02
Al cabo de unos minutos ya estaban fuera del edificio, Seokjin sentía que no podía bajar, sabía que tenía que hacerlo, sacar sus cosas más necesarias, y recomponerse para pensar claro antes de saber que hacer, pero ahora frente al edificio sus piernas flaqueaban y temía derrumbarse, además no quería estar ahí mucho tiempo por si Lee volvía, mordió su mejilla por miedo a lo que estaba a punto de pedir.
— ¿P-podrías ayudarme a bajar algunas cosas? No son muebles, sólo una maleta y quizá un par de cajas pequeñas, te daré una buena propina.
El conductor pareció dudarlo un segundo, no era algo que hiciera usualmente y no era parte de su servicio, pero accedió.
Ambos bajaron del auto y caminaron hasta el elevador, una vez dentro Seokjin emitió un pesado suspiro, ahora no sólo tenía que recomponerse sino que todo su ser gritaba que eso era un error, él no conocía a este hombre, era desconfiado por naturaleza y sus padres siempre le inculcaron ser precavido con extraños, sobretodo por ser de familia acomodada y ser fácilmente blanco de posibles asaltos o secuestros, y aquí estaba ahora él pidiéndole a un extraño que lo acompañará a su departamento.
Solo y a merced de un completo extraño, se sentía tan triste, asustado y abrumado que no se dio cuenta que estaba temblando y que un par de lágrimas bajaban por sus mejillas, el conductor le miraba de tanto en tanto brevemente tratando de no incomodar.
Bajaron en su piso, y con temor lo pasó, le pidió esperar en la antesala en lo que reunía sus pertenecías, no serían muchas, luego de salir discutiendo con sus padres, ahora sólo tenía algo de ropa, algunos libros y pocas pertenencias, metió apresuradamente su ropa y zapatos en un par de maletas, terminaba de empacar sus pertenencias cuando escuchó la voz grave del conductor — ¡huele delicioso!
Salió de la habitación y se encontró al conductor en su cocina, no había tocado nada, sólo aspiraba del horno cerrado y lamia sus labios como un niño frente a una dulcera — ¿es bibimbap?
Seokjin pensó que era lo más tierno que había visto en mucho tiempo — sí, ¿quieres probarlo? Te serviré un poco.
— oh, ¿de verdad? ¿No es molestia? — Su cara de emoción no era nada discreta
— Para nada, toma asiento, llevo algo de prisa, ¿crees que podrías comer en lo que termino de tomar mis cosas? — Seokjin le sirvió una porción y sacó el vino tinto del refrigerador, le sirvió una copa y se sentó a acompañarlo con otra copa, la escena le parecía entrañable, pensó que este hombre tenía la reacción a su comida qué siempre quiso.
Ahora podía observarlo de frente, era alto, más o menos de su estatura, bien parecido de modo discreto y sutilmente varonil, sencillo, y su loción era suave apenas perceptible, pero lo que más le gustó a Seokjin fue esa sonrisa, la sonrisa de niño con un par de pocitos que se formaban en sus mejillas adornando sus bonitos labios.
Era atractivo, definitivamente.
— Mm esta delicioso, ¿tú lo hiciste? ¿O tu esposa? Eres tan afortunado, podría comerlo siempre — su boca estaba llena y comía emocionado como si tuviera días sin comer.
Seokjin sonrió dulcemente al ver la escena y recibir los halagos del conductor, no pudo evitar imaginarse una escena donde el conductor fuera su pareja y cocinaran juntos y se sentaran a cenar mirándolo comer con emoción y con ese gesto que lo hacía verse como un chiquillo de 8 años ajeno a la maldad del mundo.
Soltó un suspiro antes de contestar — lo hice yo, no tengo esposa, de hecho acabo de encontrar a mi novio siendome infiel — pensó que al decirlo en voz alta se quebraría y rompería en llanto pero simplemente no pudo, ahora tenía más coraje y repasaba lo que la tipa dijo, el conductor dejó de masticar, lo miró brevemente como estudiandolo y dijo antes de seguir comiendo — oh, ¿de verdad? Es un tonto, con un novio tan bonito como tú y que sepa cocinar así, definitivamente él se lo pierde, si estuviera con alguien que cocinara para mí estás delicias y se viera como tú jamás querría salir de casa.
Seokjin sintió calor subiendo por su columna hasta instalarse en su rostro cubriendo su cuello y sus oídos también , un revoloteo se instaló en su estómago y una sonrisa tímida se asomó en sus labios, un halago, un halago le había hecho olvidar todo el mal trago de esa noche, este hombre hacía magia en él con sólo un halago.
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