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Capitulo 23

COLD

Meghan Alice Bennett


Había sentido como me arrastraban mientras  sujetaban firmemente mis brazos, mis pies descalzos raspaban contra la áspera superficie del suelo, dolía como el infierno, no tenían el menor tacto, sentía el tirón en el hombro haciendo que el dolor agudo siguiera avanzando, por mi pecho, por el brazo, por la nuca, por algún lugar cuyo nombre desconocía, ya no sabía a donde pero que se detuviera.

Que algo  o alguien detuviera todo esto.

La ropa mojada se adhería a mi cuerpo y el aire que se filtraba por ciertas zonas por las que pasábamos me hacia  tiritar, cuando antes habría jurado que los pasillos se sentían cálidos, era como tener miles de agujas clavándose en mi piel.

Pero no era eso lo que hacía que deseara tirarme al suelo y hacerme una bolita, para contener todo lo que estaba  sintiendo.

Era raro, siempre podía contenerlo, siempre podía aplazarlo, siempre podía centrarme en lo importante como por ejemplo ¿en donde estaban Yeng y Axel? ¿habrían huido a salvo?, yo podía, pero porque justo ahora...

Mi hija prodiga....

Eso había dicho, estoy segura de haberlo escuchado bien, sus palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez llenándola hasta convertirse en un ruido incomprensible, que hacia que todo a mi alrededor diera vueltas, había demasiado ruido, no sabia si era solo interno, o realmente era mi alrededor.

Mis esfuerzos por reintegrarme al mundo, por tener algo de normalidad finalmente, fueron aplastados con el peso de la verdad, ¿Cómo iba a reponerme a todo esto?, ¿Cómo iba a ver a Axel a la cara? ¿Y a Katherine? 

Mi madre nunca había tenido escrúpulos , pero creí que solo se había tratado de mi, ahora resulta que tampoco los tuvo ni por su propia hermana, eran familia, la familia se apoya, se respeta, la familia no hace....

«¿Si no hacen esas cosas entonces Liliam realmente podía considerarse tu familia? » Como si no fuera suficiente mi desgracia la molesta voz que solo servía para hastiarme mas comenzó a hacer acto de presencia en mi cabeza, aprete con fuerza mis ojos como si eso fuera a hacerla callar. «Te hizo todas esas cosas horribles ¿recuerdas?»

Cállate, cállate, cállate....

Pense mientras sacudia mi cabeza de un lado a otro en un intento desesperado de apagarla, no necesitaba recordar nada de eso ahora, no necesitaba otra anormalidad en mi vida.

«Esfuérzate todo lo que quieras, pero sabes bien que nunca podrás ser normal y lo sabes, no ahora que finalmente lo sabes, en hora buena, acabas de conocer a tu padre, sonríe Meghan Bennett o ¿debería llamarte Alice Collins?»

Otro tirón por parte de los uniformados hizo que el dolor aumentara, e internamente lo agradecí, no quería lidiar con esa voz sádica de mi cabeza. ¿Por qué tenia que pasarme todo esto a mi? 

Era su hija.

 ¿Lo era?,  no había pruebas solo una frase vaga y ambigua, siempre fue extraño para mí, nadie jamás mencionó algo sobre mi padre ni por error, y yo jamás lo cuestione, pues al ver un par de veces como trataba Matt al los mellizos en nuestra infancia la idea me causaba verdadero terror, tenia más que suficiente con un solo verdugo.

Los pasillos parecían haberse llenado de gente, escuchaba murmullos por aquí y por allá, que solo me aturdían mas ¿no eran menos de una docena de personas cuando los vi por la ventana? ¿De donde venía tanto ruido?

Tras pasar por una de las puertas que conectaban con otro corredor

El remolino de rojo y blanco moviéndose de aquí  a allá con prisa, se hizo visible, si que había más gente que antes, mujeres, hombres de todas las edades, varias personas me miraron, de forma despectiva, de forma altiva, con asco, como si fuera algún incordio a su extraña reunión.

Parecían prepararse para celebrar algo, un aroma espaciado, dulce y picante a la vez invadió mi nariz, era una mezcla muy molesta e invasiva, si le sumaba a eso mi lamentable y confundido estado de shock las náuseas no tardaron en aparecer.

Distinguí, velas, muchas de ellas de una tonalidad amarilla, posadas con cuidado por todas partes, cosas extrañas guindando del techado de las instalaciones, guirnalda, y unas extrañas frutas diminutas de color rojo, si no fuera por la cantidad de pentágonos, símbolos y letras inentendibles podría haber pensado que tal vez se trataba de una tranquila fiesta de navidad.

El rugido de un gourmand hizo que me pusiera alerta levante la vista y note que estaba a menos de un metro de mi rostro.

Me arrancara la cabeza...

Pensé sintiendo mi corazón palpitar con fuerza ante la cercanía.

- Quieto muchacho - dijo un hombre que se aproximaba a nosotros.

No podía creer lo que veían mis ojos, se trataba del hombre enorme y obeso que me había atacado en la arboleda, con uno de esos extraños atuendos de lino y una corona de hojas y ramas secas, ahí junto al wendigo como si nada, estaba frente a mi, intacto, con vida, no podía ser cierto, ¿no se murieron?, mis ojos inmediatamente buscaron a su compañero flacucho y desgarbado, pero estaba el solo.

- Es nuestra invitada de honor - continuo dedicándome una sonrisa perturbadora que revelaba sus dientes amarillentos y chuecos - no podemos permitir que nada le pase....por ahora.

El hombre se relamió con un extraño nerviosismo los labios sin apartar sus ojos extraños y oscuros de mi, casi como si viera comida frente a el  sentí un escalofrió que me calo hasta lo mas profundo del alma.

Carajo estaba asustada, muy asustada, no sabia a donde me llevarían o que harían conmigo estas personas, ¿Iba a ser el platillo principal?, Matt había dicho que me necesitaba para algo, pero nunca dijo el que era ese algo, no me matarían aún o ¿si?.

Solo podía hacer teorías y eso me desesperaba mas, quería tener la certeza de que no me matarían aun, pero todo este lugar apestaba a muerte segura, al menos el wendigo se alejo de forma lenta y comino en dirección opuesta.

Esa era otra cosa que no entendía, porque no los estaban atacando, los wendigos se comían a las personas, en ningún registro, libro o pagina web figuraba que podían domesticarse.

Gourmand....

Era cierto que los Abismor los llamaron de forma diferente, ¿también se comportaban diferente en ese aspecto?

-Tenemos ordenes directas de escoltarla hasta la celda del guardián señor Merino -  carraspeo uno de mis captores, apenas reparaba en que era un policía, y esa cara, juraría que lo conocía - apártese por favor

Pero el hombre seguía viéndome con una fijeza extraña, que me perturbaba de sobre manera, no porque fuera amenazante, si no porque rayaba con lo sexual, una mirada perversa que iba de aquí allá por mis piernas, por mi abdomen, por mi pecho, el miedo superaba el asco que sentía, pero por muy poco.

- Es realmente una pena no me equivocaba al creer que lo nuestro era especial -  Merino suspiro con extasiado, se inclino hacia mi para tomar mi quijada y obligarme a mirarlo - contare las horas para volver a vernos, mon plat préféré. 

Estaba tan cerca de mi rostro, al igual que la anciana que me había "rescatado"  de las garras de Matt su aliento era nauseabundo

- Señor por favor, debemos seguir, apártese- zanjo el otro policía con un tono que dejaba en claro que la cosa se pondría fea si no se apartaba.

Acaricio mi rostro apartado algunos mechones de mi largo cabello que se habian liberado de mis trenzas y se habian pegado a mi rostro.

El contacto fue gelido y bastante desagradable, finalmente luego de un tenso minuto en silencio que se sintió como una eternidad, Merino me soltó y se alejo perdiéndose en la multitud.

A pesar de que ahora se me iba la vida en ello, me mantuve consiente, atravesamos un estrecho pasillo en donde ya no había adornos ni personas, estaba desolado, pero algo hizo "clic" en mi cabeza.

Conocía esas zona del hospital, había estado aquí antes, muchas veces, mas de las que quisiera mencionar.

En sueños.

Encuéntrame....

Es lo que había dicho la voz de terciopelo tras la gruesa puerta de metal azul, ¿me llevarían con el?

Uno, dos, tres pasillos algunos coloridos y adornados para el singular evento, otros en abandono tétrico era como estar viendo dos realidades distintas, una colorida y con olor a diablos, y otra demacrada por el paso del tiempo con raíces en sus paredes que me recordaban a ese serie de Stranger Things.

De todo corazón esperaba no encontrarme alguna otra criatura extraña y aterradora, un demogorgon seria letal, mis nervios estaban en su límite, y el ruido en mi cabeza que había sido opacado por el miedo durante la extraña conversación con el hombre que daba por muerto, había regresado con mayor fuerza.

Seguí sintiendo esa sensación tan hipnótica de Deja vú mientras analizaba a donde me arrastraban.

Ahora giraran a la izquierda, pensé al ver las bifurcaciones en el camino a la vez que recordaba el sueño, y ahí estaban, las escaleras, pronto llegaríamos a un pasillo flanqueado por habitaciones de gruesas puertas de metal pintadas de azul.

Lo sabía porque veía las enredaderas con hojas de colores vividos, preceder nuestro camino, realmente no pegaban nada con el inverno fuera, pero eran lindas, saludables y brillantes, me hubiera encantado tenerlas en mi jardín.

Sobre el marco de la entrada que descendía a las escaleras, las enredaderas se habían agrupado en forma de arco, y delicadas flores de color azul cielo y blanco, cuyos pétalos caían en cascada.

Discretas, pequeñas, dándote una silenciosa y tímida bienvenida, o al menos yo lo sentí así, un guiño cruel a mi destino.

Flores sobre mi tumba....

La cabeza me daba vueltas, era una sensación horrible, como si el mundo se pusiera de cabeza y de repente ya no hubiera gravedad que te atara a tierra firme, era aterrador sentir que caía al vacío, tuve que cerrar los ojos con fuerza.

Para cuando volví a reaccionar y abrí los ojos, estaba siendo lanzada a una habitación oscura.

Mi cuerpo impacto con violencia, sin nada que pudiera hacer para evitar el hacerme daño en el hombro posiblemente fracturado, provocando un latigazo lacerante de dolor que me devolvió la claridad mental y disipando la extraña somnolencia que se había asentado en mi cuerpo.

El silencio se hizo y una oscuridad mayor a cualquier otra lo devoro todo y reino a sus anchas.

Y así estuve, suspendida entre la consiencia y la inconsciencia, un letargo quien sabe cuanto duro.

No debía ceder, aun si mi cuerpo estaba pidiendo a gritos un descanso para recuperarme,  había escuchado algo sobre un guardián, probablemente otro bicho asqueroso, extraño y que querría matarme, o peor,  una persona.

Fue entonces que mi cerebro a pesar del extraño estado en el que estaba me envió una clara y conocida señal a mi sistema, una que me había acechado desde que llegue aqui.

Te están observando....

Temerosa trate de abrir los ojos para saber que era lo que o quien era, el sonido de unas cadenas arrastrándose me alertó aun más, había escuchado bien habían mencionado algo sobre un guardián, ¿sería la cena?

En  mis sueños pasaba algo similar, siempre escuchaba esas cadenas antes de que cierta voz masculina desconocida, pero con todo lo que habia  pasado dudaba.

Abrí los parpados pesadamente, mis ojos se habían acostumbrado a la negrura del lugar, paredes altas de piedra inexpugnables, lisas y grisáceas cubiertas de las extrañas raíces se extendían a mi alrededor, a penas iluminada por una pequeña gruta en el techo, me recordaba a lo calabozos en las películas.

La voz en mi cabeza encargada de decirme que corría peligro, que reaccionara, parecía haberse resignado a su destino, estaba cansada, ya no quería luchar y de cierta forma era un alivio tener la cabeza en blanco, no podría lidiar con tanto ruido otra vez.

Se me corto la respiración al sentir que algo se enredaba firmemente en una de mis muñecas.

Serpientes...

Pensé poniendome incorporándome rapidamente, pero solo logre sentarme, me dolia mucho el cuerpo, aun asi retrocedi hasta quedar de junto a una de las temiendo aun mas por mi vida.

En el lugar donde estaba era donde la claridad era más presente,  pues se filtraba desde la superficie,  una luz que sugería que había fuego, por su color.

Por el rabillo del ojo pude distinguír cierto extraño borrón blanquecino en la habitación, no muy lejos de donde había estado tirada, ahogue un grito a notar que era un persona, no lo distinguía del todo bien pero sus brazos estaban extendidos y atados por las enredaderas, un grillete de metal estaba atado a su tobillo junto a una larga cadena.

¿Esta vivo?...

Como si hubiera leído mi pensamiento la persona se removió incomoda en la oscuridad.

- ¿Quien.... - trate de preguntar pero la voz me salio rasposa, sin fuerza

- Viniste - hablo una voz de puro terciopelo que resono en la oscuridad acompañada del sonido se unas cadenas, interrumpiendo mi pregunta.

Aun en ls penumbras sentia como me inspeccionaban con curiosidad,  bajo una mirada escrutadora, lo más extraño es que no me sentia para nada incomoda, algo dentro de mi decía que podía confiar en la persona frente a mi, porque no me haria daño, pero no tenía el menor sentido, yo ni sabis quien era, hasta que repare en el lugar donde estaba.

- Tu llamaste - conteste, recordando su voz en mis sueños.

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