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11| Kintsugi

Aviso de capítulo algo largo :)

Ciudad de Berk, 6 años antes de los sucesos en LEGADO.

Kamikaze suspiró con tristeza al ver su reflejo. Acababa de terminar su ceremonia y estaba terminando de prepararse para estar por primera vez con su ahora esposo.

Desvió la mirada del espejo un momento después, sintiéndose como simple mercancía que su madre había intercambiado por dinero. Entendía que ese era su rol en la familia, siempre lo había sabido. Sin embargo, le dolía estar pasando por eso.

Giró la mirada a la puerta de la habitación al escuchar que se abría y sonrió al ver a Riker, recordando que debía ser complaciente con él sin importar nada más.

—Estaba esperándote. —le dijo con calma, sintiéndose nerviosa al verlo acercarse con aquella sonrisa que no le agradaba

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Lila entró en la habitación con calma, llevando el desayuno de la rubia en una charola.

—Buenos días, mi señora. —le saludó con una sonrisa, acercándose a la cama y dejando la bandeja en el mueble junto a la cama —¿Necesita que le ayude con algo? —preguntó de manera calmada, viendo con atención a la pequeña rubia, que lloraba en silencio sin moverse de su lugar

—Necesito.. un baño.. —le dijo con voz baja, limpiando sus lágrimas lentamente

—Le prepararé la tina, ¿quiere que le agregue algo en especial? —se acercó para ayudarle a levantarse al verla quejarse adolorida —Déjeme ayudarle. —tomó el brazo de la rubia y le ayudó, notando algunas marcas rojizas en su piel y la marca de Riker en su hombro

—Gracias. —murmuró y trató de sonreírle

—Descuida, pequeña. —le sonrió comprensiva —El dolor se irá pronto. Te traje medicina y un té relajante para que se pase más rápido. —murmuró, acercándole la charola con comida, convirtiendo dicha charola en una mesita que colocó frente a ella —Come un poco mientras te preparo la tina.

—Gracias. —volvió a agradecer en bajo y tomó la pastilla que estaba en la bandeja, pasándola con un poco de té

—¿Qué le diste? —la voz de Riker la hizo detener sus movimientos, giró la mirada a la entrada de la habitación donde él estaba parado, viendo a la menor con el ceño fruncido

—Son vitaminas, mi señor. —explicó la mayor con calma, deteniendo su camino para verlo —Queremos que su heredero sea sano y fuerte. —le sonrió, Kamikaze bajó la mirada a la comida

—Bien.. —murmuró, entrando a la habitación para tomar algo de su escritorio —Los Bjorman se irán después de la comida. Asegúrate de que esté arreglada para ese momento. —dijo sin verlas

—Se verá preciosa, señor. —asintió Lila con la cabeza

Riker salió poco después de la habitación, la pequeña rubia se disculpó con la mujer en un murmullo, quien le sonrió con cariño.

—No hay por qué disculparse, señora. —dijo con calma —Mañana le traeré las vitaminas reales para que el señor no se moleste, por ahora.. Le prepararé la tina y le ayudaré a arreglarse. —sin más, avanzó hacia la habitación de baño para preparar la ducha de la menor

Kamikaze suspiró, comenzando a comer con calma y tratando de ignorar el dolor que sentía.

Después de comer y darse una ducha, Lila le ayudó a arreglarse. Secó y acomodó su cabello, para después maquillarla un poco, tratando de animarla con comentarios tranquilos y algunos halagos sinceros.

Una vez estaba lista, salió de la habitación para ir al comedor con pasos tranquilos, sonriendo y sintiéndose aliviada de que el medicamento realmente estaba haciendo efecto.

—Estás hermosa, mi amor. —le dijo su padre al verla llegar, sonriendo a medias y acercándose a abrazarla con cuidado

—Gracias, papá. —le devolvió el abrazo —Estoy bien. —le aseguró en un murmullo, sabiendo lo angustiado que estaba por ella

—Lo lamento, mi niña. —volvió a disculparse con ella

—Descuida, papá. —se separó despacio de él al sentir el aroma de su esposo cerca —Te aseguro que te daré nietos pronto. —le sonrió, queriendo darle tranquilidad y cambiar el tema, sintiendo la mano de Riker en su espalda

—Espero que así sea, mi niña. —le sonrió su padre, aún sintiéndose culpable pero no queriendo entrometerse más ni causarle problemas con su esposo

—La comida está lista. —les informó Riker señalando la mesa, el mayor agradeció y avanzó a la mesa, donde Rapunzel lo esperaba, Kamikaze permaneció en su lugar al sentir la mano de su esposo aferrarse a su cintura —Luces radiante. —le murmuró, acercándola a él, la rubia levantó la mirada para verlo y sonrió mientras se sonrojaba un poco —No puedo esperar a estar solos otra vez.

—Mi familia se irá pronto.. —le dijo en un murmullo —Después de eso, estoy a tu disposición. —dejó un beso sobre su mejilla y le sonrió antes de separarse para ir a comer

Ella no quería volver a estar con él, pero no tenía otra opción. Ahora debía complacerlo y darle los herederos que él quisiera tener. Ese era su destino, siempre sería así.

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Ese diciembre (seis meses después de la boda) viajarían a Noruega para pasar las festividades con la familia Bjorman.

Kamikaze sonrió feliz mientras escogía los regalos que llevaría a sus hermanos. Se encontraba en una de las tiendas más grandes de Berk, siendo acompañada de Lila y un par de betas más, quienes le ayudaban a llevar las compras y le aconsejaban.

Tenía en ese momento cuatro meses de embarazo, lo cual le alegraba un poco el corazón a pesar de que sería la primera navidad sin su amado padre.

—¿Crees que esto le agrade a Viggo? —preguntó a Lila, mostrándole un juego de dagas de acero, acomodadas en una caja de madera con algunos grabados elegantes en color dorado, tanto en la caja como en las armas

—Seguro le gustarán. —le sonrió la mayor

—Seguro las usará de manera productiva. —dijo con algo de duda y dejó la caja con las dagas en el mostrador nuevamente para que se lo pudieran envolver para llevarlo consigo

Esperó pacientemente mientras acariciaba su vientre de cuatro meses de embarazo, pensando en qué podría comprar para Riker. Una vez su compra estaba lista, una de las betas que la acompañaban tomó la caja para llevarla.

—¿Llevará algo más? —preguntó Lila con una sonrisa

—Necesito algo para Riker. —hizo una mueca, viendo el resto de dagas en el mostrador y sintiendo que no era buena idea darle algo así

—¿Tiene algo en mente? —preguntó otra de las chicas que iba con ella

—Realmente no sé que podría gustarle. —admitió, avanzando junto a ellas por la tienda nuevamente

—Bueno, aún hay tiempo de pensar en algo. —le dijo Lila para calmarla —¿Quiere ir a buscar su vestido para la fiesta de la empresa?

—Uh, cierto.. Me falta encontrar el vestido. —recordó, cambiando de dirección para ir hacia la sección de ropa con una sonrisa, pensando en qué podría comprar 

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La fiesta en la empresa Bjorman que estaba en Berk, se llevaría a cabo en el mismo edificio de oficinas, justo en la sala más amplia del lugar y parte del jardín trasero.

Riker se encontraba en algún lugar del jardín mientras Kamikaze estaba dentro del edificio, cerca del área de comida. En dicho lugar, conoció a una mujer agradable, que le ayudó a mantenerse tranquila entre tanta gente desconocida.

—Hola, linda. ¿Está todo bien? —le preguntó la mujer al verla un tanto perdida

—Oh.. Hola.. —le sonrió apenada —Perdón es que.. no conozco muchas personas y.. mi esposo está en algún lugar ahí fuera. —vio hacia el jardín

—De acuerdo, ¿quieres algo de compañía? —le sonrió comprensiva

—Me.. me gustaría. —admitió apenada

—Soy Valka Abadejo. —se presentó, dándole un apretón de manos mientras se presentaba

—Kamikaze Bjorman. —se presentó la menor

—Oh, Bjorman. —sonrió —Felicidades por tu matrimonio y... por tu bebé.

—Gracias. —se sonrojó levemente y bajó la mirada a su vientre sin poder evitarlo —¿Usted tiene hijos? —le preguntó con calma, volviendo a ver a la mujer junto a ella

—Tengo tres. —asintió con la cabeza, sonriendo con cariño al recordar a sus tres pequeños —Dos chicos y una preciosa niña. —suspiró en bajo —Son mi adoración. Y no importa que ya están por llegar a la temida adolescencia.. son y serán siempre mis bebés. —aseguró con una sonrisa

—Puedo imaginar que sí. —soltó una risa baja y llevó una mano a su vientre —Yo ya amo a mi bebé con todo mi corazón y aún no lo tengo en mis brazos. —admitió en bajo

—¿Planeas tener más de un hijo? —preguntó la mayor con calma, sonriendo al ver la ilusión de la menor

—Me gustaría una familia grande. —asintió con la cabeza —Tal vez tres o cuatro hijos.. dependiendo claro de.. de cómo me sienta con el parto y... —desvió la mirada un momento —Depende de Riker también.

—¿Te ha dicho cuántos hijos quiere? —Valka la observó con una sonrisa comprensiva

—No... No hemos aclarado un número. —negó con la cabeza

—Bueno.. aún es pronto para eso. Ya tendrás tiempo de hablarlo con él.

Kamikaze sonrió y siguió hablando con la mujer de manera tranquila hasta que llegó la hora de volver a casa. Se sentía más tranquila después de hablar con aquella desconocida que parecía entenderle bien.

Realmente esperaba que Riker también lo hiciera, que la escuchara y tomara en consideración sus deseos de tener una familia armoniosa y unida. Eso era lo que más anhelaba.

—¿Podemos hablar? —le preguntó con voz baja una vez avanzaban a la habitación

—¿Qué pasa? —preguntó sin mucho interés, abriendo la puerta para entrar y ella lo siguió

—Me gustaría hablar sobre.. —lo vio cerrar la puerta con llave —Sobre nuestros hijos.. —murmuró

—¿Qué pasa con eso? —preguntó desconcertado, atrayéndola por la cintura —¿Te has sentido mal? —la observó con atención

—No, no.. Estamos bien. —aclaró, sonriendo nerviosa al saber sus intenciones —En realidad, quería saber... —hizo una pequeña pausa al sentir como acariciaba su espalda —Espera.. —él la beso de repente —Riker..—murmuró nerviosa al sentir los besos sobre su cuello

Ella jadeó, sintiendo el aroma del mayor aumentando. Quería separarlo, pero él no la dejó alejarse, apretando su cintura para mantenerla cerca. Kamikaze cerró sus ojos al sentir las caricias de su esposo y simplemente dejó de luchar, sabiendo que no tenía sentido resistirse.

En ese momento, el peso de su realidad cayó sobre ella. Riker le daba ciertas libertades, sin embargo, la última palabra siempre la tendría él... Y ella debía simplemente obedecer..

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Ciudad de Berk. 

Justo después del capítulo 16 de LEGADO

Kamikaze suspiró con cansancio. No recordaba lo cansado que era cuidar a un recién nacido.

Lo que le alegraba un poco era no tener las constantes quejas de Riker  por el llanto o por su falta de energía por las noches. Le agradaba no tener que complacerlo, no tener sus constantes comentarios respecto a su físico o su "mal" comportamiento. Se sentía un poco más libre... 

Tener a sus hermanas ayudando le hacía sentir que no estaba sola, a pesar de que ahora sufría por el distanciamiento del único amigo que había hecho en ese lugar.

Se colocó la pijama y avanzó a su cama, dio un último vistazo a su bebé y sonrió. Estiró su mano para apagar la luz, notando en ese momento un sobre en el buró junto a su cama, teniendo su nombre escrito con una bonita caligrafía, lo cual le desconcertó.

Tomó el sobre, abriéndolo con cuidado para ver su interior, dándose cuenta de que era una carta. 

Sonrió con tristeza al leer las dulces palabras en el papel, sabiendo que era de Kyle.

Guardó la hoja con cuidado en el sobre y la metió en su cajón, escondida para que nadie más supiera de ella.

—Si pudiera. —murmuró apenas y al fin apagó la luz para poder dormir

Kyle había sido muy atento con ella desde el principio, haciéndola sentir que era respetada al menos por él y algunos de los cazadores que lo seguían. Era atento, cariñoso y muy gentil con ella y sus hijos...

Si tan solo lo hubiera conocido antes.. si hubiera tenido la oportunidad de elegir..

Si tan solo pudiera elegir ahora..

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Ciudad de Berk, dos meses después

Kamikaze sonrió al ver a sus hijos decorar la casa para navidad. Ese año no viajaría a Noruega como usualmente hacía. Habían pasado muchas cosas en los últimos meses que le impedían hacer un viaje así de largo.

La razón principal, era Diana. Tenía tan solo dos meses de nacida y no la iba a exponer al viaje o al clima de su tierra natal.

La siguiente razón, era que no necesitaba viajar, pues Rapunzel había hablado con Viggo y había logrado convencerlo (no tenía idea de cómo) de hacer la cena navideña en la casa de la familia Grimborn. Logrando también convencer a Elsa de pasar algo de tiempo con ellos en esos días.

—Mami, ¿podemos poner las esferas rojas? —preguntó Thorhild con una sonrisa, una que no había visto en tanto tiempo..

—Claro mi niña. —le sonrió de vuelta

—Mira mami. Encontramos las luces de estrellas. —Ivar le sonrió con alegría mientras cargaba la serie de luces con cuidado, siendo ayudado por Hipo, quien se había ofrecido a ayudarles con la decoración

—Seguro quedarán hermosas en el árbol, cariño. —le dijo con calma, viendo después a su pequeña Diana, que estaba pegada a su pecho mientras comía

Escuchó a Rapunzel y Elsa reír en bajo mientras ayudaban a Thorhild a sacar las esferas y decoraciones. Escuchó después a su hijo hablar con emoción hacia el castaño mientras colocaban las luces en el árbol, siendo ayudados por Jack y Aster, quienes querían tener una mejor relación con la familia Bjorman (al menos con Rapunzel y Kamikaze).

Recordó a Anna, quien no había querido comunicarse con ellas después de haber sido prácticamente secuestrada por Kristoff y ellas entendían que necesitara su distancia. Tenían información de su bienestar gracias a que Hamish si estaba en contacto con ella.

—Mami, ¿Quién podrá la estrella este año? —preguntó Thorhil en bajo mientras sostenía en sus manos la estrella que iría en la punta del árbol, haciendo que el resto guardara silencio un momento

Kamikaze la observó y le sonrió con tristeza sin saber qué responder ante su pregunta.

—No lo sé mi niña.. —negó en un murmullo, sintiendo lágrimas acumularse en sus ojos

—No llores, mami. —Ivar se acercó enseguida a ella —Yo la pondré. Yo me encargo de eso. —le aseguró con una sonrisa

—Perdón, mami. No te quería hacer llorar. —se disculpó su hija mayor, dejando la estrella junto a las otras decoraciones y acercándose a ella

—No te preocupes, cielo.. —acarició la mejilla de su niña con su mano libre —Sé que lo extrañas. —murmuró, la niña le sonrió a medias y se acercó para abrazarla con cuidado para no hacerle daño a su hermana menor

Tiempo después, siguieron con la decoración. Elsa se acercó a Kamikaze para ayudarle con Diana mientras la rubia mayor iba por algo a su habitación.

Caminó despacio, limpiando sus lágrimas y tratando de calmar la tristeza en su aroma. Cuando estaba por llegar a su destino, se detuvo en la pared cercana y sollozó sin poder evitarlo.

—Mi señora.. —sintió unas manos detenerla al momento en que tambaleó, sintiendo sus piernas débiles y se aferró a él al sentir su aroma —¿Necesita algo? ¿Quiere que llame a sus hermanas? —preguntó Kyle con calma, ella sintió con la cabeza

—Rapunzel.. quiero a Rapunzel.. —murmuró entre sollozos

—Yo iré por ella, ayúdale a llegar a la habitación. —dijo Alina, una beta que trabajaba con ellos, alejándose para buscar a la rubia mientras Kyle le ayudaba a Kamikaze a avanzar hasta la habitación

—Mi señora.. ¿Qué ha pasado? —preguntó angustiado, arrodillándose frente a ella una vez logró hacer que se sentara en la orilla de la cama

—La estrella.. ¿Quién pondrá la estrella? —preguntó en bajo, tratando de calmar su llanto

—¿La estrella del árbol? —preguntó el chico desconcertado, ella asintió con la cabeza mientras limpiaba sus lágrimas con un pañuelo que él le dio

—Era lo que Riker hacía... Él.. él lo hacía.. —explicó entre sollozos

—Mi señora.. —el chico sintió su corazón apachurrarse al verla así, era la segunda vez que la veía tan afectada por la muerte del mayor de los Grimborn y, como esa vez, se acercó a abrazarla para tratar de calmarla

Kamikaze le devolvió el abrazo, comenzando a sentirse más tranquila al tenerlo cerca.

—Thorhild lo extraña, a pesar de todo, lo extraña. —murmuró una vez logró disminuir su llanto 

—¿Tú lo extrañas? —preguntó el chico en bajo

—Es el padre de mis hijos... fue mi esposo por seis años.. —se separó de Kyle y suspiró mientras limpiaba su rostro con sus manos —Aunque no quiera extrañarlo... Lo hago.. —admitió, desviando la mirada —Solo las partes buenas... pero lo hago..

El pelinegro sonrió con tristeza y acunó el rostro de la rubia para acercarla y dejar un beso sobre su frente.

—Si puedo ayudarte con algo, dímelo. —le dijo con tono cariñoso, ella le sonrió a medias y antes que pudiera decirle algo Rapunzel entró a la habitación, lo cual los hizo separarse enseguida —Estaré cerca si necesitan algo. —su tono fue más firme y salió de la habitación una vez recibió el asentimiento de la rubia mayor

—¿Me perdí de algo? —preguntó la rubia menor, acercándose hasta sentarse junto a ella

—De nada. —negó enseguida

Rapunzel sonrió comprensiva, sabiendo que su hermana no iba a admitir lo que sentía por Kyle.

—¿Alguna vez has pensado en rehacer tu vida? —preguntó con calma

—Basta. —la detuvo, negando con la cabeza

—No tiene nada de malo si quieres hacerlo. —le aclaró —Mereces seguir adelante y encontrar tu felicidad.

—Basta. —volvió a decirle, frunciendo su ceño ligeramente —Sabes que no podría encontrar pareja aunque quisiera. Nadie querría a una omega viuda con tres hijos y que tiene... tantas cicatrices.. —murmuró lo último, llevando una de sus manos a la marca en su hombro sin poder evitarlo

—Sé que habrá alguien que pueda amar esas cicatrices, tanto como te ama a ti y a los niños. —la abrazó con cariño —Solo debes abrirte a la posibilidad.

Kamikaze suspiró, devolviéndole el abrazo. Sabía de quien hablaba, sabía que se refería a Kyle.

Rapunzel conocía perfecto los sentimientos que había estado sintiendo por su amigo desde hacía un tiempo. Lo que ella no sabía era que Kamikaze había firmado un documento antes de la boda que le impedía tener algún romance si enviudaba.

Un documento que decía textualmente que si ella tenía una pareja después de la posible muerte de Riker, sus hijos perderían el acceso a la herencia de la familia Grimborn. Esto, claro, solo podría ser cancelado si sus hijos eran los únicos herederos. Lo que significaba que mientras su cuñado estuviera con vida, ella no podía rehacer su vida amorosa.

Viggo se lo había recordado en más de una ocasión y ella no podía arriesgar el futuro de sus hijos por una fantasía. La seguridad y estabilidad de sus hijos era más importante que su propia felicidad. Siempre había sido y sería así.

—Tal vez, su amor pueda hacerte amar esas cicatrices y.. en un futuro las verás como aprendizajes y no como simples heridas. —murmuró Rapunzel

—No soy un jarrón que puede arreglarse con oro. —le dijo la mayor con tristeza

—No, no lo eres. —concordó —Eres una mujer amorosa que merece recibir amor y ser feliz. —sonrió, apretando un poco el abrazo

La mayor suspiró nuevamente, sonriendo a medias y sin contradecir a su hermana.

Si tan solo pudiera ser libre al fin..











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Hola, lamento la tardanza para actualizar. He estado teniendo algunos problemas de salud que me han frenado a escribir. Además de algunos problemas con la computadora donde escribo (perdí este y otro capítulo debido a eso y los estoy reescribiendo para publicarlos lo más pronto posible).

Gracias por seguir esta historia a pesar de la tardanza.❤️

Nos leemos pronto.❤️

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