Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

DIEZ


    El viaje fue bastante silencioso, a ninguno se le ocurría ningún tema de conversación. El capitán McCarthy aparco el coche delante de la puerta del Nexder, al bajar se ajustó la chaqueta y se preparó para parecer duro. Hacía ya varios meses que no interrogaba a nadie y tenía ganas de hacerlo. En la puerta negra había un segurata de casi dos metros. McCarthy llegó a la puerta con la cabeza alta pero la tuvo que subir más para mirar a la cara del guardia, la diferencia de altura era notable.
    —Capitán McCarthy y esta es mi…—Miró a Marlene buscando una respuesta— asesora.
    — ¿Son tan inútiles que necesitan ayuda de una asesora?
    —Quiero hablar con tu jefe ¿está ahí dentro?
    —Me han dicho que no deje entrar a nadie.
    —Pues vaya que disgusto, vamos a pasar. Puedes dejarnos pasar o pasaremos contigo esposado.
    Les miró con extrañeza. Entró al local y volvió para darles luz verde para entrar. Las paredes interiores del Nexder eran negras y con estampados de ramas doradas. El techo era una cristalera que reflejaba todo el local. Los bancos estaban en forma de cruz y separados por una pequeña plancha negra de madera. En el fondo había una pequeña barra de estriptis que sobresalía por encima de las mesas.
    —Esto es como...un reclamo para los ricachones de tu edad —Dijo Marlene señalando a alrededor.
    — ¿De mi edad?
    — ¿Cuantos tienes, 50?
    — ¿Parezco tener 50? Tengo 44.
    —Bueno vale ¿Cuantos años tenía Xavier Grimes?
    —41. Era el subdirector del Museo de Historia Natural de Boston. Tenía dinero. Así que tienes razón, supongo.
    El guardia que no les quería dejar pasar les concedió asiento en unos sillones de terciopelo morado. A los dos minutos de espera apareció un hombre de estatura muy baja y con un traje de marca que le venía grande, tenía un bigote corto que aún le faltaba crecer. Estrecho la mano al capitán McCarthy de manera cortés, quizá fuera por la experiencia de tener clientes importantes en su negocio.     — ¿En qué puedo ayudarles?
    —Queremos hacerles unas preguntas.
    —Dispare.
    — ¿Le suena el nombre de Xavier Grimes?
    —Verá, aquí vienen a la semana mucha gente.
    — ¿Y no hay ninguna cámara?
    —No tenemos cámaras. No me parece necesario.
    — ¿Hay algo que no quiera grabar? —intervino Marlene.
    —Créanme cuando les digo que aquí no pasa nada ilegal —dijo el jefe del Nexder, recostándose en un sillón —. La gente que viene aquí no viene para que le estén grabando en su tiempo libre.
    Marlene observó el alrededor. McCarthy siguió con el interrogatorio.
    —Tengo entendido que tenía relación con la víctima.
    — ¿Víctima de qué?
    —Ah, no lo sabe-sacó una foto con la cara de Grimes ya muerto-. Le mataron ayer por la noche. Vino aquí ayer por la noche ¿no?
    El hombrecillo pareció afectado por la noticia.
    —Xavier y yo éramos amigos desde hacía mucho tiempo. Ayer vino como un día normal. Estuvimos hablando un poco.
    — ¿De qué hablaron?
    —Hablamos sobre un coche que quiero comprar. Él sabía mucho de esas cosas, desde siempre.
    — ¿Le pareció preocupado? ¿Le dijo algo raro?
    —No, estaba tranquilo. Pero... —se recostó otra vez, no encontraba la manera de estar cómodo— dijo que después iba a verse con un tío.
    — ¿Dijo quién era?
    —No lo sabía.
    — ¿Quedó con un desconocido? ¿Para qué?
    —El tío le mandó una carta, a lo antiguo ¿sabe? Decía que quería hacer un trato con él. En la carta decía que Xavier podía hacerle un favor y este le recompensaría con mucho dinero.
    —Entonces —dijo Marlene— quería quedar con un desconocido para hacer un negocio, que no sabía cuál era.
    —Bueno, sí —dijo sonriendo un poco.
    — ¿Y qué le dijiste sobre ello?
    —Le dije que era una buena idea. Ganar dinero es bueno.
    Marlene lo miró con incredulidad. Tenía los pies sobre el sillón, cómoda, sin ningún criterio de “respeto”.
    — ¿Es usted gilipollas?
    McCarthy la miró molesto, el interrogatorio iba bien y lo destrozaría todo si seguía así.     —Las mujeres no deberían hablar así.
    Marlene se enfadó.
    —Marlene espérame fuera —se apresuró en decir McCarthy.
    Se levantó y empezó a irse. Antes de que saliera McCarthy siguió preguntando     — ¿Y dijo dónde habían quedado?
    —No, le dijo que ya pasaría a recogerle.
    Marlene escucho esto y levantó las palmas para señalar su anterior comentario.     — ¿Algo más?
    —No. Bueno, se fue a las nueve más o menos. Una hora temprana para él. Se fue un poco borracho.
    —Gracias. Nos servirá.
    Le dio la mano y salió del local. Marlene le esperaba apoyada en el Mustang que reflejaba la luz de la tarde.
    — ¿Ha dicho algo más Adolf?
McCarthy río un poco entre dientes y montó en el coche. Ya casi era de noche. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro