#48_(Harbinger x Sonia)
Se acuerdan que allá por inicios del libro 2 llegué a escribir de este Ship? Pues a retomarlo.
Si se preguntan de dónde se me ocurrió. Simplemente es claro que Sonia necesita alguna ayuda para encontrar su propio equilibrio, tiene una voluntad muy quebradiza, por eso entre todos pensé en Harbinger como una posible "buena influencia" o una especie de completento.
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— Te ves preocupada. — Su voz ladina sonó con un sugerente tono de burla, acercándose a la guerrera de Scorpio. — Esa máscara sin duda no te sentaba, el rostro no se te ve mal. ¿O eso ya te lo dije? No recuerdo. — El toro dorado se hizo el desentendido, Sonia oculto un sonido de queja.
— ¿Que quieres? No te recuerdo tan sociable y recuerda que tenemos que custodiar a Athena y todo ciudadano de pallasdelta.
— Si, ajá. Ya hice todo eso, lastima que no encontré un rival interesante. Que aburrido en parte.
— No respondiste mi pregunta.
— Hey. No seas tan grosera.
— No te veo mucho derecho a reclamar sobre eso. No has hecho más que faltarle el respeto a Athena.
— No respeto débiles, esa chica no ha hecho nada pará mostrarse como supuesta diosa.
— Vaya que eres impertinente. — Afilando su aguijón separó al toro de ella. Harbinger apretó ligeramente los dientes. — Como alumno de Iona te recuerdo bien. No me sorprende que decidieras quedarte.
— ¿Qué excusa tienes, hija de marte?
— Pensé que eso no era un secreto. — Y se marchó. — No tengo razones para quedarme.
— Que hija de…
— ¡Hey! — Soma y Yuna se acercaron a él, claramente habiendo escuchado buena parte.
— ¿Qué quieren mocosos de bronce? — Se cruzó de brazos, volteando a ambos en total silencio.
— ¿Qué fue lo que pasó hace un momento? — Reclamó el león menor.
— Soma, te calmas. Pero parecía que estaban discutiendo. ¿De casualidad ya se conocían?
— A medias. Note cuando subió a su templo con la armadura en mano, y ya sabía de su fama como general de avispón.
— Con tu naturaleza sabica imagino que te hubiera gustado verla. — Yuna menciona, recordaba el dolor de los golpes que ella le dejo la primera vez que se vieron. — Así que, ¿Debo asumir que simplemente estabas preocupado?
— No realmente.
— Te voy advirtiendo, si intentas algo más con ella. ¡Yo la vi primero así que te alejas! — Enervo su cosmos de fuego apuntando al toro, Yuna se llevó la cara al rostro procurando que no haga un espectáculo. El toro solo respondió riendo.
— ¿No es muy mayor para tí? Que agallas para ser tan enano. — Se burló. Nada mal para uno de los Saint que se metieron en el terreno suicida y sobrevivieron. Buenos sucesores de Seiya y compañía.
— También sería muy joven para ti, ¿No?
— Tengo 21, no jodas.
— Ya los 2, estamos en campo de guerra como Santos de Athena. Se comportan. — Alzando la voz Yuna separó a los 2 hombres, no creyendo lo que veía. — Señor Tauro. ¿Usted está consciente que Edén y Sonia son hermanos verdad?
— Algo me comentaron. ¿A eso ella se refería con, “no era obvio”?
— Básicamente. — Dicho esto la guerrera de águila se fue, buscando con la miraba a la joven mujer pelirosa.
Soma se quedó en silencio mirando a Harbinger, haciéndole una señal de “mis ojos sobre ti” antes de irse. El toro torció las cejas, caminando de regreso al refugio donde estarían. Notando como varias personas se acumulaban, diversas expresiones era lo que más encontraba.
Seiya se acercó a él.
— Me agrada que seas más empático de lo que muestras.
— No me trates como un libro tan abierto por favor.
— No diría que eres abierto. Pero para faltarte un ojo, el que tienes expresa bastante. Es difícil no aprender a identificar esas cosas con él tiempo.
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El sonido de una armadura a sus espaldas la alertó, moviendo el cuerpo hacia esa dirección y relajándose al ver la silueta de Yuna parada detrás de ella.
— No esperaba verte. ¿Mi hermano está acá? No lo he visto.
— Si. Está junto con Koga y Subaru. Seguro te gustará verlo.
— Gracias. Pero por favor no me trates como si fuéramos amigos.
— No lo hago. — Sonia exclamó sorprendida. Yuna desde la primera vez que pelearon le parecía una chica muy ingenua, rozando lo amable para su propio bien.
>> Simplemente entiendo y respeto tus razones. De momento no busco tu amistad, busco darte respeto.
— Ya veo. Espero no me decepciones en batalla, no he tenido el placer de verte pelear después de ese encuentro que tuvimos pero llegaste lejos. — Ambas guerreras intercambiaron sonrisas. — Aunque no soy quien para recriminarte eso último.
— También deseo lo mismo. Koga, Soma, Ryuho, Haruto y Eden también. Sonia de Scorpio.
— ¿Me acompañas a hacer patrullaje? Los palasaint de segunda categoría están desaparecidos pero es mejor no darlos por muertos.
— Concuerdo.
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Con el pasar de los días todo el ejército de Athena se reunió dentro del castillo que la llamada diosa del amor tomó como suyo. Poco a poco adentrándose entre esos pasillos casi laberínticos.
Ya en el clímax del combate, la fuerza del toro dorado chocaba contra el poder de la espada sagrada de Titán, un choque entre voluntades que terminó con la victoria del toro, quedando casi inconsciente siendo sostenido por la Saint de Scorpio antes de caer casi inconsciente.
— Ahora entiendo mejor porque la armadura brilla tanto en tu posesión. — Dijo más para sí misma que para el toro, protegiéndolo mientras su cuerpo descansaba del sobrecargo al que estuvo en su pelea.
Parecía que Seiya tenía más razón de lo que creyó. Harbinger suspiro, mirando en dirección a dónde el nombrado había ido con los mocosos de bronces.
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Un par de días habían pasado. Harbinger le había pedido a Sonia y a Kiki su ayuda en un entrenamiento de calentamiento aprovechando sus ya sanadas heridas, y un descanso del nuevo puesto al que lo obligaron a tomar. Kiki aprovechó un momento para hablar solo con Harbinger.
— Últimamente vaya que mejoró tu relación con la señorita mejoró. ¿Algo de lo que me tenga que enterar?
— No insinúes cosas que no son. Pero, dónde pase algo digno de mención te aviso.
— Vale, como diga. Gran patriarca. — Y dicho esto cada uno terminaron por ese día, volviendo a los 12 templos.
En el transcurso Harbinger detuvo a Sonia en el templo del toro dorado, con una simple pregunta.
— Oye Sonia, retomando la conversación de hace unas semanas. ¿Cómo te sientes respecto a tu hermano? Si mal no estoy, fue por el que buscaste ganarte la armadura del escorpión.
— Simplemente orgullosa. Nunca he podido odiar a mi hermano, hice todo lo posible por él toda mi vida, no fue sencillo. Me alegra que Koga lo haya invitado. Luego de los planes que Medea tenía con él, que conozca el mundo que protegió me agrada.
— Mundo que no es color de rosa. Es posible que se encuentren con lo peor en algún momento.
— Bueno. Tu conoces perfectamente ese lado, como patriarca, todos estamos de acuerdo junto a Athena podrás ayudar a cambiar eso.
— En teoría. La realidad podría ser diferente.
— Solo el tiempo lo dirá. Y ya que estamos, por casualidad. Cuando estábamos en palasbelta y fuiste a hablar conmigo, ¿Era sobre Edén? Ya he visto que eres muy empático con los hermanos.
— Digamos que sí. Nunca tuve la mayor compañía, así que… — Se encogió de hombros. — No tengo justificación, simplemente no me gusta la idea de hermanos peleando.
— Comprendo.
— En fin. ¿Te molesta si nos vemos en unos días durante la noche? Hasta que Edén regrese, supongo que estarás algo libre.
— Te aviso en unos días. — El toro sonrió, tomando ese tono como un coqueteó.
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