#23_(Harbinger x Seiya)
Semi AU. Voy a ignorar bastante de lo que pasó en Omega.
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— Interesante. — Era lo que pensaba la joven diosa atenta a lo que escuchaba, del otro lado de la llamaba Tatsumi le informaba sobre eventos del interés del Santuario, en este caso en específico, provocados por una sola persona. — Tráelo al Santuario, es mi deber guiarlo. — Su voz se mantuvo sería, informando a su mayordomo en Japón sobre sus acciones a tomar.
Llamó su atención escuchar la idea de un hombre controlando su cosmos sin entrenamiento previó. Si sabía que era posible pero si sus recuerdos de sus vidas pasadas estaban en lo correcto, hace siglos no escuchaba algo similar, debía ser una persona en una situación... Muy complicada. Casi le causaba terror.
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Tomando su mano hacia su pecho, sentía esa ligera tensión en él que no desaparecía fácilmente. Tratando de tomar aire y calmarse, bajando levemente por los 12 templos, a recibir al joven hombre que Saori le había informado.
Mientras Athena se quedaba en Grecia junto a él, Shaina y Marín, Tatsumi y el resto de Santos de Bronce eran sus ojos y oídos fuera del Santuario y Japón, encontrando a la vez los futuros Saint que protegerían la tierra, siendo entre ellos, el joven muviano que no tardaría en tomar sucesión del puesto de santo de aries, ya hecho un adolescente bien formado. Sumada la presencia de un viejo conocido de Athena.
Bastante daño dejo la herida de Hades por lo que se pudo ver, haciéndole preguntar a Seiya como habían sido las guerras santas en el pasado, ¿Ellos habrán tenido buena o mala suerte?
Cuando estuvo junto a Athena y el Santo de oro de capricornio, Ionia, los 3 recidieron atentamente al joven hombre. Desviando la miraba al dorado junto a él, Seiya sonreía de diversión de ver a la cabra vieja con un rostro de amargura y desaprobación, no necesitaba saber mucho para entender que no le gustaba nada la idea de Athena recidiendo a un simple aspirante, por puro respeto el castaño se guardaba las ganas de reír.
— Solo está siendo amable y compasiva, Saori siempre trata de ser así. — En voz baja le dijo, Ionia no respondió, solo volteo la miraba.
— Solo lo dejo pasar por ser un caso único. — Luego de terminar toda explicación al joven de hombre Harbinger fue que le respondió.
Seiya sé quedó mirando por el rabillo del ojo al nuevo aspirante, curioso de este a decir verdad.
A los 3 días, si bien, la cotidianidad del Santuario se mantenía, se habia formado algo escándalo entré los aspirante, haciéndole tomar la decisión de vigilar. Tomando él control de los aspirantes siguiendo el ejemplo de quién fue su maestra y el león dorado que siempre dejo su confianza en él.
En el suelo varios se encontraban heridos y casi Inconscientes, mientras Harbinger se mantenía de pie orgulloso de su logro, habiendo derrotado a cada uno sin dificiltad, sonriendo satisfecho del sonido de huesos quebrados.
— Veo que han hecho de las suyas. — Se fue acercando a cada uno de los aspirantes, ayudándolos a pararse uno por uno. Esto le traía ciertos recuerdos muy lejanos a Seiya. — Harbinger. — Engrosó la voz. — Deberías calmarte un poco, son pocos los Saint en este momento en el santuario, no ganas nada hiriendo de gravedad a tus compañeros.
— Lo lamento. Pero no veo por qué tener consideración, si no son suficientemente fuertes, que se vayan, en la batalla real no durarán. — Se hizo el desentendido, encogiéndose de hombros.
— Es cierto. Están en una clara desventaja, mejor, entrena contra mi.
— Adelante. — No tuvo problemas, ni dudas en aceptar. La idea de combatir contra un guerrero de elite le emociono bastante, Seiya de quitó la armadura para quedar en una pequeña igualdad de condiciones.
Habinger se dejó mirarlo por un momento, para ser un enano sus brazos y piernas estaban muy bien formados. Un cuerpo bastante atlético. Detrás de ellos, los aspirantes que ya Harbinger había derrotado, miraban sentados presos de la incredulidad.
El primer golpe que dió Harbinger fue detenido por el puño de Seiya, concentrando una pequeña fracción de su cosmos en este. Tirando contra el suelo al moreno.
— Peleamos para proteger a los débiles en el nombre de Athena y entrenemos con tal de ser lo suficientemente poderosos, cualquiera con la voluntad suficiente en unos minutos te puede superar. — Risueño, le tendió su mano, ayudándolo a pararse. De mala gana tuvo que aceptar. — No te confíes tanto, veo que tienes la voluntad suficiente pero te falta controlarla.
— No me hables con esa confianza por favor. — Sonrojado, avergonzado e incómodo pidió, enternecido al castaño.
— Como digas. Tampoco me gusta ser tan formal, pero, ahora soy maestro y dorado. — Sonrió. — Mientras tus compañeros se recuperan, puedes buscarme si quieres entrenar. — Indico. Bando media vuelta hacia los templos.
El moreno, golpeó fuertemente el suelo aguantando la frustración, podría decirse su propia humillación personal.
— Eres muy valiente para enfrentar a un guerrero legendario. — Uno de sus compañeros le dijo, haciendo que su curiosidad empiece a molestarle. ¿Héroe legendario?
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Rápidamente se cansaba de entrenar por su propia cuenta, no era muy diferente a como era en sus tiempos de calle, aunque su primer instinto fue conseguir un reto bajo el conocimiento de esa aura dorada, según palabras de aquel viejo, también podría ofrecerle algo mejor. Pero iba aprendiendo muy sobre la marcha.
Suspiró. Tomó la decisión de hacerle caso al sagitario y buscarlo, caminando por los 12 templos... Maldijo por lo bajo una vez llego a la entrada de Aries, eran escaleras que parecían gigantes, ¡Más gigantes que vistas desde la distancia! Trago grueso en busca de no perder la paciencia y siguió.
— Están vacíos. — Se detuvo en Tauro, sabía que no había mucha gente en el santuario pero esto le parecía exagerado.
Mirando por el templo una pequeña luz llamo su atención, viéndose muy s la distancia, pero no quiso prestarle atención, su aburrimiento ya era bastante, quería estar en movimiento y así no lo lograría.
No supo cuanto le tomo, pero llegó a Sagitario, increíblemente cansado.
— Curioso verte. — Parándose frente a él, Seiya le recidio sonriendo.
— Perdona. Pero quería cobrar lo que me propusiste.
— Seré feliz de eso. Estar siempre en el templo tampoco es mi pasión. — Fue honesto. Llevándolo consigo al campo que su templo le dejada para practicar.
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— ¿Me puedes responder una pregunta? ¿Porque eres un Santo legendario? Quiero ver si corro con esa suerte y tengo ese título. — Dejo saber, sentando a un lado del Santo de oro.
— Es una muy larga historia.
— Tengo tiempo.
— Bueno, solo me gane esa fama por todo lo que ayude y logré hacer desde hace ya muchos muchos. Entrene desde los 7.
— me es interesante saber siendo bastante viejo en edad seas tan pequeño. Jajaja.
— Yo soy pequeño o tu un rascacielos. Cualquiera puede ser. — Respondió. Seguidamente le comento bastante de lo que había terminado pasando, su historia y logros, ser separado y encontrarse con su hermana, sus batallas contra los dioses, sea como santo de pegaso o sagitario.
— Vaya. Eres un enano con muchas sorpresas.
— Es posible que no tarde en salir un sucesor de pegaso, me encantará conocerlo. — Mencionó. — Ya hay varios Santos de bronce que no tardarán en obtener sus armaduras y seguidamente ser traidos al santuario. Es curioso como parece ser muy difícil tener a toda la orden de Athena junta. — Lo último fue un comentario suelto.
— ¿No te molesta que sean solo niños?
— De no ser por eso no estaría aquí, y no me arrepiento de casi nada hasta el día de hoy. Es duro, pero vale la pena.
Su conversación termino quedando hasta allí ese día, y una vez solo. Seiya recidio una voz desde sus espaldas.
— Deberías tener menos confianza con los aspirantes. Seiya. — Capricornio le hizo saber.
Pará no tener una Excalibur su miraba y actitud vaya que son cortantes. Pensaba Seiya, se notaban los años del viejo.
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Así los días pasaron, Harbinger por su parte con el pasar de los días despertaba un interés el Seiya que crecía bastante, iba partiendo por mera curiosidad, el sentido de encontrar un rival digno con él que quería tener un encuentro en niveles parejos, y terminando con un deje de deseo, ¿Pero que tipo de deseo? El deseo de tenerlo para él, un deseo que estuvo privado y encerrado de su ser por vivir sólo, y no de la de forma más digna.
— Seiya... — Suspiro su nombre, aflojando su agarre hasta separar su mano de ese lugar, minutos antes de caer dormido. Tenía una idea pero sería arriesgada, y bueno, se podría decir que en eso se ha basado su vida. Así que puso su plan en acción.
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Tuvo que esperar unos días para tener la oportunidad de solicitarle a Seiya un encuentro nocturno, lejos de los templos del zodiaco y en un lugar lo suficientemente privado.
El castaño relaciono ligeramente sorprendido, ciertamente no sería nada fuera de lo común usar la noche como un campo de entrenamientos extras, pero no esperaba que se lo propusieran.
— Gracias por venir enano. — Pocos tenían la confianza para referirse así a un Santo de oro. Parándose frente a frente. — Pero lamento mucho decir que no quiero entrenar.
— ¿Uhm? — Arqueo las cejas, fue otro golpe por sorpresa. ¿Para que lo llamaría entonces? — Bueno, explícame que te hace necesitar mi presencia ahora.
— Algo personal. Apartir de ahora, te voy a estar hablando como hombres, como 2 personas, no como Santos, guerreros ni ninguna formalidad. ¿Estamos?
— Interesante. Sigue entonces. — Cruzándose de brazos dió un paso al frente.
— Necesito que te quites la armadura. — Pidió, y aunque no muy convencido termino por aceptar, deseoso de saber que tenía en mente el futuro toro. — Gracias. — Dicho esto, extendió su mano hasta tomar a Seiya del brazo, pegando su cuerpo lo más cerca que pudo, aunque sin llegar a abrazarlo. — Bien. Empezaré con: Quiero que seas mío. Mi compañero y amante, un hombre como tú vaya que me llamo la atención, tienes muchas cosas que me gustan.
— Vaya que eres único. — Empezó con eso. — Pocos hubieran tenido el valor de hacer esto, y menos sin una armadura.
— Retroceder no es lo mío. ¿Aceptas? — Seiya alzo las manos aceptando probar, bandole un beso.
El corazón de Harbinger salto, tomando la cintura del sagitario, besándolo como si no hubiera un mañana. Sus labios tenían un sabor delicioso, aunque era un sentimiento que podría deberse a su inexperiencia. Igual lo tomo.
La mano del futuro tauro se quedó acariciando levemente el jugoso trasero del sagitario, ambos viéndose fijamente luego de separarse de su beso por unos escasos minutos.
— Ropa. — Indico. Estaban en pleno coliseo a altas horas de la noche, Habinger tomo a Seiya para llevarlo junto a un pilar, besando ese cuerpo desnudo como antes hubiera querido morderlo. Su piel era cálida, tomando proporciones grandes en sus labios, hasta ahogarse con su virilidad.
— Harb... — Gimió. Prácticamente a merced del moreno. Cuando sintió una mano tras su nuca volvió a abrir los ojos, siendo llevado contra los pectorales de su compañero, dejando un casto beso en su amplio espacio, moviendo el rostro en un caminó hasta buscar su cuello.
— Eran tan... Me encantas.
— Considerate el hombre más suertudo en este momento. — Rio por lo bajo. Su mano acarició el muslo del conrrsrio, rozando el miembro. — ¿Quieres que te atienda con mi boca? Es un poco grande pero puedo darle un buen trato.
— Me encanta cómo se te nota la experiencia.
— Tuve pocas parejas pero con ninguna perdí el tiempo. — Se escudo.
— Bueno. En ese caso, prefiero dejarlo para otro momento, si eres tan bueno con esa boca aquí será incómodo, vamos para el plato principal.
— ¿Eres virgen, no? — Tomando la mano del moreno, tomo 2 dedos en su boca. Seguidamente, indicándole como debía lubricarlo.
Poniendo las manos sobre el pilar de roca, Seiya arqueo lo suficiente la espalda, era notorio que Harbinger era más alto por lo que debía inclinarse. Fueron varios empujones los que necesito para penetrar al castaño. Fue un completo pinchazo en todo el cuerpo lo que recidio una ves estuvo dentro.
— Oh, Seiya... — Se notaba el dolor de este. No lo culpaba, el era grande en todas sus extenciones. Se movió lentamente, sacando su miembro por completo y volviendolo a meter, sacándole un grito al castaño.
Repitió esa acción varias veces, sacándolo por completo, dejándo su miembro firme apuntando a esos glúteos bonitos y volviendolo a meter.
— Oh. — Logrando percatarse de algo por pito accidente, tomo la mano del castaño y la llevo hasta su propio vientre. Cada que Harbinger embestía, el bajo vientre de Seiya se abultada, aterrando al castaño por las implicaciones que tenía pero que no era capaz de pensar en ese momento.
Harbinger iba cada vez más rápido, hasta que simplemente sus orgasmos llegaron.
— Gracias. — Tomando al castaño por el mentón, levantó su rostro de forma que terminara besando su rostro. Aún unidos en esa posición, recuperando el aliento.
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— Pronto estaremos más cerca uno del otro. — Coqueteó. Se le había informado que sería el próximo dorado de Tauro, si pasaba la prueba, estaría en la ceremonia siendo de los próximos 3 dorados que iban a unirse a la orden.
— Mucha suerte. Apenas pase, prometo visitarte. — Dejo una indirecta, pasando de vuelta con Athena despidiendo a su amante.
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Saben? Creo que me gusta más Harbinger con Seiya que con Kiki. Trataré de a la próxima probar un Harbinger tsubare. Total, muy seguramente la próxima actualización sea para Hasgard, ya que hay una idea que quiero intentar pero... Tengo miedo del resultado. Luego de eso, ¿Volvemos a Alde o Francisca?
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