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Capitulo 39

Esa mañana al despertar me encontré en la cama, sobre el pecho de Taylor, el arrepentimiento me llegó de inmediato, no por lo que hicimos porque eso fue...bueno fue asombroso, pero mi espalda, y mis caderas carajo me dolían mucho, sentí cada músculo de mi cuerpo pesar como el plomo, en cuanto trate de alejarme a gatas del hombre desnudo en mi cama, una mirada y estaba claro porque dolía.

¿Todo eso realmente estuvo dentro de mi?,  note otro detallito, mis piernas parecían de gelatina, y no respondían, no podía huir.

¿En qué diablos estaba pensando?

Me sermonee mentalmente, diablos, iba a despertar en cualquier momento, no podría ni verlo a la cara, iba a morirme de vergüenza, ni siquiera recordaba si las luces habían estado encendidas durante el proceso, debió verme todo, lo que sí recuerdo es que era muy muy entrada la madrugada cuando recupere el sentido y el seguía queriendo más.

Di un vistazo a la habitacion, era como si un huracan hubiera pasado por aquí, el armario destrozado sobre el suelo, las ventanas rotas habían dejado un millar de vidrios en el suelo, libros, esculturas, botellas de cosméticos y perfume desperdigados el suelo, el escritorio, partido a la mitad, la lámpara de la mesita de noche, el reloj y los lindos adornos que habían, destrozados tambien, las cortinas chamuscadas, otras arrancadas, varias almohadas hechas girones y cientos de plumas blancas provenientes de ellas flotando por ahí aún.

Irónicamente lo único que no habíamos destrozado era la cama.

Taylor se giro dormido, quedando de espaldas, vi claramente los multiples surcos a carne viva en su espalda, y la marca de varias mordidas, en su cuello, en sus brazos acompañadas de lo que reconocí como chupetones.

Yo no recordaba haberlo marcado de esa manera tan desquiciada, pero una mirada a mis manos y estuvo confirmado que si, tenía las garras cubiertas de su sangre.

A trompicones llegue sujetandome de las paredes hasta el baño.

¿Qué diablos fue lo que estuvimos haciendo?

Tenía ojeras, me aliviaba no sentir hambre así que solo eran de cansancio, tenía marcas de mordidas por todas partes, la marca de las manos de Taylor en donde había hecho presión, borrones rojizos y violáceos que podrían verse a kilometros, en mi cintura, en mi cadera, en mis brazos, en mis piernas, y hasta en mi cuello.

Odie tener la piel tan pálida, eso no podría cubrirlo con maquillaje, me lleve la mano a algunas zonas en donde  se habían formado cardenales por esa fuerza inhumana suya, era casi un milagro que en medio de tanto descontrol no me hubiera roto nada.

Tengo que irme antes de que se despierte, regrese como pude a mi habitación en busca de mi celular pero valla sorpresa.

Estaba en el suelo con la pantalla hecha trizas

Maldije en mi fuero interno.

Apreté más las sabanas al rededor de mi cuerpo y avanze hacia la puerta la abrí despacio y me escabulli fuera, cada paso era una tortura, lo pensaría dos veces antes de volver a hacer algo con esa bestia, no tuvo la menor compasión con mi delicado cuerpo.

Me encamine en dirección a la habitacion de Yeng, por dos buenas razones, primero porque casi no usaba esa habitación y se la pasaba con Axel y segundo, porque necesitaba sentirme segura rodeada de mucha salvia, Taylor  no podría entrar a esa habitación.

O al menos estaba suplicando mentalmente porque no fuera así.

Pero estaba claro que ese no era mi día,  estaba tan impregnada del aroma de Abismor que no note que en la habitación habían dos personas.

Para cuando abrí la puerta era demasiado tarde.

Diosito ya sueltame, no soy uno de tus mejores guerreros carajo, entiende.

Buenos días — saludo Yeng sentada en la butaca a los pies de la enorme cama dándole un sorbo a una tazita —¿al fin se reconciliaron?

— Catorce horas, veintiséis minutos y dieciocho segundos — declaro Axel a su lado con las piernas pasando un cronómetro y dándole un sorbo a su taza también — valla, alguien tuvo una buena noche.

—Meg fue la primera en despertar — Yeng extendió una mano hacia Ax y este le paso un billete de veinte dólares.

—Suerte de principiante caramelito — le comento a la pelirroja con confidencialidad.

Mis cejas se convirtieron en dos surcos, la vergüenza fue reemplazada por la indignación.

—¿Entonces?— el rubio se giro hacia mi con una radiante sonrisa —Rompiern muchas cosas, ¿estuvo bueno?

Estaba claro, estos dos eran tal para cual, viven por y para el chisme.

—No voy a contarte nada —exclame avergonzada, entrando a la habitacion y cerrando la puerta tras de mí.

Axel hizo un gesto de fingida ofensa llevándose una mano al pecho.

—¿No vas a contarme nada luego de que me pase una semana ilustrando a tu novio para que no te matará en el intento? ¿No merezco una felicitación por mi arduo esfuerzo? — enarco una ceja y me miro de pies a cabeza —bueno, no puedo decir que fue un éxito, carajo, eres un desastre se ve que estuvo intenso.

—Hermana cuenta —Yeng alzó ambas cejas en un gesto picaro —cuenta y exagera.

—Apoyo la moción, como minimo quiero el chisme completo —concordó Axel.

Ambos se levantaron y me tomaron de un brazo cada uno, para llevarme a la butaca en la que habian estado sentados, poniendome conveniente y estrategicamente en medio de los dos.

Malditos chismosos.

—¿Cómo la tiene un gourmand completo? —quiso saber el rubio —¿es normal? ¿ Se parece a la de un humano? ¿Cuanto media?

Me cubrí la cara con las manos y me deje caer en la cama tras de mi.

—Vete, estoy cansada —le dije hastiada.

La pareja trató de reprimir una carcajada pero fue inútil, se rieron de mi situación.

—Voy a la cocina, ¿quieres que te traiga algo?—preguntó mi consanguineo dedicándome una sonrisa bufona —¿Un café? ¿huevos con tocino? ¿hielo para tu trasero.

Tome una de las almohadas cercanas 6 se la lanze mientras salía de la habitación partiéndose de la risa.

Tome un baño y me vesti con ropa que Axel me trajo, quize tirarle uno de los libros que había en las estanterías cuando vi que además de la ropa y el desayuno efectivamente había traído una bolsa de hielo.

Me interrogaron entre los dos, no tuve escapatoria y luego del escándalo que montamos en mi habitación tampoco podía negarles nada, con toda la pena del mundo tuve que contar la historia aunque para molestia del rubio, omití la mayoría de detalles escándalos e íntimos.

Lo hicimos, rompimos muchas cosas, si se sintió bien y perdi el control, punto.

La risa estrepitosa de Yeng no se detuvo, mientras me removia incómoda bajo las sabanas blancas de su cama.

La tarde había caído y yo no me había atrevido a salir de esa habitación, la vergüenza aún seguía carcomiendme.

Taylor había enviado un ramo de flores, hortensias, mis flores favoritas junto con otros varios obsequios pequeños a la habitacion de Yeng que gran coincidencia era que todos fueran cosas que me gustaban.

Axel debía estar con el, contándole absolutamente todo sobre mis gustos.

No diré que no me hacia feliz toda esa atención de su parte, mi corazón latia con fuerza cada vez que veía los presentes cubriendo cada mueble de la habitación.

—Dios mio es que encerio no puedo con esto — dijo secándose las lágrimas de la risa —Sabes que es cuestión de tiempo para que ese hombre derribe mi puerta y venga por ti ¿no?

Hundí el rostro en la almohada, sintiendo que me ardía de la vergüenza.

—No puedes huir toda la vida de él Meg — me recordó la pelirroja acostándose a mi lado.

—La mansión es enorme, apostemos si quieres —la rete.

—Dale algo de crédito al hombre — la pelirroja tomó uno de los chocolates que habían traído a la habitacion  — se está esforzando por mostrar que eso fue más que un simple acoston.

—Se bien lo que el siente, y no creo que sea amor, los de su especie no sienten empatia o coosas como afecto humano, también lo leíste en los escritos de Gaunt — le recordé de mala gana.— lo nuestro no será como lo tuyo con Axel.

— Se bien que no — me destapó el rostro —¿pero que quieres hacer tu?

Suspire con resignación.

—Ya no se.

—¿Lo quieres?

Mis mejillas ardieron, no podía ponerlo en palabras, ¿lo quería? si, por supuesto, ¿lo amaba?...ya veremos.

El sonido de un par de toques en la puerta hicieron que se me pusieran los pelos de punta.

¡¿Ya esta aquí?!.

Yeng clavó su mirada en mi con la duda intrínseca en sus ojos.

—¿Le digo que  aun no estas lista y que vuelva luego? — me preguntó en un susurro.

Asentí efusivamente con la cabeza, no estaba preparada ni mental ni emocionalmente para hablarle.

Vi como la pelirroja se puso en pie y se dirigía hacia la puerta cruzando por la gran estancia.

«No abras la puerta»

La voz de Aaron que no habia escuchadoo en todo el dia lanzó la advertencia como una suplica, demasiado débil, demasiado distante como si estuviese moribundo, pero con la urgencia suficiente en sus palabras para hacer que me levante de la cama.

«Ya es demasiado tarde»

Yeng abrió la puerta e inmediatamente ahogó una exclamacion sorprendida mientras de repente caía al suelo sin ninguna explicación.

Quien estaba parado frente ella con un elegante traje oliva que resaltaba el verde de sus ojos , estaba Victor.

A quien no habíamos visto últimamente.

El olor metalico de la sangre agolpa mis fosas nasales antes de que notará el gran charco que rápidamente se formaba en el costoso suelo de porcelana de la habitación,  el carmesí rápidamente comenzó a brotar en un charco desde el cuerpo inmóvil de Yeng.

Corrí hacia ella a darle la vuelta.

—¡Yeng! —La llame con desespero —Por dios, Yeng, por favor, por favor — la voz se me quebro al observar como su blusa blanca comenzó estaba empapada de su sangre presione la herida en su estómago,  necesitaba parar el sangrado —Yeng por favor, no mueras, te lo suplico.

Levante mi vista hacia Victor, quería pedirle ayuda pero en sus manos estaba un cuchillo.....

La hoja de afilado metal estaba empapada del líquido espeso y rojizo que provenía de Yeng.

¿Porque?

Pensé ofuscada, sintiendo extraños flashbacks atravesar mi cabeza, recuerdos, recuerdos que no sabía si eran míos, de una persona que arrastraba un cuerpo hacia un extraño cobertizo.

Una fuerte punzada atravesó mi pecho, obligándome a encorvarme sobre mi abdomen.

No puedo respirar

No puedo respirar

No puedo respirar

Las imágenes  siguen llegando a mi, la persona que arrastro el cadáver esta en una habitación extraña, en penumbras con cientos de velas oscuras,  con las paredes rojas, el olor de la salvia y las cenizas me embargan.

Mi cabeza va a estallar, un grito de agonía se me escapa, el dolor es tan profundo que amenaza en abrirme en canal, caigo al suelo a lado de Yeng, nadie me a lastimado pero ¿porque diablos duele tanto?.

El fuego corre por mis venas, el aire no llena mis pulmones, mis huesos crujen como dentro de mi hubiera algo creciendo, algo tan grande que mi cuerpo no puede soportarlo y pronto fuera a romperme para salir.

—Axel....— Trato de llamarlo con desesperación pero mi voz sale más baja que un susurro al ver como una persona encapuchada tira de las piernas de Yeng hacia afuera.

No, no, no.

Como puedo avanzo a gatas hacia la pelirroja y sujeto su mano con fuerza, no puedo permitir que se la lleven, no puedo, no puedo.

Yeng no despierta, ni siquiera nota lo que está pasando, mi agarre se vuelve resbaloso por la sangre.

Si se la llevan no habrá esperanza morirá, con ello en mente dejó que la parte monstruosa que hay en mi salga, me abalanzó hacia la persona encapuchada,  y clavó con fuerza mis colmillos en su garganta, muerdo, con odio, con dolor,  con desespero y le arranco de un bocado la carne en su cuello.

La persona cae al suelo, la tela deja de cubrirlo era uno de los  guardias de Taylor, finalmente suelts a Yeng cuando lo pateo lejos,  la agarro en brazo y trato de retroceder horrizada escupiendo la carne cruda aun latía dentro de mi boca.

El sabor, la textura, algo completamente nuevo que homigueaba en mi paladar y me hacia agua la boca, el hambre se me alborota, mis ojos van hacia la pálida y tersa piel de Yeng.

«Tengo hambre....»

«Huele bien...»

« Tanta hambre...»

«Muerdela...»

Negue con la cabeza ante aquel pensamiento, pero los deseos de volver a probar la textura de la carne era tan intenso que tuve que clavar mis colmillos en mi propio antebrazo para disuadir a mi mente  de comerme a Yeng.

El sonido característico de un par de tacones dirigiéndose hacia nuestra dirección me preocupo aún más.

¿Alex?

No, quien se asomo tras de Victor, alta, imponente, poderosa e intimidante no era mi prima.

Era una mujer diferente, una que conocía muy bien y hacia que el más profundo temor despertara en mi interior, un temor que ni siquiera Taylor o los gourmands me habían causado

Tras el padre de Taylor aprecio la mujer que no había abandonado mis pesadillas, usando un entallado vestido negro con un exuberante escote que exibia la piel pálida de su pecho prominente y mostraba una larga franja de costura que ya había cicatrizado.

La marca de los cadáveres a los que le habían hecho una autopsia.

Su cabellera castaña caía en cascada por sus espalda, sus ojos ya no eran hazel como los mios, ahora exhibían un gris tormentoso, que realzaba sus rasgos felinos y labios carmin.

—Alice — su mirada se clavo en mi, con asco y  desprecio — aún cuando no espero nada de ti, encuentras la manera de decepcionarme.

La voz de mi madre, retumbó en la habitación.

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