Verdades que duelen.
A pasado un mes desde mi salida con fabrizio, y que Taylor me pidiera respetarlo, sigue con el mismo tema de que somos un matrimonio que debe mantener las apariencias.
Le pedí disculpas y le prometí que no volvería a pasar, se que fue mi error poner en peligro nuestra situación. Estuvo molesto conmigo por muchos días, cosa que me lastimo porque quería hablar con él incluso si eran sus malos tratos. Lo único que obtuve de él fue que quería tener espacio y que era mejor que me fuera a mi departamento, eso perforó mi corazón haciéndolo sangrar una vez más, pero con la misma me puso una nueva bandita que retuviera la herida.
Puede que suene hasta dramático, pero es como me siento, desde entonces fabrizio ha estado insistiendo en que nos veamos, y sin contar el inumerable de veces que me ha enviado mensaje o llamado. Pero en ninguna le he respondido y aunque creia que con eso se daría por vencido creo que me equivoqué. Al contrario ahora envía flores (mis favoritos, las orquídeas) a mi departamento cada vez que estoy allá.
¿Qué cómo sabe cuando estoy y cuando no?
Pues no lo sé, esa pregunta ha rondado por mi cabeza el último mes.
la próxima semana tengo un viaje de la empresa por una sesión de fotos, aún no sé de qué se trata Erika no ha querido decirme nada.
Dice que el cliente lo prefiere de esa manera, me tranquilizó diciendo que no era nada malo que jamás nos pondría en riesgo si fuera el caso, pero que era una oportunidad única para mí. Tanto así que haría crecer mucho más mi carrera como modelo y tener un mejor sueldo.
He ido a visitar a mis padres estas últimas semanas, y aunque han preguntado muchas veces por Taylor, siempre les miento diciendo que tiene mucho trabajo y que se le hace imposible ir y conocerlos, parecen entenderlo pero papá sigue un poco reacio a este matrimonio.
Miro a la puerta de mi habitación encontrándome con Taylor con las manos en sus bolsillos.
— Hola — murmuró regresando la ropa que me lleve a su lugar.
— Madd, lo siento — lo miro confundída — te he tratado muy mal últimamente — se acerca a mí — y se que eso no tiene justificación pero de verdad lo siento.
Acaricia mi mejilla con sus nudillos en una suave caricia que hace Suspirar y se que un leve sonrojo se ha extendido por mis mejillas al sentirlas calentarse.
— Está bien Ty— susurro perdida en su mirada — son días malos nada más, no pasa nada estoy bien.
No quiero que se sienta mal por mi culpa, besa mi frente y acaricia su nariz con la mía, dejándome sin respiración. Tomo en un puño su camiseta sin querer dejar que se aleje pero lo hace.
Suelto la respiración que estaba conteniendo, y lo veo desaparecer por la puerta dejándome con un torbellino de pensamientos y esperanzas. Daré todo de mi para que Taylor sienta algo por mí, y con eso me refiero a enamorarse.
Sonrió feliz por su disculpa y continúo con mi trabajo, doblo la ropa en mi closet y coloco un poco de música, mi ánimo a subido a muchas escalas.
(...)
Luego de haber arreglado mi ropa, bajo a la cocina a ordenar un poco de comida, mi estómago ruge de hambre ya que en el almuerzo no probé mucho bocado.
Al llegar la cena, llamo a Taylor para que baje de su habitación. Lo miro trotar por las escaleras y llegar hasta el sofá dónde estoy, mi mirada recorre todo su cuerpo.
Esta sin camisa, su torso al descubierto y un poco sudado me hace ver qué estaba ejercitándose y un chandal sin calzado. Toma asiento a mi lado y toma un pote de arroz chino comenzando a devorarlo.
Lo miro con diversión ocasionando que deje de comer para hablar con la boca llena.
— ¿qué? — río más fuerte y un poco asqueada al ver los granos caer de su boca.
— Calma, no quiero quedar viuda antes de tiempo — Bromeó, pero al ver la mueca que se extiende en su rostro me hace saber que no le gustó.
— Solo tengo hambre nada más.— habla cortante.
— yo igual, hoy no pude probar bocado — murmuró cohibida, antes su intensa mirada.
— Pensé que habías ido a almorzar con ese tal Fabrizio, que parece un perro faldero detrás de ti — no se porqué razón su comentario me molesta.
— No es ningún perro faldero taylor, solo es atento conmigo — digo molesta — no tienes porqué tratarlo mal si lo único que ha hecho es ser atento conmigo — su expresión enojada me hace saber que mi respuesta no le ha gustado.
— ya se me ha quitado el hambre — tira el pote sobre la mesa haciendo que se riegue.
Miro impactada su actitud, ¿Y a este que le pasa? Lo veo subir las escaleras rápidamente, no lo sigo.
Lo mejor es dejar que se le pase su enojo y luego intentar hablar con él y disculparme si algo le molesto. Tomo mi pote y comienzo a comer, esto no me quitará el hambre... No señor, estoy muy hambrienta como para desperdiciarlo.
Una vez terminado de cenar, y de recojer el desastre de Taylor, subo las escaleras hasta su habitación. Encontrándolo haciendo flexiones, me cruzo de brazos viendolo desde el marco de la puerta.
Creo que babeo al ver cómo sus omóplatos se contraer al bajar sus brazos
—¿Qué necesitas? — su voz me saca de mi ensoñanza.
— no tenías que comportarte de esa manera allá abajo — voy directo al grano — se suponía que te habías disculpado por tu trato hacia mí.
— ¿Y que creíste?, ¿Qué no volvería a pasar?— me mira burlón — no todo gira a tu alrededor, ni mucho menos debo tratarte siempre bien.
— De hecho desde que nos casamos — Pauso —, me has estado tratando mal y no entiendo el porqué.— sincero — ¿Es tan malo el que te hayas casado conmigo?.
— Si, si lo es. — me mira con una seriedad que me desarma en pedazos — no solo es malo, es horroroso porque por culpa tuya no puedo estar con Jade sin importar que nadie nos vea, porque debemos “aparentar” — hace comillas ante esto último.
Siento la herida de mi corazón agrandarse, yo no le pedí esto, en todo caso fue él. Siento mis ojos aguarse.
— Yo no te pedí que te casarás conmigo — mi voz tiembla — tu fuistes el que me lo pidió, y si sabías que iba a hacer tan horrible debiste pedirme que lo olvidara y no te ayudará.
— Lo hice porque quiero estar con Jade y mi dinero por nada más — gruñe molesto — he tenido incontables peleas con ella por tu culpa.
—¿Por mi culpa? — lo miro desconcertada, por lo que se pasa una mano por el cabello. —¿Por qué lo dices?.
— Nada olvídalo — me da la espalda. — Solo lárgate de mi habitación.
Asiento sin más, las lágrimas fluyen al salir de su habitación no entiendo porque ese trato hacia mí de la noche a la mañana. ¿Qué hice mal?.
Llego a mi habitación y cierro la puerta detrás de mi deslizándome sobre ella hasta llegar al piso, subo mis piernas y hundo mi cabeza entre mis rodillas y un sollozó sale sin permiso.
Para luego seguirle otro y darle rienda suelta al llanto que tanto he contenido.
🌺🌺
Que injusto a veces es el amor ¿cierto?
Madd no se merece lo que le está pasando.
Pero como quien dice siempre el ave fénix renace entre las cenizas 🔥🔥
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