(5) Estela conoce a alguien
Estela era nueva en la ciudad. Se había mudado tan solo un par de semanas atrás al apartamento de Rodrigo, su mejor amigo de toda la vida. Ella pasaba gran parte del día fuera de ahí, conociendo la ciudad por su cuenta mientras buscaba trabajo.
En realidad, no era necesario que trabajara. La cuenta bancaria de su padre era suficiente, además de lo que ganaba como influencer en redes sociales. Ahí le gustaba hablar de su vida y contar anécdotas que en su momento habían sido humillantes pero que sabía que al compartirlas, lograría sacarle una risa a alguien. De cualquier manera, no le vendría mal un ingreso estable, como Rodrigo le había repetido tantas veces.
Sin embargo, aquella noche no estaba concentrada en eso, sino en conocer el club que sus seguidores le habían mencionado numerosas veces cuando ella pidió recomendaciones para una noche divertida. Había logrado convencer a Rodrigo de ir con ella y se distrajera un poco del trabajo, quizás conocer a alguien, así que estaban por un buen comienzo.
Cuando les permitieron el paso, Estela inmediatamente fue a la pista de baile, mientras Rodrigo les conseguía tragos. Comenzó a bailar al ritmo de la canción, mirando no tan discretamente a su alrededor por si había alguien interesante a la vista.
Casi enseguida notó a un hombre sentado frente a la barra, hombros anchos y cabello infinitamente oscuro. Su piel blanca contrastaba con el azul marino de su camisa, esta con los primeros botones desabrochados. Desde donde Estela se encontraba, podía ver sus enormes músculos y atractivos ojos verdes.
Sin perder un segundo más, Estela avanzó hacia él cuando vio que Rodrigo intercambiaba algunas palabras con el desconocido tan atractivo que la hacía sentir algo en el vientre... y un poco más abajo.
—Caballeros —saludó ella con una sonrisa coqueta dirigida al desconocido.
—Estela, estaba por llevarte tu trago —respondió Rodrigo. Entonces él notó la mirada de Estela hacia el desconocido. —Oh, lo siento. Estela, él es Hugo, un compañero de trabajo. Hugo, ella es Estela, mi mejor amiga desde la infancia.
Hugo inspeccionó a Estela con el mismo deseo que ella había hecho antes. Recorrió su mirada por sus piernas, torso, deteniéndose en el escote, para subir a sus labios y terminar en sus ojos.
Perfecto. Estela iba a tener sexo con él esa misma noche.
Hugo la invitó a bailar y ella aceptó gustosa. Le guiñó un ojo a Rodrigo mientras se alejaban, para hacerle saber que no llegaría a casa esa noche. Rodrigo rodó los ojos cariñosamente, acostumbrado a las actividades nocturnas de Estela. Le deseó buena suerte con ambos pulgares arriba y se dio la vuelta para tomar de su trago.
Aprovechando que el club estaba al máximo de gente y el poco espacio que había en consecuencia, ambos bailaron muy juntos al otro, rozando sus cuerpos sin inhibiciones. Hugo la tomó por la cintura, sabiendo bien qué movimientos utilizar para hacerla sonrojar. Él era probablemente el hombre más atractivo que Estela había conocido, casi podía ver las chispas volar en su vientre cada que él le sonreía. Estaban tan cerca que Estela sabía que él podía ver lo que ella estaba pensando.
El club cambió las luces, oscureciéndolo aún más. Como si esa fuera la señal que esperaban, ambos enredaron sus cuerpos en un beso que definitivamente perseguiría a Estela cuando él no estuviera a su alrededor. Pasó sus dedos por el cabello de Hugo, sintiendo la vibración de su gruñido sobre sus labios. Hugo besó su mandíbula hasta llegar a su oído y susurrarle que se fueran de ahí. Estela asintió y comenzó a enviarle un mensaje a Rodrigo para avisarle que iba a salir del club.
Llegaron a la calle, donde había comenzado a llover. Estela detuvo a Hugo antes de que pudieran buscar refugio, mojándose en el proceso. Lo miró a los ojos unos segundos, captivada en su mirada.
—¿Puedes besarme bajo la lluvia? —pidió.
Hugo frunció el ceño en confusión, pero no la cuestionó. La besó como la había besado en el club, tan intenso que por un momento se llevó el dolor y la confusión que ella trataba de olvidar desde que llegó a esa ciudad, lo cual la llevó a pensar en algo.
—Besas como si quisieras olvidar a alguien —comentó.
Hugo le sostuvo la mirada, sin vergüenza alguna. Probablemente Estela debió tomar eso como algo por lo que debía correr, pero sabía que no podría llegar muy lejos. Hugo era lo que necesitaba. Con él era fácil olvidar que lo que hacían era una mala idea.
—Podría decir lo mismo de ti —contraatacó él.
Estela rio y lo besó de nuevo.
—Tú y yo solo estaremos juntos una noche —dijo ella—. No es necesario hablar de cosas personales.
Hugo sonrió contra sus labios.
—Solo una noche. Tienes razón.
Terminaron el beso solo para caminar hacia el auto de Hugo, donde se besaron mucho más y en muchos otros lugares. Las chispas de química entre ellos eran casi palpables, pero ambos en el fondo (muy en el fondo) sabían que no se debía a que hicieran buena pareja.
Se debía a que ambos estaban pasando por una situación similar sin saberlo. Habían herido a quienes probablemente eran los amores de su vida y ninguno sabía cómo repararlo. Así que solo se dejaron llevar por la noche.
*Estela será un personaje recurrente en las historias
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