Parte tres
Ambas nos encontrábamos sentadas frente a la pequeña mesa de cristal, nuevamente.
Degustábamos la sal, el limón y el tequila que no habíamos probado antes, mientras charlábamos, conociéndonos más.
Jennie llevaba puesta mi camisa, mientras yo traía mi ropa interior y mi jean sin abrochar.
Me contaba de su familia y de la tal Chaeyoung con la que andaba, a quien había visto con un chico esa misma noche.
Entonces, Jisoo llegó a mi mente.
Un poco tarde como para acordarme de ella, ¿no?
-No se sienta tan sola, Jennie. Sufro, aunque no es lo mismo.-dije, meciendo con mi dedo índice uno de los gajos de limón.-Mi novia y mi horario han abierto un abismo. Como se sufre a ambos lados de las clases sociales, ¿no?-la miré.-, usted sufre en su mansión, yo sufro en los arrabales.
Jennie pareció pensar un momento en mis palabras, para luego levantarse de donde estaba y volver a ponerse su vestido azul, devolviéndome mi camisa.
-Vente conmigo, que sepa que no estoy sola.-dijo, decidida en sus palabras.
Nos arreglamos lo mejor que pudimos, para luego salir de sus casa y subir nuevamente a mi taxi. Ya eran las doce de la noche, y hacía más frío que hacía unas horas, pero a Jennie no parecía importarle.
Sólo tenía en mente presumirme con aquella tipa, aunque no es como si me molestara en absoluto.
Manejé hasta el bar por el que había pasado segundos antes de recogerla en aquella esquina. Había menos gente que antes en la entrada, pero lo más probable es que estuvieran todos dentro.
Aparqué más o menos cerca y entramos, llegando rápidamente la música a mis oídos.
Estaba lleno de mesas, luces de neón y habían dos barras.
Un escenario adornaba parte del lugar, en donde había mujeres y hombres bailando provocativamente.
Parejas de todo tipo ocupaban las sillas y sillones. Nadie se fijaba en otros, porque todos estaban más ocupados en sus cosas, y eso mesas parecía genial.
-Allí está.-dijo Jennie, señalando a una chica alta, de cabello castaño muy claro.
Ella se encontraba abrazada y bastante acaramelada con otra chica. Mis ojos se hicieron más grandes al notar de quién se trataba su acompañante.
Miren si es grande el destino y esta ciudad es chica...
Era Jisoo.
No traía su uniforme, tal como se había ido, sino que llevaba un apretado vestido negro que dejaba mucho a la imaginación, tanto por delante, como por detrás.
Una gargantilla del mismo color, con un pequeño dije colgando en el medio, adornando su cuello.
Dejaba que la tal Chaeyoung tomara su trasero y se acercara a susurrarle sepa Dios qué cosas en su oído, muy coqueta.
¿Eso era querer pagar la renta para Jisoo?
Ese mínimo sentimiento de culpa que sentía minutos antes, desapareció inmediatamente.
¿Hacía cuánto se veía con esa tipa sin yo saberlo?
Bien podría haberme acercado y arruinarles la noche, pero, ¿con qué moral?
Después de todo, había hecho lo mismo sin siquiera saber en qué andaba Jisoo, aunque debía haberlo sospechado desde un principio.
Aún así, me dolía, porque significaba que todos mis esfuerzos por acercarme habían valido mierda, que no era suficiente para ella.
Di media vuelta, sin querer ver más y caminé en dirección a la salida, seguida por Jennie, quien no comprendía nada.
Llegué a la vereda, tomando una gran bocanada de aire, para luego ver a la hermosa Jennie parando frente a mi.
-¿Qué sucede, Lisa?-preguntó preocupada.
-Esa chica, con la que está...es mi novia, Jennie.
Jennie abandonó su semblante de confusión, dirigiendo su mirada hacia la calle.
Seguro divagaba en mil ideas, justamente como la mía.
-Volvamos a casa.-dijo simplemente, con una sonrisa, haciendo que yo lo hiciera también.
Desde aquella noche, ellas juegan a engañarnos, incluso sé que se ven en el mismo bar...
Pero no me quedo atrás, porque al final del día, la rubia para el taxi siempre a las diez en el mismo lugar.
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