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Fearless

Edwina P.V

Edwina había logrado dormir poco aquella noche, ya que su mente estaba inquieta y preocupada por Anthony. A pesar de que Juls le había informado que él se encontraba bien, ella necesitaba verlo con sus propios ojos para sentirse tranquila. Temía que estuviera molesto con ella por el comportamiento de Kate. Su preocupación la llevó a levantarse de la cama sin despertar a Kate, tomar un candelabro que iluminara su camino y dirigirse hacia el despacho de Anthony.

Avanzó hacia la puerta del despacho con extrema cautela, abriéndola con sigilo. Para su sorpresa, encontró a Anthony recostado en el sofá, durmiendo tranquilamente. Se quedó observándolo durante un momento, sorprendida por su apacible expresión. Era una faceta de él que siempre había deseado ver, la parte tranquila y pacífica.

Edwina decidió no molestarlo, optando por tomar una manta que encontró a su alcance y cubrirlo con ella. Le dio un suave beso en la frente antes de salir del despacho, sintiendo un alivio momentáneo al ver que Anthony estaba bien. Sin embargo, en su corazón, Edwina sabía que algo estaba mal. La ausencia de Anthony en la cena y su comportamiento la hacían pensar que él había cambiado de opinión sobre el compromiso. Esta certeza comenzó a pesar en su mente y en su corazón

•••••

Edwina se encontraba en un estado de ánimo sombrío aquella mañana. No quería enfrentarse al día que se avecinaba, el día en el que Anthony podría decirle que no quería casarse con ella. Trató de seguir durmiendo, pero el sol ya iluminaba la habitación, y Kate tampoco estaba presente en la cama, lo que indicaba que su hermana ya había comenzado sus actividades matutinas.

Con un profundo suspiro, Edwina decidió levantarse. La tensión y el nerviosismo la atormentaban, pero no podía quedarse en la cama por más tiempo. Se vistió y se encaminó hacia la biblioteca en busca de un libro en particular que le proporcionara algo de consuelo en aquellos momentos de incertidumbre.

Sin embargo, su lectura se vio interrumpida por la voz de Anthony, que la sorprendió en el lugar. El miedo y la ansiedad la invadieron de inmediato.

—¿Por qué estás aquí, Edwina? —preguntó Anthony, con un tono serio y preocupado.

—¿No tengo permitido estar aquí, mi señor? —respondió ella, sintiéndose incómoda y nerviosa.

—¿Qué tienes? ¿Daphne o mamá mencionaron algo? —insistió él, mostrando una preocupación genuina.

—No actúes así, Anthony. Dilo ya. No quieres casarte conmigo, lo entiendo, pero no seas cruel y me trates así. Me confundes —confesó Edwina, dejando salir sus temores.

—No voy a romper nada, Edwina. Me casaré contigo, lo prometí —aseguró Anthony, tratando de calmarla.

Edwina se sinceró con él, expresando sus preocupaciones y temores sobre su compromiso. Le explicó cómo se sintió al contarles a los demás sobre su compromiso y luego notar la ausencia de Anthony en la cena. Su mente había comenzado a tejer preocupaciones, temiendo que él se hubiera arrepentido o que estuviera enfermo.

—Hablé con mi madre, Edwina. Dijo cosas que me lastimaron, y yo también dije algunas cosas —explicó Anthony, revelando un poco de lo que había sucedido en la conversación con su madre.

—Anthony, lo siento... Es mi culpa que estén peleados. Yo lo lamento tanto —se disculpó Edwina, sintiéndose culpable por la tensión entre él y su familia.

Anthony intentó consolarla y asegurarle que no debía disculparse por cosas que no podía controlar. Luego, cambió el tema y le preguntó sobre el libro que estaba leyendo.

—Orgullo y prejuicio —respondió ella.

—La leí alguna vez. No es de mi género favorito, pero me agrada —comentó Anthony.

—Deberías leerlo, es mi libro favorito —sugirió Edwina.

—Lo tendré en cuenta. Ahora, vamos a desayunar —propuso Anthony.

—¿Los dos juntos? —preguntó ella, aún preocupada por su relación.

—Te esperé, pero no aparecías, así que vine a buscarte —explicó Anthony.

—¿Es temprano o ya es pasada las 10? —preguntó Edwina.

—Aún es la hora dorada, Edwina —respondió Anthony.

—Pensé que era más tarde. No encontré a Kate y el sol ya había salido —comentó Edwina, dándose cuenta de que su preocupación la había mantenido en vela.

—¿Entonces vienes o no? —preguntó Anthony.

—Lo haré. No seas gruñón —respondió Edwina, dejando que una pequeña sonrisa asomara en su rostro mientras se dirigían juntos hacia el desayuno.

••••

Al entrar al comedor, Edwina notó que solo estaban ellos dos. La ausencia de la mayoría de la familia Bridgerton a esa hora del día le pareció extraña y le inquietó, aunque prefirió no decir nada al respecto.

—¿Todavía no se ha levantado nadie, Juls? —preguntó Anthony a su empleada, buscando una explicación.

—No, mi señor —respondió Juls.

—Gracias, Juls. Puedes retirarte —dijo Anthony, y ella se retiró de la sala.

Quedaron solos nuevamente, como había sucedido en otras ocasiones recientes, y Edwina no pudo evitar mencionarlo.

—Solo somos los dos otra vez —comentó ella.

—Se está haciendo una costumbre rara pero agradable —añadió Anthony, pareciendo en cierto modo disfrutar de esos momentos íntimos.

—Es agradable, pero creo que no será por mucho tiempo —advirtió Edwina, mostrando su preocupación.

—Pensé que no eras una persona pesimista —observó Anthony, curioso por su comentario anterior.

—Y yo pensé que no eras ingenuo —respondió Edwina con una sonrisa.

Anthony alzó una ceja, intrigado por su comentario, y ella continuó.

—¿Ingenuo? —preguntó Anthony.

—Están planeando algo, Anthony —afirmó Edwina, observando su expresión.

—No lo creo, se los dejé claro, me casaré contigo sin importar nada —aseguró Anthony.

—Tus hermanos no son personas que se rinden —advirtió Edwina.

—No lo son. ¿Crees que están tramando algo? —preguntó Anthony, interesado en su opinión.

—Te apuesto lo que quieras —propuso Edwina, desafiante.

—¿Lo que quiera? —dijo Anthony, aceptando el desafío.

—Si, lo que quieras, Anthony —confirmó Edwina.

—Acepto —declaró Anthony.

—Pero si tú pierdes, me deberás un día de tu tiempo —propuso Edwina, con una sonrisa traviesa.

—Mi tiempo es muy valioso —bromeó Anthony.

—¿No es agradable pasar tiempo conmigo? —preguntó Edwina, mostrando una expresión fingida de ofensa

—No me dejaste terminar... Me agrada pasar tiempo contigo. Acepto —concedió Anthony, riendo levemente.

Sin embargo, su conversación se vio interrumpida por la llegada de Simon, el cuñado de Anthony.

—¡¡¡Anthony!!! Amigo, es bueno verte... Lamentablemente, nos han convocado para una reunión en Londres. Tenemos que partir —anunció Simon. Edwina forzó una sonrisa, pero en su interior sentía un dolor que no podía ocultar. No era una persona rencorosa, pero las acciones recientes de la familia de Anthony no le agradaban en absoluto. Deseaba llevarse bien con ellos, ya que serían su familia, pero parecían no darle esa oportunidad. No la conocían, pero la juzgaban sin cesar, y no entendía qué esperaban de ella. ¿Que se impusiera con autoridad? No era su estilo.

Anthony le susurró unas palabras reconfortantes antes de partir con el Duque de Hastings, y aunque sus palabras la tranquilizaron un poco, el nudo en su estómago persistía.

Terminando su desayuno, Edwina reflexionó sobre cómo ganarse el favor de la familia de Anthony. La madre deseaba que hubiera amor verdadero en su matrimonio, la hermana mayor quería que su personalidad cambiara, y los demás hermanos, en su mayoría, le agradaban y la aceptaban, pero seguían a sus mayores, por lo que también la miraban con recelo.

Mientras pensaba en todo esto, la pequeña Hyacinth se le acercó.

—Edwina... —la llamó la niña.

—¿Qué pasa, pequeña? —respondió Edwina.

—¿Puedes peinarme? —preguntó Hyacinth.

—Por supuesto, cariño... —Edwina sonrió—. Te diré algo, tengo unas flores muy bonitas que quedarían hermosas en una trenza.

—¿Rojas? —preguntó Hyacinth emocionada.

—Rojas y amarillas, cariño... Ven, vamos a pedirle a Juls que me las traiga, pequeña.

Hyacinth tenía a Edwina completamente cautivada. Fue la primera Bridgerton en acercarse a ella, junto con el pequeño Gregory. Ambos hermanos habían llegado sonriendo, extendiendo una rama de olivo entre Edwina y la familia Bridgerton. Recordar aquellos momentos le hizo sonreír a pesar de su preocupación.

—Pequeña, no has desayunado, cariño, debes hacerlo —le recordó Edwina a Hyacinth.

—Yo lo hice, Edwina. Lo hicimos todos en el jardín. Mamá invitó a Kate y a tu mamá —informó Hyacinth.

Edwina sintió una punzada de dolor al escuchar el nombre de Kate, pero intentó mantenerse serena. El amor que sentía por Anthony era puro, pero también tóxico para su bienestar emocional. Sabía que tenía que enfrentar la situación antes de tomar una decisión definitiva.

—Edwina, ¿estás bien? —preguntó Hyacinth preocupada.

—Pequeña Hyacinth, ven aquí —la abrazó Edwina, y algunas lágrimas escaparon de sus ojos, aunque no permitió que cayeran.

—Llegamos... Tu hermano me enseñó este pasillo, y podemos estar aquí todo el tiempo —le dijo Edwina a Hyacinth.

—¿Podemos? —preguntó Hyacinth emocionada.

—Sí, cariño, podemos —confirmó Edwina, sosteniendo a la niña en brazos.

Un momento después, Juls llegó con las flores y el cepillo que Edwina había pedido. Hyacinth se sentó obedientemente, y Edwina comenzó a peinarla, trabajando al ritmo de los sonidos de la naturaleza que los rodeaba.

—Hyacinth, te ves hermosa —elogió Edwina cuando terminó.

—Gracias, Edwina —respondió Hyacinth, sonriendo.

—A mamá le agradas, solo cree que ustedes dos sufrirán. Daphne dice que ustedes dos no son compatibles —confesó Hyacinth de repente.

Edwina se quedó pensando en esas palabras mientras su pequeña amiga se alejaba. Daphne parecía tener dudas sobre su relación con Anthony, lo cual la hizo cuestionar aún más su futuro junto a él.

••••

Espero que les haya gustado

Agradecería si comentan y voten

Gracias a los que leen

TPWK

ALL LOVE

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