#22_(Ox_Shijima)
Esto está pensando como una versión alternativa del #17, pero se puede leer como una secuela si así se desea.
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Sus pisadas eran capaces de ser escuchadas a metros de distancia. En el cinturón del monje, pequeñas campanillas sonaban con el fin de tranquilizar a cada animal o espíritu que esté cerca de su presencia.
El silencioso monje Shijima caminaba por las noches en busca de cumplir con su trabajo.
En ese pueblo, una enorme piedra en forma de una circunferencia perfecta adornaba un pequeño templó en busca de pedir la clemencia del dios Jiso para su pueblo. [1]
Una voz dentro de su cabeza le pregunto si estaba bien, pues el escenario siempre le generaba cierto sentimiento de malestar al monje. Las plagas, las enfermadades, cualquier peligro fuera de los demonios que los humanos en su caótica existencia tenían que cruzar. Y de cierta forma, la propia existencia de ellos 2 como equipo podría llamarse el milagro entre una existencia caótica, un suceso de pocas posibilidades que contra todo pronóstico fue posible y se ha mantenido durante años.
A Shijima le encantaba eso. El pelirrojo no tardó en ver su objetivo frente a sus ojos, tosiendo ligeramente por el hedor putrefacto que estaba en toda el área, manchando el propósito del altar.
De sus labios emergió un sonido, no lo suficientemente capaz para ser tomado como la pronunciación de una palabra pero si para generar ruido. Escuchándose una voz que no era la del monje.
El pelirrojo saco un glosario de entre sus ropas, extendiendo su mano hacía el templo. La neblina empezó a convensarse sobre la roca, tomando la forma de un enorme murciélagos. Molesto por su intromisión, sacando sus colmillos agitado por los poderes sagrados del monje, saltando contra él en un acto imprudente. 2 enormes manos lo aplastaron apenas estuvo a la distancia suficiente, de la espalda de Shijima una enorme y corpulenta figura se manifestó para protegerlo, tomando inmovilizado al espíritu mientras Shijima lo exorcisada. Tomando un segundo ritual para limpiar toda el área, asegurándose de poder protegerla de futuros incidentes como ese.
La voz de Ox se escuchó nuevamente, directamente para Shijima. Sabía exactamente qué pensaba.
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Los hombres del pueblo agradecieron a Shijima, sabían que el monje estaba bajo un voto de silencio, aceptaron su reverencia en señal de gratitud y le dejaron partir, no sin antes ofrecerle algo de arroz para su camino por la noche.
Shijima les sonrió como despedida, el camino de vuelta al templó que lo entreno era largo y al ver la luna sabía que la noche también estaba en lo profundo de su esplendor.
Haciendo una barrera para protegerse de lo oculto en la noche, Shijima recostó la espalda en un árbol, sintiendo como si en realidad, fuera su espalda apoyándose en el pecho de Ox y los enormes brazos del espíritu alguna vez demonio lo acobijaran, apoyando su mentón en su hombro en su descansó. Shijima no entendía tal cosa como la soledad.
La cadena de eventos que lo llevo a cómo estaba, descubriendo la capacidad de las emociones que él alma del alguna vez demonio era tan fuerte como las de un humano, eran único y exótico de analizar. Aveces se le olvida que era un demonio gusto por eso, porque su aura desprendía calma para el, pero solo para él. Y aunque lo llegó a estudiar en su momento sabiendo que el ritual que unió a Ox como compañeros no era nuevo, tenía bastante historia, no encontró nada de una relación más allá de lo... Profesional, por decirlo en palabras claras, no obstante dejo de pensar en eso.
Un secreto bien guardado era como ese compañero se volvió tan apreciado. Aunque las palabras faltaban, su conexión les dejaba entender sentimientos el uno con el otro. Y en la tela Onirica del mundo de los sueños era como se lograban ver frente a frente, consumando ese acto totalmente tabú.
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Acostado boca arriba la piel desnuda del pelirrojo era tocado de su vientre bajo hasta su pecho, acariciando lenta y lascivamente, aunque su boca se abría y bajada en busca de aire su voto de silencio se mantenía. No emitía ningún tipo de gemido.
— ¿Tenso? — La voz de Ox, fuerte pero calmada de forma que era dulce a sus oídos. — No sé porque todo el día has estado tan perdido en tus pensamientos. — Shijima nego a la primera pregunta, respondiendo la segunda extendiendo su mano hacia su pecho, aunque claro, teniendo Ox que inclinarse para que esté pudiera tocarlo.
— Ya veo. — Como si la tensión de Shijima se transportará a Ox, este logro comprender de forma rápida los incomprensibles pensamientos de Shijima.
El grandote, dejo caer la tela que cubría su pecho y cintura, mostrando una prominente erección, bajando más su rostro para besar a Shijima. Sus labios grandes tomando secciones de su pecho y cuello con pasión pero sus labios de forma delicada y sutil.
Sus manos abrieron espació en sus piernas, apuntando su erección en su "entrada" ese orificio que su cuerpo adaptó para él, lentamente la mitad de su miembro firme y duro entró, sosteniendo el cuerpo de Shijima de forma que su cadera terminará levantada de tal forma que su pene apuntará a su rostro, moviéndose lentamente susurrando pequeños gemidos obscenos.
Quien viera la escena que en los sueños de Shijima vivía pensaría que era una escena totalmente ilógica, Ox eran notoriamente más grande que Shijima, más musculoso y "botado" pero Shijima no emitía un rastro de dolor o incomodidad.
Shijima despertó a la mañana siguiente. Alimentándose con el arroz entregado por su trabajo pasado, parándose con algo de dificultad, retomando su camino al templo que lo convirtió en lo que era ahora.
La muerte, las plagas, algo iba a pasar sea por influencia demonio o humana, iban en aumento cada año. Y tanto los monjes como demonios sabían que debía de haber un antes y un pues. Shijima, fue toda su vida el monje bajo voto de silencio cuya habilidad era prodigiosa desde temprana edad, dentro se le podría llamar pecador al comer del fruto de una pasión totalmente tabú.
Fue conocido y recordado como un poderoso monje silencioso, él silencio siempre guardaba secretos. Tal vez, una forma adecuada de ser recordado.
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[1] Según las creencias asiáticas, los niños fallecidos no tienen la capacidad de cruzar a otra vida pues son muy pequeños para ser juzgados como buenos o malos, por lo que, el dios Jiso los toma entre sus manos y les ayuda a cruzar el camino al cielo y posteriormente la reencarnación.
No sé ni que me inventes pero ustedes digan.
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