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#8_(Francisca x Krest)

Semi Au sin cosmos. No sabía si hacer esto en un omegaverse o no. 

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Cuando la miraba de cada uno de los 2 se encontraba cierta tensión qué podía sentirse mutuamente. ¿Curiosidad? Tal vez, ya que la desconfianza era nula. No obstante Francisca no era capaz de definir si era de una mala manera o al contrario. Era difícil saber, porque desde el primer momento que sus ojos, por pura casualidad del destino se encontraron se sentía entre ambos cierto sentimiento. En cualquier caso, ese apuesto hombre que parecía estar adornado de frío y misterio era eso, un hombre curioso a sus ojos. Pero era su superior, era claro el problema que tendría con saciar esa curiosidad a corto plazo. Por lo que, Francisca siempre buscaba no tomarle mucha importancia, después de todo tarde o temprano se conocerían.

Francisca llevaba casi un año entrenando como guerrero para sus dioses, Athena le había permitido tomar la oportunidad de luchar. Y dejando de lado su aparente fascinación con Krest, este se mantenía concentrado lo suficiente en esa motivación.

Era fácil asumir que no era un camino sencillo. Al momento de llegarle su turno, Francisca se despejó de la camisa y protecciones en la zona del pecho. Sería un enfrentamiento desnudos en cuanto a defensa. Teniendo varias herramientas escondidas a su alrededor.

El rubio suspiro. Había varias personas a su alrededor, entre ellos algunos de los amigos que había hecho.

— ¿Listos? — Un gran hombre de cabello blanco, teniendo el rostro cubierto con cicatrices y quién normalmente era quién más tomaba el cargo de instructor en ese templo donde habitaban, le pregunto. Señalando a quien sería su oponente. Un guerrero de cabello morado, Milo.

Empezaron. Francisca era alguien bastante rápido al moverse, Milo no se quedaba atrás en eso siendo la única diferencia que Milo tenía un cuerpo más flexible al moverse por la batalla. Haciendolo más ágil en lo que cabe. Más de una vez Milo arqueó su cuerpo para esquivarlo y responderle con sus pies, pero Francisca era resistente físicamente.

El toro detallaba perfectamente el movimiento de cada uno. Eran hombres bastante capaces por más inexperiencia que podía notar.

Cuando encontraron las armas, Milo le lanzó un bastón a Francisca, este de un movimiento la aparto de su camino, tomando un escudo al que le saco provecho para taclear a Milo. Hasgard notaba como poco a poco la velocidad de ambos aumentaba, y por ende su resistencia al calor de la batalla. El encuentro termino.

— Buen entrenamiento, niño bonito. — Milo le dijo. Ese "apodo" era ya una pequeña costumbre que tenían con Francisca, algunos de manera más claramente despectiva y otros como un completo elogio. Entre ellos Milo.

La apariencia de Francisca era la de pocos. Un rostro que podía pasar por ligeramente más femenino o dulce, pero todo su cuerpo era uno bastante fornido en músculos, la de un guerrero. Una combinación muy interesante por su constraste.

— Buen trabajo. — Régulus, su amigo. Le indico al recidirlo, tendiendole un vaso con agua.

— De nada. Milo es un oponente difícil. Veamos quién te toca enfrentar.

— Lamento informarte que te perdiste de eso. Pase hace un rato, no creas que le faltaré el respeto al legado de mi padre como guerrero. — Le indicó. Régulus era otro caso similar a él, una actitud un poco inocente por momentos pero en batalla derrochada tanto confianza cómo orgullo.

Los 2 amigos fueron a tomar un baño. Antes de encontrarse con quien sería su "grupo"

Los meses pasaban como debían pasar. Los jóvenes aspirantes tomaban sus rutinas como era lo normal. Tanto de estudios como entrenamiento.

Era difícil no verse cada cierto tiempo al estar prácticamente las 24 horas bajo las 4 paredes de ese enorme templo. En ese momento era casi de noche, el rubio y el azabache se quedaron ligeramente quietos al verse de frente.

— Creo que, ya es hora de que hablemos debidamente. — Aunque la sonrisa en Krest fue muy ligera la de Francisca por el contrario brillo por su presencia en labios.

— Francisca. Un gusto hablar contigo, superior.

— Krest, y deja las formalidades. Apenas soy unos años mayor que tú. — Haciéndole una señal le pidió que lo acompañará a un lugar más privado para los 2 solos.

— Así que es verdad eso. El guerreo más joven que tomo papel con Athena.

— Agradezco que esa reputación no haya caído tan fuerte, a decir verdad. — Irónizo. — Nunca me he sentido muy cómodo con eso. — Abriendo una puerta dejo entrar a Francisca a su Biblioteca personal. Su lugar seguro y de mayor comodidad. — Ser un guerrero de elite desde los 13 no es lo más glamoroso.  — Apenas te estás viendo como un adulto para eso. Francisca podía caer en cuenta de eso, misma razón del porqué solía solicitar jóvenes en sus 18 para empezar a entrenarlos. Krest era la excepción más notoria.

— Entiendo. — Tenía varios sentimientos mixtos por cómo Krest parecía abrirse con él en pocas palabras. El era un aspirante, pero Krest quería tratarlo y ser tratado como simples personas. — ¿Es verdad que conociste a Athena?

— Ah. Si, la llegué a ver, pero como pasa más tiempo en el Olimpo que la tierra, no son muchas las veces que lo he hecho. — Respondió con sinceridad, sentándose en su escritorio mientras le tendió una silla al rubio. — Pero entenderás que no quisiera hablar de eso.

— Descuide, ya el hecho que me permita conocerlo aún sin tener el peso y honor  del cargo, es muy, ah... ¿Grato?

— No hay de que. Cómo dije, con cada encuentro que teníamos ya era momento de conversar. Aveces, me aburre tanta formalidad, aúnque se me conoce por ser bastante serio.

Francisca asintio, cambiando ligeramente se tema. Él sabía bastante de Krest pero Krest poco de el. El rubio aprovechó, comentándole a su compañero lo mejor que podía de él mismo. Krest se mantuvo atento, por su rostro serio pensó que no tardaría en preguntarle de un par de cosas más, digasele personales más no lo hizo. Fue serio y gentil al oírlo.

— Deberías irte, ya es un poco tarde. — Le pidió. Sin decir mayor palabra Francisca hizo caso.

Por un momento pensó que esa seria la mayor vez que podría conocer a Krest pero de equivoco. A los 3 días después, el Acuario le dejo una nota para volverse a ver, y así empezaron su rutina. Conversando cada cierto tiempo como un secreto a voces, reuniéndose en su biblioteca privada, no de manera muy seguida, pero si de forma que lograrán consolidar una pequeña amistad. Volviendolo una pequeña rutina nueva para ambos.

Francisca en la voz de Krest a veces notaba cierto cansancio. Por respeto no quería indagar mucho, más eso no evitada que se preguntara, ¿Fuera de los galardones de prodigio, el acuario de podía sentir cansado? Una conclusión, que para cualquiera podía sonar muy grosera, pero hablando de una persona que peleó desde los 13 por un simple error, era posible pensarlo.

Fuera de eso, el corazón de Krest parecía quedar más fascinado de como debería de tenerlo permitido. La homosexualidad era el elefante rosa de la habitación, por ponerlo en ciertas palabras. Muchos caballeros la practicaban, un simple compañero de cama o la posibilidad de un amante, logrando así olvidarse del papel que tenían. 

Casi todos sabían que eso pasaba.  Krest suspiro. Una relación sonada bastante lindo para él, siendo curioso el resultado de que de todos en el santuario, Francisca fuera quien le despertó más ese deseo. Sonriendo de medio lado no tuvo problema en hacérselo saber, bueno, ya se esperada un rechazo.

Krest fue honesto y directo con él, solo que, no de forma muy tradicional. Usando la palabra escrita para decirle la verdad, una pequeña nota que le dejo, sabiendo que la iba a leer más temprano que tarde.

Y así fue. El rubio le tomo casi por sorpresa, buscándolo en la noche. Su expresión era muy seria, no era muy común en él que solía mostrarse más alegre. Una expresión que desapareció a los pocos segundos, siendo igual de directo que Krest.

— Igual le gustas. Y me halagas mucho que siendo solo un aspirante más, te fijaras en mi.  — Besándo su rostro dulcemente, varios besos fueron dejamos hasta ir bajando por su cuello, quedándose allí. En esa zona. Un tacto que no pasó a mayores, aún. El lugar era muy incómodo para pensar el ponerse más atrevidos, no era el idóneo.

Bien satisfechos luego de un largo beso acompañado por las inexpertas caricias cada uno se fue por su lado. Prometiendo seguir verse.

Ese mismo día, Francisca se dió cuenta de un secreto que Régulus tenía. Al volver a su recamara lo encontró con otro Aspirante.

— Hola Manigoldo. — No era el único con secretos que involucran a los sentimientos románticos.

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Cómo dije. Esto originalmente iba a ser omegaverse, pero entre más escribia, más se iba separando de ese plan inicial, quedando en este simple Au. Nuevamente, sientanse cómodos de criticar.

PD: Originalmente iba a hacer a Régulus y Francisca primos, porque siendo críticos, se parecen bastante. Pero a la final no me gustó.

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