Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

NUEVE

Nueve.
   Edmond y Masen llegaron a la dirección que había conseguido Masen por sus contactos en Beacon Child, su verdadero puesto de trabajo. El cielo estaba tintado del tono anaranjado de las nubes que amenazaban con lluvias esa misma noche. La caminata por las sinuosas callejuelas del barrio de Beacon Child, asfaltadas con piedras por las que no pasaban coches, fue agotadora. El escenario parecía de otro siglo por la imagen que creaban la unión de fachadas victorianas y las calles de piedra. 
    De la puerta, salió un chico de unos veinte años con chaleco de tela vaquera, un gorro mugriento y una barba algo descuidada. Edmond se fijó en él.
    El comercio de té estaba en un subsótano en la fachada de un edificio de dos plantas. Bajaron por los pocos escalones y entraron en la extraña estancia. Las paredes excavadas en la roca que conservaba la penumbra. Había tres estanterías con cristalera en las paredes de los lados y en el centro dos escritorios llenos de cajones y bolsas de té expuestas a la venta. Al fondo una mujer mayor les hizo señales para que se acercaran. Los distintos olores exóticos impactaban a Masen. Los aromas de distintas plantas invadían radicalmente la habitación.
    —¿Señora Larsong?
    —Sí, encantada.
    Su voz delataba un acento inglés muy propio para el lugar.     —Soy Dick Masen, y mi compañero Edmond…     —Edmond Waller —interrumpió este.
    Tras un corto silencio incómodo Masen rebuscó en su mochila y sacó cuatro bolsas de té de las pruebas dentro de unos frascos de plástico.
— Nos gustaría saber si puede decirnos algo sobre esto.
    — ¿Donde las han encontrado agentes? —Dijo mientras observaba las cuatro bolsas intentando saber el tipo, ya habían sido procesadas en el laboratorio forense y no se apreciaban rastros de sangre a simple vista— No son de las que vendo yo.
   Masen miro a Edmond que estaba paseando tranquilamente observando las estanterías. Pensó que si le decía donde las habían encontrado (dentro de una persona) no querría seguir ayudándoles.
    —Pues… En un robo —eso era perfecto—, estaban en los sitios saqueados y nos ha parecido muy extraño. Ya han robado un par de veces haciendo lo mismo.
    En la cara de la anciana se dibujó una mueca de interés.
    —Que emocionante tiene que ser su trabajo.
    —A veces.
    Pues a ver que tenemos aquí. ¿Puedo abrir la bolsa?
    Masen miró a Edmond, perdido entre los mostradores de plantas exóticas. Cada pocos metros, se paraba a oler alguna de las bolsas.
    —Sí, no hay problema. 
    Observo y olió las bolsas detenidamente, a Masen le dio arcadas. ¿Dios, cómo podía hacerle eso?
    —Como ya le he dicho no vendo este té. Es muy raro, parece indio o de esa zona de Asia creo.
    — ¿Cómo puede saber eso con solo olerlo?
    —Llevo muchos años en tiendas como esta, desde niña incluso, y reconozco muchas plantas. Y aquí tenemos algo indio pero no me acuerdo del nombre. Sé que se hacía con los brotes de una planta.
    — ¿Conoce a alguien que pueda saberlo?
    —No se moleste en buscar más, agente, tengo de este té en mi trastienda.
    — ¿No había dicho que vendía té?
    —Ah, comprendo la confusión, este té recuerdo que era muy caro y yo lo coleccionó; unos los vendo y otros me los quedo.
    — ¿Le acompaño?
    —No, no —se apresuró a decir Larsong—. Ya vengo.
    Desapareció por una puerta que crujió al abrirse. Masen encontró a Edmond olisqueando varios tés que parecían más escondidos.
    — ¿Qué haces, tío?
    Le respondió sin mirarle.
    —Estoy investigando, podría vender drogas.
    Masen arqueó las cejas, incrédulo.
    — ¿Para qué iba a vender drogas una mujer de cuantos... sesenta años?
    —Bueno, ¿cuánto dinero da el vender té?
    Le faltaron palabras en la boca. El crujido de la puerta hizo que se girara y viera que la dueña de la tienda volvía.
    — ¡Ya lo he encontrado!—dijo triunfal.
    Masen volvió al mostrador.     — ¿Sabe lo que es ya?
    —Pues a ver. El té Darjeeling, como el lugar de donde proviene. Solo crece en una pequeña región al este de la India. Está hecho de los brotes más tiernos de su planta, el Tukdah. Lo suelen hacer con leche de buey y acompañado de frutos secos. Es bastante caro, a mí me lo regaló un amigo —Masen apuntaba todo en una pequeña libreta a una velocidad digna de un mecanógrafo profesional—No se suele vender en tiendas por su precio, y por su rareza. Y ya no se más. ¿Les es suficiente?
   —Puede sernos muy útil.
   —Me alegro agente. Buenos días.
   Masen le dio un toque en la espalda a Edmond para irse, que estaba en cuclillas rebuscando en unas estanterías.
    —Edmond, nos vamos.
    Este se levantó y fue al mostrador sin responderle. Miró a la dueña de la tienda muy seriamente.
   —Tiene el olfato muy desarrollado ¿no?
   —Tras muchos años en esto tengo una nariz muy aguda.
   —Se nota que conoce muchos olores. ¿Ha olido usted la marihuana?
   —Mmm...Pues a ver. En alguna calle de Nueva York hace un par de años.    — ¿Fue a Nueva York?
   —Sí, me tocó un viaje en un concurso de un supermercado. Fue un buen viaje. ¿Ha ido usted?
   —Una vez. No me gustó, pero me alegró por usted.
   Se giró y salió por la puerta sin decir nada, seguido por Masen que no se explicaba nada. Al salir ya estaba poniéndose el sol, pero las espesas nubes ocultaban sus últimos rayos.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro