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#39_(Francisca x Oc)

Lamento la desaparición, estos 2 me la ponen dificil en cuento a que escribirles. Hay pocas opciones pues. 

En otras noticias, hace unos días fue mi cumpleaños por lo que me vieron una computadora nueva. Todo el material de estos 3 libros ya se encuentra respaldado para ser subidos a ao3  por mayor  seguridad. (Luego de una revisión y una edición, claro esta)

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A pesar de estar en los últimos días del invierno, extrañamente era una noche bastante fría, no recordaba la última vez que la niebla les había acompañado de noche. Hecho que no la ayudaba pará calmar su paranoia.

Suspiro con algo de cansancio, pasando la mano por su ojo descubierto del metal de la máscara. La doncella de la ceniza, extendiendo su mano sopló de forma que una ligera luz provocada por el fuego iluminará el camino.

Ya habiendo recorrido el pueblo más de una vez solo podía encontrar señores borrachos. Algunos sin el más mínimo sentido de supervivencia pero nada que pudiera llamar molesto. Eran hombres muy débiles, borrachos con un simple empujón bastaba para que se quedarán dormidos.

Extendiendo los brazos buscó quedarse despierta un poco más. Las horas empezaban a hacerle efecto. Una última vuelta y volvió al Santuario.

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— ¿Hakurei? — El nombrado volteo a ella, dejando en la mesa las herramientas qué tenía que reparar.

Zinerva sentía su cuerpo cansado, eso lo noto él contrario al verla.

— ¿Dormiste hasta tarde no es así? — Ella asintió.

— Sabes que debido a los rumores prefiero no arriesgarme. Si logro desahogarme de un espectro acechando el estaría más tranquila. — Le hizo saber, por unos segundos Hakurei guardó silencio porque era un sentimiento que entendía.

Los rumores desde su base eran raros. No sabían de algo tan grande cómo pará ser un animal lo que esté volando por las noches sobre el pueblo, no habían personas desaparecidas tampoco, lo que hacía más preocupante él asunto de tratarse de un espectro.

— Recuérdame acompañarte la próxima vez, es una lastima que hay pocos disponibles pará una tarea así.

— Gracias, ¿Has visto a Francisca?

— En el cementerio. — Simple y en voz baja le hizo saber. La guerrera tomó suavemente su brazo, agradeciendo para darse media vuelta, tomando camino en dirección hacia esa ubicación.

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Su armadura había quedado en su templo, en sus manos le había llevado un recuerdo a la tumba. Su antiguo maestro y familiar, el hombre que a sus 6 años lo trajo al Santuario. Francisca termino sus oraciones, mirando con nostalgia la tumba. Volteando el rostro al escuchar unos pasos.

— No esperaba verte acá. — Le dijo como primera reacción. Sentándose junto al toro. Inconsciente le traía recuerdos nostálgicos a ella también, posiblemente no todos eran los mejores pero siempre, aunque sean mínimos había uno grato. — ¿Llevas mucho tiempo?

— Bastante. Le he estado poniendo al día de mi relación contigo, aparte de algo que he pensado.  — Tomando una pose más relajada le hizo saber. — Aparte de mi maestro también era mi familia. Creó que nunca te lo dije.

— No. No estaba consciente, ¿Tío o padre?

— Padrino más bien. En el tiempo que me entreno me enseñó bastante, como Saint, como hombre, como persona. Tuvo que retirarse un tiempo y como sabrás, hace unas semanas falleció. — Aunque la tumba sea simbólica a Francisca le hacía sentir agradable venir a ella.

— Que envidia, conocer a mí familia me habría encantado.

— Puede ser. Aunque casi no recuerdo a mis hermanos, me preguntó si ellos me recordarán. Era el menor entre 3 después de todo. También por eso quise venir, aunque ahora que lo pienso era muy pequeño para hacer eso. Igual, creó que tampoco estoy en posición de decir que me arrepiento. — Rio bajó. Volviendo a su sonrisa de hace un momento. Por el rabillo del ojo noto a Zinerva más decaída, no lo entendió.

Aunque bien, tuvo que meditar unos segundos su respuesta, porque podría o darle en el clavo, cambiar simplemente la conversación o incomodarla.

>> ¿Recuerdas algo de tu maestra?

— Solo que es lo más cercano que conocí a una madre. Creó que mi recuerdo más viejo es ella entrenandome a mi y otras 7 chicas. Murió en la batalla contra un espectro cuando yo tenía 11 años. La armadura qué portaba aún está sin un nuevo portador, según me enteré.

— ¿Puedo saber cómo era?

— Muy estricta. Cómo somos pocas las mujeres nos decía que tenemos que hacernos valer, más aún cuando la obligación de matar a quien nos vea sin la máscara. Me hace preguntar cómo hubiera reaccionado si sé enterará lo que hice.

— ¿Qué es lo peor que puede pasar?

— Decirme ramera persiguiendo a un dorado o entenderlo. Con ella rara vez se sabía, porque si bien era estricta podía tener un lado muy comprensivo y materno. — Francisca torció el ceño al escuchar tan interesante dualidad. A veces nadie en el Santuario  caía en cuenta lo pesado que era la ley de las máscaras.

Él patriarca aún no parecía contento con su decisión.

— Suena extraño.

— Nunca tuve la oportunidad de preguntarle sobre mi verdadera familia, luego de su fallecimiento el patriarca Itia nos asignó otra Saint para terminar nuestro entrenamiento. Es curioso, porque te cuento estás cosas pero no recuerdo el momento exacto en el que te conocí. Solo fue de un momento a otro que empezamos a conversar más seguido.

— Quiero suponer que es normal. Has vívido toda tu vida en el Santuario, y si te soy honesto. Me pasa igual. Lo más cercano es cuándo Gaterguard nos hablaba acerca de los Saint de plata y bronce, creo que te hiciste Saint antes que yo.

— Ahora que lo dices, creo que es verdad. 

— Cambiando de tema. Justo ahora que estás, ¿A qué hora regresaste anoche? Me quedé dormido antes de que llegarás. Entiendo que estés preocupada pero yo podría ayudarte.

— Porque el deber de los dorados es cuidar el Santuario, no te iba a importunar con eso. Ya Hakurei me acompañará está noche sí te hace sentir mejor.

— A no, también iré. Si en serio es un espectro no los dejaré solos.

— Está bien. Cómo digas. — No quiso discutir. Parándose para ayudar a Francisca, y volver al Santuario, tenían preparativos que hacer.

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