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#44_AldeMu Week 3/3 (ojos)

Sus ojos parecían brillar cuando se encontraron con los suyos. Una simple sonrisa indicándole que todo estaría bien, no en un sentido más tradicional, si no en un sentido de poder despedirlo como era debido. Ignorando las falencias que conlleva luchar por la diosa Athena.

De niños cuando podía verlo esporádicamente, Aldebarán sentía que en los ojos de Mu se reflejaba una ligera tristeza, hecho que le revolvía el estómago. Mu le devolvía una sonrisa siempre una vez que se daba cuenta de su presencia.

Aldebarán solía preocuparse, y entre eso no pudo evitar preguntar. Mu lo solía tranquilizar. En esa rutina haciéndose más cercanos nuevamente, después del tiempo lejos.

No tardaron mucho en formalizar una relación romántica, había dudas en ambos en primer momento pero quisieron quedarse juntos.

Aldebarán solía pedir permiso para ausentarse y visitarlo, haciéndole compañía por unos días. Al final, lo que veía en los ojos de Mu no era tristeza sino preocupación.

El próximo sucesor de Aries llegaría pronto. Dohko le hizo saber a Mu para recibir al joven Kiki, un niño Muviano que sería entregado al Santuario para asistir a este, así como Mu y el propio Shion.

Era travieso pero aplicado en sus entrenamientos. Un niño interesante a ojos de Mu, disfrutando su compañía como su alumno. El cariño que le tomo fue bastante rápido.

Aldebarán lo acompañó a recibirlo, notando por primera vez esa aura paternal que el toro escondía. Era empático con los más jóvenes, no le fue difícil ganarse su confianza.

El tiempo paso y la victoria de Athena por el Santuario se marco. Momentos donde Mu regreso al Santuario como guardián de Aries.

Los primeros días Aldebarán quiso dejarle algo de espacio libre, suponía que debía de estar algo afectado tanto positivamente como negativamente.

Ambos dorados se saludaron con un beso en la boca cuando se volvieron a ver de frente. Intercambiaron un par de palabras acerca de la situación vivida, pero no tardaron en dejarla a segundo plano. Esa noche fueron al cuarto en el templo de Aries, teniendo intimidad sexual por primera vez. Una pequeña tranquilidad merecida, hasta que el momento llegara. No bajaban la guardia pero no por eso despreciaban un momento para relajarse.

— Pensé que estarías cuidándote un poco más. — Usando telepatía como medio le dijo aquel día. Sus oídos fueron sacrificados con tal de defender a los santos de bronces, aunque hayan cicatrizado no había respuesta sobre si podría ser capaz de escuchar nuevamente.

>> Sabes que ahora corres el doble de peligros.

— Puede ser. Pero igual tampoco me voy a detener por esto. — Mu sonrió, entregándole una flor al toro.

— Mis intenciones eran dejarla en tu recamara pero no te encontré. Fuiste valiente al hacer eso por los chicos.

— No iba a dejar desatendido a unos chicos indefensos. Aunque ese marina si parecía ser un enemigo formidable. — Llevándose la mano a la cabeza tuvo que reconocer.

— Siempre has sido muy empático con los jóvenes.

— No es solo eso. Es lo mínimo que podía hacer.

— Cierto. — Entendiendo su mano acarició la piel del toro que quedaba al descubierto.

Sus preocupaciones se terminaron haciendo realidad, y en la batalla, al cruzar por su Tauro él estaba inmóvil. La cubría sus ojos, su mirada ya en un estado muerto fue lo que le residió. Con un nudo en la garganta no hizo más que seguir, lamentándose en silencio la perdida de su compañero, amigo y amante. La guerra nunca le dejaba a nadie el tiempo para lamentos, por más que sean cercanos.

Ahora, nuevamente en una situación similar cuando ya habían pensando que sus almas descansarían. Sus ojos se encontraban una vez más, asintiendo con confianza. Estarían bien, mientras sus voluntades se mantengan irrompibles.

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