Maddisson Cooper.

10 Años de edad.

Miro aquel niño de ojos color miel está sentado bajo un árbol mirando a los demás niños jugar, siento un poco de curiosidad por saber por qué no juega con los demás, está en mi misma clase pero nunca lo he visto hablar con otros niños. Incluso la maestra ha tratado de charlar con él pero nunca dice ni una sola palabra, solo observa todo a su alrededor como si lo estudiara.

Me levanto de mi banca dejando a mis amigas jugar con mis muñecas, cada vez que doy un paso estoy más cerca de llegar a él, pero un tonto niño pasa corriendo y me tumba haciendo que mi tobillo se doble y comience a doler mucho; intento retener las lágrimas pero no puedo duele demasiado, Gimo de frustración no es la primera vez que me pasa soy muy torpe y a la vez muy tonta por no tener cuidado y ver si alguien vienen o no.

Veo una sombra cubrir mi cuerpo, levanto la mirada para saber quién es el dueño y me sorprendo al ver al niño solitario, se arrodilla a un lado de mi y me mira fijamente haciendo que me mueva incómoda y haga una mueca de dolor por mi tobillo. Lo miro quitar la mirada de mi para ponerla en el lugar donde tengo mi mano, esa zona enrrojecida e hinchada.

- Niños tontos - Susurra - espera aquí iré por la maestra - asiento tratando de no moverme mucho.

Minutos después lo veo venir con nuestra maestra, ella me ayuda a levantar y toma mi brazo, trato de apoyarme de mi pies pero el solo intento hace que chille de dolor, el niño me ayuda pasando mi brazo por su hombro. Lo miro como una tonta sintiéndome muy avergonzada pero él solo me mira para que comience a caminar.

Al llegar a una de las bancas me ayudan a sentar con cuidado de no lastimarme más el pies, y nuestra maestra le pide que se quede conmigo mientras ella llama a mis padres. La observó alejarse cada vez más de nosotros hasta que ya no la vemos más, paso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y decido buscarle conversación.

- E-eh gr-gracias por ayudarme - Tartamudeo sintiendo mis mejillas sonrojarse - es muy lindo de tu parte.

- No te preocupes, papá siempre dice que debemos ayudar a las niñas - Se encoje de hombro sin mirarme - Dice que son muy tontas.

- Oyee - me siento ofendida - nosotras no somos tontas, podemos llegar a ser muy valientes si lo queremos y mucho mejores que ustedes - le saco la lengua.

- Claro, no eres tonta pero si que no te fijas por dónde vas - frunce el ceño.

-¿Cómo te llamas? - Pregunto ignorando su respuesta - yo me llamo Maddisson, pero mis amigos me dicen maddi.

- No me interesa saber tu nombre niña tonta - giro los ojos.

Decido no responder más tonto será él, me cruzo de brazos para que vea que su respuesta me ha molestado y se disculpé. Pero no lo hace simplemente me ve y se vuelve a encojer de hombros sin hacer absolutamente nada.

Una hora después mi padre llega por mí, me sonríe cariñoso y besa mi mejilla para tomarme como una princesa y decirme que iremos al doctor para que vea mi tobillo y luego por un helado, le sonrió feliz. Siempre me ha encantado el helado y más de chocolate.

- Adiós niño feo.

- Adiós niña tonta.

Se despide con la mano mientras mi padre avanza conmigo en brazos, lo miro comenzar a caminar hasta el árbol donde lo ví hace unas horas hasta que lo pierdo de vista.