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Tatuaje 8

Yenhuo odiaba lo que era. Otros quisieran tener su habilidad, sus genes, su naturaleza, pero él era diferente. Cuando tienes 379 años, la historia no era agradable sobre todo al tener un camino de desgracias en su espalda.

Había visto morir muchas personas delante de él, sobre todo aquellas que descubrir su secreto, pero lo que más le marcaba eran aquellas que habían sido parte importante de él. Había ansiado la muerte varias veces pero como lobo que era no podía buscar su muerte fácilmente y su fuerza se había acumulado de tal manera que su cuerpo no se rendiría ante nadie, incluso si él lo quisiera. Maldecía una y otra vez su vida.

Suspiró. Concentrándose dejo que la sangre dentro de él fluyera libremente como pocas veces dejaba. Mantenía un control absoluto sobre sus instintos y solo los dejaba libre cuando era necesaria, o hacerlo tendría consecuencias graves. Él era demasiado violento cuando se lo proponía. Abrió sus ojos, estos se habían tornado de un intenso color dorado y la pupila había sido reducida casi a un punto negro dentro de aquel mar de oro. Su labio inferior sintió la punta de sus colmillos los cuales los lamió con la lengua, sintiéndolos tan sensibles como siempre y con ansias de enterrarse en la piel fresca de alguna víctima. Llevaba tiempo sin hacerlo y su instinto le recriminaba.

Aspiró profundamente y la leve esencia de aquella persona le llegó más potente pudiendo identificarlo y el lugar donde se encontraba. Utilizando la teja bajo el ganó impulso y comenzó a saltar rápidamente entre los tejados afirmándose a los lugares que parecían más estables. Para aquella zona la palabra pobre le quedaba corta y podría caer en el interior de cualquier casa si no iba con cuidado.

Se detuvo sobre el borde de un balcón y miró hacia abajo. Allí entre más ventanas el olor de la chica se volvía mas nítido, sobre todo lo poco dulce que era tan diferente al de una mujer. Frunció el ceño, ahora que dejaba que toda su capacidad estuviera al máximo se dio cuenta, acaso ...

Escuchó una risa proveniente de alli y se arrodilló, buscando un mejor ángulo. No era capaz de ver quien era su atacante pero si la pierna desnuda de Mingyue y frunció el ceño. Saltó hacia la ventana apartando la tela y cayendo en el interior sorprendiendo al atacante que salió de encima del cuerpo y se incorporó con una espada pequeña en la mano apuntando al recién llegado.

Sus dos orbes dorados lo miraron y el hombre se estremeció, el aura alrededor de él aplastaba todo su espíritu desafiante. Yenhuo después giró su rostro hacia abajo y se quedó sin aliento. El cuerpo de Mingyue estaba acostado con las túnicas totalmente abiertas mostrando su cuerpo sudado lleno de cicatrices. En su rostro había una mueca de dolor mientras respiraba forzadamente.
Yenhuo apretó los dientes y fijó su atención al hombre que había perdido todo color de su rostro y dio un paso hacia adelante.

-No te acerques- le gritó -Yo lo vi primero así que es mío-

Pero Yenhuo no le respondió, se movió sin que este pudiera responder y le torció la mueca detrás de la espalda de tal forma que esta crujió de forma horrenda. El grito del hombre fue opacado por la mano que se puso en su boca mientras un juego de colmillos rompía la carne en la nuca y la desgarraba. EL cuerpo del hombre convulsionó y se detuvo cuando fue mordido otra vez pero directamente en la médula, paralizándolo y después perdiendo la batalla. Su cabeza quedó colgando de un lado con sus ojos en blanco.

Yenhuo lo soltó en el suelo y se pasó el borde de la túnica por su boca pero esta ya estaba manchada de sangre y no surtió ningún resultado. Volvió a maldecir, aquel hombre había arruinado una de sus túnicas preferidas y además sabía asqueroso. Gruñó para después fijarse en Mingyue.

Se arrodilló a su lado. Su olfato no lo engañaba, aquel cuerpo no era el de una mujer. Allí completamente desnudo no podía negar que era un chico. Pero las cicatrices recorriendo gran gran parte de su piel le hizo sacar sus colmillos. Las heridas eran horribles pero a la vez hermosas con los diversos patrones. Había sido un trabajo minucioso que el reconoció al momento. Sabía de quien era obra aquello y eso solo provocó que la ira creciera dentro de él.

Cerró sus ojos intentando calmar todos los sentimientos que lo abrumaban, un gemido por parte del joven le hizo abrirlos de nuevo. El pequeño cuerpo temblaba ligeramente. Yenhuo apartó el largo cabello de su rostro para tocar su frente que la encontró ardiendo y frunció los labios. Miró el rostro sobre todo donde estaba la marca que arruinaba sus rasgos, era un total desperdicio, pero de detuvo un momento y tomó su mentó con atención. No se había equivocado, aquella persona era la misma.

Con cuidado lo envolvió en la túnica y lo cargó sorprendiéndose por su ligero peso. Mingyue pronto se pegó a su cuerpo temblando con más intensidad y buscando algo de calor. Yenhuo lo apretó en sus brazos. No podía dejar que esta persona muriera, él sería el camino para cumplir con su venganza.

Tao caminaba de un lado a otro. Su señor le había dicho que volvería temprano y este nunca fallaba a su palabra, pero ya habían pasado casi tres horas y no tenía noticias de él. Temía que hubiera sido descubierto. No era que desconfiara de su señor, pero nunca era malo precaver, pero sus preocupaciones se fueron a valor cuando lo oyó descender sonoramente a su lado.
-Mi señor- su voz fue disminuyendo al ver la túnica y boca manchada de sangre de Yenhuo y al chico en sus brazos.

-Prepara una tina de agua caliente-

-Sí, mi señor- no quiso seguir preguntando pero de alguna forma se preocupó que aquella chica fuera víctima de algún ataque de su dueño, la idea solo lo estremeció.

Prepararía la tumba por si acaso. Pero al verlo entrar con el rostro calmado se relajó, alguien más había sido la víctima. Yenhuo lo mandó a salir y se quedó dentro del baño donde la bruma era espesa. Con cuidado puso el cuerpo de A-yue sobre un pequeño mueble para quitarle el resto de la ropa mientras él hizo lo propio.

Cargándolo nuevamente se metió dentro de la tina dejando el cuerpo inconciente sobre su regazo mientras el agua cubría ambos cuerpo hasta el pecho. Yenhuo corrió un poco la cabeza del joven hacia atrás agarrándolo del cabello, sin mucho cuidado y comenzó a perfilar las cicatrices con el dedo intentando determinar que eran, pero se dio cuenta que apenas si las entendía. Solo había dos personas que podían ayudarlo con eso.

A-yue se removió ante la incómoda posición. Ya no temblaba pero la fiebre no cedía y su rostro estaba sumamente rojo. Su cabeza cayó nuevamente sobre el pecho de este al ser liberada y Yenhuo suspiró. En qué problema se había metido.

-Tao- lo llamó minutos más tarde cuando comenzaba a perder temperatura el agua.

El nombrado entró dejando dos túnicas en el baño y al ver la expresión de Yenhuo volvió a salir. Esa noche no quería interrupciones y él lo sabía. Para cuando Mingyue estuvo otra vez vestido y acostado en la cama su temperatura seguía igual y parecía que dolía.

El lobo apretó los dientes y buscó en uno de los cajones una de las píldoras y se la puso en sus labios obligándola a tomarla. Bajó las manos por la túnica abierta del menor y volvió a admirar con más detenimiento aquel hermoso tatuaje en la piel blanca. Se quedó fascinado ahora. Pasó sus dedos por la clavícula, por el centro de su pecho, incluso no podía creer que estuviera en su inle y que también sobre sus nalgas.

Solo cuando sintió sus garras amenazar con salir cerró las túnicas del menor y lo tapó.

-Frío- lo escuchó murmurar y verlo ponerse de lado temblando -Frío-

Yenhuo suspiró. Dejó que su túnica cayera al suelo mientras el oscuro pelaje cubría su cuerpo y asumía una figura animal. Se subió encima de la cama y se acostó al lado del chico y no faltó mucho para que sintiera las manos de este alrededor, abrazándolo y suspirando con alivio.

Con esto, pagaba su deuda.

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