
Capitulo 38
Meghan Alice Bennett.
¿Hermano?.
¿Taylor tiene un hermano?.
Y no es cualquier persona, se trata de Aaron, la persona que al parecer conozco desde que soy una niña.
No se porque creí que no tenia familiares a parte de Victor, el recuerdo de la mujer de la foto a estado inquietandome, si realmente es su madre, entonces como diablos es que acabo convirtiéndose en...bueno en un ser sobrenatural, Victor es humano, su madre también me pareció bastante humana, pero Aaron dice que a vivido mucho más tiempo del que yo podría imaginar.
¿Qué diablos pasa?
El recuerdo de la noche que regresamos del cementerio me embarga, mientras lo curaba dijo que había tenido un pequeño desacuerdo familiar.
¿Fue Aaron quien lo lastimo? ¿Y porque dijo que ya lo había matado otra vez?
Ugh mi cabeza va a estallar...
Pienso sujetandomela con ambas manos y encorvandome ligeramente, es demasiada información, y el hambre que e estado sintiendo no ayuda.
Taylor dice que le pertenezco, que estamos conectados, pero también estoy conectada a Aaron.
¿Cómo puedo estar unida a dos personas?
Me quito el jersei que habia llevado esta mañana, quedando únicamente en mis jeans y una fina blusa de tirantes blanca, ingreso a la bañera que previamente e llenado con agua fría, la marca en mi costado está quemandome, cala mi piel, mi carne, hasta mis huesos.
Permito que el agua me cubra por completo, que el frio se apodere de mi cuerpo.
Se siente como mil cuchillos atravesando la piel, pero la marca parece haberse calmado, me atacan los flashbacks de lo que ocurrió después.
—¿Qué es lo que tienes que decirme?— le reclame soltandome de su agarre cuando me saco a rastas de su habitación.—¿Qué me ocultas ahora?
— ¿Desde cuando te vez a escondidas con el? — preguntó con voz autoritaria.
—No tiene nada que ver contigo —me mostré firme — Dime ¿Qué diablos está pasando?
—Tiene todo que ver conmigo — respondió de manera amenazante —¿Siquiera sabes quien es ese tipo?, ¿el peligro con el que estas tratando?
—Es un amigo— respondí con simpleza, sin entender porque diablos estaba actuando tan errático.
Pero esa respuesta pareció dar justo en el núcleo de la ira de Taylor, se acercó a mí como si se tratara de un depredador acechando a una presa, herida e indefensa.
—¿Un amigo?— repitió con la voz acerada — ¿realmente crees que ese tipo podría ser tu amigo?, no eres tan estúpida Meghan, lo sé, ¿encerio crees que un perfecto extraño que apareceré de la nada puede ser un amigo?.
El inmisericorde tono de su voz hizo que un escalofrio recorriera mi cuerpo, mis manos se enfriaron y el corazón se me aceleró golpeando mi pecho de manera dolorosa.
Fui plenamente consciente de una cosa.
El no era humano, podría matarme si lo deseara, a diferencia de Aaron con el si sentía la inestabilidad amenazante que su presencia representaba.
Aaron siempre se mantiene tranquilo, relajado, no exige su ira, incluso con Yeng se mantuvo cuidadoso de que su presencia no la perturbara.
Pero Taylor es diferente, el es amenazante, autoritario, malhumorado, disfruta del miedo y el dolor que puede provocar, es sádico, un gourmand en toda regla.
—No me a hecho daño — trate de defender a Aaron. — me a ayudado, me libero de la celda en la que me encerraron Matt y sus hombres en ese hospital.
El recuerdo no fue agradable, el pelinegro frente a mi soltó una risa sin gracia, irónica, como si hubiera escuchado algo sin sentido.
—¿Y no te has puesto a pensar porque lo tenían encerrado ahí? — casi grito.
Su mirada era acusadora, me veía como si hubiera cometido el peor de los pecados, era irritante, especialmente porque hacia que me sienta culpable por haberle ocultado lo de Aaron.
—¿Cómo puedo saberlo si siempre estás ocultándome cosas? — murmure por la bajo, apartando la mirada.
—Trato de protegerte insensata — uso un tono afilado y mordaz para responderme.— yo también te salve ¿o no?— tomo mi rostro con una de sus manos — queme vivas a más de treinta personas por ti Meghan, o ¿es que no lo recuerdas porque ese imbecil a abarcado todo tu pensamiento?.
—No es eso — le grite — si me salvaste, pero no me dejas marchar de este lugar, aunque sabes que lo detesto.
El agarre en mi rostro se intensifico, solté un quejido estrangulado por la presión.
—¿Entonces porque regresaste Meghan?— su aliento rozó mi piel —¿Porque me buscaste? ¿Porque diablos no te apartaste de todo esto y solo dejaste de meterte más en mi dominio, en mi mundo?
—Como iba a saber que me estaba involucrando con un monstruo — respondí cabreada — alguien insensible y desalmado que disfruta el dolor de los demás.
Sus ojos oscurecidos, chispiaban con el brillo de una ira que pugnaba por salir y debastarlo todo, ante mís palabras.
— Es demasiado tarde para que busques la luz en este momento — sentenció con voz autoritaria —estas sumergida más allá de lo posible en esta oscuridad.
—Quiero saber la verdad —fue todo lo que pude decir.
—La verdad es que no necesitas a ese tipo cerca de ti.
—Tu no cambias —escupi entre dientes.
—Si lo hago — aseveró furioso, moviéndo el cabeza en un acto de tension, como habia estado haciendo últimamente, como si algo le doliera— cambio una y otra vez para moldearme a lo que tanto deseas pero nunca estas satisfecha.
—Ni siquiera sabes lo que quiero — le grite.
—Lo que quieras es tuyo, pero no vas a marcharte —aclaró.
—No puedes tenerme encerrada toda la vida aquí, no será hoy, tal vez tampoco sea mañana pero me iré Taylor y eso no podrás evitarlo.
Un gruñido de advertencia abandono su pecho, en un acto casi animal.
—Es casi un milagro que no te haya matado por ser tan terca.
Quize reclarmarle pero entonces uno de sus guardias tocó la puerta y le informó que Aaron aún no se había marchado.
Siento unos brazos fuertes y duros sujetar mi cintura y tirar bruscamente de mi para sacarme del agua.
Toso profusamente mientras siento como mis pulmones arden tras la primera bocanada de aire, al levantar mi vista me encuentro con el amargado de cabellos negros con una mirada furiosa.
—¿Que diablos crees que haces?—reclama iracundo
No logro entender que es lo que pasa, una rápida mirada a la habitacion y descubro que la puerta del baño está en el suelo, dividida a la mitad, con surcos irregulares, Taylor se encontraba sentado en el filo de la escalinata de concreto junto a la tina.
Su pecho sube y baja con brusquedad por la agitacion, ¿corrio hasta aqui? no puedo evitar fijarme en que su ropa esta manchada con sangre.
¿Qué le hizo a Aaron?
Pensé horrorizada.
—Nada — respondió a mi pensamiento de forma seca.
Su mirada descendió por mi cuerpo, reemplazando su ceño fruncido por... curiosidad.
Su mano, se acercó a mí, por instinto retrocedí, aquella explosión de ira en esa habitación a solas me asusto.
—¿Meghan?— pronunció mi nombre en una suplica—. Mírame — tomo mi mano y de un tirón me acerco a su cuerpo —no voy a hacerte daño por más que me hagas enojar.
Mi piel entró en contacto con la suya, estaba ardiendo, la diferencia en nuestras temperaturas era tan notoria que hacía que me erizara.
Fije mi mirada en la suya, aquellos ojos verdes que antes habían estado brillando de ira ahora se veían apagados, sus ojeras, círculos oscuros de aspecto violáceo le daban un aspecto cansado, estaba pálido, tal vez su temperatura tan elevada no fuera otra cosa que fiebre.
La culpa me invadió, lo llame monstruo, desalmado, insensible, pero desde que comenzó el cambio se que ese aspecto que muestra es por abstenerse de comer.
—¿No estas...
Quize preguntarle porque se estaba matando de hambre pero recordar que era lo que comía hizo que mi estómago diera un vuelvo violento, de asco y de anticipación por mi creciente apetito a partes iguales.
—Estoy bien — murmuró en voz baja sosteniéndome la mirada.
—Mientes— le dije sintiendo el olor del pino y especias oscuras proveniente de su cuerpo, resulta que realmente si podías olerlas una vez que empezabas a cambiar
¿Los gourmands sienten culpa?, ¿siquiera saben lo que es eso?, ninguno de los escritos de Gaunt hablaban sobre ello, los describían como criaturas desalmadas que solo sentían placer mediante el caos, la muerte, el miedo y el dolor.
Pero aquellos ojos tan profundos como una jungla y tan brillantes como el jade me transmitían una sensación de arrepentimiento genuina, un disculpa silenciosa.
Maldita sea.
Con las manos temblorosas rodee sus hombros, no podía decir que lo sentía, que lamentaba haberle dicho cosas feas o ocultarle lo de Aaron o que quería irme porque se mejor que nadie que las palabras dejan grietas que no se pueden curar con simples disculpas.
Taylor suspiro ante el contacto, con alivio, como si lo necesitara desesperadamente, pego un lado de su cara a mi pecho y rodeo mi cintura con sus brazos, temble al sentir su aliento sobre la piel desnuda de mi escote.
Esto estaba mal, si, lo sabia, era retorcido, oscuro, daba miedo porque se sentía como el infierno con breves momentos de cielo, pero no podia evitar sentir atracción por el.
—¿Estás dudando solo por el? ¿Otra vez quieres huir? ¿Prefieres el suicidio a estar a mi lado?¿Qué más tengo que hacer para que eso salga de tu mente?—reclamo con una rapidez impaciente entre cada pregunta apretando su agarre.
No forcejee. Cada uno de mis muros emocionales, levantados hasta ahora para mantenerme en pie y protegerme, estaban derrumbándose.
—Solo quiero ir a casa—murmure con la voz quebrada.
—Está es tu casa, Meghan, aquí, junto a mi.
—¡Ni siquiera me escuchas!—le grite sintiendo las primeras lágrimas de impotencia caer por mis mejillas —no quiero estár aquí.
—Eres libre de recorrer la mansión — dijo como si esa fuera la única respuesta correcta.
—Taylor — reclame —no entiendes no quiero tener miedo de cada cosa que pasa, no quiero estar preocupada por mi tiempo de vida, no quiero ....
Un nudo en mi garganta se ajustó quitándome la voz, hundí mi rostro en su cabello.
Su mano ascendió por mi espalda, el calor que irradiaba su cuerpo se sentía reconfortante, queria que todo esto acabe.
Mi piernas se rindieron a mantenerme en pie, y caí dentro de la enorme tina, Taylor entró conmigo, el agua se tiño del rojo de la sangre que había en su ropa, ahora era un desastre.
¿Era esto una premonición de mi futuro? ¿Así se veía? ¿Oscuro y teñido del carmin de mis víctimas?
Abismor me tomó de las caderas y se posiciono entre mis piernas, no me soltó en ningún momento, el agua se desbordó manchando el suelo de blanco marfil.
—Puedes cambiar —me dijo en un susurro.
—No quiero ser un monstruo que lastima a otros para poder vivir — mi voz salio baja, un lamento en medio del silencio que nos rodeaba.
Taylor se separo de mi, dejando su rostro frente al mío a sólo unos centímetros de distancia, negó con su cabeza ante mí respuesta.
—Veras la vida de otra manera — llevo una de sus manos a mi cara y limpio una gruesa lagrima que comenzaba a deslizarse —podrás hacer lo que quieras, sin miedo, sin dolor, sin enfermedad, sin envejecer, tendrás el mundo en tus manos.
—¿Qué pasaría si me voy ahora mismo?—le pregunte.
—Sabes que tendría que atraparte...—Taylor busco mis ojos con unas intensas ansias aferrandose a mi cuerpo con necesidad, dice que no tendre miedo pero el mismo parece aterrado de que decida irme de su lado—. Pero eso no va a pasar, porque sabes que soy el lugar al que perteneces.
—Estoy molesta contigo, no me causan gracia tus bromas ¿lo sabes verdad?
—No, no lo estas, porque fuiste tu quien dijo que me quería cerca, que me necesitas—murmuró acercándose peligrosamente a mi, haciendo referencia a lo que le dije en la casa de Victor cuando me salvó en aquel hospital.
—¿Y lo que tu necesitas?— lo rete —¿Lo que tu quieres? ¿Soy yo? Si lo fuera no me tendrías encerrada en es....
Me apego a el aún más interrumpiendo mis palabras
—¿Lo que yo siento o quiero? — se quejo —. No tienes ni idea de cómo quieren los que son como yo
—Taylor... — quise reclamarle, pero selló mis labios con los suyos.
El beso fue necesidad, desesperación, suplica y entrega por igual, sus manos descendieron por mi cuerpo, las mías se aferraran a su cuello mis dedos se enterraron en su cabello.
Soltó un pequeño gruñido de satisfacción cuando mordí su labio inferior con fuerza, el sabor metálico de su sangre se convirtió en el más dulce néctar, una vez que lo probé.
Quiero más.
Pensé mientras el me tomaba de las caderas y me obligaba a sentarme a horcajadas sobre su regazo, su perfume me envuelve, es sofocante, obedeció a mi pensamiento, introdujo su lengua en mi boca, profundizando el beso.
Como podía quererlo fundiéndose conmigo y huir de su lado a la vez, era contradictorio, caótico pero se sentía bien tan bien que quería permitirle hacer lo que se le diera la gana.
Tal ves la loca fuera yo.
Mis pulmones ardieron.
No puedo respirar
No puedo respirar
No puedo respirar
Taylor se aparto, salgo de mi trance y me encuentro con sus ojos ardiendo en deseo, desciende, y comienza a depositar besos en mi cuello, haciendo que ahogue un gemido.
Mi respiración empiezo a agitarse cuando mi cuerpo choco contra una de las esquinas de la enorme tina, estoy atrapada entre la fría superficie de porcelana y la dureza de su cuerpo.
Mi piel arde al contacto con sus manos, que no pierden detalle de todo lo que hay bajo la tela que cede ante sus toques, la extraña acción hace que me cueste respirar y mi cuerpo tiemble.
El filo de sus dientes se clavan en mi hombro, con la malicia suficiente para hacerme sangrar, arrancandome un grito adolorido que rápidamente es reemplazado por un gemido de necesidad al sentir su lengua sobre la zona afectada.
—Taylor...— su nombre abandona mis labios en una suplica tortuosa.
A regañadientes el pelinegro se detiene, mechones de cabello húmedo le bordean la cara, tiene el ceño fruncido pero su expresión es una mezcla de curiosidad y fascinación, ¿esta disfrutando esto?.
Se me corta la respiración al reparar en su cercania, nuestras narices casi se tocan.
—¿Que?— su voz aterciopelada suena tensa.
—Es que...— Trato de buscar las palabras adecuadas pero la vergüenza apenas me permite mirarlo a la cara — es que yo... yo nunca...
Su aliento cálido roza mi piel, haciendo que me estremezca, no puedo seguir el hilo de mis propios pensamientos.
¿Qué diablos trataba de decirle antes?
Nuestras respiraciones parecen mezclarse, su mirada me quema, me expone, hace que me sienta diminuta a su lado, pero también hace que mi corazón se desboque.
Cierro los ojos tratando de escapar de esas sensaciones tan intensas, nunca e sentido nada igual.
—Yo nunca e hecho esto antes — mi voz sonó tan baja que nadie podría haberla escuchado.
Pero el si que podría, no, era cualquier persona después de todo, sus sentidos estaban más desarrollados que los de un ser humano.
—Lo se — respondió con calma.
Abrí mis ojos, el llevo una de sus manos a mi rostro y aparto los largos mechones ondulados de mi cabello que se habían aderido a el, apenas si fue una sutil caricia, pero normalmente no recibo ese tipo de cercanía o de toque de Taylor.
El quien es el hater número uno del contacto físico con los seres humanos, quien no vive si no tiene sus guantes de cuero cerca, tenia sus musculos en tension, expectantes, se notaba ansioso por seguirme tocando.
—¿Tienes miedo?
Niego con la cabeza, sintiendo el calor invadir todo mi rostro, seguro ya parezco un semaforo en luz roja.
Sus ojos se iluminan, tan brillantes como una piedra de jade bajo el sol, maldito psicópata disfruta verme tan avergonzada.
—Entonces, confía en mi — el tono que usa para decirlo, escandalizaria a cualquiera.
La habitación está en silencio y sólo puedo escuchar el sonido de mi respiracion agitada, su perfume parece hacerse vuelto más fuerte me atrae con una fuerza magnética de la que no puedo escapar, me nubla la mente, no se si es el hambre que e tratado de reprimir todo este tiempo, o la lujuria que puede sentirse hacia tu otra mitad.
¿Confiar en el?, no se si confío del todo en Taylor para lo demás, pero confío en el para esto, o al menos eso es lo que siente mi cuerpo.
Llevo mis manos hacia su cuello y me acerco más, el agua vuelve a desbordarse, no se si es por el, pero ya no se siente fria en absoluto, nuestros labios casi se tocan.
Su mirada es diferente, me inquieta como sus pupilas parecen haberse expandido, las comisuras de sus labios se elevan en una media sonrisa infame marcando sus oyuelos, triunfante, como si hubiera conseguido lo que tanto quería, antes de que lo besara.
Apenas es una tierna presión sobre sus labios, pero el me devuelve el toque con desespero, con ansias, con un hambre que solo el podría sentir por mi, y solo yo podría sentir por el.
El me hacia perder el control y yo también lo descontrolaba de alguna forma, con mis toques inexpertos y el como me estremecía con sus atenciones, estaba a su merced y Taylor lo sabía. Algo se encendió en el, porque derrepente me sujeto de los muslos y me saco del agua, me aferre a su cuerpo envolviendo mis piernas al rededor de sus caderas y mis brazos al rededor de su cuello.
Aun entre el beso que me estaba quemando como el infierno sentí como me llevaba de regreso a la habitación, di un respingo de sorpresa cuando escuché como barría con su brazo todo lo que había en escritorio a nuestra derecha y me posaba en el, con tanta fuerza que el mueble vibro, y acompañado del sonido de cristales rotos, pesados adornos y más que seguro varios libros que había sacado de la biblioteca.
Su cuerpo caliente y duro hizo presión contra el mío para obligarme a recostar sobre la superficie de madera, con unas incontrolables ganas de sentirme debajo de él, subió la mano que había estado sujetando uno de mis muslos hasta mi cuello, lo envolvió con sus dedos y apreto con suavidad, su pulgar presiono sobre el punto en el que podía percibirse el pulso. Un incontenible jadeo salió de mi boca y no pude evitar separar mis labios de los suyos, para abrir los ojos en busca de su expresión.
Un vistazo bastó, lo disfrutaba, le gustaba ese tipo de contacto al que se habia negado, ahora lo estaba haciendo sentir algo poderoso, porque su boca estaba entreabierta y tomaba aire por ella como si él deseo lo agitara en un nivel peligroso.
Y entonces aparecio, un extraño hormigueo en mi estomago, formando espirales, es algo nuevo, inquietante, revolucionario, enérgico, no puedo controlarlo, un escalofrío recorren mi espalda haciéndome perder la poca cordura que me quedaba ante la vista, por mi mente paso la perversa idea de que apretara mi cuello un poco más y sin pensarlo, con todo el atrevimiento puse mi mano sobre la suya en una invitación a hacerlo.
Es peligroso.
Me dije a mi misma mentalmente, pero mientras sus dedos largos y dominantes comprimieron mi piel, descubrí que mi propio pulso se disparaba ansioso bajo la deliciosa presión.
Un jadeo salió de entre sus labios sin su permiso en un gesto de exitada vulnerabilidad que por primera vez me hizo sentir que era yo quien tenía el control, era una mezcla demasiado atractiva.
—¿Este tipo de cosas te gustan?— le pregunte, en un susurro. Mi voz sonó algo ansiosa.
—Ah, Meghan, esto no...— intento decir algo porque la satisfacción que sentía también era un riesgo.
Aprete mis mulos alrededor de sus caderas y entrelace mis tobillos para evitar que comenzará a poner excusas, ya había sufrido un rechazo la última vez.
Quería dejar de pensar en todo el desastre que era mi vida fuera de esta habitación, sus ojos se posaron sobre mi boca y note como sus brazos se tensaron bajo la camisa oscura y mojada que se adherida a cada uno de sus músculos.
—También me gusta — dije en un susurro apretando suavemente su muñeca invitandolo a seguir.
Es hora de dejar de darle vuelta a la insoportable tensión que nos rodea y romperla.
Fue la gota que derramó el vaso, volvió a besarme con ganas, cerre los ojos automáticamente, o más bien, sumida en esa sensación extraña de hormigueo y calor en todo mi cuerpo que lentamente bajaba desde mi estómago hasta mi vientre retorciéndose.
—Meghan — el rugido de su voz que apenas puede contener le hace vibrar el pecho y cada terminación nerviosa de mi cuerpo se enciende. — esto...
—No me importa — le corto el discurso enseguida
El choque ardiente de nuestras bocas se convierte en un beso ardiente y salvaje, completamente fuera de nuestro control, no es humano, es un arrebato animal.
Siento la textura del escritorio en mi espalda, mientras me empujo para estar más cerca de él.
Mierda, se que estoy cayendo más profundo como el dijo, puedo ver mi humanidad en el filo, balanceándose peligrosamente sobre la punta de un cuchillo, siento el cosquilleo en mis dedos, las garras que trate de limar con tanta insistencia están volviendo y mi hambre se hace más intensa.
«Más cerca, más cerca, lo necesito más cerca»
La parte monstruosa que tanto trato de reprimir esta a punto de tomar el poco control que me queda, la desesperación corre por mi venas cuando el sorpresivamente me agarra por las nalgas y me apoya en sus caderas.
No puedo.
Lo que sea que haya estado tratando de reprimir hace que pierda por completo el sentido, de la vergüenza, de la decencia, ¿respeto hacia mi misma? ¿Qué es eso?.
Introduzco mis manos bajo su camisa, delineando cada músculo perfectamente definido en su torso, Taylor suelta un jadeo, su cuerpo se estremece con cada movimiento que hago, le quito la camisa y el vuelve a unirse a mí entre besos y manos que tocan por todas partes
El beso es abierta y puramente carnal, me derrito en el respondiendo a cada ataque de su cuerpo sobre el mío.
«Tocame mas»
Ya ni siquiera se si lo digo o lo pienso, entierro mis uñas en su cuello por el deseo que late dentro de mi.
—Maldita sea, Meghan — gime, deslizando sus manos entre mis piernas.
¿Mi nombre siempre sonó tan bien?.
Quiero que me llame más de esa forma, arranca mi sujetador y aprisiona con su boca uno de mis senos, mi espalda se arquea en respuesta por la explosión de placer que me llena todo el cuerpo, tan dulce que siento su sabor en mi lengua.
Jadeo y sus ojos se clavan en los mios.
—Te necesito ya — susurra sobre mi boca, llevando su mano hacia mi jeans y desabotonandolos.
Levanto mis caderas y el se desace de ambas prendas de un tirón, el levanta una de mis piernas y besa la piel hipersensible de la cara interna de mi muslo.
Muerde con fuerza la carne, gimo adolorida, veo como deja la marca de sus dientes en la piel pálida de esa zona, los hilitos de sangre cálido, y espesos sobre la piel desnuda.
Mis ojos se desvían hacia su brazo izquierdo hay exactamente las misma marcas violaceas y negras con patrón de rayos que tengo en un lado de mi cintura, abriéndose paso hasta su muñeca, las líneas son más gruesas, parece un tatuaje, un tribal que solo realza su atractivo.
Guió mis manos hacia los botones de su pantalón.
—¿Sabes lo que estas haciendo? — pregunta mientras desabotono el pantalón y lo bajo por sus caderas hasta dejar libre su miembro.
Siento su calor y dureza entre mis manos y el gemido que se le escapa me hace sentir invencible.
Taylor gruñe y jala mis caderas hacia la orilla del escritorio, mi pulso se acelera descontroladamente.
—Maldito escritorio — murmura al ver la horrible posición, aunque arquee la espalda para ayudarlo no podría entrar y la espera se siente como una eternidad.
Me levanta como si yo no pesará nada, nuestras bocas se encuentran en un beso desesperado, mientras mi espalda choca contra el armario, pero apenas hago un gesto estoy demasiado perdida en el movimiento de su lengua y en como se siente su cuerpo entre mis piernas.
—Carajo, ¿Estas bien?—me pregunta.
—Estoy bien — apenas si reconozco mi propia voz — no me vas a romper.
Entra por esos primeros centímetros apretados de mi cuerpo y ahogo un grito.
«Mas, necesito sentirte entero»
Lo que le quedaba de control desaparece y me toma por completo con una fuerte embestida.
Gimo contra su boca...demasiado profundo, el fuego corre bajo mi piel bajo una exigencia frenética, su ritmo se vuelve brutal, me embiste una y otra vez, mientras su boca recorre mi cuello y una de sus manos se eleva para aprisionar uno de mis senos.
Ni siquiera puedo pensar por todo el lío en el que a convertido mi mente, mientras mi espalda se estrella contra el armario cada que penetra, la habitación se llena con el sonido de mis gemidos, el choque de nuestros cuerpos y el crujido de la madera.
Acerca su cara a mi cuello y muerde en el hueco entre mi cuello y mi hombro, duele, duele mucho, pero aun así hace que me sienta bien, cada embestida es mejor que la anterior, tengo la respiración entrecortada.
Levanto un brazo y me agarro de la orilla del armario, para poder mecerme con más fuerza y dejarlo que entre en mi con a misma.
Muerde uno de mis sensibles botones, las sensaciones, suben, bajan, giran y dan vueltas, forman apretados nudos de placer tan dentro de mi que la tensión es sublime e insoportable.
La puerta del armario rechina y luego se suelta de las visagras, algo parecido a una sombra abstracta se mueve para protegerme, cuando el mueble cede y los pedazos de madera caen a nuestro alrededor, me cuelgo de sus hombros clavando mis garras en su espalda y mi boca se encuentra con la suya.
No hay forma de detenernos, no podemos parar.
—Maldita sea — exclama mientras me toma una y otra vez. Sin detenerse, nos voltea de nuevo y siento una tela detrás de mí espalda, pero no es la cama.
Son las cortinas, en una esquina de la ventana, el fuego en mi cuerpo crepita de nuevo cuando nuestras bocas se encuentran y el me sigue embistiendo provocando que el nudo dentro de mi se ponga tan apretado con cada movimiento que es doloroso.
Y la marca en mi costado...es demasiado, me quema, hace que mi sangre hierva por la necesidad.
—Taylor —gritó, retorciéndome a la vez que me aferro a el como si fuera la única cosa que me mantiene anclada a la tierra.
—Di que eres mía, Meghan, — se separo apenas de mis labios— Di que soy lo único que necesitas.
Quema, una de mis manos se aferra a las cortinas, huele a humo.
—Carajo — las mismas sombras de antes eclipsaron la poca luz que entraba a la habitacion, las cortinas se caen, pero nos alejamos antes de que la tela quemada pueda tocar mi piel.
Ese nudo de placer crece hasta al limite cuando me lleva hasta el piso y al fin tengo todo su peso encima mientras me embiste. Las sombras desaparecen y verlo sobre mi, su mirada oscura clavada sobre la mia, completamente concentrada.
No puedo tener suficiente de esto.
Me tiene al mismo límite que esta el, y no se cuanto más pueda aguantar antes de prenderle fuego a toda la habitación, el placer me llega a oleadas una y otra vez, debastandome, hasta que lo único que puedo hacer es aferrarme al cuerpo de Taylor y dejarme llevar por lo que siento.
—Hermosa — susurra el.
En cuanto me calmo detiene lo que está haciendo y pega mi rodilla a mi pecho para embestirme más profundo, muevo las caderas para recibirlo sintiendo el sudor que perlando nuestra piel.
«Mas, mas, mas»
Amo que pierda el control tanto como habia temido perderlo yo, cuando me mueve otra vez gime y arquea el cuello, las extrañas sombras que había visto antes se desatan con tal fuerza que rompen los cristales de una de las ventanas.
Mientras vuelan los pesados Taylor extiende su cuerpo sobre mi para protegerme de los escombros, luego la sombra desaparece y escucho como el armario se desploma tras nosotros.
El se ve tan impactado, tan embelesado como yo me siento ahora mientras nos quedamos acostadas ahí, viéndonos uno al otro con nuestros pechos subiendo y bajando con los jadeos que nos dejo lo que solo podría ser descrito como la más absoluta locura.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro