#24_(Hasgard x Violatte)
Y bueno. Aquí está lo que dije, una idea que tengo hace años pero que no me había alentando a escribir pues no encontraba un foco correcto. La idea original terminaría como llana perversión. Luego pensé en un Omegaverse, siempre me llamo la atención uno hetero, y tomando los rasgos de bandos enemigos, vale la pena ¿No? Hasta que al final, me decidí por esto. Juzguen ustedes.
Me gustaría decir que por esto me desaparecí casi más un mes. Pero la realidad es que septiembre fue un mes pesado para mí, y meterme en varios proyectos no ayudo. Espero que lo que quede de año estar más activo en este libro.
Nuevamente, me siento en la obligación de bar las gracias, incluso a esos fanstasma cuya existencia no conozco pero allí están sus lecturas. Gracias por no abandonarme y gracias a los que llevan aquí desde el primer libro. Ha sido complicado para mí, así que gracias por la paciencia.
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Mirando por el rabillo del ojo entre los pasillos, un pequeño brilló color morado era capaz de percibirse, reflejándose en sus ojos verdes. Haciendo suspirar al toro, tanto así el sentimiento que le dejó encima que se detuvo en su caminata. Dudando. Un sentimiento que me carcomía el pecho de tal forma que siempre lo quería evitar, escapando de esa espina clavada en su pecho, hasta ese momento. En esa ocasión, tomó la decisión de ir hacia ese lugar donde sabía que había algo reposando cuál reliquia, que lo llevaba.
Una armadura totalmente negra y morada, ensamblada cual la figura de un imponente toro protegiendo su territorio.
— Lo que alguna vez fui. — Divago en un susurro. El metal era capaz de reflejar su rostro perfectamente.
La expresión en el rostro de Hasgard era casi melancólica porque reflejaba esos años que ya estaban lejos de sí mismo. Ya de por sí desde empezar a recuperar la memoria tenía varios pensamientos de duda que debía ir aclarando. Su moral junto a su honor como Santo, que dió la vida para proteger a la par de guiar de los indefensos no sería borrada, ya que dejó su marca en la tierra cuando portada la armadura dorada de Tauro, así como ahora lo seguía haciendo en los dominios de Hades, con o sin sus recuerdos. Su espíritu no fue corrompido, lo que le daba un punto positivo.
Poco a poco durante los últimos años los ha estado recuperando en forma de laguna. Lo que fue su vida pasada como Santo de Athena, sus compañeros, amigos y los niños que entrenó hasta ese punto donde, ya sabía todo, formando un sentimiento muy extraño de digerir.
Respiro profundamente antes de dar media vuelta y volver a su obligación en los dominios de Hades. No sabía cómo podía bar a conocer lo que sabía, porque confiada en ella. Desde hace horas analizada en sus recuerdos y no encontraba nada que lo haga pensar mal, más bien, pasó mucho tiempo para que ella le viera más confianza. Lo que hacía más extraño su sola presencia allí.
Normalmente, al morir las almas tenían un recorrido que los llevaba al Inframundo, un proceso que casi era autómata hasta llegar a la primera prisión con el primer juez, quien leería los pecados de un alma.
Normalmente esa era la rutina, todos los días en el mundo humano morían personas, incluso muertes no humanas. Pero destacando una excepción, niños pequeños, cuyas almas eran tan inocentes que no podían ser juzgadas como pecadoras. Y cómo era normal que desde él simple hecho de nacer el peligro de la muerte esté presente los dominios de Hades tenían un preparación para esos casos.
Ese era el papel de Hasgard allí. Cuidar las almas de los niños fallecidos, hasta que pasado un tiempo tengan la oportunidad de reencarnar.
El gran hombre se arrodilló frente a la figura de un niño que por su apariencia, no parecía tener más de 5 años. Este esperaba pacientemente, aunque casi a regañadientes porque sabía que ni Minos ni Lune eran pacientes con los niños y el rubio respectivamente.
Terminando de secar sus lágrimas, lo tomó en su brazo izquierdo, usando su cosmoenergía como un método para calmar el alma del menor. Era normal que estuvieran asustados una vez llegarán allí, aún teniendo el dolor de la muerte grabado.
En su destino, un pequeño pueblo fue el destino del niño, dónde Hasgard era uno de los liberes que los cuidaba, el pequeño fue bien recibido.
— Tomate el tiempo que necesites, nada malo te pasará a mi cargo. Cualquier cosa que quieras, pídemelo pequeño. — Le indico, este asintió y al poco tiempo se presentó.
No terminaba de entender como un ser que quería terminar con la humanidad tenía una consideración así de grande.
En la tierra era muy normal decir que los dioses trabajaban de forma misteriosa, aquí lo podría aplicar. Aunque quería creer que era algo más "formal" por decirlo de alguna forma.
Dejando eso de lado se concentró en instalar al más joven y vigilar al resto que se encontraban alrededor. Siempre le daba un sentimiento de calidez y tristeza por igual cuando los veía jugar. Extraño, pero no desagradable. Normalmente no tardaban mucho en dejarlos, por lo que se encargaba de que tuvieran esa paz al reencarnar.
Una vez pasado el tiempo, no tardó en sentir una presencia conocida a la perfección. Acercándose a ella sin pensarlo mucho.
— Violatte, ¿Podemos hablar en un momento? Necesito hacerte saber una cosa. — Sin titubeos le dijo, aunque negándose a verla de frente por unos segundos.
Ya había sobre analizando mucho su situación ante las mil posibilidades a sus dudas, lo que sabía y desconocía, solo necesitaba saber la respuesta de ella.
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Solo eran capaces de ser escuchados los pasos de ambos guerreros por los pasillos de todo el lugar. Dirigiéndose a la habitación que compartían.
Violatte no llevaba su armadura ni un traje más rústico. Su armadura cubría mucha de su verdadera apariencia, una figura muy linda que no necesitaba esforzarse para verse sensual.
— Quería informarte que ya recordé todo. Por lo que necesito saber ¿Porque desperté sin recuerdos en la primera prisión? Se supone que debería estar muerto como enemigo de Hades. — Empezó allí. La mujer guardó silencio por unos segundos antes de contestar.
— Curiosidad mía. Nada más.
— ¿Puedo preguntar de qué?
— Insistes en proteger al débil, con una voluntad que hace tu cosmos más fuerte, no entiendo que te puede llevar a eso. Alentada por mi señora, me dió la oportunidad de verlo por mi cuenta. O esa era la intención.
— Asumo que desperté sin recuerdos para facilitarte eso.
— No fue idea mía.
— Eso explica porque luego de unos meses de que te encontrará vigilando mi trabajo me pidieras una revancha. Dime, ¿Te decepcione? — Sonriendo con algo de coquetería ella negó. — No es por presumir pero fui capaz de retener a un titán, estando yo ya herido, así que habla mucho de tu fuerza.
— ¿Si Kagaho no te hubiera dejado lastimado, podrías haberme vencido cuando nos vimos por primera vez?
— Buena pregunta. Pero no sabremos la respuesta. — Rio ligeramente, torciendo su sonrisa para pasar a otro tema. — Sobre la relación que teníamos, debo decir que estoy un poco confundido. Siempre he considerado que Athena estaba en lo correcto, ahora estoy aquí, enamorado de mi secuestradora. — Quiso bromear, aunque no le ayudó en nada. Seguía teniendo esa espina clavada. — No sé qué decirte. Supongo que, en la tierra han pasado muchos años, tal vez décadas.
— Si lo han pasado. — Hubo un corto periodo de silencio, en el que el toro le daba un último repaso a la decisión que tomaría.
— Violatte. — Parándose frente a ella, tomó su mano, arrodillándose. — A Pesar que bajo ninguna circunstancia serviré a Hades, esté aquí o en la tierra, mi lealtad es hacía Athena. Pero, quiero quedarme contigo. Para Athena mi lealtad, para ti mi corazón en la tierra y en el Inframundo. — Declaró. Besando la mano de la guerra por un segundo.
Al levantar el rostro besó los labios de la mujer. Moviéndose de forma en la que terminó besando su cuello, jugando con sus labios en esa zona.
— ¿Puedo? Si no es mal momento claro está. — Cuando se separó de ella, le bastó con verle un segundo al rostro para preguntar.
Violatte lo tomó del rostro, acercándolo de modo que quede encima de ella. Tras compartir un beso pasionalmente lente, él toro bajó el rostro hasta el pecho de la mujer. Sus brazos la rodearon de la espalda, una mano fue a apoyarse en su muslo, haciendo con sus senos lo que hace un momento hacía en su cuello. Su boca se habría tomando porciones de suave piel, simplemente besando una vez la soltaba. Siendo acariciado por el cabello mientras lo hacía, dejándose subir por el camino a su cuello y bajar hasta rozar su estómago.
— Ven, te quiero sobre mí esta vez. — Quedando su rodilla la erección entre sus piernas se veía bastante pronunciada. Tendiéndole la mano a la mujer, de forma que mientras Hasgard se acostaba boca arriba Violatte pudiera posicionarse sobre él. Tomando una actitud casi dominante sin necesidad de pedirlo.
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