Tatuaje 6
El pánico hizo preso al menor. Sentía su cuerpo atrapado bajo aquel extraño que lo miraba sin interés alguno mientras el cabello le acariciaba el rostro haciéndole cosquillas incómodas. Un nudo se formó en su garganta y no pudo evitar morderse los labios hasta que le dolieron. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso e inmovilizado, tenía que salir de allí pero no sabía cómo.
-No me gustan las personas rebeldes- la voz grave de Yenhuo lo alarmó, el brillo de aquello ojos lo devoraba de arriba abajo- Quítate el vuelo- demándó.
Mingyue tembló visiblemente y logrando mover sus manos volvió a apretarse el velo con una y la otra la llevó a su pecho evitando que se abriera la túnica.
Yenhuo se dio cuenta que la pequeña persona bajo él estaba más allá de lo aterrada, al punto del colapso. El color había abandonado lo que podía ver de su rostro y sus pupilas estaban tan dilatadas que él mismo podía verse en ellas. Aun así, forzaría sus defensas un poco más, sino era la persona que decía ser huiría en cuanto le diera tregua y mandaría a tao a completar su tarea.
Pero no fue así, incluso cuando su mano se desplazó hasta el borde de la túnica y comenzó a subir los dedos largos hasta la altura de la rodilla.
-Por favor, no lo haga- lo escuchó decir apretando esta vez los ojos- No tengo más remedio que confiar en usted, por eso estoy aquí, así que por favor no lo haga-
El hombre se detuvo y se incorporó sobre sus brazos manteniendo una distancia considerable.
-Que tu padre te haya entregado en bandeja de plata a una persona a la cual le debe ciertos favores y le deba más que la vida, como que te está regalando al mejor postor-
Mingyue abrió sus ojos y algunas finas lágrimas escaparon de ellos en contra de su voluntad, ya era lo suficientemente débil como para que se mostrara aún más. Se maldijo internamente.
-Además sabes que lo que me pides no lo daré gratis-
-Lo sé- Mingyue susurró- lo sé- y tragó saliva, no tenía nada de dinero arriba, no por gusto había dormido en plena calle al intemperie con cientos de lobos hambrientos por su cuerpo.
Prepararse mentalmente para entregar lo que no tenía era algo que había hecho a lo largo del camino, era un chico biológicamente, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, no eran mal vistas y algunos las preferían más que con el sexo contrario, pero el estado de su piel y su secreto era algo que impedía que el pudiera abrirle las piernas como pago por sus servivios.
La mano intrusa nuevamente retomó el camino por sobre su rodilla intentando alcanzar el muslo, de una forma tosca y que dejaba la piel roja a su paso. El velo que cubría su rostro se manchó de sangre y toda acción cesó.
Mingyue sintió un chasquido de lengua que no había sido suya y un dolor que le recorrió el labio inferior. No se había dado cuenta que lo había mordido hasta romperlo en una considerable herida. Se apretó la herida pero eso solo ocasionó que la tela se empapara más de sangre.
El peso extra sobre él desapareció y una tela gruesa fue arrojada sobre su rostro.
-Límpiate y asegúrate de no manchas las sábanas- Yenhuo le reclamó con un tono tranquilo para después desaparecer detrás de unas cortinas. El no sentir el peso sobre la cama hizo al menor respirar calmado y sentirse mareado por el alivio.
El chico apretó la tela hasta que sus nudillos dolieron y la llevó hacia sus labios soltando un pequeño quejido de dolor. Lo que más le preocupaba era que no había cumplido con las órdenes de aquel hombre ni lo había satisfecho, y las posibilidades de que lo echaran eran grandes. En resumen, Yenhuo estaba molesto.
Se incorporó torpemente tanto como su mareo le permitió. Llevó sus dedos a su frente y esperó que las gotas de sudor que adornaban la piel fueran producto de los nervios, no era buena idea enfermarse allí. Oyó los pasos de aquella persona entrando de nuevo a la habitación y por acto reflejo se tensó.
Yenhuo se sentó en el borde de la cama casi con una habilidad felina flexionando agradablemente los visibles músculos. Una pequeña botellita blanca terminó en el regazo del menor.
-Úntate esto, las heridas en los labios son más delicada de lo que parecer- la atmósfera amenazante a su alrededor se había disipado pero aún quedaba aquel tono de superioridad.
Con vacilación Mingyue tomó el frasco y vació un poco del blanco polvo en la punta de sus dedos luego lo llevó a la zona sangrante. El ardor se hizo presente de momento pero la sangre dejó de brotar en consecuencia.
-Gracias- exclamó en voz baja después de tragar en seco.
Yenhuo enarcó una ceja y sostuvo su rostro con la mano bruscamente atrayéndolo. Las manos del chico quedaron sobre los pectorales descubiertos y él y notó el tranquilo latido contra sus palmas.
-Otra cosa que me molesta es las persona que se hacen las víctimas delante de mi o simplemente de hieren sin ningún sentido, así que procura no hacerlo la próxima vez, odio la sangre, pero no me molesta hacerla correr- había acercado tanto su rostro al suyo que el joven podía sentir su aliento- Tao- lo oyó llamar a su sirviente una vez que lo soltó cayendo torpemente sobre la cama.
La puerta fue abierta y apareció el hombre con una reverencia.
-Llévatela y dale una habitación, no estoy de humor para tratar con ella-
El sirviente asintió con la cabeza y agarró a Mingyue del brazo para sacarlo casi a rastras, sabía que no era buena idea demorarse mucho cuando su maestro quería estar solo. Especialmente hoy, su señor que siempre estaba con una actitud tranquila y seria, estaba realmente irritante. Y tenía sus buenas razones.
Mingyue abrió sus ojos lentamente y lo primero que sintió fue su cabeza martilleándole hasta quitarle el aliento. Se giró de lado percibiendo las suaves mantas bajo él y apenas recordaba haber llegado a aquella habitación que se encontraba iluminada por la luz que se filtraba por las ventanas. Intentó incorporarse y su respiración lo traicionó. Tosió al menos dos veces y su garganta dolió. Si, estaba enfermo y su fiebre amenazaba con ser peor.
-Maldición, ahora no- se sostuvo la frente palpando la piel caliente y sudada, donde la tela de la ropa que había tenido puesta se pegaba a sus heridas causándole uno que otro ardor. Se odiaba por ser débil.
Necesitaba refrescarse pero apenas tenía fuerzas para incorporarse, su alrededor daba vueltas. La puerta fue abierta de momento dejando que demasiada luz penetrara casi cegándolo. Rápidamente cogió el borde de la sábana u la subió a la altura de su rostro evitando dejarse en evidencia.
-Cámbiate y come, en diez minutos, el amo quiere que estés en la puerta principal con él- Tao no prestando atención a esto salió y cerró la puerta a su espalda y soltó un suspiro.
Los recuerdos de la noche anterior y de la última conversación con su amo después de dejar a aquella chica en el cuarto designaron, volvieron.
-Mi señor, pretende quedarse con ella, sabe que no es adecuado por su-
-Ya sabes lo que pienso respecto a la unión con las mujeres, no volveré a pasar por ello, además se vuelven muy molestas cuando no aceptan lo que soy y empiezan a preguntar- Yenhuo apretó la pequeña gema de la cadena que adornaba su cuello y caía en el inicio de su pecho- Mañana la llevaré al burdel, la dueña de allí tiene una preferencia por atender mis pedidos, solo verla me recuerda el rostro de su padre-
-¿Va a venderla de prostituta?- Tao preguntó incrédulo, su amo no era de ese tipo de personas con todo y lo cruel que pudiera parecer
-Le pediré que la acoja como sirvienta o si le sirve para la cocina, no tengo tiempo de tratar con jóvenes malcriadas, además, tengo una deuda que pagarle- algunos antiguos recuerdos que casi había olvidado pasaron fugazmente por su mente.
-Entendido mi señor- Tao hizo una reverencia- Prepararé todo-
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