Sus pequeños hermanos se habían quedado en casa de unos vecinos, por lo que tenían la casa solo para ellos.
El castaño quería poder aprovechar esa cercanía para confesarle sus sentimientos, con la esperanza de que ella correspondiera.
—Oye.. ¿Mi celular se quedó ahí? —preguntó saliendo de la cocina
—No, creo que lo dejaste arriba. —comentó el castaño con calma
—Uh...bueno.. ahora vuelvo.. —le avisó, subiendo los escalones mientras tarareaba
Hamish la vio con cariño, sin imaginar que aquella noche esa preciosa pelirroja de quien estaba tan enamorado le causaría tanto daño...
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Dos meses después.
Mérida se sentía angustiada, su amigo de toda la vida había intentado quitarse la vida.. y había sido por su culpa.. Snotlout había sido claro al pedirle que no se volviera a acercar al castaño o él mismo la alejaría sin nada de delicadeza. La pelirroja admitía que aquel tono amenazante le había dejado claro que no se volvería a acercar.
Se sentía mal, no había un solo día que no se arrepintiera de lo que había pasado y tenía la sensación de que nunca terminaría de perdonarse por ello. Especialmente porque ella lo quería, lo adoraba tanto y desde hace tanto tiempo que ahora le dolía más el hecho de no poder estar cerca de él.
—Deberías ir a verlo. —sugirió su madre al verla tan angustiada
—Él no quiere verme. —murmuró la pelirroja —Tuvimos.. sabes que discutimos. —hizo una mueca, desviando la mirada
—Lo sé, cariño. Pero es tu mejor amigo. Seguramente..
—No, mamá. No iré a verlo. —le interrumpió, negando con la cabeza y levantándose de su silla para poder irse a su habitación
—Ya se le pasará, Elinor. Así son los adolescentes, lo sabes. —Fergus se acercó a su esposa para tratar de calmarla
Mérida escuchó a sus hermanos llamarle, pero no quería seguir ahí con ellos. Corrió escaleras arriba, sintiendo lágrimas acumularse en sus ojos y una horrible pesadez en el pecho. Odiaba mentirle a sus padres, pero era mejor decir que discutió con Hamish a admitir la verdad de lo que había hecho.
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3 años más tarde (justo después del encuentro en el capítulo 14 de LEGADO)
Mérida condujo con calma hacia aquella dirección que Hamish le había dado.
Después de que lo vio irse con Snotlout se dio cuenta que el castaño había dejado una carta en su auto, donde estaba la dirección y le aseguraba que ahí encontraría la ayuda que necesitaba.
Suspiró al llegar al lugar, dándose cuenta que había una mujer aparentemente esperando por ella. Hizo una mueca y dudó un momento antes de bajar del auto para ver de qué se trataba todo eso.
—Señorita Mérida, bienvenida. —le saludó la mujer de manera educada —Esperábamos su llegada. —le sonrió, haciendo que la pelirroja se sintiera incómoda
—¿Me esperaban? —preguntó desconcertada
—El joven Hamish nos pidió darle asilo y lo que necesite. ¿Le gustaría que le muestre el lugar? —señaló al interior del santuario y la pelirroja volvió a dudar, pero terminó aceptando
Aquella tarde, se instaló en una de las habitaciones del santuario y comenzó a familiarizarse con su entorno y la historia del lugar. Durante los días siguientes, Hipo iba al santuario a buscarla para tratar de convencerla de que se quedara ahí y asegurándole que le ayudaría a reconectar con su familia.
Ella se sentía incómoda al tenerlo cerca, más aún porque Snotlout siempre estaba ahí también, observándola y siendo hostil en momentos. No se quejó por ello, sabía que se lo merecía..
La noche que Hamish llegó al santuario transformado en dragón, sintió miedo, como la mayoría de las doncellas. Sin embargo, se acercó a él enseguida al verlo volver a ser humano y notar que había comenzado a llorar con intensidad.
—Hamish, ¿Qué pasó? —se arrodilló frente a él y lo abrazó con fuerza para tratar de calmarlo y él se aferró a ella mientras lloraba —¿Estas herido? ¿Sucedió algo con Elsa? —preguntó con calma, sin entender lo que pasaba
Cuando logró calmarse, le pidió ayuda a las doncellas para que cuidaran de su familia. Elaine enseguida organizó a las doncellas, algunas para ir a la casa Abadejo a ayudar con lo que fuera necesario y otras para llevar al Derick a su hogar y asegurarse que no se acercara a los Abadejo o a los Westergaard.
Esa noche, una de las más tormentosas en la vida de Hamish, Mérida decidió hacer algo para ayudarle.
Una vez que el castaño había calmado su llanto y las órdenes se habían dado, la pelirroja tomó las llaves de su auto y salió de prisa junto con una de las doncellas que se había hecho su amiga en ese poco tiempo que tenía viviendo ahí. Suspiró nerviosa cuando comenzó a avanzar con el coche. Estaba haciendo una locura, pero sabía que era necesario.
———
Elsa se desconcertó de escuchar los toques insistentes en la puerta de la casa. Ella y sus hermanos estaban teniendo un maratón de películas esa noche, por lo que seguían despiertos a pesar de que era ya bastante tarde. Se levantó de su lugar y frunció su ceño al reconocer el aroma de Mérida.
Abrió la puerta y antes de que pudiera decir nada, la pelirroja tomó la palabra.
—Sé que me odias y seguramente querrás golpearme de nuevo, pero.. Algo pasó en Berk. —retrocedió unos pasos al ver a la platinada salir de la casa —Hamish te necesita ahí y.. Solo... Él te necesita.. —murmuró
—¿Por qué crees que yo..?
—Señorita Elsa. —la otra doncella se interpuso entre ellas, sonriendo nerviosa a la rubia, notando su molestia —Mérida tiene razón. La familia del joven Hamish fue atacada por un hombre. El señor Abadejo fue llevado al hospital.
—¿Qué? —preguntó angustiada
—¿Estoico está bien? —preguntó Jack, quien había salido tras su hermana al ser alertado por Aster de su aroma molesto
—No parece estar bien. —negó la castaña, sintiendo tristeza por la situación
—Vinimos para llevarte con Hamish. —murmuró Mérida —Sé que no soy tu persona favorita, lo entiendo. Pero él te necesita. —Elsa volvió a fruncir el ceño y giró la mirada a su hermano
—Me quedaré con Aster. No subirá a un auto contigo si estás tan molesta. —le sonrió —Solo.. no provoques un accidente.
La platinada suspiró, le pidió a las chicas que esperaran, volvió al interior de la casa para tomar su celular y despedirse de su hermano mayor, quien le sonrió comprensivo al escuchar el motivo por el cual debía volver a Berk.
—Es un viaje largo. Y ella te detesta. —murmuró Abigail mientras esperaban —Que nos amparen los dioses. —Mérida soltó una risa nerviosa y simplemente volvió al auto con ella para esperar a la platinada
El trayecto fue incómodo. Abigail había considerado en más de un momento arrojarse del auto ante las discusiones y aromas tan intensos de las chicas. Elsa se sentía molesta al enterarse que la pelirroja ahora era parte de las doncellas aladas, estaba molesta de que Hamish jamás le mencionara nada al respecto. Estaba molesta de que él siguiera preocupándose por ella.
¿Por qué la procuraba tanto?
¿Qué más le estaba escondiendo?
Cuando llegaron ya era de madrugada, Abigail fue la primera en bajar del auto. Se sentía mareada y un tanto desorientada por lo que fue ayudada por una de sus compañeras mientras la pelirroja guiaba a Elsa a la habitación donde estaba el castaño.
—Señorita Elsa, bienvenida. —las recibió Elaine en la puerta, avanzando con ellas por el santuario
—¿Cómo está Hamish? ¿Saben algo de Estoico? ¿Heather está bien? —preguntó sin detenerse
—El señor Abadejo está estable, su esposa y Dagur están con él. Heather está en casa de su alfa y la familia extendida fue traída aquí para su seguridad. —Elsa asintió con la cabeza, aún no entendía eso de "la familia extendida", sin embargo no hizo más preguntas al respecto al sentir que el castaño estaba cerca
Mérida se quedó al principio del pasillo, no queriendo acercarse a él y necesitando distancia de la platinada, quien abrió la puerta de la habitación de Hipo con calma.
La vio entrar y simplemente se dispuso a ir a su propia habitación para descansar. Después de todo, ya había hecho lo que necesitaba hacer.
—————
La mañana siguiente llegó.
Mérida sonrió al enterarse que Hamish estaba mejor y se sintió aliviada de que Estoico estuviera fuera de peligro. Había oído que Elsa había acurrucado al castaño hasta que este logró dejar de llorar y le aliviaba que la platinada pudiera dejar su molestia a un lado para cuidar de él. Le alegraba que ella pudiera cuidar de él como lo merecía.
Avanzó con calma al comedor para ayudar y al pasar por el salón principal sintió un aroma a caramelo que le llamó la atención, pues no recordaba haberlo sentido antes. Siguió el aroma al interior del salón, viendo a un joven pelirrojo cantando hacia un pequeño niño rubio mientras lo arrullaba con cariño. Lo vio con curiosidad y sonrió sin poder evitarlo, sintiendo que era una escena realmente tierna.
—Hola, perdona.. ¿Está bien si estamos aquí? —preguntó el chico con una sonrisa apenada al notar la presencia de la chica
—Uh.. bueno.. —ella se sonrojó y desvió la mirada —Si.. creo.. creo que está bien. —le sonrió
—De acuerdo. —soltó una risita al verla tan nerviosa y se acercó a ella mientras acomodaba mejor a su sobrino en sus brazos
—E-eres.. Eres familiar de Hamish, ¿cierto? —preguntó mientras volvía a verlo
—Es mi primo. —asintió con la cabeza, Anthony balbuceó algo adormilado aún y estiró sus brazos a la chica, queriendo tomar su cabello al parecerle algo tan inusual —Y él es mi pequeño sobrino. —el pequeño se quejó de no poder tomar lo que quería
—Un gusto conocerlos. —le sonrió, acercándose un poco más a ellos y sonriendo al ver que el niño quería tomar su cabello, soltó una risa al ver sus ojitos casi brillar al tener su objetivo más cerca —¿Te gusta mi cabello, pequeño?
—Perdona, es algo curioso y..
—No, no.. descuida. —negó con calma, acercando un mechón de su cabello al pequeño, quien soltó una risa mientras lo tomaba y lo inspeccionaba —Por alguna razón, mi cabello suele ser llamativo para los pequeños.
—Es.. bastante lindo. —dijo el pelirrojo, sonriendo al ver a Anthony tan feliz
—Gracias. —le sonrió —Me llamo Mérida. —se presentó
—Yo me llamo Hans. —se presentó igualmente
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Seis meses después.
Mérida sonrió al ver a sus hermanos jugando en el jardín de la casa familiar. Gracias a Hipo había logrado hablar con sus padres, quienes habían accedido a dejarla acercarse a los trillizos siendo supervisada por ellos. El castaño había insistido mucho tiempo en que debían darle una oportunidad, que ella estaba haciendo cambios en su vida y que esto le ayudaba a controlar sus hormonas de mejor manera (esto debido al entrenamiento de las doncellas, quienes usaban medicamento especial para suprimir o calmar las hormonas durante sus celos) y los DunBroch habían aceptado darle esa oportunidad.
—¡Mérida! —Harry fue el primero en verla llegar y corrió a ella seguida de Hubert y Hamish (si, un hermano de Mérida se llama Hamish jiji)
—Mis preciosos ositos. —se arrodilló para quedar a su altura y los abrazó con cariño —Como los extrañé.
—También te extrañamos. —dijo Hubert enseguida
—No vuelvas a irte. —se quejó Harry mientras comenzaba a llorar
—Quédate con nosotros, ¿si? —pidió Hamish, apretando un poco el abrazo
La pelirroja suspiró de manera entrecortada, sintiendo un nudo en su garganta y lágrimas acumularse en sus ojos.
—Haré lo que pueda por estar cerca de ustedes, lo prometo. —murmuró
Vio a sus padres a la lejanía, notó que su madre parecía estar llorando y su padre la veía aún con desconfianza. Les agradeció en silencio y se separó de sus hermanos para poder verlos mejor, comenzando a hablar con ellos.
Pensó en Hipo, en todo lo que había hecho por ella.
A pesar de todo el daño que había causado en el pasado, él estaba ahí para ayudarle, como si su amistad y cariño nunca se hubiera terminado. Ella lo adoraba, siempre lo había hecho y siempre lo haría.
Suspiró, sonriendo al escuchar las aventuras de sus hermanos y pensó en la plática que había tenido con Hans unos días antes.
"—Él me amaba, dijo que esa noche iba a confesarme su amor. Y.. no pude decirle que yo lo amaba también. —soltó una risa desganada
—¿Aún lo amas? —preguntó el pelirrojo con calma
—Lo quiero, con todo mi corazón. —contestó después de unos segundos de silencio —Pero no de esa manera. —aclaró enseguida —Y estoy segura que él no tiene esos sentimientos hacia mí.
—Pero sin duda te quiere. —reconoció el chico —Y eso es muy evidente.
—Y sin importar lo que haga, él sigue aquí.. —murmuró, bajando la mirada a la taza en sus manos —Su amor es algo que no merezco. Él es algo que no merezco. —sonrió con tristeza y siguió bebiendo su café, cambiando de tema para aligerar el ambiente"
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