Yeng Riley.
Como cada noche, Axel se mantenía despierto mientras dibujaba formas en la piel desnuda de mi espalda, pero habia algo extraño esta noche, y es que casi no había hablado.
Un Axel parlanchin y risueño que no para de contarte sobre un nuevo desfile de modas o una cafeteria en las afueras que encontro por casualidad es lo normal, pero hoy los zafiros que tenia por ojos se veían oscurecidos por un sentimiento de duda.
Me removi de mi cómoda posición harta de la incertidumbre, mi pecho se aplastó sobre el suyo provocando un ligero espasmo de sorpresa en su cuerpo.
- Te noto muy pensativo - deposite un beso tierno beso en su pecho - ¿algo te preocupa?
-¿Sigues despierta caramelito?-gira su rostro hacia el reloj digital que descansa en la mesita de noche cerca de la cama, y tuerce el gesto al ver la hora - aún es de madrugada, vuelve a dormir.
-No me cambies el tema - le reclamo, incorporándome sobre el.
La delgada manta que cubría mi desnudez se deslizó sobre mi piel revelando mi torso desnudo, la mirada voraz del rubio devoro cada centímetro de piel expuesta.
¿Cómo es que no sé cansaba?
Por un momento creí que se abalanzaria sobre mi nuevamente pero en cambio poso su mano sobre mis muñecas, y todo atisbo de lujuria fue suprimido por un matiz de culpa.
-No sabes cuanto lo siento- susurro tomando mis manos con delicadeza.
Sus labios cálidos presionaron contra mí piel.
-Ya ni siquiera duele -comente en voz baja viendo como examinaba los surcos que me había hecho con sus garras días atrás.
La medicina de Abismor podría ser muy milagrosa pero no podia borrar del todo las cicatrices que te quedarían si tu chico medio humano se emocionaba más de la cuenta y te lastimaba por accidente.
-No es porque duela - sus ojos se fijaron en los míos - es porque a pesar de que me aceptaste siendo así no puedo controlarme contigo.
-¿Es eso lo que te preocupa?
Axel niega con la cabeza incorporándose también hasta quedar sentado frente a mi.
-Dime ¿que es entonces?- me inclino sobre el hasta que nuestras frentes están pegadas.
Siento como sus manos se posan en mis caderas y aprietan con suavidad.
-No lo se, muchas cosas son extrañas desde que el cambio es más presente- suspira con cansancio - estos últimos días e tenido un sueño recurrente, cada noche veo este lugar siendo acechado por sombras, buscan arrastrarte a ti y a Meghan lejos y aun cuando despierto sigo percibiendo el peligro escondido entre las sombras.
El corazon se me aplastada contra las costillas, aunque estos pequeños momentos de felicidad entre ambos existieran, sabía bien que el caos y el peligro estaban presentes.
-¿Gourmands?- quise saber.
-No, los gourmands no se acercan a los dominios de Abismor, esto es algo más -se toma un momento para pensarlo como si no encontrara las palabras para describirlo - algo más retorcido, oscuro.
No supe que decir al ver su mirada distante, no parecía estar viendome a mi, era como si estuviera viendo las puertas del averno receloso, pensando si debía entrar o quedarse solo ahí, un escalofrio recorrio mi espalda, si el ahora siendo un ser diferente sentía ese tipo de temor que podría depararme a mi, frágil como el cristal en comparación.
Axel pareció notar que la preocupación también comenzaba a nacer en mi, tomo mi rostro y deposito un tierno beso en mi frente asegurándome que no permitiría que nada malo me pase.
Han sido días largos, grises y sofocantes desde que Meg me contó que talvez había algo crucial que había olvidado, hemos estado tratando de desbloquear aquellos recuerdos, lo que sea que sea el tal proyecto Lazarus debe tener sus raíces ahí, talvez encontremos una forma de deshacernos de su marca y alargar su tiempo de vida.
El sonido de algo cayéndo tras de mí hizo que pegara un saltito de sorpresa, estoy tan paranoica desde que escuché las preocupaciones de Axel y la historia de Meg sobre un doble sádico persiguiendo entre estos pasillos bellamente iluminados pero desolados que cualquier sonido fuerte o inesperado me aterra.
Giro en busca de la fuente, pero solo es una de las mucamas de Abismor, a dejado caer el plumero con el que sacudía el polvo de los bustos decorativos de la gran mansión, casi suspiro aliviada, hasta que note las remarcada ojeras en su rostro y su aspecto pálido, casi enfermizo.
Un gourmand.
Por supuesto, el amargado no tendría humanos trabajando aquí, los ojos oscuros de la mujer se clavaron en mi ser, inspeccionó cada pequeño detalle, retrocedi por instinto pues note el hambre en sus ojos y no estaba dispuesta a ser la cena.
-Yeng - la voz de Meghan me llamo desde el otro extremo del pasillo, llevaba con ella una caja de zapatos.- ahí estas, te e buscado por todas partes.-se acerco a mi y me tomó de la mano dedicándome una gran sonrisa, sus colmillos se mostraban más afilados que antes pero no había rastro de ojeras o cansancio en su ser - Taylor quiere vernos enseguida.
Me arrastró a través del pasillo con aparente calma, pero note el temblor en sus manos mientras guiaba mis pasos a través del camino que cada vez era flanqueado por más mucamas.
¿No se supone que amarguras y Ax regresarian mañana?
Sentí el corazón estrujarseme contra el pecho, definitivamente preferia estar presente cuando la mansión estaba aparentemente vacía.
Seguí a Meghan a paso firme evitando mirar a las mucamas que nons observaban con cierta curiosidad, hasta que nos encerramos en una habitación de la primera planta.
Meghan suspiro aliviada sobre la puerta, sus músculos se veian en tensión, se giro hacia mi con expresión preocupada.
-¿Te hizo algo?- preguntó en un susurro.
-No, pero, ¿que diablos pasa?-pregunté extrañada- este lugar suele estar desolado.
-Eso mismo quisiera saber -fruncio el ceño viendo fijamente la puerta, como si supiera que alguien más estaba escuchando -no debes andar sola por ahí, esas cosas no nos consideran bienvenidos en esta casa, nos ven como aberraciones.
-Bueno, a mi me pareció que me veian más como el aperitivo de media tarde-respodi dándole una ojeada a la habitacion en la que estábamos.
Era una oficina, si pero parecía completamente debastada, como si estuvieramos en una casa abandonada, la humedad estaba presente en el aire, muebles de madera oscura con el mismo tapizado ceruleo tan caracteristico de este lugar volvados y enmohecidos, paredes de color crema repletas de libreros con una cantidad exorbitante de viejas ojas sueltas y libros, todo estaba desordenado, la ventana estaba con el cristal roto y el frio aire del invierno se filtraba azotandome la cara, la nieve habia cubierto gran parte del suelo ya, la escena se percibia extraña, anormal, en medio de tanto lujo encontrar algo como esto era....
-¿Dónde estamos?-quize saber.
-No tengo idea - Meghan entorno los ojos mientras veía varias de las hojas sueltas en el suelo.
Las cosas se pusieron más extrañas pues a medida que íbamos revisando la habitación encontrábamos mas cosas inusuales, pero sin duda lo que se llevó el premio fueron los frascos llenos de un líquido turbio con animales inertes dentro de ellos, lagartos, serpientes, arañas, salamandras, ardillas un mapache y....un feto a medio formar
No deslizamos por la habitación, movidas por la curiosidad, las hojas eran escritos en un idioma extranjero, con pequeños dibujos de plantas en ellas era como si hubieran tomado la enciclopedia de un boticario y la hubieran deshojado, había fotos en blanco y negro, antiguas a juzgar por la vestimenta de las personas que en ellas había.
Meghan se acercó al escritorio.
-Huele al perfume de Victor -levantó una foto a blanco y negro, que mostraba a una mujer de cabello claro, y hermosa sonrisa.
-¿Qué haz sabido de el?-me atreví a preguntar pues no lo había visto en casi un mes.
-¿De Victor?- cuestiono Meghan torciendo el gesto al ver el feto
Asentí con la cabeza.
-Taylor nunca me cuenta nada- resoplo con hartazgo.
Por supuesto, que podría esperarse de ese hombre, todo lo que decía es que no era necesario saber demasiado y estando más vigilados que el presidente en este lugar, escaparnos para buscar nuestras propias respuestas era imposible.
-Creo que la conozco- le dije quitandole el objeto.
Por supuesto que la conocia, vi esta foto en su casa, la noche en la que Abismor había ordenado quemar a más de una docena de personas.
-¿Crees que sea la madre de Taylor?- me atreví a preguntar al ver el bulto que cargaba la mujer en la foto.
-Los gourmands no nacen como nosotros- me recordó.
-Ya, pero tu y Ax nacieron como humanos -insisti.- Talvez en algún punto todos lo fueron -teorize pensativa viendo los guantes oscuros en sus manos.
-Bueno eso es un poco cierto- una voz masculina y desconocida se escucho detrás de mi.
Sentí el latigazo del miedo recorrer mi espalda y consumirme a niveles peligrosos, por instinto saqué mi arma y me gire completamente en guardia.
Meghan se interpuso.
-Espera - hizo que bajara el arma con una presión sutil en mi mano- es solo Aaron.
Lleve mi vista hacia el extraño, reconocí el cabello oscuro y los ojos grises de inmediato, era el tipo que Meg casi manda con San Pedro de un palazo, vestía elegantemente de negro y se mantenía imperturbable sentado en uno de los muebles que antes había visto volcados en el suelo.
Mis músculos se relajaron un poco.
-Sigue así y vas a hacer que te maten- resople hastiada.
Sus atencion se dirigio hacia mi.
-Es una suerte que no sea mortal - respondió con una sonrisa ladina guiñandome un ojo.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Meghan extrañada relajando su cuerpo también.
-¿No puedo visitar a una amiga?- se puso en pie, sacudiendo sus ropas- me aburro terriblemente y la bestia de cabello oscuro no está cerca, siempre me han gustado los misterios, ¿No puedo ayudarlas?
-Nos ayudarías más dándonos respuestas solidas - masculle.
Aaron o como se llame observo a Meg y luego a mi, ladeando un poco la cabeza.
-Yeng Riley, ¿no es tu novio demasiado posesivo?- preguntó con genuino interés.
-Primero, ¿como sabes mi nombre? -dije con firmeza - y segundo, ¿a que te refieres?.
Las mejillas de Meg se encendieron al tiempo que Aaron soltaba una risa burlona.
-Primero, el rubio solo piensa en ti y segundo, tienes tan marcado su aroma que podría olerto a kilómetros a distancia.
Torci el gesto.
-Déjala en paz - Meg me defendió aunque su rostro estaba totalmente rojo- eso la mantiene a salvo.
-Ya lo creo - Aaron estuvo de acuerdo- los mios son muy territoriales, no tocaran nada que ya este marcado - se acerco a mi tendiendo una mano - sin ánimo de ofender querida, no quiero que pienses que hablo de ti como un objeto.
-Lo entiendo - a regañadientes estreche su mano.
El tacto fue gélido, más que el mismísimo invierno.
Algo peculiar de este tipo es que a diferencia de Taylor, Meg o mi Axel no usaba guantes para ocultar sus garras, las exibia con orgullo como si no fueran la gran cosa.
-¿Qué es esto?- preguntó tomando algo del cabello de Meg.
-¿Qué cosa?- preguntamos al unísono.
Meghan se acercó a observar.
Aaron nos mostró lo que había estado sujeto al cabello de la castaña, una ramita, que a simple vista se veia normal.
También me acerque, para nuestra sorpresa dicha rama tenía brotes verdes y saludables, pero eso no tenía sentido, a mitad del invierno ninguna planta florecía de esa manera.
-Tal vez llamarte Persefone no sea tan descabellado como pensé- comentó Aaron enmarcando una ceja.
-¿También sabes de eso?-preguntó Meg, pero sonó más a un reclamo.
El pelinegro se encogió de hombros y se hizo el desentendido.
Aceptamos su ayuda, revisamos cada centímetro de la habitación, si que parecía el despacho de Victor pero no entendía como es que este lugar parecía haber estado años abandonado.
Estornude por el frío, mis manos estaban enrojecidas, enseguida sentí el reconfortante peso de un abrigo sobre mis hombros.
-Lamento si esta un poco frío - se disculpo Aaron a mi lado- no soy muy bueno con eso del calor corporal.
Una ráfaga despeino su cabello oscuro, estar a su lado ciertamente no me resultaba emenazante, era hasta cómodo pero había algo en el que me inquietaba, Meghan se quito los guantes y con delicadeza me los puso en las manos, me negue porque sabía que la ponía mal ver como el cambio avanzaba en ella, pero según ella era más importante que yo no me enfermara.
-¿Le tienes miedo a Taylor?- quise saber cuando el extraño estuvo cerca de mi revisando los estantes más altos
Una risa de ironía retumbó en su pecho.
-Que graciosa eres, no es miedo -aclaro- solo que no nos soportamos
-¿Porque?
-Tiene un humor de mierda- tomo uno de los frascos que contenian una serpiente y lo analizo pensativo -¿no es suficiente razón?
El estruendoso sonido de cajas callendo nos hicieron girar en dirección a la castaña, que se encontraba cierta de polvo, y rodeada de más hojas maltrechas.
-Creo que encontré algo - dijo en medio de un ataque de tos.
Era un periódico de hace décadas atrás en el que se podía leer un encabezado alarmante.
Masacre en la ciudad de Elora.
La mirada de Meg se dirigió hacia Aaron.
-No, no, no - el pelinegro negó con la cabeza y las manos en el aire - los nuestros tienen reglas, ese tipo de acto es inaceptable.
-No fue lo que me pareció mi en ese hospital - dijo de manera tajante Meg.
-Eso lo hicieron descarriados que seguían al imbecil de Merino- tenso la mandíbula.
-¿Y los otros?- quize saber- ¿los que se ven como wendigos?
-Ellos solo actúan bajo las órdenes directas de alguien como yo - confesó con la mirada ensombrecida.
-¿Entonces quien? O ¿Qué hizo esto?- Meghan le puso el periódico frente a sus narices -y no me vengas con que no sabes porque dijiste que viviste mucho tiempo.
-Bueno eso es cierto, e vivido mucho tiempo - el pelinegro veía al trozo de papel empolvado como si se tratara de un trozo de metal al rojo vivo - oye esto es tela italiana - señaló la camisa de su traje - es fino, cuidado a donde apuntas con esa cochinada.
Puse los ojos en blanco, si el y Axel fueran familia no se parecieran tanto.
El sonido de la puerta abriéndose de sopeton hizo que todos diéramos un salto de sorpresa.
Un enfurecido Taylor barrio la habitación con una mirada asesina, hasta que sus ojos se posaron en Meg y Aaron, el aura de muerte que cargaba a sus espaldas y la forma en que sus garras estaban clavadas en la madera de la puerta hacían que mi instinto gritara por sacarme corriendo del lugar, senti el sudor frío perlando mi frente, mis manos se enfriaron y el corazón se me aceleró.
Miedo.
Eso era lo que te hacía sentir su presencia.
-¿No te enseñaron a tocar? - preguntó Aaron con su habitual sonrisa de suficiencia.
Aunque no me trague ni por un segundo que estuviera tranquilo, los músculos bajo su camisa parecieron tensarse.
-¿Qué haces aquí?- la voz gutural de Taylor retumbó de manera escalofriante por toda la habitación.
-Te recuerdo que es mi casa, puedo ir y venir cuando me de la gana - respondió Aaron con tranquilidad, acomodándose unos mechones sueltos de su cabello.
Meghan y yo compartimos una mirada de desconcierto.
¿Su casa?
-No perteneces a este lugar. - La amenaza intrínseca en las palabras de Taylor sonaron a sentencia de muerte.
-Pertenezo a donde sea que valla ella -Aaron señaló a Meghan con un gesto en la cabeza - ¿o acaso no le contaste sobre eso hermanito? ¿Sigues guardándole secretos?
El silencio se sirnio sobre nosotros, la tensión casi podía cortarse con un cuchillo lo vi en sus ojos, las ganas que tenían de matarse mutuamente, Meghan me tomó de la mano y me obligo a retroceder algunos pasos con su cuerpo escudándome.
-¿Hermano? - preguntó una voz tras Taylor.
Reconoco de inmediato la mata de cabello rubio tras el cuerpo del pelinegro, sentí el alivio invadirme, en cuanto nuestros ojos se encontraron.
Pero desapareció en cuanto vi la mirada amenazante que le dedico a Aaron.
¿Qué diablos pasa aquí?
Una mirada y podrías deducirlo, ambos altos, musculados, con porte amenazante, pelinegros y con las mismas facciones perfectas que dejarían sin aliento a quien las viera.
Ambos eran familiares directos.
¿Como no lo note antes?
-Si, hermano menor para ser exactos -Aaron se giro hacia Meghan - Lamento que interrumpieran nuestro precioso tiempo a solas querida - tomo su mano y deposito un beso en el dorso de su mano.
Para gracia de Aaron la accion hizo que la madera de la puerta se hizo añicos entre los dedos de Taylor.
-Que genio tan terrible tienes, asustas a mi dama - le reclamo a Abismor.
-¿Tu dama?- repitió Taylor arrastrando las palabras.
-Correcto- Aaron se dirigió hacia la salida, sin importarle que Taylor pareciera querer asesinarlo- si fuera tu me haría a un lado, no me hagas matarte otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro