
I wanted lo leave
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La noche del baile en honor a la salud de la reina marcaba el regreso de Edwina a la alta sociedad londinense. A pesar de que deseaba huir de esa situación, sabía que no podía hacerlo. Tenía la responsabilidad de encontrar un esposo, ya fuera joven o mayor, para ayudar a su familia. No sabía qué decisión tomaría Kate, pero comprendía que no tenía control sobre de quién se enamoraba su hermana. Aunque le doliera, debía aprender a vivir con ello.
Edwina había escuchado hablar de la familia Nott, en particular del Duque Nott y la Duquesa Cox, como una de las familias más poderosas de la alta sociedad. Cuando preguntó a Lady Danbury por ellos, la anciana dama le informó que el joven Duque Nott estaba devastado por la pérdida de su esposa, y comprendió por qué sus ojos parecían tan tristes
La madre de Edwina asomó la cabeza por la puerta de su habitación con cautela, como si temiera que su hija se rompiera.
Edwina la invitó a entrar, y su madre aprovechó la oportunidad para disculparse.
—Quiero pedirte disculpas —dijo con pesar—. Debí haber intuido lo que estaba sucediendo, pero no lo hice. Ambas son mis hijas, y debería haber sabido lo que estaba ocurriendo con ustedes. Dejé que un hombre jugara con sus sentimientos, y es un idiota, cariño.
Edwina respondió con comprensión: —Anthony no es un idiota, ama. La verdad es que me lastimó tanto mi hermana como el vizconde Bridgerton. Pero a veces, nunca sabemos cómo funcionan los sentimientos. Es cierto que cada vez que lo veo, solo siento dolor, pero con el tiempo podré dejarlo ir.
—Cariño, eres mucho más fuerte de lo que muestras —dijo su madre con cariño—. Estarás bien.
Edwina respondió con determinación: —Estaré bien, ama.
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Adentrarse en aquel baile se le presentaba como un desafío a medida que avanzaba por la estancia. Podía percibir los murmullos de las personas que la rodeaban, insinuando que su pureza había quedado en entredicho. Aunque no debería herirla, lo hacía profundamente. El mero hecho de que personas desconocidas se atrevieran a afirmar que no era pura la llenaba de ansiedad. ¿En qué enredo se había metido? Se acomodó en el rincón más apartado, mientras su madre asentía con aprobación y Lady Danbury conversaba con Kate, quien, sorprendentemente, mantenía su elegante porte a pesar de todo.
—¡Lady Edwina, ¡qué grata sorpresa! —susurró una voz a sus espaldas, una voz que en los últimos días había ido haciéndose conocida para ella.
—Theo...—
—¡Edwina! —
—Duques Cox...—
—Puedes llamarnos Perla y Edward; no nos gusta hacer alarde de nuestros títulos, nos parece ridículo—
—Pero, ¿qué hace aquí? ¿Esquivando a las hienas? —preguntó Perla, haciendo referencia a las damas que se congregaban a su alrededor.
—¡Perla! —
—Theodore, no me llames Perla, ¿o acaso Theo no le dices cosas peores, mi amor? — bromeó Perla, dirigiéndose a su esposo, Edward. El esposo de Perla asintió, sonriendo en acuerdo con ella.
—No es justo, Edward siempre está de acuerdo contigo...—
—No es cierto, Theo. Edward tiene sus propios pensamientos, que a menudo coinciden con los míos...—
En aquellos días en que conoció a los Nott y a los Cox, notó que Theodore solo mostraba una sonrisa genuina ante su hermana y su cuñado, y quizás ante ella misma. Con los demás, era un enigma, un libro cerrado al que solo unas pocas privilegiadas tenían acceso.
—Edwina, ¿crees que yo diría palabras tan ofensivas sobre la sociedad? —preguntó Theo.
—Solo dices la verdad sobre la sociedad—respondió Edwina con aprobación.
—Me gustó su respuesta, Señorita Edwina...— intervino el Duque Cox—Si me permite, nos gustaría invitarlas a acompañarnos esta noche. No muchas personas son de nuestro agrado. — La voz del Duque Cox hizo que Edwina asintiera con una sonrisa.
—Pero si los ven conmigo...—comenzó a preocuparse Edwina.
—Descuida, Edwina, no nos importa lo que digan los demás. Además, no tienes la culpa de nada, no has hecho nada malo— consoló Theo.
—Gracias, Theo—
Con Theodore Nott a su lado y la pareja Cox a su lado, atrajeron la atención de la sociedad presente. Su madre y su hermana se quedaron sorprendidas al darse cuenta de la ausencia de Anthony Bridgerton. Solo Simón estaba allí, acompañado de Daphne y sus hermanas, quienes parecían abatidas. Edwina esperaba que todo estuviera bien con ellos. La verdad era que no guardaba resentimientos hacia ellos; aunque deberían haberle dicho la verdad, no era su responsabilidad, sino de Anthony o de Kate.
—Señorita Edwina, ¿me permite un baile? —Lord Fife se acercó a ella, un hombre de unos cuarenta años que no gozaba de buena reputación. Muchas mujeres se habían quejado de su comportamiento.
—Mi señor, le ruego me disculpe, ella no bailará con usted...— interrumpió Perla con firmeza.
—Y aquí está la dama poco...—comenzó a decir Lord Fife, pero la mirada de Perla lo detuvo en seco.
—Ni se le ocurra terminar esa frase. Recuerde la posición de mi hermana—advirtió Theodore. Lord Fife asintió y se retiró lo más rápido posible.
—¿Me puedo defender, sabe? —
—Lo sé, solo ayudé un poquito... ¿Por cierto, ¿dónde está Edward? —preguntó Theodore
—Iba a traerme una bebida, pero aún no ha regresado... Creo que iré a buscarlo. Quédate con Edwina, cuídala por mi —pidió Perla.
—Me puedo cuidar"—respondió Edwina con determinación.
—Lo sé, Eddy, pero Theo también ayudará. Eso es lo que nos enseñó el rey...—
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—¿Sabes por qué mi hermana te aprecia tanto? Es porque trataste al padre de Edward como si fuera el mismo...—comenzó Theo.
—¿Padre de Edward? —preguntó Edwina, confundida.
—Veo que no te has informado, me gusta...—Theo sonrió de manera pícara. —Edward es uno de los hijos de la reina Charlotte, el esposo de mi hermana. Es el segundo hijo, por lo que a menudo lo olvidan. Utiliza otro nombre y se hace llamar Duque Edward cuando no lo es. En realidad, es un príncipe, se llama Harry—
—¡He estado tratando con él todo este tiempo y no me he dado cuenta! —exclamó Edwina, sintiéndose avergonzada.
—Esa es otra de las razones por las que Perla parece quererte, porque eres sincera— respondió Theo, consolándola.
—Me siento tan avergonzada... He estado tratando a sus majestades...—
—No sigas, a Harry le gusta fingir que no pertenece a la realeza. Su familia es complicada, y la normalidad le ayuda. La reina los comprende—
—Está bien—asintió Edwina, sintiéndose aliviada por la comprensión de Theo. En su cabeza, se preguntó por qué Lady Danbury no le había mencionado que estaba tratando con los príncipes de Inglaterra. Sin embargo, ahora recordaba su paso por la sociedad, cómo la gente agachaba la mirada cuando ella pasaba con Edward y Perla, y cómo la biblioteca siempre estaba vacía cuando iba allí.
—¿Te oigo pensar, Edwina? ¿Quieres bailar? —, propuso Theo, cambiando el tema.
—Lo hago— aceptó Edwina con una sonrisa, agradecida por la distracción que el baile le proporcionaría.
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Harry observaba a la pareja que bailaba, con una sonrisa en su rostro, al lado de su madre, la reina. Se encontraban alejados, rodeados de guardias a ambos lados.
—Su majestad...—comenzó uno de los guardias.
—Puedes llamarme madre, lo sabes, H— respondió la reina Charlotte con ternura.
—Ellos pueden ser una pareja poderosa— murmuró el príncipe Harry.
—Pero Theo no la ve más que como a una amiga, y Edwina ya está enamorada— intervino su esposa, la reina de sus ojos.
—Querida, gracias por traer a mi hijo a casa... A veces olvida que tiene un hogar— reconoció su majestad, la reina Charlotte, a la consorte de su hijo, Perla.
—No digas nada, es la verdad...— respondió Perla, mirando a Harry, quien intentó hablar.
—Lamento haber partido por varios meses, pero mi hermano me necesitaba— se dirigió a su majestad, quien sonrió.
—Necesitamos hablar, lo más antes posible...—susurró la reina Charlotte.
—Vendremos mañana, quiero ver a papá— dijo Harry. Las facciones de Charlotte se debilitaron por un momento.
—Estará feliz de ver a su pequeño Harry y a la pequeña revoltosa que lo enamoró—comentó la reina Charlotte. Harry y Perla sonrieron ante estas palabras.
—¿Ahora que hemos tratado eso, puedo ir con los Bridgerton? El vizconde está enfermo y no ha despertado. Me crucé con Simón, y ha pedido que lo revise. En realidad, quiere que ambos lo hagamos— explicó Harry.
—¿La señorita Sharma lo sabe? —preguntó la reina Charlotte.
—No lo creo, mamá... Y creo que debería saberlo— respondió Harry con preocupación.
—Se lo diré, pierdan cuidado...—anunció Perla con determinación —Pero necesitamos revisarlo si queremos que sobreviva. Al parecer, lo estuvo revisando el doctor Hamilton — Al escuchar a su esposa mencionar al doctor que había lastimado a su padre, Edward perdió momentáneamente la compostura. De manera inconsciente, miró a su madre, quien parecía estar recordando los dolorosos acontecimientos relacionados con su esposo.
—Ve con ella, Edward, pero por favor, compórtate como un príncipe. No olvides que perteneces a la realeza—recordó su madre con una mirada de advertencia.
—Lo haré, madre—prometió Edward con solemnidad.
—Cuida de mí, hijo— Le dijo a Perla, mirándolos con cariño.
—Siempre—respondió Perla con una sonrisa. Ambas mujeres sonrieron sabiendo que era el príncipe quien cuidaba de Perla, demostrando la unidad y el apoyo de la familia real
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Caminar de la mano con su esposo era un acto que rara vez podía permitirse, al menos en Inglaterra, donde cada minúsculo detalle era observado por muchos. La princesa Perla estaba bien consciente del dolor que había atravesado la familia real con la enfermedad del rey George. Conocía cada detalle de la persona que había atendido al rey. Esa era la razón por la cual su esposo, el príncipe Harry, había decidido convertirse en médico. Se había empeñado en aprender cada detalle de cada libro que pudo encontrar, deseando curar a su padre y entender por qué la reina Charlotte rara vez sonreía. Harry era un médico bajo un nombre diferente, permitido por la corona y avalado por su suegra. No solo sabía de medicina, sino que también destacaba en otros campos, como la agricultura, entre otros. Por su parte, Perla también había aprendido medicina gracias a su familia, los Nott.
Con solo tocar la mano de Harry sin siquiera mirarlo, Perla sabía que su esposo no se sentía bien, especialmente al enterarse de que otra persona podría resultar herida por el médico. Ahora pensaba en la joven Edwina, imaginándola perdiendo su sonrisa al saber que el vizconde que amaba estaba enfermo. Para todos, eso era un hecho. Aunque al principio Perla había deseado que su hermano Theodore estuviera con Edwina, se dio cuenta de que esta última aún no había olvidado a Anthony, y Theodore tampoco había olvidado a su ex esposa. No era justo para ninguno de los dos.
Harry la miraba con esos ojos verdes que tanto amaba y apretó ligeramente su mano. Ella lo observó durante unos segundos antes de hablar.
—Estoy bien, amor—
—No lo estás, H, no me mientas—
—Estaré bien pronto.... No entiendo por qué llamaron a Hamilton. Los rumores no eran buenos, incluso mi madre no le permitió ejercer—
—Tal vez porque no conocen a más médicos—sugirió Perla.
—Tal vez. Solo espero que el vizconde esté bien. —
—Yo también, H, yo también—
—Verte preocupada por mí es una de las pequeñas cosas que me hacen amarte, ¿lo sabías? —
—Lo sé, cariño...— respondió Perla, con una sonrisa suave.
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Edwina P.V
Bailar con Theodore se sentía bien, pero no podía compararlo con la sensación de bailar con Anthony, el vizconde al que amaba profundamente en su corazón. No haberlo visto durante las últimas dos semanas había dejado grietas en su corazón, pero conservaba los recuerdos más preciosos con él: su primer beso, sus sonrisas, la forma en que se sentía protegida a su lado, y eso la reconfortaba. Al observar a los Bridgerton en el baile y no ver a Anthony entre ellos, un sentimiento de aprehensión se apoderó de su pecho. Sentía que algo malo iba a ocurrir, y eso la llenaba de inquietud.
—¿Piensas en él? — preguntó Theodore, notando su mirada perdida. La sonrisa que le dedicaba no estaba cargada de juicio.
—¿En él? —repitió Edwina, desviando la mirada. No dejaba de buscar a Anthony entre los presentes, y eso no pasaba desapercibido para Theo.
—No dejas de mirar a los Bridgerton buscando a alguien... Deduzco que es él—dijo Theodore con empatía.
Edwina se quedó callada, sin saber cómo responder. Lo que Theo había dicho era cierto: no podía evitar buscar a Anthony en medio de la multitud.
—No te estoy juzgando continuó Theodore con comprensión—Cuando no veía a Cass por más de dos semanas, la buscaba como loco—
Era la primera vez que Edwina lo escuchaba hablar de su esposa, lo que la sorprendió.
—Siento que algo está mal con él... Siempre suele acompañar a sus hermanos—confesó Edwina, revelando su preocupación.
—Sabes, creo que lo que dices es cierto— asintió Theodore, mirando hacia donde su hermana y Harry los observaban. —Mi hermana nos está mirando desde hace rato, y también Harry... Ven conmigo. —Theo la invitó a alejarse del baile para averiguar lo que estaba sucediendo.
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Espero les guste, gracias por sus votos
Solo espero que comenten, eso me ayuda a continuar
T.P.W.K
All love
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