— Kanon de geminis. — El timbre de voz que solía representar a Milo, uno serio y fuerte que en sus momentos más orgullosos casi era su marca característica, en ese momento fue fácil para Kanon reconocerlo, volteando la cabeza al escorpión.

>> Buenas tardes. — Rompiendo toda su postura Milo pasó su mano por su nuca. Sonriendo más relajada al contrario de como se acababa de presentar. — Existe una cosa que me ha llamado la atención. No quería perder la oportunidad de preguntarte.

El contrario parecía robar los ojos mientras se inclinaba en dirección a Milo. ¿En qué momento se volvió su niñera? Que tuviera esa necesidad le hacía sentir que lo veía así. En parte podría entenderlo. Kanon tenía "traidor" tatuado en la espalda para los ojos de muchos ajenos. En ese momento, callado y orgulloso Kanon levantaba la cabeza como no hizo antes frente a los dominios de la diosa y sus dorados como no hizo en su juventud.

— Espero que no sea que creas que necesito una niñera por su estadía con Poseidón.

— Por el contrarió.

— ¿Entonces?

— Digamos que a cualquiera le tomaría por sorpresa verte tan pendiente de Aldebarán. — Señaló, el contrario levantó una ceja pendiente de cualquier acción que Milo podría tomar.

— Como si no estuviera al pendiente de todos. — A modo de estudiar su entorno claro.

— Bueno, entonces ¿Qué opinas de él?

— Muy, pero muy asquerosamente bondadoso para mí gusto. — El toro fue una sorpresa para Kanon en todo sentido. Y bien decían que las apariencias engañaban, su tiempo con Sorrento se lo dejaría en claro y Aldebarán lo reafirmaría.

>> En los dominios de Poseidón no ví a alguien parecido a él: Un hombre gigante para el promedio. Me llamó la atención al inicio por eso.

— Empezando por lo primero, ¿Que tendría de malo? ¿No estás acostumbrada y te sorprende que alguien sea amable contigo luego de tanta soledad? — Burlonamente le dijo. Kanon volvió a levantar una ceja, mirando a Milo casi cómo si le hubiera indignado lo dicho.

>> Aldebarán siempre ha sido así, entrenamos juntos desde niños. Desde ese momento ya era protector de ese modo, aunque no te lo creas en batalla es bien desgraciado cuando menos te lo esperas. A no ser que tengas la suerte de Seiya y ganes su respeto.

— Lo he visto entrenando. Un poder que lamentable no ha sido bien usado. Lastima. — Volteo la miraba nuevamente. Milo le volvió a llamar la atención.

— Es curioso. Porque parece que hables de manera despectiva de él, pero está mañana estabas muy interesado en él. Y si lo conozco bien, desde que te conocio ha sido abierto contigo. — Kanon volvió a verlo, con una expresión tan seria que helaría a cualquiera.

— ¿A qué quieres llegar?

— Solo me llamó la atención tu compartimiento. Y ahora salí con más dudas, porque tu boca dice algo y tus acciones se contradicen. No me mientas, que has tenido una especial atención por el toro.

— ¿Insinuas que me gusta?

— ¿Es eso? Me parece una opción factible, aunque pudiera ser también un deseo de un enfrentamiento. Ustedes 2 pudieran hacer un buen equipo, tú sacando su fuerza y él sacando tu lado más blando.

— Cuidado cupido, Milo llegó a hacer tu trabajo. — Se burló. Provocando una fuerte carcajada en Milo.

— Con lo último hablaba de completos de armas. Intenta en vez de vigilarlo hablarle.

— Como digas. ¿Ya terminó el interrogatorio?

— En efecto. — Y se despidió. Seguramente iba a buscar al caballero de cisne para, dios sabrá qué tanto hace con él. Kanon bufo casi en molestia, ¿Que se creía Milo? Tomando rumbo fue a despejar la mente de las ideas que le metió.

No obstante, no pudo alejar los pensamientos de su conversación por mucho tiempo. Haciendo que al volver a ver al toro se le quede viendo. ¿Si le molestaba porque le importaba? En ese momento Aldebarán llevaba su traje de entrenamiento, haciendo lucir los músculos de sus brazos mientras su cuerpo se fortalecía.

Si era honesto, le parecía que Aioria era al que ese traje más le lucía de una forma bastante provocativa, pero tampoco era indiferente con Aldebarán. Le lucía bien. Lamiéndose los labios sin darse cuenta.

El toro si le provocaba cosas por lo que veía. Riendo con ironía para sí mismo. Bueno. ¿Porque no? Bando el primer paso camino hasta alcanzar a Aldebarán una vez que este dejo su entrenamiento.

— Hey. Tauro. — Le llamo, era claro que deseaba robarle la atención. Tampoco sé hizo de esperar.

— ¿Pasa algo Kanon? — Tranquilo se volteo a él.

— Quiero hacer algo. Espero que no te moleste. — Rápidamente le tomó del cuello para besarlo, Aldebarán como era de esperarse en primer se sorprendió por el beso que se le fue robado, aunque le permitió a Kanon seguir hasta que esté lo quiso, era un buen besador.

— Kanon. Ah... Bueno, que halagador de tu parte. Besas muy bien.

— Gracias.

— ¿Quieres quedarte el resto de la tarde? Con ese beso que viste, supongo que habrá cosas que hablar.

— Voy empezando en decir qué no sé porque me lograste atrapar así.

El toro río. Haciendo una señal con la cabeza para decirle a Kanon que lo acompañe. Este no se hizo de rogar.